—¿No vas a disparar?— preguntó Akira sonriendo.
—¿Y creíste que lo haría?
—No, parece que las prácticas no fueron suficiente.
—Más bien no quiero hacerlo.
—¿Por qué? ¿No somos enemigos ahora?
—No, no te veo como eso. ¿Tu si?
—Puede ser— su mirada no lucía molesta, quiero creer que su orgullo es quien no deja que admita lo que siente.
—Puedes disparar tú si quieres— tiré el arma al suelo.
—Que descuidada, tiras el arma quedándote indefensa frente a tu enemigo.
—No estoy desarmada, querido.
—Ah, ¿sí?— me acerqué a su cuello, y lo besé.
—¿Así qué crees que eso va a ayudarte de algo, corderito?
—No estoy segura, pero no pierdo nada con intentarlo— bajé mi mano por su torso lentamente, hasta llegar a su pantalón, podía sentir su miembro en mi mano. Ya que en fuerza no podría ganarle, ni mucho menos en palabras, intentar algo más no estaría demás.
—¿Crees que solo eso va a funcionar?— apreté su miembro con mi mano fuertemente, aunque Akira no mostró dolor.
—Si quieres diversión, deberías apretarlo un poco más fuerte.
—¿Me saliste masoquista, Akira?—una sonrisa maliciosa se reflejó en su rostro. No podía sentir vergüenza con lo que estaba haciendo, era la primera vez que me sucede.
—¿A dónde estás dispuesta a llegar?— sonrió maliciosamente. Creo saber a lo que se refiere. Sonreí como si nada estuviera pasando y me arrodillé.
—¿A esto te refieres?— pregunté. Quise fingir y mostrarle la expresión más inocente, haciéndole ver que él gana por ahora. La última vez dijo que le gustaba verme indefensa, así que quise dar en su punto débil. Puse mis manos en su pantalón bajando su cierre.
—No precisamente, pero continúa— asumí que le gusta mi actuación por ahora. La última vez fue él quien se aprovechó de mí, esta vez me toca a mí. Saqué su miembro y lo sujeté con mis dos manos, no sabía que estaría tan excitado por esto. Lamí la punta de su miembro, estaba húmeda y su sabor era tan dulce. Hace mucho tiempo no había podido probar esto, ¿Por qué sabe tan bien? Metí lo más que pude su miembro en mi boca, escuché sus jadeos al sentirse bien.
—Eres muy obediente, corderito— dijo jadeante. Entre más adentraba su miembro a mi boca, él soltaba más jadeos de placer. Su miembro estaba caliente y cada vez era más duro que se ponía, está sintiéndose bien y eso me hace sentir bien también. Tiró el arma a otra parte y recogió mi pelo con su mano, podía sentirlo moviéndose a su antojo dentro de mi boca. Se siente bien que él me use de esta forma, aunque suene descabellado.
—No derrames ni una gota— me ordenó, antes de sentir su semen en mi boca. Era demasiado, tal pareciera que hace mucho estuvo conteniéndose. Lo tragué sin dificultad, no sabía mal, de hecho estaba más dulce de lo que recordaba que era. Sacó su miembro de mi boca y me miró.
—Buena chica—me jaló por las dos manos y me levantó del suelo.
—Ten más cuidado, salvaje. Estoy embarazada, ¿Lo olvidas?
—No, no lo olvido. Si no te impide trabajar, tampoco impide hacerlo con tu esposo, ¿No crees?— Akira me agarró la mano y me llevó a la habitación, acostándome en la cama. Abrió mi pantalón y lo quitó.
—Ahora me toca a mí hacerte sentir bien, y más por tu buen servicio.— ¿Así que ahora me trata como una cualquiera? Bien, seguiré su juego.
—¿Asi tratas a las perras con las que te acuestas?— Akira sonrió.
—Solo a ti— su respuesta en otra circunstancia me hubiera molestado, pero ahora me sentía algo caliente para reprocharle por eso. Subió por mis piernas, besando y lamiendo cada parte de ellas, hacía pequeños chupones en ellas. A este paso mañana estaré completamente llena de ellos, pero ¿qué importa? Sus labios subieron a mi entrepierna y comenzó a besar y lamer alrededor de ellas. Mi cuerpo se sentía muy caliente al sentir sus labios de esa forma. No podía contener mis jadeos. Quitó mi ropa interior y rozó su dedo en mi vagina, me miró sonriendo y lamió su dedo. Su mirada me enciende de una forma que no puedo explicarlo. Sentí en instantes su lengua en mi vagina, esa sensación tan suave y húmeda de su lengua, producía un escalofrío y un calor en todo mi cuerpo. El movimiento circular y los chupones que hacía con su lengua y labios, me iban a volver loca, mi cuerpo estaba temblando y el hormigueo que estaba sintiendo en mi parte baja se intensificaba casa segundo que transcurría. Sentí su dedo cuando lo metió sin aviso, provocó un gemido aún más fuerte. Lo metía profundamente mientras continuaba lamiendo mi vagina, no puedo más con esto. Mi interior estaba en fuego al sentir el movimiento de su dedo.
—¡Akira!— musité entre jadeos, y casi sin aire. Él no se detuvo y continuó aún más rápido. Alcancé el orgasmo, y aún Akira seguía lamiendo, sentía cosquillas en esa área. Puse mi mano en su cabeza intentando que se detuviera, el hormigueo que sentía me iba a volver loca. Akira se detuvo y me miró lamiendo sus labios. Mierda, ¿por qué tiene que ser tan jodidamente sexy? Buscaba normalizar mi respiración agitada, cuando Akira se abalanzó sobre mí.
—Quiero que te corras más, pero con algo mejor— sonrió con malicia.