Chapter 119 - 119

Mi madre intentó salir de la cocina, pero Mr. Jefferson se puso en medio.

—¿A dónde va? ¿Qué está pasando?— preguntó confundido.

—Mamá, ¿no vas a hablar?— caminé a donde ella, pero no quiso mirarme a la cara.

—Las cosas están cayendo por su propio peso, Mr. Jefferson— dijo Akira, sin retirar la mirada de mi madre.

—Habla, mamá— ¿Por qué mierdas no habla?

—No tengo nada más que decir de este hombre, dije todo lo que tenía que decir.

—¿Qué pasa, señora? ¿No puede decirlo? ¿Quiere que sea amable y lo diga por usted?— mi madre miró mal a Akira.

—Haz lo que quieras. No sé de qué estás hablando.

—Puedo oler la traición desde lejos. Lo que tu madre no quiere decir es que ella fue quien ha estado pasando información a mis enemigos para que acaben conmigo; estoy casi seguro que tuvo que ver con el accidente también, porque nosotros éramos los únicos que conocíamos ese lugar, ¿No es así, señora? ¿Para eso vino aquí? ¿Para traerlos a nosotros otra vez?

—¿Qué? Mamá, dime que no es cierto. Tu no puedes ser capaz de eso, ¿Verdad? Dime qué se equivoca—mis pensamientos se nublaron. Pensar que mi madre pudo haber hecho algo como eso, no tenía lógica para mí. Mr. Jefferson dijo que Kaiza confesó que actuó por su cuenta, pero no tenía forma de saber dónde estábamos al menos que alguien le haya dicho.  Aunque si pienso en su actitud luego del accidente, hace algo de lógica, pero ¿por qué? ¿Acaso no pensó en el peligro que nos pondría?

—Entonces, ¿Eso fue lo que pasó? Tiene algo de sentido, aunque algunas cosas no cuadran; aunque nadie más conocía de mi casa de seguridad tampoco— dijo Mr. Jefferson molesto.

—¿Eres tan cobarde y no dirás una sola palabra, mamá? ¿Qué mierda fue lo que hiciste?— el silencio de mi madre y verla bajar la cabeza, me confirmó que lo que dice Akira puede ser cierto—. ¿Tu estupidez puede llegar a tanto, madre? Tanto que hablas de Akira, pero creo que la única despreciable y monstruo aquí eres tú. Casi matan a Akira, casi pierdo a mi bebé, casi muero, ¿y todo por tu maldita culpa? ¿Ahora pones en riesgo por segunda vez a mi hija y a mi esposo por tu maldita estupidez? ¿Qué tipo de persona desagradable eres, madre? — sujeté su cuello con mucha fuerza, sentía tanta ira dentro de mí, que no podía sentir ni remordimiento por lo que estaba haciendo. Estába completamente cegada por la rabia.

—Y pensar que creí que eras la única aliada que tenía, pero me equivoqué. ¡Para mí ya estás muerta!— sentí las manos cálidas de Akira alrededor de mi cuerpo. Fue lo único que me hizo reaccionar ante la situación en la que estaba. Me dolía el corazón, el alma, al saber que mi propia madre, sangre de mi sangre sería capaz de algo así.

Mr. Jefferson la sujetó, mientras que Akira me alejó de ella y me abrazó fuertemente. Podía sentir su calidez. Mi cuerpo estaba temblando, no podía contener mis lágrimas. El dolor que sentía en mi pecho era tan fuerte, que no podía pensar en nada más.

—Yo no quería, lisa. Jamás quise que les hicieran daño a mi nieta y a ti, créeme— escuché la voz de mi madre agitada, casi sin voz. Quise dar la vuelta, pero Akira me acercó más a él, obligándome a abrazarlo.

—Mr. Jefferson, llévatela de aquí. Encierrala en la habitación— ordenó Akira.

—Escúchame, corderito, necesito que te relajes. Sé que lo que debes estar sintiendo es doloroso y no quería que supieras las cosas de esta manera, pero no tenía otro momento para enfrentarla.

—¿Cómo pudo hacer algo como eso, Akira?—no podía parar de llorar, sentía un nudo en mi garganta.

—No me gusta verte así, mi princesa. Voy a buscar la manera de averiguar cuánta información brindó tu madre. No sabemos si nuestra localización está en manos de nuestro enemigo y no quiero que les vayan a hacer algo. Escúchame, quiero saber si estas de acuerdo en permanecer a mi lado ante cualquier situación que venga.

—Claro que sí, es una pregunta muy estúpida.

—Quería escucharlo de ti, princesa.

—¿Qué harás con mi madre, Akira?— le pregunté. Me miró fijamente con una sonrisa maliciosa y se quedó en silencio ante la pregunta—. No me mires así y responde.

—Le arrancaría la piel viva— sonrió descaradamente—, si no fuera tu madre; y más por poner a mi esposa y mi hija en peligro, pero como lo es y por el respeto que le tengo, no haré nada. A pesar de todo sigue siendo tu madre, cuando estés más calmada debes hablar con ella y arreglar las cosas. No creo que lo haya hecho por verte mal, más bien lo hizo porque no le agrado y no quiere que esté contigo. Debes entenderla también, no la justifico porque sin darse cuenta te causó daño— acarició mi cabeza.

—Quién diría que estarías diciendo eso luego de lo que ella hizo. Has cambiado mucho, Akira — acaricié sus mejillas.

—No hagas esas cosas de repente, lisa— desvió a mirada.

—Gracias por evitar que cometiera una estupidez, y por apoyarme aún en la situación que estamos. Sé que debes sentirte mal porque todo lo que ha pasado por mi madre. Estás haciendo un esfuerzo para no acabar con todo a tu paso. Siento mucho que por mi madre hayas pasado todo lo que pasaste. Me siento algo culpable...—Akira me interrumpió.

—Tonta, no tienes la culpa de nada. No importa lo que haya pasado o quién lo haya provocado, estamos juntos y eso es lo que cuenta, ¿No es así? Deja de pensar en esto. ¿Por qué no vamos a la habitación y nos relajamos un poco?

—¿Aún en momentos así piensas en eso?

—Creo que estás mal interpretando las cosas, corderito. No planeaba hacer nada, pero si tanto lo estás pensando es porqué tú si querías.

—Tonto— desvié la mirada avergonzada. Estoy segura que hace todo esto para hacerme olvidar lo que acaba de pasar, pero es imposible que olvide algo así de fácil. No podía creer todo lo que estaba sucediendo, quisiera que todo esto fuera una pesadilla.