Chapter 114 - 114

—¿Así que piensas jugar de esta manera, Akira?

—Solo me aseguro de que no quieras huir de mi, luego que me provocas. Tómalo como una medida preventiva.

—No veo motivos para escapar.

—Deberías haberlo considerado cuando aún estabas a tiempo, corderito.

—Suena a que estás muy desesperado, Akira.

—¿Y tú qué crees? Me tuviste un año completo sin poder tocarte, ¿No es razón suficiente para querer destrozarte ahora?— se acercó

—No sabía que era tanto. Parece que no has entendido la lección luego de todo este año, querido—una sonrisa maliciosa se reflejó en su rostro.

—¿Crees que ahora que estás aquí encerrada, voy a desistir solo porque me recuerdes eso? Me provocaste, ahora aguántate— me acorraló en la pared y me miró fijamente. Hace mucho no veo esa mirada tan penetrante y llena de deseo.

—¿Y cuándo te pedí que te detengas?— sonreí descaradamente, mientras puse mis manos alrededor de su cuello.

—Esa actitud me gusta— me besó desesperadamente. Creo que él, tanto como yo deseaba un beso de esta forma. He pasado tiempo sin probar sus labios, mi cuerpo se sentía más caliente de lo habitual.

Sonó el teléfono de Akira haciéndolo detenerse.

—Esta mierda debería explotar— gruño molesto, tirando el teléfono al suelo.

—¿No vas a responder?— pregunté, alzando mi traje y dejando visible mis piernas.

—Ahora el mundo puede arder. Mi atención está en ti, y nada más que en ti, corderito— acarició mi pierna lentamente, subiendo a mi entrepierna. Sus manos cálidas me enloquecen en un momento como este. Subió su mano a mi ropa interior, masajeando lentamente mi vagina por encima.

—Tal parece que mi hermosa gatita, estaba deseosa de su papi — acercó su boca a mi oreja para morderla, mientras continuaba masajeando mi vagina.

—¿Disfrutas haciéndome sufrir de esta manera siempre?— sujeté su corbata, acercando su boca a mi. Lo besé y mordí su labio inferior—. Fue suficiente de tu juego, Akira — sujeté su corbata más fuerte, empujándolo a la cama y me subí sobre él. Subí mi traje para poder sentirme cómoda. Su miembro estaba erecto, podía sentirlo en mi entrepierna.

—Creo que he desatendido mucho a mi fiera—dijo Akira, con una sonrisa maliciosa.

—Tu me convertiste en esto— moví mis caderas hacia arriba y hacia abajo, frotando mi vagina con su miembro a tráves del pantalón. Varios suspiros tiernos de placer provocó ese roce.

—Eres una niña mala — dijo Akira, casi sin voz.

—Tu siempre has sido el malo, ahora me toca a mí—me movía un poco más rápido, y podía sentir el calor de su miembro en mi entrepierna. Se siente tan bien ver su expresión cuando está excitado y escuchar sus jadeos a la par. Akira puso sus dos manos en mis senos, tocándolos lentamente por encima del traje.

—Esta mierda estorba— arrancó la parte superior de mi traje, dejándome el sostén visible.

—Has arruinado el traje, tanto que me gustaba.

—Ahora solo falta arruinarte a ti— su mirada estaba llena de deseo. Creo que he ido demasiado lejos. He despertado el lado oscuro de Akira, no pensé que sería tan rápido. Sus dedos apretaban mis pezones, es algo que me causaba escalofríos. Me sentía muy húmeda al sentirlo de esta forma. Me levanté de encima de él y quité su correa, luego bajé su cierre. Quería poder sentirlo mejor—. Te va a costar caro esto, preciosa— puse mis manos alrededor de su miembro y lo masturbé. Luego de la vez en el hospital, no había hecho esto. Es algo vergonzoso, pero sé que lo hace sentir bien y eso me tranquiliza. Sus jadeos eran incontrolables. Estaba muy duro y caliente, debe sentirse muy bien.

—Sé muy bien lo que estás haciendo, pero no voy a permitirlo — ¿A qué se refiere con eso? Akira se sentó, y me empujó a un lado.

—¿Qué estoy tratando de hacer? — pregunté, algo confundida. Akira no respondió, pero sonrió. Se subió encima de mí aguantándome ambas manos. Besó y lamió mi cuello, bajando su lengua hasta mis senos. Los lamió a su antojo, mientras me miraba fijamente. Esa parte aún se sentía muy sensible. Mi cuerpo estaba muy caliente al sentir su brusquedad al chuparlos. Bajó sus manos para quitar mi ropa interior, dejándome al descubierto. Sentí sus manos acariciando directamente mi vagina, metió uno de sus dedos en mi interior y gemí.

—Tal parece que ya lo estás deseando, corderito. Eres una pervertida— me sentí avergonzada al escucharlo llamarme así, pero supongo que tiene algo de razón en lo que dice. Ha pasado mucho tiempo sin sentirlo, es normal que mi cuerpo reaccione de esta manera.

—Es cierto, Akira. Te he deseado en mí todo este tiempo— debo ser honesta conmigo misma. Akira metió dos de sus dedos de repente y profundamente, haciéndome soltar un gemido fuerte.

—Ya me doy cuenta, ¿ni siquiera te habías tocado? —¿Cómo puede saber eso?

—¿Y tú qué sabes?— sonrió ante mi pregunta.

—¿No serás honesta conmigo? Entonces tendré que obligarte a decirlo— sacó sus dedos de mi

—Ponte de espalda— me ordenó. ¿Ahora que planea? Hice lo que dijo. Sentí sus labios en mi espalda, y su mano masajeando mis glúteos. Me dio una nalgada suave.

—Akira, ¿Qué crees que haces?— me sorprendió su repentina nalgada.

—Eso se les hace a las niñas malas que no son honestas, ¿Quieres más?

—No— dije, casi sin aliento.

—Entonces dilo. No me extrañabas tanto, si ni siquiera te tocaste por mi. —¿Está molesto por eso?

—¿Tanto te molesta?

—Si, porque no sabes todo lo que pensé en ti todo esté tiempo, tonta.

—Lo siento.

—¿Crees que un lo siento, va a calmar mi molestia?—Akira me dio otra nalgada sin previo aviso, esta vez fue más fuerte y volví a gemir.

—Duele, Akira— musité, con mi respiración agitada.

—Alza tu cuerpo— me ordenó. No tuve remedio que hacerlo. Siento esa área caliente. Sentí sus manos alrededor de mis caderas y en un instante sentí su miembro dentro de mi. Era demasiado en esta posición.

—Akira— murmuré. Mi interior estaba muy húmedo. Podía escuchar el sonido cada vez que entraba. Era demasiado así, estaba siendo muy brusco.

—Este es tu castigo por ser una niña mala— se escuchaba bien agitado, aunque su voz no sonaba molesta como hace un momento.

—¿Estás llegando muy lejos solo por eso?

—Créeme, llegaré aún más lejos— escuché su risa, lo que me provocó reír también. A eso no era lo que me refería.

—No puedo más— le dije, casi aire. Podía sentir sus movimientos muy fuertes. Tal parece que sí quiere destruirme.

—Dices eso, pero tú interior está cada vez apretándome más, ¿No crees que es muy claro que te gusta? Escucha esos sonidos, tu interior es más honesto que tú — esto es vergonzoso. Akira me empujó a la cama, haciéndome caer acostada, mientras continuaba entrando en mi. Se sentía mucho mejor, podía escuchar sus gemidos claramente cerca de mi oído.

—Te amo, Akira— hace mucho no se lo digo, a pesar de todo lo que ha pasado, no puedo dejar de amarlo. Akira se detuvo y me puso boca arriba.

—¿Qué dijiste?— preguntó, con una sonrisa pícara.

—Que te amo, Akira— metió su miembro en mi nuevamente.

—Yo también te amo, lisa— me besó con tanta intensidad y ternura. Al escucharlo me hizo sentir mucho más aliviada y feliz. Me hacía falta esto, estar con él así. Poder tenerlo cerca y dentro de mi. Poder apreciar su rostro cuando siente placer, poder sentir su olor y sus manos en mi cuerpo. Soy tan feliz en este momento. Mi interior se sentía más caliente y un ligero hormigueo en mi vagina podía percibir. Si esto continúa no podré aguantar más.

—¿Así se pone tu interior al decirte eso? Mierda siento que me derrito— dijo Akira. Puse mis manos alrededor de su cuello y mis piernas alrededor de él. Estaba siendo muy violento, pero mi cuerpo se sentía bien con su brusquedad, al final él siempre ha sido así—. Mierda, si me sigues apretando así no voy a poder aguantar más, lisa. — besé su cuello y lo mordí.

—¿Y qué esperas?— murmuré en su oído

—Mierda, amo cuando te pones así. Te amo— me sentía al límite ante su forma de hablar.

—Te amo, Akira— es como si hubiera presionado el botón para que descargara todo de él en mi, no podía aguantar el escalofrío que sentía al escuchar sus jadeos de placer. Esto era demasiado. Mi cuerpo estaba temblando, mi respiración estaba agitada, mi interior estaba sumamente caliente. Akira me vuelve esto que soy ahora.

—Eres tan lindo, Akira— le dije, acariciando su mejilla.

—No más que tu, preciosa. ¿Qué tal si continuamos?

—¿Qué? Pero si acabaste de...— me Interrumpió.

—No es suficiente. Aún no termino contigo, corderito. Tenemos que pensar en el nombre para el próximo hermanito de Kaori— esbozó una descarada sonrisa.

Creo que acabe de despertar a la bestia que hay  en él. ¿Qué se supone que haga ahora?