Chapter 92 - 92

—¿Sabes qué es lo peor? Que todo este tiempo, aún luego de lo que pasó, sigo siendo egoísta. No quiero hacerte daño ni obligarte a estar a mi lado, pero al imaginarte lejos, hace que quiera amarrarte y no dejarte ir. Una parte de mi quiere tu felicidad, pero la otra quiere destruirte. He querido ser alguien diferente, pero mi maldito deseo me consume y ha podido muchas veces más que yo. Ese día que te conocí, me sentí bien atraído por tu cuerpo y tu actitud. Mis ganas de verte arrodillada ante mí, eran muchas. Pude ver ese día en ti, la actitud que a mí me faltaba. Quería hacerte sufrir, sentía la necesidad de torturarte. Mis intenciones jamás fueron buenas en ese momento. Las ganas de tenerte, así fuera a la fuerza, podían más que yo. Aún sabiendo que estaba mal, que no debía hacerlo, lo hice. Luego de haberte hecho eso, me sentí la peor persona del mundo. Ya había hecho ese tipo de cosas antes, no era nada nuevo para mi, pero contigo fue diferente. Cada vez que veía esa expresión que hacías y cada súplica, solo sentía ganas de seguirte molestando. Una parte quería entenderte, pero la otra disfrutaba de eso. Sé que estoy enfermo, que soy un monstruo, que no valgo la pena. No podía estar con la culpa de que estuviera sintiendo algo extraño por ti. Acepté que hicieras el trabajo del padre de Kanji, te usé para ponerlo en bandeja de plata. Te expuse a que te hubieran hecho daño. Solo pensaba en los resultados que me podías dar. Cuando quisiste trabajar para mí, no quería que hicieras lo de Kanji, pero al no ver otra oportunidad, te volví a arriesgar. Te quería lejos y te mandé a otro lugar, pero sentía cada vez más ganas de ti. Moría de celos al escuchar tus conversaciones y al ver tu confianza hacia Kanji. No sabía lo que estaba sintiendo, estaba confundido, era algo que jamás había experimentado. Traté de matarte solo por eso. Cuando vi que ese idiota deseaba ponerte las manos encima, sentí mucha rabia y frustración, y más dándome cuenta que ya te estabas convirtiendo en mi debilidad, quise matarte otra vez. Peor aún, no pude protegerte cuando sucedió lo de Kanji, ni tampoco pude protegerte cuando pasó lo de Keita. Soy un bueno para nada. Solo te he traído lágrimas, sufrimiento, penas y, aún sabiendo eso, pensar en la idea de que te alejes de mí, no puedo asimilarlo. Te oculté muchas cosas, entre ellas la situación de tu hermana. Fue mi culpa que la vendieran, lisa. Yo le conseguí el contacto a tu padre para que saliera de ella, cuando aún no te conocía.

—¿Qué?—no sabía ya lo que estaba sintiendo al enterarme de esto.

—Fui el culpable, lisa. Has estado todo este tiempo con el culpable de que tu hermana haya sido vendida. Yo fui quien le facilitó todo a tu padre. No puedo culparte si ahora me odias más. Todas tus desgracias y las de tu hermana fueron mi culpa —mi corazón se rompió en pedazos al escuchar eso.

Entonces si era cierto lo que dijo mi padre y yo no quise creerle.

—Aún está viva, lisa. No sabemos en qué lugar la tienen; aunque estamos cada vez más cerca. Para acabar de completar quien tiene a tu hermana, es mi maldito padre—mi corazón no aguantaba más esto. Ni siquiera podía hablar. Sentía un nudo en mi garganta.

—Al menos insultame, golpeame, despreciame, pero haz algo, no guardes silencio, por favor.

—Yo necesito un tiempo, Akira. Necesito asimilar esto, yo no puedo estar así.

No encontraba una palabra que decir en un momento como este. No sentía miedo de lo que pasó, al saber su historia y lo dura que ha sido, pero saber esto de mi hermana me dolió. Independiente de todo el daño que me causó, saber esto me lastima.

—Un perdón no va a cambiar las cosas, ni mucho menos arreglarlas, pero por favor, no me dejes— estaba llorando y realmente me dolió verlo así, pero mi corazón era el que no aguantaba más.

—Llévame a la casa, Akira. No quiero estar más aquí—me levanté de la silla y salí del lugar.

Llegamos a la casa y no le dirigí la palabra en todo el camino. Necesitaba estar sola. Me fui a la habitación y él no entró en ella. No pensé que esta noche sería de esta forma, pero estoy lastimada y necesito pensar con claridad. Tenerlo cerca en un momento como este me es difícil. Siento rabia, pero no con él, sino conmigo misma; porque a pesar de todo, lo sigo amando y porque tengo en mi vientre a su bebé. Aún conociendo el demonio que habita en él, no puedo sentir miedo ahora. ¿Qué sucede conmigo?