Chapter 66 - 66

Sonido del cardiodesfibrilador

—No responde… ¡1, 2, 3!

Sonidos del cardiodesfibrilador

—¡Vamos! ¡Responde! ¡1, 2, 3!

Sonido del cardiodesfibrilador

—Tienes una familia que te está esperando. Tienes que responder. No puedes quedarte aquí.

Akira

Te entrego mi alma y mi corazón para toda la eternidad; tanto en los momentos de salud y felicidad, como en los de tristezas y enfermedad, hasta que la muerte nos separe.

Yo los declaro marido y mujer…

El sonido de un disparo bastó para que todo se tiñera de rojo; de ese rojo al que tan acostumbrado estoy.

No nos abandones, te necesitamos. No te duermas ahora, por favor.

Doctor:

Sonido del monitor de signos vitales.

—El paciente se ha estabilizado. Gracias a Dios. No podías quedarte aquí, Akira— solté agitado—. Hay que tenerlo en observación por si sufre otro paro cardíaco. Tengo que avisarle a sus familiares.

Lisa

Al entrar a la habitación Yuji estaba despierta.

—¿Cómo te sientes, Yuji?

—Lisa, ¿estás bien?— lágrimas bajaban por sus mejillas—. Tenía tanto miedo.

—Yuji, ¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué pasó con todo el mundo?

—No sé, luego de los disparos corrí a esconderme. Todo pasó muy rápido—sus manos temblaban.

—¿No sabes nada de mi mamá o de Akira?

—No sé. No se escondió nadie conmigo. En la fiesta solo recuerdo que estaba con las empleadas cuando escuché los disparos. No tuve opción que esconderme.

—Le dispararon a Akira—mencionarlo y recordarlo me duele.

—¿Qué? Pero ¿Está bien?

—Esta muerto, Yuji—respondió Keita por mí.

—¡Cállate, no lo está! —gruñí molesta ante su respuesta.

El ambiente entre Keita y yo no es el mejor en este momento. Solo verlo me irrita. Ha sido muy cruel con sus palabras.

—Será mejor que nos vayamos—dijo Keita saliendo de la habitación.

—Vamos, Yuji. Seguiremos hablando en la casa—Yuji accedió.

Salimos del hospital y nos dirigimos a la casa. Tengo que buscar la manera de localizar a Mr. Jefferson, él es el único que me puede ayudarme, pero ¿cómo lo haré? Keita no sabe nada sobre Mr. Jefferson y el único lugar donde creo que puedo encontrarlo es donde me llevó Akira  la noche de la fiesta, además Keita no va a querer llevarme. Tengo que buscar la manera de salir de aquí.

—Lisa, ¿De quién es esta casa?— preguntó Yuji.

—De Akira.

—Es muy hermosa.

—Grácias. Quisiera pedirte un favor, Yuji.

—Claro, lisa.

—¿Puedes distraer a Keita?

—Sí , pero ¿Para qué?

—Necesito salir y él no me ha permitido salir de aquí. Necesito encontrar a Akira. Por favor, ayúdame—después de un instante en silencio respondió:

—Lo haré.

—No sabes lo feliz que me hace. Trataré de volver enseguida.

—Ve con cuidado, lisa.

Yuji salió a buscar a Keita y aprovechando ese momento corrí, busqué las llaves del auto en la cocina y me dirigí al auto.

Yuji

—Keita, ¿Podrías enseñarme la casa?— le pregunté tratando de ocultar mis nervios.

—¿Lisa no lo hizo?

—No, es que ella se fue a bañar.

—No puedo, tengo asuntos que atender. Permiso.

—Pero Keita….—Keita se alejó sin dejarme responder.

Lisa

¡Mierda! ¿Cómo se enciende este auto? Me distraje buscando algún botón o algo para poder encenderlo y al voltearme vi la cara de Keita por el cristal de la puerta, lo que me hizo asustar. Keita abrió la puerta molesto y me agarró el brazo.

—Me lastimas, Keita— forcejeaba para que me soltara.

—¿A dónde crees que vas? No fue suficiente con que te intentaran matar?—nunca había visto a Keita tan molesto.

—Tengo que ver a Akira. ¡Suéltame!

—Akira está muerto, lisa. Entiéndelo de una maldita vez.

—Suéltame el brazo que me lastimas.

—Keita, la estás lastimando, ¿Qué crees que haces? —Yuji forcejeó con Keita para que soltara mi brazo, pero de un empujón la tiró al suelo.

Keita dejó ir mi brazo y caminé a donde Yuji para levantarla.

—¿Qué es lo que haces? ¿Has perdido la cabeza?

—Hago todo esto por protegerte, y así me pagas… ¿Huyendo?

—Sabía que no ibas a permitirme salir por eso lo hice, pero no te da derecho de tratarnos así— gruñí molesta.

—¿Quieres que te maten? Adelante, pues lárgate—Keita entró al auto y lo encendió. Luego entró a la casa. Lucía como un demonio.

—¿Estás bien, lisa?

—Soy yo la que debo preguntar eso. Perdóname por arrastrarte a esto, Yuji.

—No te preocupes, al menos ahora puedes ir a buscar a Akira.

—Grácias, ¿Me acompañas?

—Sí, por supuesto.

Seguimos nuestro camino para llegar al lugar que me trajo Akira. Me bajé con Yuji a buscar a Mr. Jefferson y no nos dejaban entrar, así que le pedí amablemente a los guardias que buscaran a Mr. Jefferson, pero al parecer ellos no lo conocen.

—Permítame hablar con alguna empleada, ellas quizá sepan. Por favor, es de vida o muerte.

—Esta bien, señorita—el guardia accedió a dejarme pasar, pero solo a mí. Yuji se tuvo que quedar afuera.

—Señorita, necesito ayuda. ¿Se encuentra Mr. Jefferson?

—No, señorita. No se encuentra en el día de hoy. Mayormente se presenta dos veces a la semana y no siempre está.

—¿Tiene como contactarlo?— pregunté.

—No, tendrá que venir personalmente cuando él esté o dejarle un mensaje.

No sé qué hacer. Si pudiera llamarlo sería más fácil. No puedo dejarle un mensaje porque si sabe algo de Akira, y llega a oídos indebidos, puedo ocasionar problemas, ¿Cierto?

—Grácias por su ayuda, señorita—salí del edificio y me dirigí al auto.

—¿Conseguiste algo?—me preguntó Yuji.

—No, nada. No sé qué más hacer. Solo está dos veces a la semana y no tiene días en específico. No sé si Keita me permita otro día venir. La angustia me está consumiendo, Yuji.

—Será mejor que esperes un poco. Al menos ya tienes una pista para poder saber qué sucedió con Akira.

—Lo sé, pero no sé si pueda afrontar cualquier noticia que me dé.

—No te preocupes, yo estaré para ti y sé que Keita también.

—¿Keita? Su actitud ha cambiado tanto desde la fiesta. Creo que su manera de sobrellevar la noticia de Akira, lo está transformando en alguien que da mucho miedo.

—¿Por qué dices eso?

—No sé, ha estado actuando muy raro y me drogó para que no pudiera salir.

—¿Drogarte?

—Sí, quiso evitar que saliera de la casa a buscar a Akira; además dejó a Akira tirado ese día. No lo llevó a un hospital, lo abandonó como un perro. Cada momento que pasó cerca de él, me causa más miedo. No es el Keita que conocimos.

—Cada persona es un mundo. Quizá su forma de expresar su dolor y frustración es sobreprotegerte, así es como veo las cosas, lisa.

—De igual manera no me siento segura estando con él. Será mejor que regresemos, antes de que se haga de noche.