Chapter 64 - 64

Jefferson

—El estado de Akira es muy crítico. Ha perdido mucha sangre por lo que le hicimos una transfusión. La bala perforó uno de sus pulmones y desafortunadamente necesitará un trasplante lo más pronto posible.

—¿Se va a poner bien?

—Eso no se lo puedo decir todavía, todo depende de cuan fuerte sea. Lo tengo en observación, esperemos durante unas 24 horas para saber cómo reacciona a la transfusión y a los medicamentos. La herida fue grave, unos centímetros más y no estaría vivo.

—¿Puedo verlo?

—No se supone, pero por ser tú, te lo permitiré.

—Grácias, en tus manos te dejo a mi hijo.

Entré a la habitación de Akira y se veía muy pálido.

—Mira lo que han hecho contigo, Akira. Debes luchar por salir de aquí, somos muchos los que te necesitamos. Voy a descubrir quién estuvo detrás de todo esto. Es imposible que hayan encontrado dónde estabas, si no hubiera sido por alguna traición. Es injusto, querías cambiar e ibas a dejarlo todo por esa chica y te sucede esto. Te tendré que sacar de aquí lo más pronto posible o vendrán a rematarte si se enteran que estás vivo. Eres como el hijo que nunca tuve y no soporto la idea de que te hayan hecho esto. Ni siquiera encontramos rastros de tu esposa. Si está en manos de ellos, será un problema. Me haré cargo de buscarla y protegerla, así como me pediste. Me encargaré también de conseguirte un trasplante lo más pronto posible. Debes salir de esta, ¿Me escuchas? Debes ser fuerte por esa mujer que está esperando por ti.

Lisa

Estaré contigo siempre y te haré la mujer más feliz del mundo, lo juro.

¿Por qué me mentiste, Akira?

Soy afortunado por tenerte a ti y ahora a nuestro bebé. Ahora seremos una familia.

No, mientras tú no estés.

Eres mi reina ahora. Te amo, lisa.

El sonido del disparo retumbó en mi cabeza. Akira, ¿Por qué?

Desperté y no podía casi respirar, mi corazón estaba acelerado, estaba sudando mucho y una tristeza inmensa me invadió al recordar todo. No pude controlar mis lágrimas otra vez. ¿Por qué, Akira? Mi corazón dolía. Miré a mi alrededor pensando que estaría Akira, pero no. ¿Cómo iba a estarlo? Miré la ropa que tenía puesta, no era la misma que tenía ayer. ¿Acaso alguien me cambió la ropa? Escuché la puerta abrirse y vi a Keita.

—Estás despierta. ¿Te sientes mejor?

—¿Crees que puedo sentirme mejor? ¿Qué me hiciste, maldito pervertido? ¿Por qué me quitaste la ropa?

—Debe calmarse, eso no le hace bien ni a usted, ni al bebé.

—¿Cómo te atreviste? ¡Eres un desgraciado!

—Su ropa estaba toda sucia, así que la cambié para que pudiera estar más cómoda.

—¡Debería matarte! — intenté levantarme de la cama, pero aún me sentía muy débil y mareada por lo que me dio.

—Señorita, no puede levantarse de esa manera tan brusca, puede hacerle daño al bebé.

—Cállate, pervertido. ¿Cómo pusistes tus asquerosas manos en mi?

—Lo hice por su bien, además jamás la miraría de esa manera.

—Eres un maldito pervertido, deberías morirte. ¡Llévame con Akira!

—Señorita, ¿no entiende que es arriesgado llevarla a ese lugar?

—No me importa, tengo que comprobar con mis propios ojos que Akira está muerto. No puedo y no quiero aceptarlo.

—No puedo, señorita. Lo siento— dijo cabizbajo.

—Dijiste que lo harías, no tienes palabra— gruñí molesta.

—Mientras siga con esa actitud, no me está dejando opciones. No puedo exponerla. Akira no me lo perdonaría donde quiera que esté.

—No te refieras a él como si estuviera muerto. ¡No lo está!

—Esas emociones le hacen daño al bebé, debe pensar un poco más en su embarazo.

—De la persona menos indicada que quiero escuchar eso es de ti. No tienes corazón, Keita. Si no me llevas tú, iré por mi cuenta—intenté levantarme de la cama, pero Keita se puso sobre mí y me aguantó las manos —. ¿Qué crees que haces? ¡Suéltame, idiota!— forcejeaba con todas mis fuerzas.

—Aunque me odie, no puedo dejarla ir. Lo siento.

—Suéltame, Keita—forcejeaba para soltarme, pero él era mucho más fuerte que yo, aún el efecto de lo que me dio no se había ido.

—No sabe lo que me duele verla de esta manera, pero no puedo permitir que le hagan algo. Eso me dolería más.

—¡Ayuda a Akira, por favor!—no podía parar de llorar.

Keita soltó mis manos y secó mis lágrimas.

—Estoy seguro que donde quiera que esté, le hará feliz saber que su esposa y su hijo están sanos y salvos —escuchar eso me causó más tristeza.

No quiero imaginar una vida sin él. No puedo pasar un segundo más sin verlo, extraño sus besos, sus a abrazos, sus caricias, esa manera de avergonzarme o esa sonrisa amable y tierna que me daba. No quiero tener una vida sin él. No puedo. Sentía un dolor en el pecho y en el corazón, que no podía quitármelo. No puedo hacerme la idea de no volverlo a ver.

Jefferson

—Sr. Jefferson, los heridos están recibiendo trato médico.

—¿Cuántas fueron las bajas?

—Unas catorce personas, señor.

—¡Mierda! Busca entre los heridos para saber quiénes eran familiares de la novia. Tenemos que encontrarla.

—Sí, señor.

Todo es tan extraño. Estoy seguro que alguien vendió la cabeza de Akira, pero lo más duro es que haya sido el día de su boda. Tenían la orden de acabar con todo lo que tuvieran en frente, debe haber sido el inescrupuloso de su padre. Lo que significa que lo más probable ya sabe que Akira lo estuvo buscando. ¿En quién confiaste, Akira? En este negocio no se puede confiar ni en nuestra propia sombra. Tengo que saber quién pudo haber sido, quizás eso me lleve al paradero de la novia.

—Señor, encontramos a la madre de la novia, está herida, pero no es grave.

—Iré a verla. Llévame con ella.

Fui a donde la señora y me paré delante de ella.

—Permiso. ¿Es usted la madre de la esposa de Akira?

—¿Quiénes son ustedes? ¿Qué le hicieron a mi hija? ¿Dónde está mi hija?

—Relájese, señora. Mi nombre es Jefferson, soy como el padre de Akira y estoy aquí para hacerle unas preguntas, para poder encontrar a su hija.

—¿Qué pasó con mi hija?

—Desconozco el paradero de ella, pero haré todo por encontrarla. Se lo aseguro.

—Todo esto paso por ella querer casarse con ese monstruo. Si no se hubiera enamorado de ella, ella estaría bien. ¿Qué futuro le esperaba con ese criminal?

—Le pido respeto, Akira no es un hombre malo y quiere mucho a su hija. Él empezó a cambiar por ella, quiso dejar su venganza a un lado por formar una familia con su hija.

—¿Quieres decir que aún está vivo?

—Sí, está gravemente herido. No se sabe si se recupere, es por eso que necesitamos encontrar a su hija, pero necesito que ponga de su parte en recordar y en responder mis preguntas.

—De acuerdo.

—¿Usted estába viviendo en la misma casa que su hija?

—Sí, por unos días sólamente.

—¿No vio nada extraño?

—¿Extraño?

—Creemos que alguien vendió a Akira, lo más probable sea alguien cercano a él y a su hija.

—No sé, solo conocí a una amiga de mi hija, que vivía con nosotros y al chófer.

—¿Cómo se llama esa amiga?

—Si mal no recuerdo era Yuji, no sé sus apellidos.

—¿Sabe dónde está esa tal Yuji en este momento?

—No, luego de la fiesta perdí rastro de ella.

—¿Y del chófer?

—El chófer tengo entendido que era uno de los empleados de Akira. Era el más cercano a nosotras mientras estuvimos ahí.

—¿No sabe nada más? ¿Algún dato o algo extraño que haya notado?

—No, que yo recuerde. Por favor, encuentre a mi hija. No permita que sufra más ella ni el bebé.

—¿El bebé?

—Sí, mi hija esta embarazada.

—Con más razón hay que encontrarla. Le doy mi palabra que la traeré de vuelta, pero le pediré un favor y es que cuide de mi hijo mientras no estoy. Es la única persona cercana que conozco. Sacaré a mi hijo de este hospital y la llevaré tanto a él, como a usted a otro lugar para que los atiendan. ¿Esta de acuerdo?

—Esta bien, grácias. Encuentre a mi hija, por favor.

—Cuente con eso.