Chapter 46 - 46

Akira

—No tienes que forzarte de esta manera. No te vez de ánimo para esto. ¿Qué es lo que te pasa?— preguntó Hanan.

—Nada, solo necesitaré un trago y me recupero.

—¿Son los negocios lo que te tiene de esta forma? Nos conocemos hace mucho y no eres así. Sabes que puedes hablar conmigo de lo que te pase.

—No pasa nada, solo no traje preservativos— me serví un trago, y me lo tomé.

—No es eso lo que te tiene así. Sabes que siempre tengo de eso. Es algo más tu problema, ¿Cierto?

—¿Por qué insistes tanto en saber? Te voy a pagar por esto. No quiero que hables de nada más —tiré la copa a un lado, y me acerqué a Hanan.

—No puedo hacer esto así y lo sabes.

—Te pareces tanto a ella. Siempre negándose, aunque lo disfrute. ¿Por qué mejor no cierras la boca?—la tiré contra la cama.

—No se puede así. No puedo hacer esto de esta manera.

—¿Por qué mierdas te niegas ahora? ¡Para eso te pago!— me subí encima de ella, y sujeté su mano.

—Tu no eres así. Te he dicho que me sueltes—Hanan me empujó—. Te he dicho que no me gustan las cosas así. Si no puedes tratarme bien, no quiero esto.

—Todas las perras son iguales —me vestí, y salí de la habitación.

Lisa

Akira no llegó a la casa anoche, ni tampoco se ha presentado a la oficina. Supongo que después de todo, no quiere verme la cara. Ni siquiera sé qué hacer cuando lo vea. Pensar en esa idea me pone nerviosa.

—¿Por qué no vamos a la cafetería, Lisa?— preguntó Yuji.

—Sí, no hay problema.

Caminamos a la cafetería y nos sentamos juntas. No conozco bien a Yuji, pero su rostro me parecía algo triste.

—¿Te ocurre algo, Yuji?— pregunté preocupada.

—No, solo necesito comer algo. Me siento un poco indispuesta.

—¿Fuistes al médico?

—No, aún no. Al salir de la oficina lo haré.

—¿Quieres que te acompañe?

—Me gustaría.

—Te ves muy pálida, Yuji. ¿No hay una enfermería en esta empresa?

—Sí, creo que iré, no me estoy sintiendo bien.

Caminamos a la enfermería y Yuji estaba muy mareada, y cada vez más pálida. La enfermera no estaba por ninguna parte.

—Será mejor que vayamos al hospital o algo—diciendo esto, Yuji vomitó en el suelo.

Le ayude dándole una bolsa y sujetando su pelo.

—¿Algo que comistes te cayó mal? Deberías quitar tu camisa porque se ha ensuciado. Tengo otra chaqueta en mi bolso, aunque no sé si pueda servirte — busqué en mi bolso la chaqueta y ella se fue quitando su camisa.

Su cuerpo lucía extraño. Tenía muchos moretones en la espalda y en sus brazos. ¿Será que alguien le pegó? Fue el primer pensamiento que tuve.

—¿Qué te sucedió en la espalda Yuji?—pregunté curiosa y preocupada.

—No quiero hablar de eso—se puso mi chaqueta.

Hice una pregunta fuera de lugar.

—Lo siento. ¿Por qué no vamos al hospital?

—Ya me siento mejor. Algo me cayó mal, supongo.

—¿Estás segura? No es bueno que te quedes así —diciendo esto, Yuji colapsó y puse mis brazos para evitar que se golpeara en la cabeza.

La sujeté en mis brazos para levantarla y acostarla en la camilla. Salí de la enfermería buscando alguien que la ayudara. No encontré a la enfermera por ninguna parte, así que recurrí a llamar una ambulancia. No podía dejarla en ese estado.

Al llegar la ambulancia nos llevaron directamente al hospital. ¿Por qué no insistí mucho antes? Su palidez no era normal, ni mucho menos los moretones en su espalda.

Salí del trabajo sin avisarle a Akira. Si llega y no me ve en la oficina, lo más seguro se moleste otra vez. Tampoco me atrevo a llamarlo. Será mejor que hable con Keita y le explique.

Llamé a Keita explicándole la situación y comprendió. Quedó en venir al hospital para hacernos compañía. Ha pasado algo de tiempo desde que llegué. No he visto al médico para que me de noticias de Yuji.

—¿Familiar de Yuji?— preguntó el médico.

—Soy su amiga. No conozco a sus familiares. ¿Puede decirme cómo está ella?

—No debo darle información a nadie más que no sea de su familia, pero dado el caso que es usted la única que la acompañó hasta aquí, me siento en la obligación de decirle. La paciente está embarazada, pero parece que no se a cuidado ni alimentado bien. Tiene un grado de deshidratación severa. Si no se cuida puede perder al bebé. Encontramos ciertos hematomas, no comunes en el área de su espalda, brazos y pierna ¿Sabe lo que pudo haberle causado eso?

—No, ni siquiera sabía que estaba embarazada. Hoy mismo me fijé en esos hematomas. No sé la causa, pero ¿No tiene manera de saberlo?

—No, los hematomas pueden ser causado por varias cosas, pero sus lecciones indican que pudo haber sufrido alguna caída. No es algo concreto. La paciente deberá estar aquí unos días. Le estaremos administrando todo lo que necesita e hidratándola por vena. Siendo su amiga le aconsejo que la cuide. El bebé, tanto como ella se pueden ver afectados.

—¿Puedo ir a verla?

—Sí, señorita—diciendo esto, el doctor siguió su camino.

Pude ver a lo lejos a Keita acercándose.

—Esto es más grave de lo que se ve, Keita. Jamás hubiera imaginado que estaría embarazada. Han pasado tantas cosas en tan poco tiempo. ¿Ella lo sabrá?

—¿Es su amiga?

—Sí, compañeras. Me ha ayudado mucho. Me pregunto si puedo ayudarla en algo.

—Es usted una buena persona, estoy seguro de que si.

—¿No ha respondido Akira?

—No he sabido nada de él desde ayer, señorita. Le marqué varias veces, pero no a respondido. Debe estar haciendo negocios.

—Sí, negocios.

Akira no aparece por ninguna parte y Yuji está enferma. No quiero que tenga qué hablar si va a la oficina y no estoy. No sé qué hacer, pero no voy a dejar sola a Yuji.

Entré a la habitación de Yuji junto a Keita.

—Se ve tan pálida. Se debía estar sintiendo mal y estuvo aguantándose.

Verla en ese estado me deprime. Saber su embarazo me hace recordar cosas que quiero olvidar. Toqué mi barriga, porque podía sentir dolor, tanto ahí, como esa opresión en el pecho.

—No se ponga de esa manera. No me gusta verla así—Keita quitó mi mano de la barriga.

—¿Por qué, Keita? ¿Por qué tuvo que pasar esto?—no pude contener mis lágrimas y apreté su traje.

Nos quedamos así por unos instantes. Haciéndome esas preguntas, no podía evitar las lágrimas. La presión que sentía en mi pecho era mucha. Luego de lograr recuperarme, me di cuenta de que estaba sujetando su ropa muy fuerte.

—Lo siento, Keita. No debí hacer eso— me alejé de él.

—No se disculpe, siempre que necesite con quién hablar o descargar lo que siente, puede contar conmigo—diciendo estas palabras Keita, escuché la voz de Yuji.

—Yuji, ¿Estás bien? Al fin despertaste. ¿Cómo te sientes?—me acerqué a ella sujetando su mano.

—¿Qué me pasó, lisa?

—Te desmayaste en la enfermería, así que no tuve de otra que traerte al hospital.

—¿Por qué, lisa? No debiste— su voz se escuchaba ronca.

—Estás muy débil, es mejor que te calmes. Te dejarán unos días.

—¿Qué me encontraron?— preguntó nerviosa.

Guardé silencio por un momento, no sabía qué responder. No sé si ella sabía que estaba embarazada y no sé si le incomode el hecho de que yo sepa.

—Estás embarazada, Yuji —respondí cabizbaja.

—¿Qué?—su rostro no se veía alegre, ni mucho menos feliz.

—¿Qué pasa, Yuji?—pregunté preocupada.

—No puedo tener eso dentro de mí—se puso muy agresiva e intentó golpearse la barriga.

Keita sujetó sus manos, evitando que ella continuara haciendo eso, por lo que salí corriendo a buscar a la enfermera.

—¡Necesito una enfermera o al doctor! La Srta. Yuji está muy agresiva e intentando hacerse daño— la enfermera llamó al médico, quién al instante llegó a la habitación con una inyección.

—Esto la va a relajar un poco—dijo el doctor.

—¿No le hará daño al bebé?— pregunté mientras que el médico le inyectó.

—No, solo es un calmante que puede utilizarse en mujeres embarazadas. Esto es un cuadro muy sospechoso. Creo que deberemos avisarle a la policía.

—¿A la policía por qué? No entiendo nada —mis manos temblaban al ver la cara de Yuji, mientras que el medicamento le surgía efecto.

—Es una actitud muy agresiva, puede ocasionar problemas, tanto a ella como al bebé. Sospecho que ella puede ser víctima de un posible abuso. Las heridas que tiene en su cuerpo, la agresividad que presenta, pueden ser causado por ello. Es un protocolo que tengo que seguir.

—Pero ¿Qué pasará con ella y el bebé?—pregunté desesperada.

—Nada, señorita. Solo quiero descartar esa posibilidad. Harán una investigación más a fondo.

—Gracias, doctor—el doctor salió de la habitación.

No podía pensar en nada más. La situación de Yuji cada vez es más difícil y confusa. Una chica al saber que está embarazada debería estar feliz. Su actitud fue todo lo contrario. Me duele verla así. Solo espero que lo que el doctor dice no sea cierto.

—Será mejor que salga de aquí y vaya a la casa. Yuji no podrá despertar todavía. Debe descansar y salir de este lugar —dijo Keita, poniendo su mano en mi hombro.

—No puedo dejarla sola —dije entre lágrimas.

—Yo me quedaré con ella, pero déjeme llevarla a la casa. Necesita descansar y salir de este ambiente. No está en condiciones de ayudar a la señorita así.

—Keita...

—Por favor, se lo ruego. Prometo cuidar de la señorita. Vaya a descansar un poco—me agarró el brazo sacándome de la habitación y me llevó al auto.

Me trajo a la casa, me dejó y se fue de vuelta al hospital. Quedó en avisarme cualquier cosa que sucediera con Yuji. No puedo estar tranquila dejándola en ese estado. Al entrar a la habitación me encontré con Akira tirado en el suelo.

—¿Qué te paso?—preocupada me acerqué y me arrodillé al lado de él.

Toqué su rostro y estaba muy caliente. ¿Acaso está resfriado? Huele a alcohol. ¿Así que si es cierto que se estaba divirtiendo? Hice fuerza para poder acostarlo en la cama, no podía dejarlo tirado en el suelo. Por más que lo tocaba no reaccionaba. Busqué unos paños fríos y los puse en su frente, luego hablé con la empleada para que buscara medicinas, ya que no encontré ninguna por toda la casa. Una casa tan grande y ni siquiera tiene medicinas.

Seguí llamando su nombre y acercando mi mano a su rostro e intentando que reaccionara, pero no lo hacía. La empleada había tardado mucho en venir con las medicinas. Planeaba ir por un vaso con agua. En el instante que me levanté de la cama, la mano de Akira me sujetó. De un halón me tiró a la cama junto a él y se puso sobre mi.

—¿Qué crees que haces?— pregunté asustada.

Aún estaba con los ojos cerrados. Debe tener una fiebre muy alta. Puso sus dos manos alrededor de mi cuerpo acercándome a él. No podía soltarme. Podía sentir su calor y la fuerza que ejercía alrededor de mi.

—No te vayas, lisa —murmuró.

Me ruboricé al escucharlo decir eso. Había intentado forcejear momentos antes, pero ya no sentía ganas de seguirlo haciendo. Tenerlo tan cerca a mi me hacía sentir aliviada y, aunque fuera solo por ese momento, no quería soltarme.