El día ha pasado muy rápido. Me he mantenido ocupada toda la mañana, leyendo los libros que me prestó Yuji. No la he visto desde la conversación que tuvimos. Lo más probable me esté evitando. Será mejor que lo olvide, quizá después de todo Akira tiene razón, lo mejor será no intervenir. Tengo esa mala costumbre de preocuparme por los demás. No puedo llamarle defecto del todo, ya que me ha ayudado en ocasiones.
Akira salió a una reunión luego de la conversación de Ima. Todo lo que dijo me ha mantenido preocupada. Alguien más quiere matarlo, pero ¿Quién podría ser? ¿En qué líos está metido Akira? Nunca me dice nada, se guarda todo para él. Sé que no soy su novia realmente, ni nada parecido y debo estar llena de odio hacia él, pero saber que tiene ese tipo de problemas, de alguna manera me gustaría ayudarlo. Siempre es reservado con sus asuntos y, aún no siento la confianza de preguntarle por lo que está pasando y, aunque tenga la fuerza de preguntar, lo más probable no me responda.
Me levanté y caminé a los archivos para guardar ciertos documentos de Akira. Mi estatura baja me impedía alcanzar las cajas que estaban en la parte de superior de los archivos. Miré a mi alrededor para buscar una escalera, pero no vi nada visible. Intenté subirme y escalar los archivos para alcanzarlos, pero se cayeron al suelo. A través del espacio entre donde estaban los archivos, pude ver una persona en el suelo detrás, por lo que bajé asustada y di la vuelta para poder llegar al otro pasillo.
—¿Yuji? ¿Estás bien? ¿Qué te pasa?—su ropa tenía mucha sangre.
Busqué mi celular para llamar una ambulancia. Yuji estaba poco a poco despertando, se veía muy pálida y débil.
—No llames— murmuró.
—No puedo dejarte así, aunque me odies tengo que hacerlo— procedí a llamar una ambulancia.
No sé lo que está pasando, pero no podía dejarla así. Ella está embarazada y debe tener cuidado médico. Llegó la ambulancia y nos llevaron al hospital nuevamente. Mientras esperaba en la sala de emergencia, llamé a Keita para que viniera, ya que Akira aún debía estar en la reunión y no quería molestarlo.
Al rato llegó Keita y estuvo acompañándome en todo momento, hasta que el médico salió.
—Doctor, ¿qué pasó con mi amiga?
—Señorita, su amiga sufrió un aborto. Todo indica que tuvo alguna caída lo que le ocasionó que eventualmente perdiera al bebé. Tiene muchas heridas en su cuerpo, pueden indicar algún tipo de abuso o un intento de suicidio.
—¿Qué? Ella estaba muy bien— no pude contener mis lágrimas.
¿Acaso ella estaba pensando en hacerse daño? ¿Por qué? Me sentía muy mal para seguir hablando. Tenía muchas dudas. ¿Qué la llevó a ella a pensar o intentar algo así? No creo que ella haya sido capaz de esto.
—Su amiga estará bien, la trajeron a tiempo —dijo el doctor y se fué.
—Me siento culpable, Keita. Quizá le generé alguna carga demás con mi pregunta esta mañana —me sentía devastada.
—Señorita, usted hizo todo lo posible por su amiga e inclusive la trajo al hospital. No cualquier persona hace eso. Sé que se preocupa por el bienestar de ella, es algo que me gusta de usted.
—¿Qué dices?
—No se preocupe, ella estará bien. Lo importante es que la ayude y la apoye en este momento. Ella apreciará eso.
—Tengo que ir a verla— caminé a su habitación.
Se veía muy pálida, su rostro no parecía al de ayer.
—¿Qué pudo haberte pasado, Yuji? Pobre bebé —lágrimas bajaban por mis mejillas.
Sé lo doloroso que es perder un bebé. Me siento reflejada de cierta forma en ella.
Luego de varias horas, llamé a Akira y le conté lo sucedido. Se molesto conmigo porque no le avisé antes, pero ¿Cuándo él no se molesta? Quedó en venir, pero aún no lo había hecho. Estaba una reunión con el presidente de una empresa, eso le tomará algo de tiempo. Me mantuve al lado de Yuji en todo momento hasta que despertó. Abrió sus ojos lentamente y me miró.
—¿Cómo te sientes, Yuji?—me acerqué a la camilla y sujeté su mano.
—Ayúdame—me dijo en un tono muy bajo.
—¿Ayudarte cómo, Yuji?
—Sácame de aquí— aún estaba muy débil para hablar claramente. No sé sus razones, pero si eso me pide, yo lo haré.
—Lo haré, no te preocupes. Regreso enseguida.
Salí de la habitación y me dirigí a donde Keita.
—Keita, quiero pedirte un favor. Yuji me pidió que la sacara de aquí. ¿Habrá una manera de hacerlo?
—Hay muchas formas, pero ella deberá firmar los documentos del hospital —mientras hablaba con Keita, sentí un escalofrío en mi espalda.
Miré a todos lados, porque sentía que alguien estaba mirándome, pero no había nadie.
—Lisa, ¿estás bien?—me preguntó Keita.
—Sí, estoy bien. ¿Qué documentos tengo que pedir?
Hablamos con el médico y nos dio indicaciones. Conseguimos los documentos para sacarla de aquí y nos dirigimos a la habitación, pero no contaba con que el padrastro de Yuji estuviera aquí.
—¿Qué hace usted aquí?—pregunté molesta. Nadie lo llamó. ¿cómo supo que ella estaba aquí?
—Vine a buscar a mi hija, ¿Qué tipo de pregunta es esa?—la mirada de Yuji lucía asustada, como si no lo quisiera cerca.
—Salga de aquí antes de que llame a la policía— dije en un tono amenazante.
—¿Por qué llamarías a la policía? Solo estoy buscando a mi hija —al mirar a Yuji pude ver que estaba tratando de decirme algo, aunque no entendía lo que quería decir.
Keita reaccionó antes que yo, como si la hubiera entendido.
—Salga de aquí ahora o yo mismo me encargaré de lo que lleven a la cárcel—Keita se paró delante de mi y encaró al hombre.
—¿Tú quién mierdas eres? No te metas. Me llevaré a mi hija y no traten de interponerse.
—No se la llevará de aquí, porque yo no lo voy a permitir —me acerqué a Yuji y Keita lo agarró del hombro, sacándolo de la habitación.
—Siento mucho haber tratado a tu padrastro así. No sé lo que está pasando, pero no voy a permitir que se te acerque más.
Yuji estaba llorando y sin decir una sola palabra. Quise acelerar todo el paso, así que le di a firmar los documentos. Keita entró a la habitación minutos después de haber sacado al hombre.
—¿Se fue?—pregunté.
—Eso parece, señorita. Será mejor que nos demos prisa— Keita llevó los documentos al doctor y salimos juntos al estacionamiento.
Al llegar al auto, nos encontramos con el viejo problemático.
—¿A dónde creen que llevan a mi hija? ¡Me la devuelven!—sacó un arma y nos apuntó.
Del asombro no sabía qué hacer. Keita estaba en frente de mí.
—No te la devolveremos. Lo mejor será que se vaya antes que llegue la policía —respondió Keita, en un tono amenazante.
—Yo soy la policía. Así que haz que mi hija se baje de ese auto y me la entregan o disparo —Yuji intentó abrir la puerta, pero yo la aguanté para que no pudiera bajarse.
—No estoy dispuesta a dársela—dije retante.
Se puso de muy mal humor y seguía apuntando el arma a nuestra dirección.
—Entonces los mataré—al decir eso, escuché un disparo.
El viejo se desplomó al suelo y vi a Keita con el arma en la mano. Mi reacción fue evitar que Yuji viera el cuerpo de su padrastro, colocándome en medio de la puerta, pero creo que fue muy tarde.
—Siento que haya tenido que presenciar esto, señorita. Cierre sus ojos y entre al auto, por favor —Keita tapó mi rostro, acercándome a su pecho e intentando evitar que viera nada más, pero ya lo había visto todo. No es algo que me sorprenda ya.
Entramos al auto y Yuji estaba temblando. No sabía qué hacer para calmarla. Creí que saldría corriendo y nos delataría, pero no. La última palabra que pude escuchar de su boca en ese momento fue:
—Gracias.