P.O.V. Alexander Vólkod.
-¿Estamos cerca Eria? -Digo mientras corro lo más rápido que puedo.
Eria se detiene un momento y dice:
-Ya todo termino, pero Theo no se ha movido del lugar, ya estamos por llegar.
¿Qué sucede con ese tipo?, ¿Por qué no nos pidió ayuda a mi y a Iván?, ¿Por qué solo involucrar a Eria?.
Muchas preguntas llegan a mi cabeza, tantas que no sé cómo ordenarlas.
Espero que Theo tenga alguna respuesta.
P.O.V Theo Bonavista.
Mi respiración es pesada, no puedo evitar temblar del enojo.
Roger, yo te prometí ayudarte, y no pude hacer nada por ti, perdóname, por favor perdóname.
Aprieto los dientes, por más que piense en Roger, nada cambiará, se ha ido, se ha ido para siempre.
No tiene sentido, pero enterrare sus restos, para que al menos una parte de él pueda descansar.
Empiezo a cavar en la nieve, hasta que logro hacer un hoyo lo suficientemente grande para poder colocar a Roger.
Su cuerpo está tan destrozado que tengo que llevarlo por varias partes, mi ropa se llenado de sangre, me mareo al ver tanta sangre, pero aún así no me detengo.
Cuando termino de enterrar a Roger, empiezo a cavar otra tumba, para el cuerpo de Hambre, al fin de cuentas, en ese cuerpo murió Roger.
Al acercarme al cuerpo de Hambre, mi visión empieza a hacerse borrosa.
Frotó mis ojos, sin darme cuenta estoy llorando.
Toda esta escena me deprime.
¿Por qué Roger me ayudó?, ¿Por qué no siguió de largo?, No lo puedo entender.
Yo no quería salvar a nadie ni ser salvado, y Roger se sacrificó no una, si no dos veces por mí.
¿Por qué no pude salvarlo?, Si tan solo hubiese hecho las cosas de otra manera el seguiría aquí.
No puedo parar de llorar, ¿Por qué tuvo que morir él?, Yo estaba perdido, y él me ayudó, yo pensé en intimidarlo para tomar su agua, y él sin saber nada de mí me salvó.
-Roger -Digo en voz baja- Juro que llegaré a ese estúpido paraíso, y nunca te olvidaré, alguna manera encontraré para recordarte.
Me seco mi lágrimas, tomo el cuerpo de Hambre y lo entierro.
Roger, viviré por los dos, jamás podré agradecerte, así que lo menos que puedo hacer es vivir por ti.
Gracias Roger, me gustaría haber podido hablar más contigo.
P.O.V. Iván Salvatore.
-Ese es Theo -Digo mientras señaló a una silueta que está a unos cuantos metros.
Eria y yo empezamos a gritar el nombre de Theo para llamar su atención.
Alex empieza a correr más deprisa, hasta que lo alcanza.
Eria y yo aceleramos el paso.
Pero antes de que llegáramos, Alex recibe a Theo con un golpe que lo derriba.
Cuando Eria y yo llegamos al lugar Theo se encuentra aún se encuentra en el suelo.
-Hola Alex, también me alegro de verte -Dice Theo en un tono sarcástico.
-¿¡Por qué no nos pediste ayuda!? -Grita Alex.
-Oh, lo siento amigo Alex -Dice Theo- No sabía que un traumatizado podía ayudarme.
Alex está enojado.
-Me prometiste proteger a Eria -Dice Alex- Dejaste que se fuera sola, cuando nos encontró estaba tan alterada que apenas podía hablar.
-Disculpa por alejarla de un monstruo -Dice Theo- Ya me cansé de discutir, podemos seguir caminando.
Theo se pone de pie y hace un estiramiento.
-Theo -Dice Eria- ¿Roger está contigo?.
Theo traga saliva y no responde.
Los ojos de Theo están rojos e hinchados. Sus dedos están rojos y tiene sangre en su ropa.
Alex busca por el lugar y ve algo que lo sorprende. Pone su mano en el hombro de Theo.
-Lo siento… -Dice Alex.
-Tranquilo Alex -Dice Theo mientras camina hacia adelante- El Padre Roger está justo aquí -Theo coloca su mano en su pecho.
Es imposible ignorar los ojos rojos e hinchados de Theo, es difícil imaginar a Theo llorando.
-Ahora vámonos, este lugar me deprime -Dice Theo con una sonrisa forzada.
Aquello que Alexander vio fueron las tumbas improvisadas que Theo hizo, nadie en el grupo de Alexander hablo durante un tiempo, respetaban el dolor que sentía Theo.
Eria camina al lado Theo, ella fue la única que pudo ver a Theo llorar.
Caminaron en silencio hasta que cayó la noche. Solo en la noche Theo se permitió descansar.
Lejos del purgatorio, en un lugar al que nunca nadie llegará, se encuentra el palacio de LeNaguah. Un lugar donde reside LeNaguah y los cuerpos originales de los 4 Jinetes del Apocalipsis.
P.O.V. Hambre.
-¡Maldita sea! -Grito- ¿Dónde está mi comida?.
Seguramente ese bastardo de Triunfo quemó toda mi comida. Tendré que pedirle más a LeNaguah.
Unas piedras con luces empiezan a llegar a mi habitación, seguramente son esos fragmentos que me obligan a enviar.
Siempre llegan muchas, voy a absorberlas todos antes de ir a hablar con el viejo.
Una de ellas no emite ninguna luz, se ve, triste.
Mi estómago retumba y me apresuró en absorber todas esas piedras para poder comer.
Abro mi pecho y todas las piedras empiezan a entrar, menos esa pequeña piedra que no brilla.
-Oye pequeña apresúrate para que pueda comer -Digo.
La piedra no se mueve, cada vez siento más ganas de comer.
Me abalanzó sobre la piedra y la meto en mi boca y me la tragó.
Dejo mi habitación para ir a pedir comida al viejo.
Mi cabeza empieza a dolerme, debe ser el hambre.
-Oye Hambre -Grita Guerra- ¿Ya te tragaste toda tu reserva?.
No me importa lo que diga, solo quiero comer.
Empiezo a ver borroso, restriego mis ojos.
¿Lágrimas?, ¿Estoy llorando?.
-Oh, el príncipe se ofendió -Dice Guerra entre carcajadas.
-Cállate -Digo en voz baja.
¿Por qué he dicho eso?, Nunca me importa lo que ellos dicen de mí.
Solo quiero comer.
Una voz empieza a resonar dentro de mí, habla tan bajo que apenas puedo escucharla.
Ignoró todo y continúo caminando hasta que llego a la habitación del viejo.
Entro y empiezo a sentirme mareado.
-Oye LeNaguah dame algo de comida, me estoy sintiendo algo raro. -Digo con dificultad.
LeNaguah como siempre me mira de reojo y me lanza comida.
Empiezo a comer, es mucha comida, pero no sabe bien.
-Viejo, esto sabe a mierda -Digo.
LeNaguah no me responde.
El hambre me supera y sigo comiendo. Pero los mareos no se detienen.
-LeNaguah, haz algo con mi dolor de cabeza -Digo.
LeNaguah sigue en silencio.
-Oye viejo, ¿Puedes matarme?.
Supongo que eso era el dolor de cabeza, por segunda vez desde que existo, pienso en otra cosa que no sea la comida.
Logre captar la atención de LeNaguah, me mira fijamente.
Al igual que la primera vez, estoy llorando, ¿Por qué tengo que hacer estás cosas horribles?, ¿Por qué soy el único de mis hermanos que sufre?.
-Padre, ¿Por qué me hiciste así? -Digo entre sollozos.
LeNaguah me golpea con gran fuerza.
-No soy tu padre -Dice enojado- Yo soy Dios, de tener un hijo ¿Crees que sería tan patético como tú?.
-¿Por qué me hiciste así? -Digo con dificultad.
LeNaguah vuelve a golpearme.
-Algo cambio dentro de ti -Dice LeNaguah- No me molesta que pienses libremente, pero jamás tendrás permitido cuestionar lo que hago.
-¿¡Por qué te equivocaste al crearme!? -Grito- ¡Todos los malditos días los paso con hambre!, ¡Nunca puedo descansar!, ¡Nunca puedo pensar libremente!.
LeNaguah me golpea, con mucha más fuerza que las dos veces anteriores.
-Yo soy Dios -Dice LeNaguah- Dios nunca se equivoca, te cree tal como quise crearte, eres repugnante, justo como yo quería.
Ya veo, es como dijo ese hombre, creo que se llamaba Roger, soy una bestia.
Te tengo envidia Roger, al menos tu tuviste ideales.
Me levanto y me seco las lágrimas. Voy a poner fin a este tormento.
-¡Entonces también querías esto! -Grito.
Me lanzo hacia LeNaguah y empiezo a atacarlo.
LeNaguah opone resistencia pero aún así no me detengo.
-Dime estúpido Padre, ¿También querías esto? -Digo mientras muerdo su oreja y la arrancó con todas mis fuerzas.
-¡Basta ya Hambre! -Grita LeNaguah.
-¡No me detendré! -Grito- ¡No me detendré a menos que acabes con mi sufrimiento!.
-Trato -Dice LeNaguah.
El cuerpo de LeNaguah empieza a emanar luz.
-Yo, el gran LeNaguah, te libero a ti Hambre de toda sensación que te cause dolor -Dice LeNaguah.
De repente mi cuerpo se siente más ligero. Veo con claridad, ya no siento hambre.
-G-Gracias -Digo.
-Y te condenó a algo mucho peor por atacarme -Exclama LeNaguah.
En ese momento, LeNaguah despojo a Hambre de la poca conciencia que esté poseía, Hambre se convirtió en lo que LeNaguah esperaba de él, un ser que no piensa, un ser que solo desea llenar su estómago.
Después de eso, Hambre nunca fue capaz de hablar de nuevo, nunca volvió a encontrar sabor en la comida.
Hambre se transformó en una bestia.