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Chapter 756 - Historia Paralela La Caída Capitulo 39: Rango C.

¡Volvió a la escuela!

Aurora, que estaba ayudando a los profesores a llevar algunos libros, estuvo feliz de volver a la escuela.

No le gustaba estudiar o escuchar las largas charlas de los profesores, pero le gustaba venir a la escuela con su hermana.

Hacer ejercicio, ir a clases de habilidades y aprender aquí.

Aunque se demoró en sentir la falta de energía mágica lo había logrado y ahora estaba aprendiendo a controlarla.

En realidad, estuvo practicando cada vez que venía a la escuela y había logrado controlar la energía mágica de su cuerpo.

Ella en secreto estaba aprendiendo a 'reforzar' su cuerpo con la energía mágica y lo estaba haciendo en secreto, ya que deseaba sorprender a su maestro.

"Hehe…"

Soltando una risa malvada, Aurora arregló todos los libros que llevaba.

"¿No es una buena idea, sistema?" Preguntó Aurora en voz baja.

Estaba en la pequeña biblioteca de la sala de profesores, acomodando los libros como siempre lo hacía y estaba sola.

Le gustaba hacer este trabajo porque podía salir más temprano de la clase antes de que viniera el recreo.

Entonces podía adelantarse al comedor y pedir la comida de su hermana para que ella pudiera comer antes que todos.

También tenía tiempo libre para hablar con su sistema.

—¿Quieres que tu maestro te enseñe?

Su sistema dejó su deseo al descubierto y Aurora no se avergonzó por ser descubierta.

Desde que vio al anciano mover una espada de manera tan fascinante, ella decidió que iba a aprender y por eso se esforzaba.

El anciano le estaba enseñando lo básico, pero una vez que se quedara sin nada que enseñarle tendría que enseñarle a usar la espada, incluso si fuera todavía una niña.

¡Era un plan brillante!

Saliendo de la biblioteca y dándose cuenta de que ya era la hora de recreo y ella se retrasó, volvió a su aula caminando animadamente.

Al llegar al aula no vio a su hermana.

"¿Debe estar en el comedor?" Dudó Aurora en calma.

Dándose vuelta para retirarse notó que uno de sus compañeros miraba a otro grupo y ese otro grupo se levantaron de sus asientos al acercarse.

"¿Aurora quieres ir a comer con nosotras?" Preguntó la líder del grupo de tres.

"Lo siento, tengo planes con mi hermana." Respondió Aurora sonriendo con brillantez.

La verdad era que a Alice no le gustaba comer con otros y a ella tampoco le gustaba estar con otros, ya que miraban rara a su hermana.

Las miradas empezaron cuando Alice dejó ver lo mucho que comía, pero también la miraban rara cuando su hermana entrenaba y a Aurora no le gustaba.

"¿Por qué siempre sigues a tu hermana? Es infantil." Dijo una de las secuaces de la líder.

No era una pregunta amable, llevaba una burla y despreció que Aurora captó de inmediato.

Aunque no le gusto, simplemente se encogió de hombros y de buen humor se dio la vuelta.

¡Su humor no se iba a arruinar por esto y tenía que pedirle consejos a su hermana para perfeccionar su malvado plan!

Eso fue un error… ¡Perfeccionar su brillante plan para que su maestro le enseñe a usar una espada!

"Que estúpida."

"Déjala… Su hermana ya debe estar con los demás."

Aurora, que estaba yéndose, se detuvo al escuchar los murmullos.

Fue bajó lo suficiente como para qué hace un año ella no lo escuchara bien, pero ahora pudo oírlo.

Su maestro ya le había enseñado a controlar sus sentidos mejorados por la energía mágica para que no fuera abrumada por ellos.

El tono, ligeramente malicioso, provocó que ella se girara de inmediato…

"¿Dónde está mi hermana?" Preguntó Aurora y se acercó al grupo.

Las niñas revelaron sonrisas despectivas al mirarla y Aurora sintió que su cuerpo picaba.

No, no era un picor, era la energía mágica que empezaba a extenderse por su cuerpo al reaccionar a sus emociones.

—Calma.

El texto de su sistema apareció en su mente y ella trató de calmarse, pero mirando esas sonrisas de esa niña le costó.

"¿Dónde está mi hermana?" Cuestionó Aurora en voz alta.

Su voz llevaba un toque de energía mágica involuntaria, provocando que la pregunta fuera más alta y fue lo suficiente como para que las niñas retrocedieran.

"Hmph. ¿Quién te crees que eres? Tu hermana es una altanera que nunca hace nada. No hace ejercicio, vive comiendo y es un fenómeno rarito."

Fenómeno… Aurora le costó calmarse al escuchar que insultaban a su hermana.

Lo odiaba y…

—Alice está en la sala de entrenamiento. Ella está…

Fue la intervención de su sistema lo que evitó que la ira y el odio controlara totalmente su mente y ella se giró de inmediato y empezó a moverse rápidamente hacia la sala de entrenamiento.

Su velocidad fue más alta que cuando ella hacía gimnasia y al llegar a la esquina doblaba con rapidez y agilidad, mientras que la energía mágica se extendía por su cuerpo.

Era instintivo… Siempre lo fue, solo que esta vez ella lo sentía y lo entendía.

—Ya he llamado a tus padres y…

Aurora no escuchó nada más.

Lo único que estaba en su mente era su hermana, que siempre la acompañaba y a pesar de que Alice decía que no le importaba, Aurora odiaba que insultaran a su hermana.

Esos estúpidos cuando vieron la capacidad de Alice no comprendieron lo increíble que era el brazo de oscuridad y la miraban raro.

Esperando que su hermana estuviera bien al llegar al pasillo hacia la sala de entrenamiento notó a un par de niños de su clase cuidando la puerta.

"No puedes…"

Aurora empujó a los dos niños al suelo con un movimiento simple.

Los niños siempre le parecieron débiles y cada vez que entrenaba aún más con su maestro esa debilidad aumentaba hasta el punto de que sintió que podía lastimarlos.

Si bien se controlaba normalmente ahora abrió la puerta al percibir las presencias del otro.

"¡Monstruo!"

"¡Fenómeno!"

"¡Rara!"

"¡Glotona!"

La mayoría de los niños de su clase estaban rodeando a Alice que estaba en el medio, señalando, insultando y burlándose.

Alice estaba en medio de todos, mirando al frente, sin decir nada, ni respondiendo, y aunque se veía indiferente, parecía solitaria.

¿Por qué?

¿Por qué sus compañeros la estaban molestando? Aurora no lo podía comprender, pero ahora sí pudo entenderlo.

Al ver a su hermana en medio de ese grupo, recibiendo los insultos mientras no hacía nada, quedándose ahí como si fuera normal, Aurora lo entendió.

Alice nunca le había contado lo que ocurría en la escuela y si bien estaban mayormente juntas, a veces se separaban, pero su hermana nunca mencionó nada.

¿Era en ese momento en el que los otros molestaban a su hermana?

"¡Monstruo!"

"¡Monstruo!"

"¡Monstruo!"

Las voces sonaban como un coro a sus oídos y Aurora dio un paso y luego otro mientras se acercaba.

¿Por qué eran tan crueles con su hermana?

Alice nunca molestaba a nadie y siempre permanecía en silencio, cumpliendo las tareas, comiendo con tranquilidad.

Era cierto que no hablaba con nadie y prácticamente ignoraba a todos los que no fueran su comida o familia, aun así… Alice pasaba desapercibida.

¿Era por qué su hermana era guapa? ¿O era porque Alice era inteligente, fuerte e increíble? ¿Celos? ¿Envidia? ¿O simplemente era porque los niños eran malos?

"¡Monstruo!"

"¡Monstruo!"

"¡Monstruo!"

Aurora se movió hacia la niña que lideraba el grupo, quien sonreía mientras los otros estaban a su lado.

Era una niña sumamente inteligente, pero siempre quedaba detrás de Alice en los estudios y era la segunda, a pesar de que dio la impresión de que era la primera.

Al final no importó porque era, Aurora caminó enfurecida hacia adelante.

Cada paso que daba los sonidos desaparecían de su oído, incluyendo los mensajes del sistema que le mencionaba que se detuviera.

La energía mágica cubrió sus sentidos, reforzando su cuerpo totalmente y esa misma energía que se extendía por todo su cuerpo se movió, bajó su control instintivo.

Todo se estaba moviendo primero a los pies y luego a subiendo hacia su torso y dirigiéndose a su brazo derecho extendiéndose por los dedos hasta que ella cerró el puño.

Lo único que estaba delante de ella era esa niña que estaba sonriendo con malicia y Aurora se movió, sintiendo que la niña era demasiado lenta.

La mirada aturdida pasó de sorpresa y luego miedo mientras Aurora se acercaba y lanzaba un puñetazo con todo su enojo e ira.

Y…

"…"

Un brazo negro detuvo su puño de inmediato y Aurora, al ver que parte del brazo negro era ligeramente empujada por la fuerza, finalmente reaccionó.

"¿Qué estás haciendo?" Preguntó Alice mientras fruncía el ceño al controlar el brazo negro.

¿Qué estaba haciendo?

Tal pregunta apareció en la mente de Aurora y ella bajó la mirada dándose cuenta de que la niña que lideraba todo había caído al suelo temblando de miedo.

Los otros niños también estaban asustados, revelando miedo, y ella al mirar el suelo notó que sus pies habían dejado marcas en el suelo.

¿Qué hubiera sucedido si ella golpeaba a esa niña? Tal pregunta apareció por unos segundos antes de ser tragada por el odio.

"¡Se lo merecen! Ellos… Ellos… ¡Te estaban insultando!" Gritó Aurora mientras sus emociones brotaban todas al mismo tiempo.

Alice, que antes había estado totalmente indiferente, abrió los ojos sorprendidos por su reacción.

¡¿Por qué parecía sorprendida?! ¡Ellos la estaban insultando! ¡La estaban intimidando! ¡A su hermana!

"Está bien…" Dijo Alice ocultando el brazo negro en la sombra bajo sus pies y acercándose, reveló. "Ellos no dicen nada malo. Yo soy un monstruo."

Fue el turno de Aurora en abrir sus ojos y la ira aumentó en ella, aún más.

Estaba furiosa no con Alice, cuyo único crimen era de vez en cuando actuar linda para robarle comida, sino que con los demás niños.

"No, no lo eres." Respondió Aurora mientras su voz se elevaba.

Su cuerpo temblaba, quizás por haber reforzado de mal manera su cuerpo o quizás por el rencor suprimido… Temblaba de ira.

Sin embargo, Alice se detuvo al frente de ella y ambas se miraron sin apartar la mirada.

"Si lo soy…" Respondió Alice observándola.

La oscuridad se filtraba bajo sus pies y todo el interior de la sala de entrenamiento empezó a volverse oscuro mientras los niños gritaban con miedo.

Había algo más en esa oscuridad… Era un sentimiento siniestro, similar a cuando uno veía una película de terror.

Solo que no apuntaba a ella, sino que a otros y los llantos repentinos le decían quiénes eran las víctimas.

Y Alice la observó dando sutilmente una sonrisa.

"Soy peor que un monstruo." Murmuró Alice mientras la oscuridad las absorbía a ambas.

Aurora no desvió la mirada de su hermana, quien parecía mostrarle lo que ella creía que era, y su ira se aplacó por la preocupación y el cuidado a su hermana.

Fue por eso que al estar rodeada por la oscuridad siniestra y al escuchar los llantos, ella no tuvo miedo. No podía tener miedo a su hermana.

"Estuviste por asesinar a alguien…" Señaló Alice en calma.

La voz sonaba infantil, pero el contenido provocó que Aurora temblara y jadeara.

¿Lo estuvo?

Tal pregunta la hizo temblar, pero su mirada no disminuyó, sino que siguió observando a su hermana cuyos ojos negros era como lagos en calma.

La frialdad y el sentimiento siniestro aumentó y…

"Si quieres podemos seguir…" Dijo Alice y deteniéndose un momento, murmuró. "Aunque madre estará enojada por limpiar cadáveres… Y padre se enfurecerá por los niños."

¿Quería asustarla?

Estaba siendo aterradora, queriendo expresar esa frialdad siniestra, pero no lo consiguió.

¿Y cómo podría? El murmullo que daba expresaba esa preocupación de hacer algo mal y si bien podía no ser un tema de moral, seguía siendo preocupación.

Su sistema estuvo en lo correcto hace ya tiempo.

No importaba lo que Alice pensara, hiciera o creyera, ella era su hermana… Su linda hermana que siempre la acompañaba para todas partes, cuidándola y alentándola en todo lo que hacía.

"Estaba bien." Respondió Aurora y mientras dejaba salir todo su rencor con un suspiro, mencionó. "Quizás ya se molesten cuando escuchen lo que sucedió."

Viendo que Alice se detenía al tener en cuenta sus palabras, Aurora se movió a abrazarla.

Alice recibió el abrazo y luego empezó a soltar toda la tensión que sentía, la preocupación y ese miedo a que ella se asustara.

Logrando que Aurora finalmente se riera suavemente dándose cuenta de que su hermana era adorable.

******

Agatha abrió la puerta hacia el pasillo a la oficina del director de la escuela de sus hijas.

El pasillo estaba lleno y muchos padres estaban sentados en las sillas de los pasillos mientras algunos profesores trataban de calmarlos.

Uno de esos profesores que creyó que actuaba en silencio apuntó a ella delatándola frente a uno de los tantos padres.

"¿Usted es la madre de esas niñas?" Preguntó un padre mientras revelaba el aura de un rango B.

Tal aura provocó a los demás padres.

"¡Sus niñas atacaron a mi hijo!"

"¡Mi hija no ha parado de llorar!"

"¡Usted es una madre irresponsable!"

Los padres se abalanzaron hacia ella, enojado y furiosos por el estado que había encontrado a sus hijos.

Ignorando la razón por la cual terminaron en ese estado.

"Mi hija me dijo que había un monstruo en la escuela. ¡Una niña grotesca!"

"¡Tienen que pagar las consecuencias! ¡Las niñas y sus padres!"

"Por favor. Calma…"

Mientras los padres gritaban, acusaban y mostraban cada vez más ira al verla a ella en silencio, los profesores trataban de detener todo.

Todo estaba a punto de estallar y no era por ellos o los pocos padres que eran usuarios de habilidades o gente importante, era por ella.

Había una voz en su mente que le decía…

—Mátalos… Mátalos… Mátalos a todos.

La voz era infantil y linda, pero expresaba la misma idea que estaba en el fondo de su mente, lentamente retorciéndose por surgir.

Agatha respiró hondo, manteniendo los últimos vestigios de su calma.

Sus dos hijas ya estaban con su esposo y ahora ella necesitaba prestar atención y arreglar lo que sucedía.

"Quien te crees que eres…"

Ella ignoró los insultos, maldiciones y las amenazas sin sentido y caminó hacia la oficina.

Los idiotas a su espalda no se daban cuenta de que la razón por la cual no se acercaban no era que no se atrevían, era que ella se lo impedía con un hechizo de magia mental.

Si no fuera de esa manera, uno o varios idiotas trataría de levantarle la mano y Agatha estaba en los límites de su control.

—Deberías hacer lo que quieres hacer. No es como si dejar huérfanos a niños sea algo nuevo para ti.

La voz de esa niña volvió a sonar y Agatha entró a la oficina viendo al director levantando la ceja por la interrupción.

Llevaba una túnica de mago y era un rango A, que ahora la observó con cuidado.

Analizando su estatus por la ropa, verificando que tipo de trasfondo tenía por la manera de caminar y prácticamente mirándola de arriba hacia abajo para examinarla.

Nunca había conocido al director, ya que las veces que vino los profesores le parecieron agradables y a Aurora le gusto la escuela, pero ahora se daba cuenta de que el director era un imbécil.

"Toma asiento." Ordenó el Director y viendo que ella no obedecía, señaló. "Tus hijas me han causado demasiados problemas."

Un tono molesto, elevado y con ligera superioridad.

Al ver que su ropa no era de marca y parecía simple, la definió como alguien sin riqueza y al no percibir energía mágica en ella, creyó que era una persona normal.

—No olvides tu edad.

Y la edad a la cual tenía unas hijas también jugó un papel.

Ese hombre no mostró ningún sentido de respeto y fue obvio que no lo mostraría ahora.

—Quizás no sabe que no hay que llevar ropa de marca cuando se va a ensuciar de sangre.

La voz de Jezabel sonó en su mente junto a una risa que sonaba diabólica.

No obstante, no estaba equivocada.

Vino con esta ropa porque no iba a ensuciar su ropa favorita y vino preparada de manera inconsciente, pero ahora se daba cuenta de que quizás hizo lo correcto.

"¿Debe haber visto los padres afuera, no? Algunos de ellos son usuarios de habilidades famosos. Otros son empresarios reconocidos. Gente importante. Y sus hijas atacaron a los hijos de esas personas." Dijo el director revelando una mirada fría y luego sonriendo suavemente, agregó. "Pero no se preocupe. Podemos hacer algo."

"¿Qué?" Preguntó Agatha.

Sin su máscara, ella a los ojos de estas personas era un don nadie y en vez de mostrar de lo que era capaz, dejó que siguiera.

Percibió la malicia de la otra parte y solo quería ver que era que estaba maquinando.

"Sus hijas son fuertes. La escuela puede hacerse cargo de ellas." Dijo el hombre y sonriendo, contó. "También nos haremos cargo de su tutela y su cuidado."

Tutela… Agatha observó detenidamente a ese director, quien se rio como si le pareciera divertido el enojo de una persona normal.

"Esto es lo mejor. El futuro les pertenece a los usuarios de habilidades y usted como padre no tiene el estándar para educar a dos niñas con potencial. La escuela se hará cargo desde ahora." Dijo el director y sin detenerse, explicó. "Esto es lo mejor para ellas. Crecerán educadas para convertirse en usuarios de habilidades. Y usted, como su madre, estará orgullosa."

Agatha se puso la mano en el rostro.

Sintiendo como los últimos vestigios de calma se rompían y lo que ella ocultaba en el fondo estaba surgiendo.

Hacerse cargo de la tutela era igual que decirles que les quitarían a sus dos hijas.

"Es lo mejor para usted. También solucionaremos los problemas con los padres. Los padres están enojados y usted no podrá soportar la ira que ellos expresaran."

Los padres de afuera era gente importante y si alguien leía el historial de ella descubriría que no tenía trabajo desde hace años.

Sin negocios o respaldo, eran personas normales… Y lo eran porque su hijo se encargó de volverlos normales.

"¿Tengo elección?" Preguntó Agatha cubriendo su rostro.

"¿Tienes la capacidad para enfrentarte a las consecuencias? De igual manera será denunciada por los padres y una vez que suceda, les quitaran a sus hijas." Dijo el director en un tono sonriente.

Hablaba de que la escuela le quitaría las hijas, pero era ese hombre que se las quería quitar.

—Una vez que obtenga esas dos niñas, las entrenaré para convertirlas en poderosas usuarias de habilidades. Los usuarios de habilidades son el futuro y solo nosotros podemos educar a nuestra propia gente.

Los pensamientos del hombre sonaron en la mente de Agatha y ella miró el techo de esta oficina.

Mátalo… Mátalo…

La voz volvió a surgir, esta vez no fue de Jezabel, era su propia voz quien la instaba a actuar y Agatha la aceptó.

"A veces me pregunto por qué mierda trabajo tratando de salvar este mundo." Murmuró Agatha y sellando la oficina con su magia, observó al director que estaba en sorprendido y sonrió. "Hay gente que no lo vale."

"HAAA!"

Una aguja de luz atravesó el hombro del director mientras quemaba la carne y los huesos y al escuchar el grito, Agatha supo que no era suficiente.

Esto no era suficiente para calmar su ira.

******

En el pasillo de la oficina del director estaba en silencio y en una silla estaba una mujer sentada mientras el olor a sangre se extendía.

"¿Quieres que te muestre que era lo que estaban pensando esta gente, Agatha? Sabes ese rango A de allí quería matarte. Aquella mujer rica iba a hacer que toda tu familia tuviera un accidente."

La voz infantil sonó y Agatha que estaba sentada con sus manos ensangrentadas, levantó la mirada para observar a la niña.

Jezabel estaba sonriendo a pesar de que había gente sangrando tirada en el suelo alrededor.

Si alguien escuchaba con atención, entonces escucharía el llanto de los profesores y los padres más normales en una esquina acurrucándose con miedo.

Todo mientras una niña con un vestido rosa y unos zapatos con encaje estaba al frente de ella, flotando para no ensuciarse con el charco de sangre y esa niña le dio una sonrisa.

Una sonrisa agradable que no concordaba con la pared manchada de sangre a su espalda.

"¿Por qué lo dejaste vivos, Agatha? ¿Por qué no le diste el mismo destino que el director?" Preguntó Jezabel sonriéndole.

A pesar de que era una niña y la sonrisa se veía infantil, los ojos rojos que brillaban como llamas emanaban un sentimiento siniestro y tenebroso.

Jezabel estaba enojada.

Resultaba curioso que se enojara y más cuando…

"¿No tengo nada que ver en esto? La adorable Aurora y la pequeña Alice son mis lindas cuñadas. Son mi familia." Dijo Jezabel sacando pecho con orgullo y dando una sonrisa, pidió. "Déjame que me encargue."

¿Cómo se iba a encargar? Quizás le mostraría un infierno a esos padres y a los niños… Literalmente.

Jezabel era una Primordial y ella no tenía ningún límite moral ni personal a la hora de actuar y mayor que todo era irrazonable.

"Oh, por favor. Me llamas irrazonable y eres la persona que torturó al director para luego asesinarlo y como todavía no se había desahogado, provocó a los padres para herirlos cruelmente, siempre manteniéndolo con vida con magia de curación." Dijo Jezabel y soltando una pequeña sonrisa, señaló. "Vamos, di que se lo merecían. Date una excusa para justificar tus acciones."

Estaba leyendo sus pensamientos y las respuestas que ella había querido dar y se dio cuenta de que todas eran excusas.

Decir que los padres actuaron primero justificando su accionar iba a ser una broma igual de graciosa que decir que castigando a los padres era un modo de castigar a los niños quienes intimidaron a sus hijas.

Y que casi provocan que Aurora atacara… Un rango C estuvo cerca de golpear a una niña normal.

"Tiene sentido que el director te las quisiera robar, no?" Dijo Jezabel mientras se sentaba en el banco y empezaba a balancear los pies al no tocar el suelo.

Aurora alcanzó el rango C.

Para ser preciso, al reforzar su cuerpo con la energía mágica podía alcanzar la fuerza de un adulto de ese rango… Alguien que era mortal para humanos normales.

Su hija no lo sabía, ella se enojó cuando vio a su hermana siendo intimidada y simplemente se dejó llevar por la ira, casi provocando un desastre.

A los ojos de Agatha fueron los niños quienes actuaron mal atacando a Alice y como no quería ensuciarse demasiado las manos, tuvo que desquitarse con los padres más problemáticos.

Sin embargo, no los asesinó.

"Me he vuelto vieja." Murmuró Agatha en voz baja mientras usaba magia para quitarse la sangre y el olor a sangre.

Si fuera más joven, podría haber sido más cruel, más decidida y más aterradora… Nunca fue una buena persona.

Antes del Gran Cataclismo no sintió emociones por los otros y probablemente se hubiera ensuciado las manos si hubiera sido necesario.

"Si disfrutaras asesinar, posiblemente te hubieras convertido en una asesina en serie. Igual que mi amado podría haberlo sido." Murmuró Jezabel poniéndose la mano en el mentón y luego sonriendo, comentó. "Bueno, lo termino siendo."

Antes del Gran Cataclismo y de la máquina de realidad virtual, ella podría haber terminado siendo una asesina… Tal idea Jezabel expresaba y no era descabellada.

Tal era la indiferencia a la vida, la moral y a las leyes, solo que nunca estuvo interesada en esos temas y ella cambió al encontrar a su esposo.

Su hijo mayor fue similar que ella en cuanto a la indiferencia y si bien no estuvo interesado en la gente, cuando entró de joven a Terra nova y conoció a Jezabel cambió… Y ahora era conocido por ser un genocida de una raza del otro mundo y entre otros crímenes.

Sin responder ante esa pregunta, notó que Jezabel desaparecía y ella dirigió la mirada a la entrada.

"No hemos encargado de los profesores, maestros y estudiantes." Dijo James al entrar.

Estaba siendo seguido por dos personas que cubrían sus rostros.

¿Ya estaba extendiendo su influencia? En este mundo las empresas necesitaban tener sus propias fuerzas para mantenerse en pie.

Era la nueva norma y fue obvio que James había empezado a construir la fuerza alrededor de la Empresa Apicius.

"Si lo desea, puede volver con sus hijas. Me encargaré de todo." Dijo ese hombre en un tono serio.

No era que estuviera siendo amable, sino que se volvió serio por la mirada que le estaba dando y que ella estuviera rodeada de varias personas moribundas, no ayudaba.

"Borra los recuerdos de lo sucedido y encárgate de las heridas. Hoy nada sucedió." Murmuró Agatha en voz baja.

Se iba a encargar ella misma del asunto, pero fue obvio que James tenía sus propias intenciones y dejo que actuara como quería.

Agatha utilizó magia espacial para volver a su casa un poco tensa por ver sus hijas.

Ya había limpiado la sangre y quitado cualquier olor, pero en medio del viaje ella también cambia de ropa a otro conjunto hogareño.

Al aparecer en el patio de su casa, ella entró al edificio y vio a su esposo descansando mientras a cada lado estaba Aurora y Alice durmiendo.

Agatha sonrió al ver a sus dos hijas descansar cómodamente.