Un anciano al que perteneció un restaurante regional contó a los turistas de una observación muy curiosa:
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El médico y bioquímico runció la frente bajó su cabeza diciendo: << Qué horror, no puede ser. Es como un cuento de horror! Espero que resolvamos quién es el matador.>>
El ancianó respondió sin sentimiento de vergüenza, pero también con una voz muy frustrante: << Sí, puede ser! Si los habitantes de Europa inverten su tiempo en la producción del plástico y por la sobreproducción tiran los restos al mar que no se quiere reciclar. El monstruo constiste en el plástico que fue arrastrado desde el mar mediterráneo. He leído en el periodico que muchos peces de España no tienen una vida larga por el trato malo del entorno. Nosotros en Groenlandia casi no utilizamos coches, no utilizamos el plástico para empaquear a la comida en una bolsa. Sin embargo, nuestros animales tienen que adaptarse a la fusión de los glaciares. Espero que ustedes científicos hayáis traído una solución para salvar nuestra isla y todo el mundo. Llegamos a una época en la que el plástico que se extiende en el mar y se alimenta de los seres vivos.>>
Esta conversación dejó pensar a los expeditores mucho porque según el hombre fallecido existía una solución para salvar al mundo. Desde hace unos meses los hombres estaban buscando una isla desconocida en cualquiera parte del norte de Groenlandia, pero sin éxito. Tampoco, ellos estaban seguros de qué tipo de isla se trataba. Entretanto, ellos se descansabab en su barco y pensaban qué hacer, con quién deberían consultar sus problemas y qué deberían contar a los ciudadanos de Groenlandia? Por lo menos, ellos llevarían ropa caliente que habían comprado en Murmansk y no hacía mucho frío.
Los expeditores sabían que ya no tenían mucho tiempo para buscar. Tenían que actuar. Tenían que encontrar a Rhododendron.
Un día en el que nadie había esperado algo nuevo por la mañana vino un hombre con su hija Rosalinda al barco de los expeditores.
<< Buenos días. Me llamo Samuel. Alguien ya está despertado? >>
El capitano salió enseguida de su globo con una mirada muy curiosa.
<< Buenos días Samuel. Cómo puedo ayudarle?>>
<< Me han contado que habéis preguntado por una isla que se llama Rhododendron. Soy maestro de biologia en la escuela y conozco la flora y fauna de toda la isla. Mi profesor que se llamaba Prof. Dr. Arce me enseñó todo del tema en al final de mis estudios, pero se dice que al volver a Europa él genio botánico falleció enseguida mente. Desde hace muchos años en nuestra isla no he visto a un a un árbol que se llama Rhododendron. Antes teníamos muchas variedades de flores y árboles. Pero, por el cambio climático todo desaparece sin que sepamos dónde están los restos. A lo mejor desaparecen a una isla secreta para escaparse de nosotros.>>
La última frase dijo con un tono muy irónico sin pensar en la posibilidad de la veracidad de su broma. Todos sabemos que en cada broma hay algo verdadero. El capitano sonrió pensando en el hombre al que perteneció el mapa de la isla que también. Según el artículo del periódico el apellido del hombre fue Arce.