Burton podía ver y oír lo que le estaba ocurriendo, a él, al recién nacido, mejor dicho, pero no podía captar sus reacciones. No sintió dolor, excepto enfáticamente, cuando fue cortado su cordón umbilical. Naturalmente, no vio la operación pero, cuando fue alzado, vislumbró el resto del cordón sobre una toalla. Tampoco supo que estaba siendo limpiado hasta que una toalla se apretó contra sus, los ojos del bebé. Luego fue envuelto en una sábana y colocado entre los brazos de su madre. De todo ello sólo vio a la enfermera acercándose con la sábana, su almidonado rostro desde abajo.
Finalmente, su padre entró. ¡Qué joven era su cetrino rostro romano! Y su padre estaba sonriendo. Aquello tan sólo ocurría normalmente cuando el señor Burton había conseguido un beneficio en la bolsa, y eso no ocurría a menudo.
Se estremeció cuando vio las manos del doctor. Estaba secándoselas con una toalla, no lavándoselas y frotándoselas cuidadosamente. Sin duda el doctor no se había preocupado de lavarse las manos antes de atender a su nacimiento. Era extraño sin embargo, poco habitual al menos, que el doctor hubiera asistido personalmente al parto. Si recordaba correctamente, la mayor parte de los doctores de aquella época daban instrucciones a las enfermeras o comadronas pero no tocaban a la mujer que estaba de parto. Algunos ni siquiera veían las partes inferiores de la madre, que estaban ocultas por una sábana, pero oían los detalles del acontecimiento a través de la comadrona y entonces daban sus instrucciones. Una enorme mano, la de su padre, descendió y alzó algo junto a él. La sábana.
Me has dado un hijo precioso, querida dijo su padre.
Es hermoso, hermoso dijo una voz ronca. La de su madre.
Vamos, vamos dijo una profunda voz. El rostro del doctor apareció en su campo visual. No debemos cansar a la señora Burton. Además, el diablillo parece estar hambriento.
En este punto, debió quedarse dormido. Su próxima visión fue la de un enorme pecho, un hinchado pezón rojo pálido, y sus pequeñas manos adelantándose. Luego vio un ojo, un campo de carne rosada, y la parte inferior del rostro de su ama de cría. La señora Burton, como gentil dama que era, no alimentaba personalmente a su hijo.
Me pregunto quien sería murmuró. ¿Alguna irlandesa?
Tenía un vago recuerdo de su madre mencionando el nombre del ama de cría en una ocasión. ¿Una tal señora Riley? ¿O Kiley?
Se sintió asombrado, aunque no mucho, de que no pudiera pensar claramente. La Computadora había leído sus memorias de la grabación de su cuerpo, tirando de ellas como un pescador tira de una trucha. Tras almacenarlas en un archivo aparte, la Computadora se las estaba ofreciendo vía pantalla mural. La exhibición de su totalidad, si se efectuaba a tiempo real, ocuparía toda una vida. Sin embargo, nadie conservaba los recuerdos de todo lo que había visto, oído, saboreado y sentido a lo largo de toda su vida. La memoria era selectiva, y había grandes lagunas cuando la persona estaba durmiendo, excepto cuando estaba soñando, por supuesto. Así, no ocupaba tanto tiempo como era de esperar la exhibición de todo lo que la memoria del sujeto conservaba.
El film, pues era en un cierto sentido un film, podía ser acelerado o ralentizado o accionado hacia atrás. La Computadora debía estar haciendo esto ahora. Por otra parte, era posible que se hubiera dormido poco después de su nacimiento.
Burton, contemplando ahora como sus pañales eran cambiados por otra criada, una doncella, se preguntó por qué habría sido ordenada aquella exhibición de su memoria. ¿Y por quién?
Antes de que pudiera preguntarle a la Computadora, varias pantallas pequeñas blanquearon distintas zonas de la pared. Los rostros de Frigate, Turpin y de Marbot aparecieron. Parecían impresionados.
Sí dijo, antes de que ninguno de ellos pudiera empezar a hablar. Yo también he sido visitado por el pasado. Desde la sangre del nacimiento hacia adelante.
Esto es terrible dijo Alice. Y maravilloso también. Asombroso. Siento deseos de echarme a llorar.
Llamaré a los demás y veré si están pasando por lo mismo dijo Frigate. Su pantalla griseó. Tom Turpin estaba llorando.
Te lo juro, ver a mi propia mamá y a mi papá y todo eso... No creo que pueda resistirlo.
Burton contempló la gran pantalla. Allí estaba de nuevo, siendo alzado hacia aquel titánico pecho. Podía oír sus lloros infantiles de hambre. La escena se desvaneció y fue reemplazada por la visión de un dosel azul, y la habitación oscilando. No, una gran mano estaba meciendo su cuna.
Las pantallas de los demás volvieron a iluminarse. Siete rostros expresando distintas emociones lo miraron.
Li Po, sonriendo, dijo:
Es algo indescriptible, excepto para un poeta, por supuesto, el verse a uno mismo siendo amamantado por tu propia madre. Pero... ¿quién ordenó esto?
Espera un momento dijo Burton, y se lo preguntaré a la Computadora.
Yo ya lo he hecho dijo Nur. Dice que el quién y el porqué no están disponibles. Pero no se ha negado a decirme el cuándo. Hace dos días recibió la orden de iniciar la exhibición memorística esta mañana.
Entonces debió haber sido dada por la mujer a la que mataste dijo Burton.
Es el candidato más probable.
Estoy completamente desorientado acerca del porqué pudo ordenar esto dijo
Burton.
Obviamente dijo Nur, fue hecho para acelerar nuestro avance ético. Si nos vemos obligados a conocer nuestro pasado, cómo nos hemos comportado, cómo se han comportado los demás, veremos nuestras debilidades, nuestras faltas y nuestros vicios en todos sus detalles. Nos guste o no, nos encontraremos con lo que somos, exactamente lo que somos, siéndonos restregado por nuestras narices. Hundido en nuestras almas. Observando este inevitable drama y comedia, puede que nos veamos tan fuertemente afectados que tomemos los pasos necesarios para eliminar los rasgos indeseables de nuestro carácter. Y entonces nos convirtamos en mejores seres humanos.
O puede que nos conduzca a la locura dijo Frigate.
Lo más probable es que nos conduzca a idear ingeniosos métodos para detener el proceso dijo Burton. Nur, ¿le pediste a la Computadora que parara la exhibición?
Sí. La Computadora no respondió. Obviamente, la orden de la mujer es otra orden prioritaria.
Esperad un momento dijo Burton.
Salió de la habitación, al corredor. La pantalla se deslizó a lo largo de la pared de la gran estancia hasta que abandonó la habitación. Ahora apareció en la pared del corredor opuesta a él. Maldijo y giró sobre sus talones y regresó dentro de la estancia. La pantalla lo acompañó.
Le dijo a los otros lo que había ocurrido.
Aparentemente, no podemos librarnos de ella. Es como el albatros en torno al cuello del antiguo marinero.
Burton cerró los ojos. Se oyó a sí mismo gritar. Abriendo los ojos, vio el dosel azul encima suyo y luego oyó, débilmente, la voz de la doncella:
¡Los santos nos ayuden! ¿Qué ocurre ahora?
Creo dijo lentamente que si queremos conseguir parar esto vamos a tener que pintar nuestras paredes. No podremos utilizar la Computadora en nuestros apartamentos, aunque supongo que podremos utilizar las computadoras auxiliares. Y tendremos que llevar tapones en los oídos si queremos dormir. No habrá forma de librarnos de eso fuera de los apartamentos.
¡Vamos a volvernos locos! dijo Frigate.
Seguramente la mujer pensó ya en ello dijo Nur. Quizá tengamos un poco de alivio durante algunas horas al día. Y por la noche también.
Burton le preguntó a de Marbot y Behn la localización de sus pantallas.
Una se halla en una pared y la otra en la pared opuesta dijo el francés. Podemos turnarnos, mi pequeño diamante y yo, en observar al otro en su encantadora infancia.
¿Cómo demonios voy a conseguir realizar cualquier investigación con todo esto encima? murmuró Burton.
Les dijo adiós a los otros después de acordar reunirse con ellos en la piscina. La Computadora no se negó a hacerle un par de auriculares que bloquearan los sonidos. La única forma en que podía escapar de la imagen en la pared era fijar la vista en la pantalla de la computadora auxiliar. Y descubrió que no podía concentrarse en su trabajo. Era muy curioso. No podía resistirse a contemplar las escenas que ni siquiera recordaba. Sin embargo, al cabo de un minuto, se sentía aburrido. No le ocurrían muchas cosas a un bebé excepto la rutina, y ver a sus padres cuando eran jóvenes perdió rápidamente su interés. No hablaban de nada excepto de él cuando estaban juntos, y su madre solamente le decía tonterías en un lenguaje que quería ser de bebé. El cual, por supuesto, él no podía comprender aún, aunque seguramente respondía a su rostro y a los tonos de su voz. Ahora empezaba a cansarse de aquello. No era que ella estuviera mucho con él. La gente a la que más veía era al ama de cría y a las dos doncellas que se turnaban limpiándole y llevándole de un lado para otro.
A las 11:00 A.M. fue a la piscina. La pantalla lo siguió a lo largo de las paredes. Los pasados de los otros los acompañaban también. Las pantallas estaban al principio en una de las paredes largas, luego estaban por todas las paredes.
La familiaridad, espero, traerá consigo la sordera y la ceguera dijo Aphra mientras salía del agua cerca de Burton.
Yo nunca me familiarizaré con esto, aunque tiene que ver por ahora principalmente con la familia dijo. Lo que voy a alimentar va a ser vergüenza, dolor e irritación. Y humillación. ¿Deseas verte a ti misma cuando eras mala, infantil, degradada?
Oh, yo nunca fui mala. Y jamás me sentí degradada, aunque otros intentaron degradarme.
El no creyó que fuera tan imperturbable como parecía. Nadie podía.
Era difícil nadar y hablar y divertirse. No podía dejar de mirar a las pantallas. Frigate emergió en la superficie de la piscina al lado de Burton.
Mira eso dijo. Puedo verme a mí mismo ahora.
Su madre, una mujer delgada con un pelo negro estilo indio, ojos marrones oscuros, y altos pómulos, estaba sujetando a su bebé delante de un espejo. El Pete niño estaba desnudo y sonreía, con una boca tan abierta que parecía la de una rana.
Causa una auténtica impresión verte a ti mismo a esa edad. Y puedo esperar muchos miles de imágenes en el espejo, desde el plañidero bebé hasta el viejo de sesenta y cinco años. ¡Jesucristo!
Aquella tarde, Frigate le preguntó a la Computadora cuándo había empezado la grabación de la vida. La Computadora respondió que había empezado en el momento mismo de la concepción. La Computadora no pudo responder a la pregunta de Frigate acerca del porqué la exhibición no había empezado también entonces. Pero Frigate y algunos otros decidieron que era porque los nueve meses en el seno materno eran en su mayor parte oscuridad y silencio. Podían aprender poco de ello, de modo que podía ser ignorado fácilmente.
Sin embargo, cuando Frigate le pidió a la Computadora que le mostrara su período de gestación y mostrara únicamente aquellos momentos en los que los sonidos llegaran hasta el embrión, se asombró. Muchas veces, aunque los sonidos eran ahogados, podía oír claramente a aquellas personas que estaban cerca de su madre, y la voz de su madre. Había otros sonidos también, ruido de motos, silbido de locomotoras y petardeo de tubos de escape, triquitraques, sonidos de excreción, caída de cristales o platos, risas estentóreas y, embarazosamente, sus padres haciendo el amor. Al cabo de dos horas de esto, Frigate ordenó a la Computadora que detuviera la grabación.
Supongo que la mujer que empezó esto no lo hizo sin una cierta malicia dijo. Es probable que su propósito fuera mostrarnos, deseáramos verlo o no, nuestras debilidades,
vanidades, mezquindades, bajezas, egoísmos, pensamientos estúpidos, prejuicios, pon lo que quieras, todo lo indeseable que hay en nosotros. Con, supongo, una finalidad en mente, un propósito. Eso debería ser capaz de hacernos cambiar a mejores. Avance ético.
Probablemente sea cierto dijo Nur. Pero... ¿por qué el secreto por su parte?
¿Por qué mató a Loga?
Eso es algo que tendremos que descubrir dijo Burton. Si podemos.
La mujer que había ordenado las despiadadas grabaciones había tenido algo de compasión, sin embargo. A las 8:00 A.M. las pantallas se desvanecieron, y no volvieron a aparecer hasta las 8:00 A.M. Había un poco de respiro.
Burton se fue temprano a su apartamento aquella noche. Sin embargo, sufriendo de insomnio desde toda su vida, fue incapaz de dormir. Al cabo de dos horas de agitarse y dar vueltas, con su mente llena de escenas de las visiones del pasado, se levantó, se vistió, y abandonó el apartamento. Durante tres horas, vagabundeó con un sillón por multitud de corredores y penetró en multitud de habitaciones y subió y bajó por multitud de pozos. Su recorrido era errático hasta que decidió organizar sus exploraciones. ¿Por qué no obtener un diagrama de la Computadora y empezar desde arriba y revisar concienzudamente cada nivel de arriba a abajo? No tenía ningún objetivo en mente, no pensaba que fuera a descubrir algo nuevo. Se sentía inquieto, deseaba seguir moviéndose, y quizá pudiera descubrir algo nuevo o útil o ambas cosas a la vez.
En su camino hacia el hangar, su punto de partida, cambió de nuevo de opinión. Las doce inmensas estancias que habían sido los mundos privados del Consejo de los Doce lo atrajeron. Ellas al menos le ofrecían una cierta variedad, algo diferente de la monótona igualdad del corredor y las habitaciones. Su exploración duró cuatro horas. Cuando hubo terminado con todas ellas, sabía que tenía que decirles a los otros que ellos también tenían que explorar aquellos fascinantes mundos.
Burton visitó el hangar de nuevo y lo encontró, por todo lo que podía decir, sin ningún cambio. Contó los aparatos para asegurarse de que no faltaba ninguno. Aquello no quería decir sin embargo que la mujer Agente no hubiera utilizado alguno desde su última visita.
Regresó a su apartamento a las cuatro de la madrugada y durmió desde las 4:30 hasta las 7:30. Tras darse una ducha, decidió ir a tomar el desayuno con Li Po. Primero lo llamó, para asegurarse de que el chino aceptaría ser su anfitrión aquella mañana. El agradable y en cierto modo maquiavélico rostro estaba sonriendo.
Sí, me encantará tenerte como invitado. Tengo una sorpresa para ti. Volvió la cabeza, y dijo algo en chino.
Otro rostro apareció junto al suyo. Burton se sorprendió. Era una desconocida, una hermosa mujer china.