En aquella quizá perdida para siempre Tierra, tan lejos en la distancia y en el tiempo, en el año 1880 D.C., en la ciudad de Londres, Inglaterra, apareció un libro editado de forma particular. Estaba titulado La Kasîdah de Hâjî Abdû El-Yezdî, un Poema de la Ley Superior.1 Traducido y anotado por Su Amigo y Pupilo F.B. Las iniciales correspondían a Frank Baker, un seudónimo del Capitán Richard Francis Burton. «Frank» era su segundo nombre; «Baker» era el nombre de soltera de su madre. Hasta después de su muerte no apareció su verdadero nombre en una reedición.
El poema, elaborado en dísticos imitando la forma árabe clásica, se suponía era la obra de un sufí persa, Haji Abdu de la ciudad de Yezdi en Persia. Haji era un título llevado por cualquier musulmán que hubiera efectuado el peregrinaje a la Meca. El propio Burton, habiendo efectuado el peregrinaje, disfrazado como un musulmán, podía llamarse a sí mismo un Haji. En aquel poema, Burton derramaba su sabiduría, pesimismo, enorme
conocimiento, y agnosticismo, la Visión del Mundo y el Dolor del Mundo burtonianos. Como Frank Baker, había efectuado anotaciones al poema de «Abdu» y escrito un epílogo que expresaba una visión en cierto modo cínica e irónica de sí mismo. La risa era, por supuesto, triste.
El prefacio resumía su filosofía, elaborada tras cincuenta y nueve años de vagar por el único planeta que nunca había conocido... o así pensaba en aquel tiempo.
(El comentario de Frigate a tal afirmación era que podía ser válida. Pero si Burton pretendía dar a entender que los individuos recibían una cantidad igual de felicidad y miseria, estaba equivocado. Alguna gente se tambaleaba bajo un gran peso de miseria y apenas conocía la felicidad para aligerar su carga. Otros recibían más cantidad de la que les correspondía de felicidad. De todos modos, Burton no había definido lo que quería dar a entender por felicidad y miseria. Aunque, naturalmente, no tenía que hacerlo en lo relativo a la miseria. Todo el mundo sabía lo que era eso. La felicidad, sin embargo, ¿qué era con exactitud? ¿Simplemente liberarse del dolor y los problemas? ¿O una cualidad positiva? ¿Era el sentirse satisfecho la felicidad? ¿O te sentías satisfecho de sentirte feliz?)
Hace del cultivo de uno mismo, con la debida atención hacia los demás, el único y suficiente objetivo de la vida humana.
(¿Qué hay acerca de tus hijos?, había dicho Alice. Tienes que cultivarlos más de lo que te cultivas a ti mismo a fin de que puedan ser mejores, más felices y más ajustados que tú mismo. Cada generación debería ser una mejora con respecto a la anterior. Admitiré, sin embargo, que eso raras veces ocurre. Quizá tengas razón en que no puedes cultivar adecuadamente a tus hijos si no te has cultivado adecuadamente a ti mismo. Pero tú no tienes hijos, ¿verdad?)
(El cultivo de uno mismo es un principio importante y vital, había dicho Nur. Nosotros los sufíes lo acentuamos, teniendo en mente que exige autodisciplina, compasión e inteligencia. Pero la mayor parte de la gente lo lleva hasta su extremo y convierte el cultivo de uno mismo en el centrar las cosas en uno mismo. Esto no es sorprendente. La humanidad siempre hace las cosas con exceso. Es decir la mayor parte de la gente lo hace.)
Sugiere que los afectos, las simpatías, y el «divino don de la Compasión» son las mayores alegrías del hombre.
(Una pulgarada de compasión añade sabor a la sopa de la vida, había dicho Nur. Demasiada, la estropea. La compasión puede conducir al sentimiento y a la sensiblería.)
(La compasión alimenta un sentimiento de superioridad, había dicho Frigate. Conduce también a la autocompasión. No es que desapruebe eso. Hay una alegría exquisita en la autocompasión, si es complaciente de tanto en tanto, aquí y allí, y terminas riéndote de ti mismo.)
(Olvidas incluir el sexo, había dicho Aphra Behn. Aunque supongo que el sexo forma parte de los afectos y simpatías.)
(Crear algo, una pintura, un poema, música, un libro, una estatua, un mueble, dar nacimiento a un niño, educar a ese niño propiamente... esas son las más grandes alegrías de un hombre o de una mujer, había añadido Frigate. Aunque también hay mucho que decir de crear prístinas y resplandecientes porquerías.)
Aboga la suspensión del juicio, con una adecuada sospecha acerca de los «Hechos, la más ociosa de las supersticiones.»
(Pero llegará un momento en el que debes juzgar, había dicho Nur. Primero, sin embargo, debes estar seguro de que estás cualificado para juzgar. ¿Y quién sabe eso?)
(Los hechos de una persona son otra superstición, había dicho Frigate. ¿Y qué significa eso, por cierto?)
(Puedes creer tan sólo en lo que ves, había dicho Li Po. E incluso entonces no puedes estar seguro. Quizá realmente puedas creer tan sólo en lo que has visto, en lo que has
imaginado. Los dragones y las hadas existen porque yo creo en ellos. Una roca es un hecho, y así pertenece a mi imaginación.)
Finalmente, aunque destructivo en apariencia, es esencialmente reconstructivo.
(El hombre es el único animal que piensa en el deberla ser antes que en el es, había dicho Nur. Por lo cual el hombre es el único animal que cambia conscientemente el entorno para que se adapte a él. Y normalmente lo expolia debido a su estupidez y excesos. Hay excepciones a esta regla, por supuesto.)
(Una espléndida afirmación, había dicho Alice. Pero Dick Burton siempre ha sido autodestructivo. ¿Cuándo, si se produce alguna vez, dejará de destruirse a sí mismo?)
En cuanto a otros detalles relativos al Poema y al Poeta, el lector curioso es remitido al final del volumen. Viena, noviembre de 1880.
(¿Se te ha ocurrido pensar, había dicho Nur, que estás acercándote al final de ese libro que tú llamas Richard Francis Burton? Ha sido publicado en dos volúmenes, Burton/Tierra y Burton/Mundo del Río. Esta torre puede ser El Final.)
(Siempre ha sido una excelente filosofía vivir como si fueras a morirte a la siguiente hora, había dicho Frigate. Todo el mundo acepta eso, pero la única gente que lo vive es aquella que sabe que va a morir pronto. Y ni siquiera ellos.)
(Es por eso por lo que me gusta retozar en la cama siempre que es posible, había dicho Aphra. Marcelin, ¿estás de humor?)
(Incluso el más ardiente soldado necesita un reposo de tanto en tanto, había dicho de
Marbot. En este momento, soy un viejo, débil y desengañado veterano.)