En la Torre Oscura (47)
El sillón era muy acolchado y recubierto con un material blando, zebrado con delgadas líneas zigzagueantes alternativas de color rojo pálido y verde pálido. Burton barrió los huesos del asiento con una brusquedad que hizo elevar una protesta por parte de Croomes. Se sentó, observando en voz alta que el sillón parecía ajustarse por sí mismo a su cuerpo. En la parte superior de cada masivo brazo, cerca de su extremo, había un amplio círculo de metal. Apretó cautelosamente el negro centro del blanco disco de su derecha. No ocurrió nada.
Pero cuando apretó el centro del círculo de su izquierda, una larga y delgada varilla de metal brotó de él.
¡Aja!
Tiró levemente hacia atrás de la varilla.
Se está encendiendo una luz en la parte de abajo del sillón dijo Nur.
El sillón se elevó silenciosamente del suelo y se inmovilizó a unos pocos centímetros de altura.
Presiona la parte delantera del disco de tu derecha dijo Frigate. Quizá controle la velocidad.
Burton frunció el ceño porque no le gustaba que nadie le dijera lo que tenía que hacer. Pero pulsó el metal con la punta del dedo tal como se le sugería. El sillón ascendió hasta el techo a muy poca velocidad.
Ignorando las exclamaciones y algunas otras sugerencias, Burton devolvió la varilla a su centro. El sillón se niveló horizontalmente y siguió avanzando hacia adelante. Aumentó su velocidad, luego movió la varilla de la izquierda hacia la derecha. El sillón giró con la varilla, manteniendo su ángulo no inclinándose como un aeroplano, y se dirigió hacia la pared más alejada. Tras hacer que el sillón subiera hasta el techo y luego bajara hasta el suelo, haciéndole dar unas cuantas vueltas, y aumentando su velocidad hasta unos estimados quince kilómetros por hora, Burton hizo aterrizar el sillón.
Estaba sonriendo; sus negros ojos brillaban ansiosamente.
¡Puede que tengamos un vehículo para elevarnos por el pozo! exclamó. Frigate y algunos otros no estaban satisfechos con la demostración.
Tiene que ser capaz de ir a mayor velocidad dijo el americano. ¡Qué ocurre si tienes que detenerte repentinamente? ¿Te ves arrojado fuera del sillón?
Hay una forma de descubrirlo dijo Burton. Hizo que el sillón se elevara unos cuantos centímetros, luego lo aceleró hacia la pared, distante unos seiscientos metros. Cuando estuvo a unos veinte metros de la pared, soltó la presión sobre el disco de la
derecha. El sillón redujo inmediatamente la marcha, pero no tan rápidamente que su pasajero corriera el peligro de ser arrojado de él. Y cuando estuvo a unos dos metros de la pared, se detuvo.
Cuando regresó, Burton dijo:
Debe tener sensores incorporados. Intenté lanzarlo contra la pared, pero no lo conseguí.
Estupendo dijo Frigate. Podemos intentar utilizarlo en uno de los pozos. ¿Pero qué ocurrirá si el Etico nos está observando ahora? ¿Qué ocurrirá si puede cortar la energía por control remoto? Caeremos y nos mataremos, o en el mejor de los casos quedaremos aprisionados entre dos niveles.
Iremos uno a uno. Cada uno se detendrá en un nivel antes de que venga el siguiente. Así no conseguirá atrapar más que como máximo a uno de nosotros, y los demás estarán advertidos.
Aunque Burton pensaba que Frigate era demasiado cauteloso, tenía que admitirse a sí mismo que sus especulaciones estaban bien fundadas.
Además dijo Frigate, los dos sillones debían estar moviéndose cuando sus ocupantes murieron. ¿Qué es lo que hizo detener a los sillones?
Los sensores, obviamente dijo con lentitud Burton.
Está bien. Entonces busquemos todos un sillón y practiquemos hasta dominar su manejo. Después de eso, ¿qué? ¿Hacia arriba o hacia abajo?
Primero iremos hasta el último piso de arriba. Tengo la sensación de que el cuartel general, el centro neurálgico de esas operaciones, tiene que estar allí.
Entonces deberíamos ir hacia abajo dijo Frigate, sonriendo. Tus predicciones son siempre del tipo de Mosailima, ya sabes. Siempre ocurre lo opuesto.
El tipo tenía su forma particular de desquitarse. Sabía demasiado de la vida de Burton en la Tierra, conocía todas sus faltas y fracasos,
No dijo Burton, no es cierto. Avisé al gobierno británico que se preparaba un motín de los cipayos dos años antes de que se produjera. Ignoraron mi advertencia. Entonces fui una Casandra, no un Mosailima.
¡Touché! dijo Frigate.
Gilgamesh trajo su sillón al lado del de Burton unos minutos más tarde. Parecía desconcertado y no demasiado bien.
Me sigue doliendo mucho la cabeza. De tanto en tanto veo las cosas dobles.
¿Puedes soportarlo? ¿O prefieres quedarte aquí y descansar? El sumerio agitó su masiva cabeza taurina.
No. Luego no sería capaz de encontraros. Sólo quería que supieras que no me siento bien.
Alice debía haberlo golpeado más fuerte de lo que pretendía. Entonces Tom Turpin llamó a Burton.
¡Hey, he descubierto cómo obtenían su comida! ¡Mira!
Había estado trasteando con una enorme caja metálica que tenía varios diales y botones. Estaba colocada sobre una mesa y estaba conectada con un cable negro a un enchufe en el suelo.
Turpin abrió la puerta delantera de cristal. Dentro había platos y tazas y cubiertos, los platos llenos de comida y las tazas llenas de líquido.
Esto es su equivalente al cilindro dijo Tom, su pálido rostro amarillo sonriendo. No sé lo qué hacen los demás controles excepto éste, pero he pulsado todos los botones y al cabo de unos segundos toda la comida se formaba ante mis ojos.
Retiró el contenido del aparato.
¡Huau! ¡Huele esa ternera! ¡Y ese pan!
Burton pensó que sería mejor comer entonces. Probablemente había otros aparatos como aquel por todas partes, pero no podía estar seguro. Además, tenían hambre.
Turpin intentó otra combinación de botones y diales. Esta vez, la comida era una mezcla de cocina francesa e italiana y árabe. Todos sus componentes eran deliciosos, aunque algunos estaban demasiado crudos, y el filete de giba de camello estaba demasiado especiado para la mayoría de ellos. Probaron otras combinaciones con algunos resultados sorprendentes, no todos deliciosos. A través de la experimentación, Turpin encontró el dial que regulaba el grado de cocción, y fueron capaces de conseguir una comida en su punto, poco hecha, hecha o muy hecha. Todos excepto Gilgamesh comieron vorazmente, bebieron algo de licor, y encendieron los cigarros y cigarrillos proporcionados también por la caja. No había falta de agua; había grifos por todas partes.
Después, buscaron los servicios. Estos estaban en algunos enormes gabinetes cercanos que supusieron habían contenido maquinaria. No funcionaban con agua; eran agujeros en los que la orina y los excrementos desaparecían antes de tocar el fondo.
Gilgamesh comió algo de pan, luego lo vomitó.
No puedo ir con vosotros dijo. Se secó la barbilla y escupió agua de su boca a un lavabo. Me siento demasiado mal.
Burton se preguntó si estaría tan mal como decía. Podía ser un agente y estar aguardando el momento propicio para escabullirse.
No, vendrás con nosotros dijo. Puede que no seamos capaces de encontrar el camino de vuelta para recogerte. Estarás cómodo en tu sillón.
Condujo a los demás hasta el pozo. Cuando llevó su sillón más allá del borde hacia el vacío, extendió un pie para tocar bajo él. Sus dedos no encontraron la ligera elasticidad como en el otro pozo. Quizá la presencia de los sillones retirara automáticamente el campo.
Echó la varilla hacia atrás y pulsó el disco. El sillón se movió lentamente hacia arriba, luego adquirió velocidad cuando Burton pulsó el disco con más fuerza. En cada arcada vio más pasillos y algunas estancias. La última estaba llena de extraño equipo, pero no había esqueletos hasta que llegó al décimo nivel. La cámara a la que miró era pequeña comparada con las que había dejado. Contenía doce grandes mesas, en cada una de las cuales había doce bandejas y doce tazas y algunos cráneos y huesos. Otros huesos estaban esparcidos sobre los asientos y en el suelo a sus pies.
Una enorme caja de alimentos estaba sobre una mesa en un rincón.
Burton siguió hacia arriba, parándose de tanto en tanto, hasta que llegó a la parte superior del pozo. El viaje había tomado quince minutos. En un lado había otra arcada con un corredor al otro lado. A su izquierda había un pequeño corredor que se abría en seguida a otro gigantesco, al menos treinta metros de ancho. Tras hacer posarse su sillón, se inclinó sobre la arcada e hizo parpadear tres veces su linterna. Los destellos de respuesta fueron pequeños pero claros. Nur, el siguiente, no efectuó ninguna parada, y así llegó junto a Burton en unos doce minutos.
Burton nunca había sido paciente excepto cuando era absolutamente necesario, y a menudo ni siquiera entonces. Volvió a subir a la silla y avanzó por el corredor. Daría una vuelta de seis minutos y luego regresaría al pozo.
Pasó varias puertas abiertas, todas muy anchas, que le permitieron mirar al interior de estancias pequeñas y grandes, algunas llenas de equipo, otras aparentemente destinadas a habitación. Un cierto número de ellas contenían muchos esqueletos; algunas, unos pocos; algunas, ninguno. El corredor avanzaba en línea recta durante al menos tres kilómetros frente a él. Justo antes de que llegara el momento de regresar, vio a su derecha una entrada con la puerta cerrada. Detuvo el sillón, bajó, desenfundó su pistola, y se acercó cautelosamente a la puerta. Sobre ella había trece símbolos, doce hélices dispuestas en un círculo con el disco de un sol en el centro. No había manija en la puerta. En vez de ella, un facsímil metálico de una mano humana estaba pegado a la puerta allá donde hubiera debido estar la manija. Sus dedos estaban medio cerrados, como en el acto de dar un apretón a otra mano.
Burton lo hizo girar, y abrió la puerta empujando.
La estancia al otro lado era una esfera muy amplia, muy transparente, de un color verde pálido, rodeada de e intersectada por otras burbujas verdes. En la pared de la esfera central y a un lado había un óvalo de un verde más oscuro, un cuadro moviente de alguna clase. El olor a pino y cerezo brotaba de los árboles del fondo. En el fondo de la esfera o burbuja más grande había doce sillas en un círculo. Diez de ellas contenían partes de esqueletos. Dos estaban desnudas de todo, incluso de polvo.
Burton inspiró profundamente. Aquella habitación le trajo de vuelta estremecedores recuerdos. Era allí donde había despertado después de suicidarse 777 veces para escapar de los Éticos. Era allí donde se había enfrentado al Consejo.
Ahora aquellos seres que le habían parecido tan semejantes a dioses eran simples huesos.
Cruzó un pie más allá del umbral, metiéndolo en la burbuja con sólo una ligera resistencia. Su cuerpo le siguió, sintiendo la misma pequeña presión. Luego su otro pie la atravesó, y se encontró inmóvil en una elástica nada o lo que parecía ser una nada..
Volvió a enfundar su pistola y pasó a través de dos burbujas, cuyas superficies se cerraron tras él, y entonces se halló en la «sala del Consejo». Cuando llegó cerca de las insustanciales sillas, vio que se había equivocado. Uno de los asientos aparentemente vacíos contenía una lente circular convexa muy delgada. La tomó y reconoció el «ojo» multifacetado del hombre que había parecido ser el jefe del Consejo, Thanabur.
No era una joya, no era un instrumento artificial para reemplazar al ojo, como había pensado entonces. Era una lente que podía ser deslizada sobre el ojo. Su tacto era grasiento. Quizá estaba lubrificada para que no irritara el globo ocular. Con una cierta dificultad y revulsión, insertó la lente bajo su párpado.
El ojo izquierdo vio la estancia a través de una distorsionante semiopacidad. Entonces cerró su ojo derecho. ¡Oooohhhh! Abrió rápidamente el ojo derecho.
Había estado flotando en el espacio, en una oscuridad en la cual brillaban las distantes estrellas y grandes nubes de gas, y había!a sensación, pero no el efecto directo, de una increíble frialdad. Había sido consciente de que no estaba solo, sin embargo. Sabía, sin haberlas visto, que era seguido por incontables almas, trillones de trillones, quizá muchas más. Y luego estaba cayendo hacia un sol, y éste se hacía más y más grande, y repentinamente vio que el llameante cuerpo no era una estrella sino una enorme colección de otras almas, todas ellas llameantes, aunque ardiendo no como en el Infierno sino con un éxtasis que él nunca había experimentado y que los místicos habían intentado describir pese a ser indescriptible.
Aunque estremecido y temeroso, se sentía también fuertemente impulsado por el éxtasis. Pero no debía permitir que su miedo le abrumara, él que había alardeado de no temer nunca a nada.
Cerró su ojo derecho y estuvo de nuevo en el espacio en la misma «localización». De nuevo estaba cruzando el espacio, mucho más rápido que la luz, hacia el sol. De nuevo sentía las innumerables presencias tras él. La estrella flotaba hacia él, se hacía más grande, se hacía enorme, y vio que las llamas estaban compuestas por trillones de trillones de trillones de almas.
Entonces oyó un silencioso grito, un grito de absoluto éxtasis y bienvenida, y se sumergió de cabeza en el sol, en el enjambre, y no era nada y sin embargo lo era todo. Luego ya no era más él. Era algo que no tenía partes y no formaba parte de nada sino que era una unidad en el éxtasis, con los demás que no eran los demás.
Lanzó un gran grito y abrió el ojo. Allí estaban Alice y Nur y Frigate y sus compañeros mirándole desde el umbral. Temblando, fue hacia ellos a través de las burbujas. No estaba tan trastornado, sin embargo, que no observara que el sumerio no estaba y que Alice estaba llorando.
Ignoró sus preguntas y preguntó:
¿Dónde está Gilgamesh?
Ha muerto mientras subía dijo Alice.
Le hemos dejado sentado en su sillón en una estancia dijo Nur. Debió sufrir una conmoción cerebral.
¡Yo lo maté! dijo Alice, y sollozó.
Lo siento dijo Burton. Pero no se podía hacer nada. Si era inocente, no hubiera debido resistirse. Quizá fuera realmente un agente.
Rodeó a Alice con sus brazos y dijo:
Hiciste lo que tenías que hacer. Si no lo hubieras hecho, él hubiera podido matarme.
Sí, lo sé. He matado antes, pero esas personas eran desconocidos que nos atacaban. Apreciaba a Gilgamesh, y ahora...
Burton pensó que lo mejor era dejarla que exteriorizara todo su dolor y su culpabilidad. La soltó y se volvió hacia los otros. Nur le preguntó qué había estado haciendo en la estancia. Le contó lo de la lente.
Has permanecido aquí al menos durante una hora dijo Frigate.
Sí, lo sé, pero me pareció ser tan sólo un minuto.
¿Qué hay acerca de los efectos secundarios? dijo Nur. Burton vaciló, luego dijo:
Aparte sentirme trastornado, he sentido... he sentido... ¡una tremenda proximidad hacia todos vosotros! Oh, siempre os he apreciado a algunos de vosotros, pero... ahora...
¡os quiero a todos!
Eso tiene que haber sido un shock murmuró Frigate. Burton lo ignoró.
El moro alzó el multifacetado dispositivo y miró a su través con su ojo derecho cerrado.
No veo nada. Tiene que ser colocado junto al ojo. Burton dijo:
Pensé que la lente era algo que tan sólo el jefe de los doce, Thanabur, podía llevar. Supuse que era alguna especie de atributo ritual o emblema de liderazgo, algo tradicional. Puede que estuviera equivocado. Quizá la llevaba todo el mundo por turno durante las reuniones del Consejo. Puede que la lente proporcionara a todos una sensación como la que yo he sentido, una proximidad y un amor hacia todos los demás presentes en la estancia.
En cuyo caso X era capaz de superar ese sentimiento dijo Tai-Peng.
Lo que no comprendo murmuró Burton es por qué la lente me puso en un trance mientras que no pareció afectar a Thanabur.
Quizá dijo Nur los Consejeros estaban acostumbrados a ella. Después de llevarla varias veces, debía tener un efecto atenuado sobre ellos.
Nur se colocó la lente bajo el párpado y cerró el ojo derecho. Inmediatamente, su rostro adopto una expresión de éxtasis, aunque su cuerpo permaneció inmóvil. Cuando hubieron transcurrido dos minutos, Burton sacudió al moro por los hombros. Nur salió de su trance y empezó a sollozar. Pero cuando se recuperó y se hubo quitado la lente, dijo:
Induce a un estado similar al que los sabios han intentado describir. Tendió la lente a Burton.
Pero es un falso estado inducido por algo artificial. No es el auténtico estado. Ese sólo puede ser alcanzado por el desarrollo espiritual.
Algunos de los otros pretendieron intentarlo. Burton dijo:
Más tarde. Puede que estemos utilizando un tiempo que necesitemos desesperadamente. Tenemos que encontrar a X antes de que él nos encuentre a nosotros.