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Chapter 172 - EL LABERINTO MÁGICO SECCIÓN 12 - Los últimos 30.000 kilómetros (39)

Los últimos 30.000 kilómetros (39)

Burton y Hargreaves, junto con los demás supervivientes, tuvieron que enfrentarse a las iras de La Viro. El alto y oscuro hombre con una gran nariz bramó y despotricó durante una hora mientras caminaba arriba y abajo delante de los reunidos «criminales». Estos permanecían frente al templo ennegrecido por el humo, una enorme estructura de piedra con una arquitectura incongruente: un pórtico griego y columnas jónicas con un techo en forma de cebolla rematado por una gigantesca piedra labrada en espiral. Esos rasgos eran símbolos en la Iglesia de la Segunda Oportunidad, pero pese a ello Burton y muchos otros pensaban que el templo era feo y de apariencia ridícula. Sorprendentemente, sin embargo, el mal gusto de La Viro, su diseñador, les ayudaba a soportar su parrafada. Tenía razón en mucho de lo que decía, pero parte de ello parecía una estupidez. Sin embargo, dependían de él en lo relativo a cilindros, alojamiento y ropas, así que no se defendieron, sino que hallaron cierto alivio en su cólera, riéndose silenciosamente del horrible templo y del hombre que lo había edificado.

Finalmente, La Viro señaló con vividos detalles y mucha imaginería cuan estúpidos, desalmados, brutales, asesinos y egoístas eran todos ellos. Alzó sus manos y dijo que su sola vista lo enfermaba. Iba a retirarse al sanctum del templo para rogar por los kas de los virolandeses a los que habían matado. Y también, aunque no se lo merecían, por los criminales, vivos y muertos. Traspasó a los supervivientes al Frato Fenikso, el Hermano Fénix, antiguamente conocido como Hermann Goering.

Goering dijo:

Parecen como niños merecidamente castigados, y espero que así es como se sientan. Pero no tengo, en estos momentos al menos, muchas esperanzas hacia ustedes. Ello es debido a mi irritación contra ustedes. Intentaré superarla, y entonces haré todo lo que pueda por ayudarles a mejorar.

Les condujo hacia la parte de atrás del templo, donde les entregó a cada uno un cilindro comodín y suficientes ropas como para mantenerlos abrigados en las temperaturas más frías.

Cualquier otra cosa que necesiten o deseen deberán conseguirla por ustedes mismos dijo Goering. Les despidió, pero llamó a Burton aparte.

¿Ha oído usted que Samuel Clemens murió de un ataque al corazón?

Burton asintió.

Aparentemente, pensó que Frato Eriko seguía intentando todavía saldar una vieja deuda. Después de todo había soportado toda la batalla, y esto fue demasiado, la paja que rompe el lomo del camello, o en este caso su corazón.

Esta mañana oí la historia de boca de Joe Miller dijo Burton.

Sí. Bien, a menos que alguien haga algo por el titántropo, él también va a morir de un ataque al corazón. Realmente quería a Clemens.

Goering le preguntó a Burton si tenía intención de ir hasta las fuentes. Burton replicó que no había venido hasta tan lejos simplemente para abandonar. Iba a seguir su camino hacia la Torre tan pronto como fuera posible.

Tendrá que construirse usted un barco. Seguro que los hombres de Clemens no le permitirán ir con ellos en la Prohibido Fijar Carteles.

No lo sé dijo Burton.

Y supongo que si ellos se niegan, usted robará la lancha. Burton no respondió.

¿Acaso nunca va a poner fin a su violencia?

No he dicho que vaya a utilizar la fuerza dijo Burton. Pretendo hablar con

Anderson acerca del viaje tan pronto como sea posible.

Anderson resultó muerto. ¡Se lo advierto, Burton, no derrame más sangre aquí!

Haré todo lo que pueda por evitarlo. No me gusta más que a usted, de veras. Sólo que soy realista.

La lancha más pequeña, la Después de Ti, Gascón, había desaparecido con toda su tripulación. Nadie sabía lo que le había ocurrido, aunque algunos testigos virolandeses creían que la habían visto explotar.

Si van realmente aprisa, pueden alcanzar las fuentes en unos treinta días en la lancha dijo Goering. Pero los agentes de los Éticos estarán allí antes que usted.

Burton se mostró impresionado.

¿Usted sabe de ellos?

Sí. Hablé con Frigate y Miller la noche pasada, intentando ayudarles en su dolor. Sabía ya más de lo que usted piensa, y sospechaba aún más. Correctamente, como comprobé. Tampoco vi ninguna razón para guardar silencio acerca del Etico renegado. Se lo dije a La Viro, y él está pensando intensamente acerca del asunto. Ha sido un gran shock para él, aunque no ha afectado en absoluto su fe.

¿Y qué hay con usted?

No veo ninguna razón para cambiar mi fe. Nunca pensé que la gente responsable de este mundo fueran ángeles ni demonios. Hay, sin embargo, muchas cosas desconcertantes acerca de las dos historias que he oído. Lo que más me intriga, y me trastorna también, es el misterio de lo que ocurrió al no humano en el barco de Clemens, Monat creo que es su nombre.

¿Qué? dijo Burton. ¡Nunca he oído hablar de ello! Goering describió lo que Miller le había dicho, y añadió:

¿Y dice usted que su compañero, el hombre llamado Frigate, desapareció también?

Ese Peter Jairus Frigate era un agente dijo Burton. No era un doble exacto del Frigate con el que habló usted, pero se le parecía mucho. Puede tratarse del hermano de Frigate.

Quizá cuando llegue usted a la Torre, descubra la verdad dijo Goering.

La descubriré antes que eso si atrapo a esos agentes en la lancha dijo Burton sobriamente.

Tras algo más de discusión, Burton dejó a Goering. No le había dicho al alemán lo que significaban las noticias acerca de Monat y el pseudo-Frigate. El Etico X, el Misterioso Extraño, el renegado, había estado en el No Se Alquila. Y se había librado de Monat aproximadamente unas ocho horas después de que ellos abordaran la nave. ¿Por qué? Porque Monat podía reconocerle. Debía ir disfrazado, pero Monat lo reconocería antes o

después. Probablemente antes. Así que tenía que actuar rápido, y lo había hecho. Cómo, Burton no lo sabía. X había estado en el barco de Clemens. ¿Había sobrevivido a la batalla? Si era así, entonces estaba entre los pocos supervivientes del No Se Alquila que en aquellos momentos se hallaban en aquella zona inmediata.

Quizá. Podía haberla abandonado inmediatamente y haber proseguido Río arriba o podía haberse trasladado a la otra orilla.

Burton fue tras Goering y le preguntó si había oído algo acerca de supervivientes en el otro lado del lago o de cualquiera que hubiera atravesado el paso de los riscos por encima del estrecho.

No dijo Goering. Si alguien lo hubiera hecho, lo sabríamos.

Burton intentó no mostrar su excitación. Goering, sin embargo, dijo sonriendo:

Cree usted que X está aquí, ¿no? Al alcance de la mano, pero disfrazado.

Es usted extremadamente listo dijo Burton. Sí, lo creo, a menos que haya resultado muerto. Strubewell y Podebrad eran agentes, no me importa decirlo ahora, y resultaron muertos. De modo que es posible que X haya resultado muerto también.

¿Vio alguien morir a Strubewell y a Podebrad? preguntó Goering. Sé que Joe Miller piensa que Strubewell resultó muerto porque no le vio salir de la timonera después de que ésta se derrumbara. Pero Strubewell pudo haber salido después. Todo lo que sabemos de Podebrad es que no volvió a ser visto después de que las dos naves colisionaran.

Desearía que estuvieran disponibles dijo Burton. Les arrancaría de algún modo la verdad. Creo, de todos modos, que están muertos. El que ustedes no los hayan visto más parece probarlo. En cuanto a X, bien...

Le dijo adiós a Goering y caminó hacia el parcialmente incendiado muelle al que estaba amarrada la Carteles. Parecía como una monstruosa tortuga negra. Su alto casco redondeado era la concha, y la larga y afilada proa era parte de la cabeza asomándose de ella. El cañón de la ametralladora a vapor que se proyectaba del extremo de la proa era la lengua de la tortuga; la otra que emergía de popa era la cola.

Uno de los miembros de su tripulación le había dicho a Burton que iba equipada con un gran batacitor y que podía albergar confortablemente a quince personas y a veinte con algunas estrecheces. Podía avanzar a dieciséis kilómetros por hora contra la corriente y contra el viento. Tenía un arsenal de quince rifles y quince pistolas que utilizaban cartuchos de pólvora y diez rifles de aire comprimido y varias otras armas. Joe Miller, con su enorme brazo escayolado, varios miembros de la tripulación, y algunos supervivientes del No Se Alquila, se hallaban de pie en cubierta. Habiéndole descrito cómo era el nuevo capitán de la Carteles, Burton no tuvo dificultad en identificarlo. Cimón era un hombre bajo y fornido de piel oscura con unos intensos ojos color avellana, un antiguo griego cuya vida Burton había estudiado en la escuela y más tarde. Había sido un gran general, un comandante naval, y un hombre de estado, uno de los principales constructores del imperio ateniense tras las guerras persas. Había nacido el año 505 antes de Cristo, si Burton recordaba correctamente.

Cimón era un conservador que había favorecido la alianza con Esparta y de ese modo se había opuesto a la política de Pericles. Su padre era el famoso Milcíades, el triunfador de la batalla de Maratón, en la cual los griegos habían hecho retroceder a las hordas de Jerjes. Cimón sirvió durante la batalla naval de Salamina en la que los atenienses hundieron a doscientos navíos enemigos con una pérdida de tan sólo cuarenta, y destruyeron para siempre el poderío naval persa.

En el año 450 Cimón condujo una expedición contra Chipre, luego localizó y trajo a Atenas los huesos de Teseo, el legendario fundador del Ática y el que mató al Minotauro en el laberinto de Cnosos. Cimón fue uno de los jueces que le dio a Sófocles el primer premio de tragedias en las competiciones que tuvieron lugar en Dionisia en el año 468.

En el año 450 Cimón condujo una expedición contra Chipre, donde murió durante el asedio de Cilio. Sus huesos fueron traídos de vuelta a Atenas y quemados allí.

Ahora parecía ciertamente vivo, y muy activo también. Cimón y un cierto número de clemensitas estaban discutiendo en voz muy alta. Burton, actuando como si fuera simplemente otro virolandés, se detuvo junto a ellos, escuchando.

Aparentemente, la discusión era acerca de quiénes de entre el grupo de Clemens iban a seguir Río arriba, y también acerca de antigüedad. Además de los once miembros de la tripulación de la Carteles, diez personas del No Se Alquila habían sobrevivido. Cimón era superado en rango por tres de ellos, pero estaba insistiendo en que él era el comandante de la lancha y que cualquiera que subiera a ella procedente de fuera debería ser su subordinado. Además, no iba a permitir a más de once personas en el viaje, y creía que la tripulación de la Carteles tenía que ser la que había ya. Pero estaba dispuesto a aceptar a algunos miembros de la nave madre si alguno de los miembros de su tripulación no quería seguir adelante.

Tras un cierto tiempo, Cimón y los otros fueron al interior de la lancha. Sin embargo, sus voces siguieron surgiendo fuertemente a través de las portillas abiertas.

El titántropo no había subido a bordo. Permanecía de pie a un lado, hablando en voz baja consigo mismo. Sus ojos estaban enrojecidos, y parecía como si hubiera sufrido mucho.

Burton se presentó.

Joe Miller, hablando en inglés con una profunda voz de tambor, dijo:

Zí, he oído hablar de uzted, zeñor Burton. Zam me habló de uzted. ¿Cuándo llegó uzted aquí?

Estaba en el Rex dijo reluctante Burton.

¿Y qué infiernoz eztaba haciendo uzted allá? Uzted era uno de loz hombrez del

Etico, ¿no?

Sí dijo Burton. Pero hasta ayer no supe que algunos de sus reclutas estaban en el No Se Alquila. Aunque, a decir verdad, sospechaba que algunos de ellos debían estar allí.

¿Quién ze lo dijo?

Cyrano de Bergerac.

¿Cyrano? ¿Eztá vivo? ¡Creí que eztaba muerto! ¿Dónde eztá?

No, resultó muerto. Pero me reconoció, y me dijo que Clemens y él habían sido visitados por el Etico.

Burton pensó que sería mejor no decirle a Miller que había sido su mujer quien había matado a de Bergerac.

El titántropo parecía como si estuviera luchando consigo mismo. De pronto dejó de temblar, y sonrió ligeramente. Tendió su gigantesca mano.

Aquí. Chóquela. No tengo nada contra uzted. Todo ezo ha zido eztúpido. Como acoztumbraba a decir Zam, zon loz azarez de la guerra.

La mano de Burton fue envuelta, estrujada, no demasiado fuertemente, y luego soltada. Burton dijo:

No creo que debamos hablar aquí. Hay demasiada gente alrededor. Venga conmigo, y le presentaré otros dos que saben también todo lo del Etico.

Echaron a andar hacia el pie de la colina detrás del templo. Allí, Alice y algunos otros estaban construyendo cabañas. Burton llamó a un lado a ella, Frigate, Nur y Aphra Behn. Tras presentar a Miller, Burton le pidió que contara todo lo relevante que supiera acerca de X y aquellos que habían sido reclutados por él. Fue un largo relato, interrumpido por muchas preguntas, y no terminó hasta bastante después de la hora de la cena. Puesto que las chozas no estaban completadas, los cinco durmieron en el pórtico del templo bajo montones de ropas. Después del desayuno, regresaron a su construcción. A última hora dé la tarde habían terminado dos cabañas. Miller regresó por un momento a la lancha

para comprobar como iban las cosas. Cuando regresó, Burton contó su historia. Esa tuvo que ser interrumpida para asistir al funeral por las víctimas cuyos cuerpos no se habían hundido en el agua. Esos, que habían sido preservados en alcohol hasta la ceremonia, fueron colocados en féretros de madera. Miller lloró sobre Clemens y su compañera de cabina, una robusta cimeria de pelo rojo. Después Burton, representando al Rex, y Cimón, representando al No Se Alquila, pronunciaron unas palabras sobre sus camaradas muertos. La Viro lanzó un corto pero apasionado discurso acerca de la inutilidad de sus muertes. Luego los cuerpos fueron depositados sobre una enorme pira y reducidos a cenizas.

Hasta que llegó la lluvia, aproximadamente a las seis de la madrugada, no terminaron los relatos de Burton y su gente. Yo no dezeo zeguir máz arriba les dijo Miller. Bueno, en realidad, dezeo ir tan zólo un poco máz arriba. Cuando encuentre a algunoz de mi propia gente, quiero quedarme allí e inztalarme en elloz. Quizáz. No eztoy demaziado zeguro de que me zienta feliz con elloz ahora. He vizto demaziado, he viajado demaziado, me he vuelto demaziado civilizado para zer feliz con elloz quizáz.

»De todoz modoz, ya he ido hazta la Torre. No me parece que valga la pena. Pero ahora que le he encontrado a uzted, quizá ziga adelante. Zi no lo hiciera, pienzo que tal vez la muerte de Zam, los zufrimientoz y la muerte de toda eza gente, fueran en vano.

»Ademáz, dezeo dezcubrir quién ez el Etico. Zi ha eztado engañándonoz, y yo y Zam no eztábamoz muy zeguroz de que no lo hubiera hecho, lo haré pedazoz, piel a piel.

¿Piel a piel? dijo Burton. ¿Qué significa eso?

Ez una ezpecie de dicho entre loz míoz. ¿Tengo que ezplicarlo?

¿Cuántos de entre su tripulación saben algo acerca de X? preguntó Burton.

Eztá el pequeño francéz, Marcelin, conocido también como Barón de Marbot. Zam le habló del Etico. Zam penzaba que podía confiarze en él. Luego eztá eze gordo chino Tai- Peng, zólo que zu nombre ez Li Po. Eztá también eze compinche Tom Turpin. El Etico nunca reclutó a Tom, pero Tai-Peng le habló de él a Tom una noche cuando eztaba borracho, eze nirvana celeztial que termina matándote de una cirroziz de hígado, azi que penzamos que zería mejor tomarlo con nozotroz. Ez un buen nombre, de todoz modoz. Y luego eztá Ely Parker, que tampoco fue reclutado por el Etico, pero Zam lo conocía de la Tierra, y le contó todo porque era un buen amigo de Ulizez Z. Grant y también un general del ztaff de Grant durante la guerra civil. Era ingeniero en el No Ze Alquila, Ez un indio americano, un iroquéz de la tribu zeneca. Y luego eztá el antiguo zumerio que ze llama a zí mizmo Gilgamez.

¿Gilgamesh? dijo Burton.

Ezo ez lo que he dicho. Zam decía que podía zer o no podía zer el rey de la ciudad zumeria de Uruk que vivió en algún momento de la primera mitad del ziglo tercero antez de Crizto. No era muy probable que noz encontráramoz con alguien que hubiera conocido al auténtico Gilgamez, aunque uno nunca zabe.

»Y luego eztá eze antiguo maya, Ah Qaaq. Ez terriblemente fuerte, ezo ez, para una perzona como él.

Ah Qaaq dijo Burton. Eso significa fuego en maya.

Zí. Pero él no ez ninguna bola de fuego. Ez máz bien una bola de mantequilla. Gordo como un cerdo. Pero ez muy fuerte, como he dicho. Y puede dar máz puñetazoz y más fuertez que cualquiera que yo jamáz haya vizto, ezcepto yo mizmo, por zupuezto. Máz incluzo que algunoz de ezoz tipoz de la Vieja Edad de Piedra que había en el barco. Llevaba un bigote tatuado en zu labio zuperior que lo hacía parecer como uno de ezoz nativoz de Borneo.

Entonces, ¿Cimón y los demás supervivientes no saben nada de X y de los agentes?

dijo Burton.

Zi lo zaben, nunca lo han dicho.

Es posible sin embargo que algunos de ellos puedan ser agentes dijo Nur el- Musafir.

Me gustaría hablar con toda la gente que ha mencionado dijo Burton. Hizo una pausa, luego añadió: Si todos los que sabemos acerca del Etico tenemos que ir en la Carteles, entonces habrá algunos de los otros que tendrán que quedarse atrás. Tendrán que conseguir su puesto en la lancha. ¿Hay muchas posibilidades de ello?

Zeguro dijo el titántropo. Miró por encima de su enorme nariz a Burton, y sonrió. Sus dientes eran enormes bloques de un blanco deslucido. Zeguro. Hay una pozibilidad. ¿azi tanto como un cubito de hielo en una hoguera.

Entonces dijo Burton, tendremos que apoderarnos de la lancha. Robarla.

Yo también creo ezo dijo Miller. ¿Por qué dezde un principio hemoz tenido que comportarnoz de una forma tan poco ética para ayudar al Etico?