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Chapter 173 - EL LABERINTO MÁGICO SECCIÓN 12 - Los últimos 30.000 kilómetros (40)

Los últimos 30.000 kilómetros (40)

Eran once en el grupo. De esos, cinco habían sido reclutados directamente por el Etico renegado. Esos eran Richard Francis Burton, Nur ed-Din el-Musafir, Tai-Peng, Gilgamesh, y Ah Qaaq. Al menos, ellos afirmaban haber sido visitados por el Etico. Burton, de todos modos, podía estar seguro tan sólo de sí mismo. Uno o más podían ser agentes o incluso Éticos. A Joe Miller le había hablado de X Samuel Clemens. Alice sabía de él a través de Burton. Aphra Behn no había sido informada hasta ayer, pero deseaba enormemente acompañarlos en su expedición. De Marbot había oído a Clemens hablar del Extraño, y se lo había contado a Behn. Puesto que el francés y la inglesa habían sido anteriormente amantes y volvían a serlo ahora, los demás acordaron que ella podía venir con ellos. Ely Parker, el séneca, sabía también de X por Clemens, y había deseado ir con ellos. Pero había cambiado de opinión. Al infierno con los Éticos y la Torre y todo eso le dijo a Burton. Voy a quedarme aquí e intentar rescatar el No Se Alquila. Está hundido a tan sólo doce metros de profundidad. Una vez sea reflotado y reparado, me iré con él Río abajo. No estoy interesado en morir simplemente para probar algo que no puede ser probado. Los Éticos no desean que metamos nuestras narices en sus asuntos. Creo que todos los fallos se han producido porque nosotros interferimos. Piscator pudo estropear cosas en la Torre. Y Podebrad le dijo a Sam que la gente que había dejado atrás en Nova Bohemujo pudo ser responsable del fallo de la orilla derecha. Dijo que antes de despegar el dirigible algunos de sus oficiales desearon cavar profundamente en torno a una piedra de cilindros y ver si podían dar con algo que les proporcionara una fuente continua de energía. El les advirtió que no lo hicieran, y antes de marcharse les hizo prometer que no trastearían con ello. Dijo que lo que podía haber ocurrido era que hubieran roto su promesa y de alguna forma hubieran roto el circuito.

»Si ocurrió eso, toda la zona a su alrededor debió resultar destruida. Allí tiene que haber un agujero lo suficientemente grande como para formar un nuevo lago en la orilla derecha del Río. La explosión tuvo que barrer toda Nova Bohemujo por aquel lado. Ahí es donde estaban los depósitos de mineral, y si lo que dijo Podebrad es cierto, entonces eso es el fin de las minas y de los nuevobohemios.

»De cualquier forma, simplemente no me gusta mezclarme con los Éticos. No soy un cobarde. Cualquiera que me conozca puede decirle eso. Pero simplemente no creo que sea correcto meterse en cosas acerca de las cuales no sabemos nada.

Además, pensó Burton, te gustaría ser el capitán del barco fluvial y vivir a lo grande.

No va a encontrar mucha ayuda de la gente del lugar dijo Burton. Hizo un gesto hacia las orillas y el curso del Río, que estaba atestado con gente en botes o preparándose para marcharse. Esta zona estará casi despoblada dentro de un mes. La Viro está enviando a casi todo el mundo Río abajo para restaurar la fe de los de la

Segunda Oportunidad, para corregir desviaciones de su teología, y para conseguir nuevos conversos. Los fallos en este mundo han hecho tambalear la fe de muchos.

Sí dijo Parker, su amplio rostro marrón retorcido con una sardónica sonrisa. Sí. El propio La Viro está alterado. Tengo entendido que se pasa el tiempo de rodillas, rezando. No parece tan seguro de sí mismo ahora.

Burton no intentó argumentar con el séneca para que fuera con él. Le deseó a Parker suerte antes de apartarse de él, aunque sabía que no iba a tener ninguna. El No Se Alquila iba a quedarse allá donde estaba hasta que la corriente lo arrojara fuera del borde y lo hundiera hasta el fondo, a mil metros de profundidad.

Cuando la Prohibido Fijar Carteles se hundiera o quedara inutilizada, su final sería el final de la era de tecnología avanzada en el Mundo del Río. Las pocas herramientas y armas de metal que existían terminarían estropeándose. Y entonces los habitantes del Valle serían afortunados si podían conseguir instrumentos de piedra. Todo el planeta caería en la Edad de la Madera.

Las noticias acerca de la historia de Podebrad eran ciertamente interesante. Fuera o no Nova Bohemujo la causante de la interrupción de la línea. Podebrad había sido o bien un agente o bien un Etico. Sólo uno de ellos hubiera podido saber dónde estaban los depósitos de metal en aquel estado. Sólo uno de ellos hubiera podido saber que intentar extraer la energía directamente de la línea podía dar como resultado una catástrofe.

Pero Podebrad, o cual fuera su auténtico nombre, estaba muerto. Burton se preguntó si era posible que fuera X.

Oyó una voz familiar llamándole, y se detuvo y se volvió. Hermann Goering, más flaco que antes, y ya había sido muy flaco, se le acercó. Su ancho rostro era grave, y sus ojos estaban cercados por los oscuros anillos de la fatiga.

¡Sinjoro Burton! Mi dezirus akompani vin.

¿Que desea ir conmigo? ¿Por qué?

Por la misma razón que lo mueve a usted. Deseo desesperadamente conocer qué es lo que ha ido mal. Siempre he deseado saberlo, pero me dije a mí mismo que era mucho más importante alzar el nivel ético del kas. Ahora... no sé. ¡Sí, sí lo sé! Si sabemos tener fe, debemos tener también conocimiento. Quiero decir... la fe es lo único a lo que puedes aferrarte si no puedes saber la verdad. Pero ahora... ahora... ¡puede que sea posible saben!

¿Qué piensa La Viro de esto?

Nos hemos peleado, algo que creí que nunca podría llegar a ocurrir. El insiste en que yo debo ir Río abajo con él. Pretende viajar hasta la boca del Río, aunque eso le tome trescientos años, predicando a lo largo de todo el camino. Desea restaurar la fe de la gente...

¿Cómo sabe él que necesita ser restaurada? dijo Burton.

Sabe lo que ha estado ocurriendo corriente abajo hasta tan lejos como ciento cincuenta mil kilómetros. Lo que está ocurriendo aquí debe estar ocurriendo en todas partes. Además, ¿no se ha dado cuenta usted de que hay mucha duda, mucha deserción de la Iglesia, mientras ha estado viajando usted en su barco?

Observé algo de esto, pero no pensé mucho en ello dijo Burton. Era algo de esperar, ya sabe.

Sí. Incluso algunos de los virolandeses se han sentido turbados, y eso que tenían la presencia del propio La Viro para fortalecerles. Sin embargo, creo que el mejor camino es ir hasta la torre y determinar exactamente que es lo que ha ocurrido. Eso confirmará que la Iglesia tiene razón, y cuando eso ocurra, toda la gente no tendrá dudas y todos acudirán a la Iglesia.

Por otra parte dijo Burton, arrastrando las palabras, lo que encuentre usted allí puede hacer saltar a su religión en pedazos.

Goering se estremeció y cerró los ojos. Cuando los abrió de nuevo, dijo:

Sí, lo sé. Pero mi fe es tan fuerte que estoy dispuesto a correr el riesgo.

Mi segundo nombre es Francis dijo Burton, sonriendo. Así que seré franco con usted. No me gusta. Nunca me ha gustado. Ha cambiado usted de carácter, cierto. Pero no puedo olvidar lo que nos hizo a mí y a mis amigos. Es un caso de perdonar pero no olvidar. Aunque fundamentalmente las dos cosas son lo mismo.

Goering agitó las manos, implorando.

Este es el peso que debo acarrear. Lo merezco, y no seré capaz de dejarlo caer hasta que todas las personas que han conocido mis malas acciones me hayan perdonado sinceramente. Pero ahora no estamos hablando de esto. De lo que estamos hablando es de que yo puedo ser de gran ayuda. Soy rápido y fuerte y muy decidido y no me falta inteligencia. Además...

Además, es un miembro de la Iglesia de la Segunda Oportunidad, un pacifista dijo

Burton. ¿De qué utilidad puede sernos si tenemos que luchar?

¡No voy a comprometer mis principios! dijo Goering fieramente. ¡No derramaré la sangre de otro ser humano! Pero dudo mucho que tenga que luchar. La zona corriente arriba está muy poco poblada, y a cada día que pasa lo está menos. ¿No ha visto usted los muchos botes que vienen cruzando el estrecho? La noticia de que los virolandeses están abandonando el lugar ha corrido ya. La gente de Río arriba está desertando de sus frías tierras para instalarse aquí.

Puede que haya lucha dijo Burton. Si atrapamos a esos agentes, intentaremos hacerles hablar. Y cuando penetremos en la Torre... ¿quién sabe lo que vamos a encontrar allí? Puede que tengamos que luchar por nuestras vidas.

¿Me llevarán?

No. ¡Y eso es definitivo! Y no pienso discutir más sobre ello. ¡Nunca! Se alejó a grandes zancadas, mientras Goering rugía:

¡Si no me llevan con ustedes, iré solo!

Burton miró entonces hacia atrás. El rostro del hombre estaba enrojecido, y estaba agitando su puño. Burton sonrió. Incluso los éticamente avanzados obispos de la Iglesia podían irritarse.

Cuando Burton miró de nuevo hacia atrás, vio a Goering caminando rápidamente hacia el templo, su rostro encajado. Evidentemente iba a decirle a La Viro que no iba a obedecer sus órdenes de ir Río abajo.

Aquella noche, los once, capitaneados por Burton, dominaron a los guardias de la Prohibido Fijar Carteles. Llegaron por el lado del Río, nadando silenciosamente hasta la barandilla, y abordando el lado de babor. Dos de los guardias estaban sentados junto a la barandilla de estribor, hablando. Esos fueron atrapados por detrás, y sus bocas y narices fueron cubiertas hasta que se desvanecieron por falta de aire. Al mismo tiempo, Joe Miller entró en la lancha por el lado de la orilla. Tras unas cuantas palabras con el centinela que quedaba, lo agarró y lo arrastró debatiéndose hasta la proa y lo arrojó al agua.

¡Jezúz! le dijo al guardia que chillaba y se debatía. ¡Odio hacer ezto, Zmith, pero tengo una mizión máz alta que cumplir! ¡Dile a Cimón que lo ziento!

Después de que los guardias hubieran sido inutilizados, el grupo de Burton llevó a bordo sus cilindros y otras posesiones y algunas cuerdas largas y herramientas que habían sido rescatadas por medio de buceadores del No Se Alquila. Aphra Behn conectó la electricidad. Tan pronto como la última de las provisiones fue metida en cubierta y las amarras soltadas, puso la lancha en marcha. Al cabo de poco estaban yendo a máxima velocidad, mientras tras ellos llameaban las antorchas y los hombres y mujeres empezaban a gritar.

No fue hasta que la lancha hubo cruzado el estrecho que Burton tuvo la sensación de que había empezado realmente la casi última etapa del largo, largo viaje.

Burton pensó brevemente en X. Según la historia de Cyrano de la visita de X, X le había dicho que retransmitiera a los reclutas que estos debían aguardar un año en

Virolando hasta la llegada de X. Burton no deseaba hacer esto, y tampoco sus colegas. Iban a ir ahora.

Viajando junto a la línea de la costa, donde la corriente era menos intensa, a cincuenta kilómetros por hora, y deteniéndose tan sólo dos horas cada día, la Prohibido Fijar Carteles hacía una media de mil kilómetros cada veinticuatro horas. Cuando tuvieran que abandonar la lancha, les quedaría todavía una cierta distancia que recorrer, la parte más difícil del viaje. Antes de eso, tendrían que detenerse y pescar una buena cantidad de pescado para ahumar y hacer pan de bellotas y recolectar puntas de bambú. Eso no sería todo lo que tendrían para comer, de todos modos. Llevaban consigo veinte «cilindros comodín», algunos de los cuales eran propiedad suya y algunos de los cuales habían sido robados. Planeaban llenarlos antes de llegar a la última piedra de cilindros a fin de tener provisiones extra. La comida que se deterioraba rápidamente sería almacenada en la nevera de la lancha o arrastrada tras ella en un tonel metido en las frías aguas.

A medida que avanzaban hacia el norte, el Valle iba haciéndose más ancho. Aparentemente los Éticos lo habían hecho así de modo que recibiera mayor cantidad de la débil luz del sol. La temperatura era tolerable durante el día, que era más largo que el de las regiones situadas por debajo, alcanzando incluso los dieciséis grados. Pero haría más frío cada vez, a medida que fueran avanzando hacia el norte. Las brumas tardaban también más en disiparse.

Goering había tenido razón respecto a la escasez de la gente. La densidad era aproximadamente de unas cuarenta personas por kilómetro cuadrado. Este número iba reduciéndose diariamente, a medida que más botes se lanzaban a la aventura Río abajo.

Joe Miller, de pie en la proa, miraba soñadoramente a los titántropos junto a los que pasaban. Cuando la lancha amarró para recargar, saltó a la orilla para hablar con todos los que pudiera encontrar. Las conversaciones se producían en esperanto, ya que ninguno de ellos conocía su lengua nativa.

No importa había dicho Joe. De todoz modoz yo no me acuerdo de nada de ella.

¡Jezucristo! ¿Jamáz voy a encontrar a miz padrez y a miz amigoz, a la gente de mi propia tribu?

Afortunadamente, los titántropos eran amistosos. Por aquel entonces habían sido enormemente superados en número por los «pigmeos», y la mayor parte de ellos se habían convertido a la fe de la Segunda Oportunidad. Burton y Joe intentaron reclutar a algunos, pero fracasaron. Los gigantes no querían saber nada con los seres de la Torre.

Todos ellos temen el lejano norte dijo Burton. Tú deberías compartir su miedo.

¿Por qué te fuiste con los egipcios?

Joe hinchó su pecho de gorila.

Zoy tan valiente como cualquiera. Y máz lizto también.

Pero, a decir verdad, miz piernaz eztuvieron a punto de jugarme una mala pazada cuando vi la Torre. Pero a cualquier hombre le hubiera pazado lo mizmo. Ezpera zolamente a verla tú.

Al décimo día, se detuvieron para un descanso de varios días en tierra firme. Los locales eran unos pocos titántropos con una mayoría de escandinavos, antiguos, medievales y modernos. Entre ellos había, sin embargo, gente de muy diferentes épocas y lugares. Los hombres que no tenían compañera de cabina empezaron inmediatamente a buscar compañía para la noche. Burton recorrió los alrededores preguntando si alguien había visto a los hombres y a las mujeres que se habían visto obligados a abandonar la lancha del Rex. Muchos los habían visto, y todos ellos dijeron que habían continuado Río arriba en botes, todos ellos robados.

¿Han pasado algunos otros que dijeran que habían viajado en el No Se Alquila? dijo Burton. Es el gigantesco barco de metal parecido al Rex, propulsado por ruedas de paletas y movido por motores eléctricos.

No. No he visto ni oído nada parecido a esto.

Burton no esperaba que los desertores fueran por ahí proclamando su identidad.

Ni que lo hicieran tampoco los agentes que pudieran haber abandonado el barco de

Clemens antes de que se desencadenara la batalla.

Sin embargo, obteniendo descripciones de aquellos que se habían dirigido hacia el norte durante las últimas semanas, reconoció a aquellos que habían huido del Rex. De Marbot, que también estaba haciendo preguntas, reconoció por las descripciones a todos aquellos que habían desertado del No Se Alquila.

Pronto los atraparemos dijo Burton.

Si tenemos suerte dijo el francés. Podemos pasar junto a ellos durante la noche. O puede que hayan oído algo de que nos estamos acercando y se escondan hasta que pasemos.

En cualquier caso, llegaremos los primeros allí.

Pasaron veinte días. Por aquel entonces los agentes de ambos barcos tenían que estar detrás de ellos. Aunque Burton paraba la lancha cada treinta kilómetros para preguntar a los del lugar, nadie parecía haberlos visto.

Mientras tanto, estudiaba a su propia tripulación. Sólo dos encajaban con el físico bajo y masivo y los rasgos faciales de los Éticos Thanabur y Loga. El hombre que se hacía llamar Gilgamesh, y el hombre que se hacía llamar Ah Qaaq. Pero ambos eran de piel muy oscura y ojos marrón oscuro. Gilgamesh tenía el pelo rizado, casi ensortijado. Ah Qaaq tenía un ligero pliegue epicántico que lo hacía parecer como si poseyera algunos recientes antepasados mongólicos. Cada uno de ellos hablaba fluentemente su supuesto idioma nativo. A diferencia del agente Spruce, que había afirmado ser un inglés del siglo xx y cuyo acento ligeramente extranjero lo había traicionado a los ojos de Burton, esos dos carecían de cualquier traza de él. Burton no conocía bien ni el sumerio ni el antiguo maya, pero los sabía lo suficiente como para reconocer a un no sumerio o un no maya por su pronunciación y su entonación.

Eso sólo significaba que uno de los dos, posiblemente ambos, habían dominado completamente las lenguas. O significaba que ambos eran inocentes y lo que afirmaban ser.

Veintidós días después de que cruzaran el estrecho, en una zona donde no habría más de cincuenta personas alrededor de una piedra de cilindros, Burton fue abordado por una mujer alta y enjuta con unos ojos grandes y una enorme boca. Sus blancos dientes resplandecieron en su negro rostro africano.

Habló en esperanto, fuertemente teñido por un acento de las regiones más remotas de Georgia. Su nombre era Blessed Croomes, y deseaba ir en la lancha tan lejos como pudieran llevarla. Luego seguiría a pie hasta las fuentes.

Allí es donde fue mi madre Agatha Croomes. Estoy buscándola. Creo que debió encontrar al Señor y ahora está viviendo a Su derecha, aguardándome. ¡Aleluya!