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Chapter 137 - EL LABERINTO MÁGICO SECCIÓN 2 - El Misterioso Extraño (4)

El Misterioso Extraño (4)

El perseguidor era una gran máquina.

Faltaba una hora para el mediodía. Dentro de otra hora, el fabuloso barco fluvial quedaría anclado, y un grueso cable de aluminio sería conectado a una caperuza de cobre sobre una piedra de cilindros y al batacitor en el navío. Cuando la piedra liberara su tremendo voltaje, el batacitor sería cargado de nuevo, y los cilindros en otra caperuza de cobre en el barco serían llenados con comida, licor y otros artículos.

Su casco era blanco excepto en las cajas de las paletas, o guardarruedas, sobre las cuatro ruedas de paletas. Sobre éstas estaba pintado con grandes letras negras: NO SE ALQUILA. Bajo ellas, en letras más pequeñas: Samuel Clemens, capitán. Y bajo esta línea, en letras aún más pequeñas: propiedad y operado por Los Vengadores, Inc.

Encima de la timonera había un astil con un gallardete cuadrado color azul claro con un fénix escarlata pintado en él. En la parte de atrás del barco, inclinándose en un ángulo de cuarenta y cinco grados a popa de la cubierta inferior, había otro gallardete con el campo azul claro y el fénix escarlata. El barco de Sam tenía ciento sesenta y cinco metros de largo. Su anchura sobre las cajas de las ruedas de paletas, y guardarruedas, era de treinta y cinco metros. Su calado era de cinco metros y medio, completamente cargado.

Había cinco cubiertas principales. La inferior, la A o cubierta de calderas, contenía varias calas de almacenamiento, el enorme batacitor, que ascendía a través de un pozo hasta la siguiente cubierta, los cuatro motores eléctricos que impulsaban las ruedas de paletas, y una enorme caldera.

El batacitor era un enorme utensilio eléctrico de quince metros de ancho y trece metros de alto. Uno de los ingenieros de Sam había afirmado que era un invento de finales del siglo XX. Pero, puesto que el ingeniero había dicho que él había vivido pasado 1983, Sam sospechaba que era un agente. (Hacía tiempo que había muerto.)

El batacitor (una abreviación de su nombre original, battery-capacitor, batería de condensadores) podía acumular el enorme voltaje descargado por una piedra de cilindros en un segundo y entregarlo también en un segundo o a cuentagotas, como se le exigiera. Era la fuente de energía de los cuatro enormes motores de las ruedas de paletas y de todas las demás necesidades eléctricas del barco, incluido el aire acondicionado.

La caldera calentada eléctricamente tenía dieciocho metros de ancho por nueve de alto, y era utilizada para calentar el agua para los baños y para la calefacción de las cabinas, para fabricar alcohol, para proporcionar energía a las ametralladoras a vapor y las catapultas a vapor de los aeroplanos de combate, y para proporcionar aire al cañón de aire comprimido y vapor para los silbatos del barco y las dos chimeneas. Las chimeneas eran falsas, y sólo soltaban vapor, que era coloreado para simular humo, cuando Sam quería hacer una exhibición.

Al nivel del agua de la parte trasera de la cubierta de calderas había una gran puerta que podía ser alzada para admitir o dejar salir las dos lanchas y la torpedera.

La cubierta de arriba, la B o cubierta principal, era más grande que las otras para proporcionar una especie de pasillo exterior que daba la vuelta a todo el barco, denominado cubierta de paseo.

En los barcos fluviales del Mississippi que Sam había pilotado cuando era joven, la cubierta inferior había sido denominada cubierta principal y la de encima la cubierta de calderas. Pero puesto que la caldera en el No Se Alquila tenía su base en la cubierta inferior, Sam había rebautizado a esta la cubierta de calderas. Y había llamado a la de encima la cubierta principal. Al principio había resultado confuso para sus pilotos, que estaban acostumbrados al uso terrestre, pero finalmente se habían habituado a ello.

En ocasiones, cuando el barco estaba anclado junto a la orilla de una zona pacífica, Sam permitía a la tripulación bajar a tierra (excepto los guardias, por supuesto). Luego conducía a los patanes locales más importantes a una excursión guiada por el barco. Vestido con una chaqueta blanca de piel de pez, un largo faldellín de tela blanca, y unas botas blancas largas hasta la pantorrilla, y llevando una gorra de capitán de cuero blanco, llevaba a sus huéspedes del punto más alto hasta el punto más bajo del barco. Por supuesto, tenía a algunos marineros ojo avizor vigilándolos constantemente, puesto que el contenido del No Se Alquila había demostrado ser muy tentador para los visitantes de tierra aficionados a los recuerdos.

Dando chupadas a su cigarro entre frase y frase, Sam lo explicaba todo, bueno, casi todo, a su curioso grupo de visitantes.

Habiéndolos conducido a través de la cubierta A o de calderas, Sam los llevaba escaleras arriba hasta la cubierta B o principal.

La gente de mar llamaría a esta serie de peldaños una escalerilla dijo. Pero puesto que la mayor parte de mi tripulación es originaria de tierra firme, y puesto que tenemos auténticos peldaños a bordo, decidí llamar a las escaleras escaleras. Después de todo, están subiendo ustedes por auténticos peldaños, no por travesaños. Con el mismo espíritu dicté, pese a las ultrajadas protestas de los marinos veteranos, que las paredes no fueran llamadas mamparas sino paredes. De todos modos, concedí que se efectuara una distinción entre sus puertas normales y las compuertas. Las compuertas son esas puertas que cierran herméticamente sin dejar pasar el agua y pueden ser aseguradas con ayuda de un mecanismo a palanca.

¿Y qué tipo de arma es esta? preguntó un turista. Señaló hacia un largo artilugio de duraluminio que parecía un cañón y estaba montado sobre una plataforma. Grandes tubos de plástico recorrían su culata.

Es una ametralladora a vapor, calibre.80. Contiene un complicado sistema que permite que una sucesión de balas de plástico, alimentadas por una tubería desde abajo, sean disparadas en rápida sucesión por el arma. El vapor de la caldera proporciona la energía impulsora.

En una ocasión, en una de aquellas visitas, una persona que había estado en el Rex dijo:

El barco del Rey Juan tiene una ametralladora a vapor calibre.75, varias de ellas.

Sí. Las diseñé yo mismo. Pero el hijo de puta me robó el barco, y cuando yo construí este hice mis armas más grandes que las suyas.

Les mostró las hileras de ventanas, «no portillas sino ventanas», a lo largo del pasillo exterior.

Que algunos miembros de mi tripulación tienen la imperdonable ignorancia o desvergonzada osadía de llamar corredor o incluso antesala. Por supuesto, lo hacen siempre a espaldas mías.

Los llevó a una cabina para impresionarles con sus comodidades y sus lujos.

Hay ciento veintiocho cabinas, en cada una de las cuales pueden alojarse dos personas. Observen las literas plegables, hechas de cobre. Fijen su atención en la taza del water de porcelana, en la ducha con agua corriente, caliente y fría, el lavabo con cañerías de cobre, los espejos enmarcados en cobre, los tocadores de roble. No son muy grandes, pero tampoco nos cambiamos tan a menudo de ropas a bordo. Observen también los armeros, que pueden contener pistolas, rifles, lanzas, espadas y arcos. Las alfombras están hechas de pelo humano. Y claven su mirada en el cuadro en la pared. Es un original de Motonobu, 1476-1559 d.C., el gran pintor japonés que fundó el estilo de pintura llamado kano. En la siguiente cabina hay algunos cuadros de Zeuxis de Heraclea. Tenemos diez de ellos aquí. De hecho, esa es la cabina del propio Zeuxis. Como puede que sepan, aunque puede que no, Zeuxis fue un gran pintor del siglo v antes de Cristo nacido en Heraclea, una colonia griega al sur de Italia. Se dice de él que pintó un racimo de uvas tan realista que los pájaros intentaban comérselo. Zeuxis nunca ha confirmado ni negado esa historia. En lo que a mí respecta, yo prefiero la fotografía, pero tengo algunos cuadros en mi suite. Uno de Pieter de Hoock, un pintor holandés del siglo xvii. A su lado hay uno del italiano Giovanni Fattori, 1825-1908 d.C. Pobre tipo. Puede que sea su última obra, puesto que se cayó por la borda durante una fiesta y fue reducido a papilla por las ruedas de paletas. Aunque fuera resucitado, lo cual no es probable, no encontraría pigmentos suficientes en ningún lugar para hacer un solo cuadro excepto en este barco y en el Rex.

Sam los llevó al exterior o cubierta de paseo y por allí a la proa. En ella había montado un cañón de 88 milímetros. Hasta entonces, dijo Sam, nunca había sido utilizado, y pronto tendría que fabricarse más pólvora para volver a llenar las cargas.

Pero cuando alcancemos al Rex, voy a hacer volar al Podrido Juan fuera del agua con esto.

Señaló a las baterías de cohetes en la cubierta de paseo, misiles rastreadores del calor con un alcance de dos kilómetros y medio y llevando cabezas de combate de dieciséis kilos de explosivo plástico.

Si el cañón falla, entonces le reventaré las posaderas.

Una de las turistas estaba familiarizada con el trabajo de Clemens y las biografías sobre él. Habló en voz baja a su compañero:

Nunca hubiera llegado a imaginarme que Mark Twain fuera tan sanguinario.

Señora dijo Sam, que la había oído, ¡no soy sanguinario! ¡Soy el más pacífico de los hombres! Odio la violencia, y la sola idea de la guerra hace rugir mis entrañas. Si ha leído usted mis ensayos sobre la guerra y aquellos que la aman, lo sabe muy bien. Pero me he visto forzado a esta situación y a muchas otras como ésta. Para sobrevivir, uno tiene que mentir mejor que los mentirosos, burlar más que los burladores, ¡y asesinar a los asesinos primero! Para mí, es una clara necesidad, completamente justificada. ¿Qué haría usted si el Rey Juan le hubiera robado su barco después de haber pasado años buscando el hierro y los demás metales necesarios para construir su sueño? ¿Y años de luchar contra aquellos que deseaban robárselo después de que usted los hubiera encontrado, y tener que enfrentarse a cada dos pasos a la traición y al asesinato, todos ellos dirigidos contra usted? ¿Le dejaría usted que se lo llevara? Yo creo que no, si tenía usted un gramo de valor.

La venganza es mía, dijo el Señor murmuró un hombre.

Sí. Quizá. Pero si hay un Señor, y El teje Su venganza, ¿cómo va a llevarla a cabo sin utilizar a los hombres como Sus manos? ¿Ha oído usted de alguna persona malvada siendo golpeada por el rayo, excepto por accidente? ¡El rayo golpea también a miles de inocentes cada año, usted lo sabe! No, El tiene que utilizar a seres humanos como Sus instrumentos, ¿y quién está mejor cualificado que yo? ¿O más adaptado por las circunstancias como Su entusiasta y decidido instrumento?

Sam estaba tan alterado que tuvo que enviar a un marinero al salón principal a buscarle cuatro dedos de bourbon para calmar sus nervios.

Antes de que llegara la bebida, un turista murmuró:

¡Exageraciones!

¡Echad a ese hombre fuera del barco! gritó Sam. Su orden fue cumplida.

Es usted un hombre muy colérico dijo la mujer que conocía su obra.

Sí, señora, lo soy. Y con buenas razones. Era colérico en la Tierra, y soy colérico aquí.

El marinero le trajo a Sam su whisky. Lo apuró rápidamente y luego prosiguió la visita, con el buen humor restaurado.

Condujo al grupo subiendo la gran escalinata hasta el salón principal. Hicieron una pausa en la entrada, y los turistas murmuraron ohs y ahs. Tenía sesenta metros de largo por quince de ancho, y el techo estaba a una altura de seis metros del suelo. A lo largo del centro del techo había una hilera de cinco enormes candelabros de cristal tallado. Había varias ventanas que hacían que la gran estancia estuviera bien iluminada, y muchas luces en las paredes y el techo y enormes lámparas de pie hechas de cobre.

En el otro extremo había un escenario que Clemens dijo era utilizado para representaciones y obras de teatro y para la orquesta. Había también una gran pantalla que podía ser bajada para proyectar películas.

No utilizamos película tratada, químicamente para filmarlas dijo. Tenemos cámaras electrónicas. Hacemos films originales y también nuevas versiones de clásicos de la Tierra. Esta noche, por ejemplo, pasamos El halcón maltes. No tenemos a nadie de los intérpretes originales excepto Mary Astor, cuyo nombre auténtico es Lucille Langehanke, y que actuaba como la secretaria de Sam Spade. El papel, por lo que me han dicho, no le iba. Pero supongo que la mayoría de ustedes no sabrán de qué les estoy hablando.

Yo sí dijo la mujer que le había llamado colérico. ¿Quién interpreta su papel en la versión de usted?

Una actriz americana, Alice Brady.

¿Y quién interpreta a Sam Spade? No puedo imaginar a nadie más que a Humphrey

Bogart en el papel.

Howard de Silva, otro actor americano. Su nombre auténtico era Howard Goldblatt, si recuerdo correctamente. Se sintió muy contento interpretando el papel, puesto que afirma que nunca tuvo la oportunidad de demostrar su auténtico talento interpretativo en la Tierra. Pero lamenta que su audiencia aquí sea tan pequeña.

No me dirá que el director es John Ford.

Nunca he oído hablar de él dijo Sam. Nuestro director es Alexander Singer.

Nunca he oído hablar de él.

Supongo que no. Pero tengo entendido que era muy conocido en los círculos de

Hollywood.

Molesto por lo que consideraba una interrupción irrelevante, señaló a la barra del bar de roble pulido de dieciocho metros de largo en el lado de babor y las cuidadas hileras de botellas y garrafones de licor. El grupo se mostró completamente impresionado ante ellas y los vasos de cristal de sosa. Se sintieron más impresionados aún por los cuatro grandes pianos. Sam les dijo que tenía a bordo al menos a diez grandes pianistas y a cinco compositores. Por ejemplo. Selim Palmgren (1878-1951), un compositor pianista finlandés que había sido uno de los puntales del establecimiento de la escuela nacional de música finlandesa. También estaba Giovanni Pierluigi de Palestrina (1526-1594), un gran compositor de madrigales y motetes.

Amadeus Mozart estuvo también en este barco dijo Sam. Es un compositor realmente grande, algunos dicen que el más grande. Pero resultó un fracaso tan enorme como ser humano, un hombre tan solapado y libertino y cobarde, que lo eché a patadas.

¿Mozart? dijo la mujer. ¡Dios mío, Mozart! Es usted una bestia, ¿cómo pudo tratar así a un compositor tan maravilloso, a un genio, a un dios?

Señora dijo Clemens, créame, eso ha sido más que una provocación. Si no le gusta a usted mi actitud, puede marcharse. Un marinero la escoltará hasta la orilla.

Usted no es un caballero dijo la mujer.

Oh, sí, sí lo soy.