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Chapter 100 - EL OSCURO DESIGNIO (38)

Descubrimientos

20 de enero del año 20 después de la Resurrección

Peter Jairus Frigate

A bordo del Abigarrado Zona Templada del Sur Mundo del Río

Robert F. Rohring Río abajo (espero) Querido Bob:

En trece años en este barco he enviado treinta y una de estas misivas. Cartas de un Lázaro. Cables desde Caronte. Misiva del Mictlán. Conferencia en Po. Perorata desde Tir na nOc. Tonadas desde Tuonela. Alegorías de alSirat. Debates desde la Estigia. Inspiraciones desde Issus. Etc.

Ya basta de ampulosidades aliteradas.

Hace tres años arrojé al agua mi Telegrama desde Tártaro. Escribí casi todo lo significativo que me había ocurrido desde que tú moriste en St. Louis a causa de haber vivido demasiado. Naturalmente, no leerás nunca ninguna de estas dos cartas, excepto por una de esas rarísimas casualidades.

Aquí estoy hoy, bajo el brillante sol de la tarde, sentado en la cubierta de una goleta de dos mástiles, escribiendo con una pluma de hueso de pescado y tinta de carbón sobre un papel de bambú. Cuando haya terminado, enrollaré las páginas, las envolveré en una membrana de pez, las meteré en un cilindro de bambú. Clavaré un disco de bambú en el

extremo abierto. Rezaré una plegaria a los dioses que quieran oírme. Y tiraré el cilindro por la borda. Ojalá te llegue vía Correo Fluvial.

El capitán, Martin Farrington, el Frisco Kid, está en estos momentos al timón. Su cabello rojizo brilla al sol y se agita con el viento. Parece medio polinesio, medio celta, pero no es ninguna de las dos cosas. Es un americano de ascendencia inglesa y galesa, nacido en Oakland, California, en 1876. El no me lo ha dicho, pero yo lo sé porque conozco quién es realmente. He visto demasiadas fotos de él para no reconocerle. No puedo divulgar su verdadera identidad porque tiene alguna razón para esconderse tras un seudónimo. (El cual, incidentalmente, está tomado de dos de sus personajes de ficción). Si, fue un famoso escritor. Quizá seas capaz de imaginártelo, aunque lo dudo. Una vez me dijiste que sólo habías leído uno de sus libros, Cuentos de la patrulla de pesca, y creías que era malo. Lamenté que te negaras a leer sus obras más importantes, algunas de las cuales son ahora clásicos.

El y su primer contramaestre, Tom Rider, «Tex», y un árabe llamado Nur, son los únicos miembros que quedan de la tripulación original. Los otros han ido abandonando el barco por una u otra razón: muerte, aburrimiento, incompatibilidad, etc. Tex y el Kid son las únicas dos personas que he encontrado en el Río que pueden ser consideradas como famosas. He estado a punto de conocer a Georg Simon Ohm (habrás oído hablar de los ohmios) y James Nasmyth, el inventor del martillo pilón. Pero Rider y Farrington estaban cerca del principio de la lista de las veinte personas que más me hubiera gustado conocer. Es una lista muy peculiar, pero, siendo yo humano, también soy peculiar.

El auténtico nombre del primer contramaestre no es Rider. Su rostro es algo que nunca hubiera podido olvidar, pese a la ausencia de su sombrero blanco de ala ancha que le hace parecer menos familiar. Fue el gran héroe cinematográfico de mi infancia, compitiendo con mis héroes literarios: Tarzán, John Carter de Barsoom, Sherlock Holmes, Dorothy de Oz, y Ulises. De las 260 películas del oeste que hizo, vi al menos cuarenta. Las vi en esas sesiones de segundo o tercer reestreno en cines de barrio, el Grande, el Princesa, el Columbia y el Apolo, todos ellos en Peoría, todos ellos desaparecidos mucho antes de que yo cumpliera los cincuenta años. Sus películas me proporcionaron algunas de mis mejores horas doradas. No recuerdo los detalles o las escenas de ninguna en particular, todas ellas son como un montaje borroso y parpadeante, con la figura de Rider gigantesca en el centro.

Cuando tenía unos cincuenta y dos años, empecé a interesarme en escribir biografías. Ya sabes que durante muchos años planeé escribir una gran biografía de Sir Richard Francis Burton, el famoso e infame explorador, escritor, traductor, espadachín, antropólogo, etc., del siglo XIX.

Pero exigencias financieras me mantuvieron demasiado ocupado para trabajar mucho en Un inquieto caballero para la Reina. Finalmente, cuando ya estaba preparado para dedicarme por completo al Caballero, vino Byron Farwell con una excelente biografía de Burton. De modo que decidí esperar unos cuantos años, hasta que el mercado pudiera asimilar otra biografía de Burton. Y justo cuando estaba a punto de empezar de nuevo, fue publicada la vida de Burton probablemente la mejor de Fawn Brodie.

Así que olvidé el proyecto durante diez años. Mientras tanto, decidí escribir una biografía de mi héroe favorito de la infancia (aunque compartía los honores con Douglas Fairbanks, Senior, mi otro favorito).

Leí un montón de artículos acerca de mi héroe en revistas de cine y del oeste y en recortes de periódicos. Todos ellos lo describían como si hubiera vivido una vida más aventurera y llena de lances que las de los héroes que interpretaba en sus filmes.

Pero seguía sin tener el dinero necesario para dejar de escribir ficción el tiempo suficiente como para viajar a través de todo el país entrevistando a la gente que lo había conocido... aunque la hubiera encontrado. Había algunos que hubieran podido darme detalles de su carrera como Ranger de Texas, como alguacil en Nuevo México, como

ayudante del sheriff en el territorio de Oklahoma, como soldado de caballería con Roosevelt en San Juan Hill, como soldado en la insurrección de las Filipinas y la rebelión de los Boxer, como domador de caballos para los británicos y posiblemente como mercenario para ambos bandos en la guerra de los Boer, como mercenario a las órdenes de Madero en México, como artista de rodeo, y como el mejor pagado actor de cine de su tiempo.

Uno no podía confiar en todos los artículos escritos sobre él. Incluso aquellos que afirmaban haberlo conocido bien daban diferentes versiones de su vida. Los artículos evocativos a su muerte estaban llenos de contradicciones. Y sabía que tanto la Fox como la Universal habían añadido un montón de publicidad en las historias que se contaban sobre él, la mayoría de las cuales debían ser comprobadas para eliminar las exageraciones o incluso las más falaces mentiras.

La mujer que creía era su esposa había escrito una biografía de él. Por ella nunca sabrás que se había divorciado y vuelto a casar dos veces antes. O que había tenido dos hijas con otra mujer. O que tenía un «problema con la bebida». O un hijo ilegítimo que era joyero en Londres.

Ella creía que era su primera esposa pero, tal como se demostró luego, era la segunda o la tercera. Nadie puede estar demasiado seguro de eso.

El que para ella siguiera siendo un héroe intachable después de todo esto dice mucho de ella, sin embargo. También dice mucho más de él.

Un buen amigo mío, Coryel Varoll (lo recordarás, un acróbata de circo, juglar, funámbulo, gargantuesco bebedor de cerveza, un fanático de Tarzán) me escribió sobre él. En 1964, creo.

»Recuerdo la primera vez que lo conocí: creí que estaba ante Dios... Muchos años más tarde, después de estar muchas veces con él bajo la misma lona (en el mismo circo quiero decir), la admiración desapareció, pero siguió siempre adorado por la mayoría de la gente y convertido siempre en ídolo por los muchachos incluso después de haber dejado de hacer películas... Sé que sobrio era un tipo estupendo, aunque borracho se peleaba por el menor motivo y hacía algunas de las peores cosas (¿no las hacemos todos?)... Tengo unas cuantas docenas de historias sobre él que nunca han sido publicadas. Te las contaré la próxima vez que nos veamos».

Pero, de algún modo, Cory nunca lo hizo.

Incluso se dudaba de su fecha de nacimiento. Sus estudios y su esposa afirmaban que había nacido en 1880. El monumento cerca de Florence, Arizona (donde murió yendo a ciento treinta por hora en una asquerosa carretera secundaria), dice 1880. Pero hay pruebas en contra que dicen que era en 1870. Tuviera sesenta o setenta años, de todos modos, parecía un joven de cincuenta. Siempre se había mantenido en gran forma.

Uno de los amigos que lo vio poco antes de su fatal accidente dijo que estaba conduciendo un Ford convertible amarillo. Su esposa dijo que era blanco. Así son los testigos oculares. El departamento de publicidad del estudio afirmaba que había nacido y se había educado en Texas. Descubrí por mí mismo que eso no era cierto. Había nacido cerca de Mix Run, Pensilvania, y abandonó el lugar a los dieciocho años para entrar en el ejército.

Justo cuando estaba a punto de escribir al Departamento de la Guerra para pedir una copia de su historial militar y descubrir por mí mismo qué había hecho en el ejército apareció una novela escrita por Darryl Ponicsan. Me habían ganado la mano otra vez; de nuevo había llegado demasiado tarde. Aunque el libro era semificción, su autor había efectuado el mismo trabajo de investigación que yo había planeado hacer.

Así que... mi héroe no era el nieto de un jefe cherokee. Ni había nacido en El Paso, Texas. Y, cuando estaba en el ejército, no había sido seriamente herido en San Juan Hill ni herido en las Filipinas.

En realidad, se había alistado al día siguiente de que empezara la guerra hispanoamericana. Estoy seguro como lo estaba Ponicsan de que esperaba entrar en acción. No hay duda de que tenía mucho valor y de que deseaba hallarse allá donde las balas fueran más densas.

Sin embargo, fue mantenido en el fuerte y luego honorablemente licenciado. Pese a lo cual volvió a alistarse. Pero tampoco consiguió acción. Así que desertó en 1902.

No fue a Africa del Sur, como proclamaban los estudios.

En vez de ello, se casó con una joven maestra de escuela y marchó con ella al territorio de Oklahoma. O bien el padre de ella consiguió anular el matrimonio, o ella simplemente lo abandonó y el divorcio nunca llegó a proclamarse. Nadie está seguro de ello.

Mientras trabajaba como camarero en un bar, poco antes de ir a trabajar al Rancho 101 en Oklahoma, se casó con otra mujer. Este matrimonio tampoco funcionó, y aparentemente tampoco se divorció de ella.

La mayoría de lo que afirmaba el departamento de publicidad de los estudios y el propio Rider era falso. Esas historias eran inventadas para crear una aureola en torno a un hombre que no la necesitaba. A Rider no le importaban esas historias, quizá incluso él mismo inventara alguna para los estudios. Tras algún tiempo, incluso llegó a creérselas él mismo. Quiero decir, creerlas realmente. Creo que puedo afirmarlo. Le he oído relatar casi todas esas prevaricaciones, y es evidente que en la actualidad la ficción es tan genuina para él como la realidad.

Esta confusión en la distinción entre realidad y fantasía no interfiere en ningún modo con su competencia en la vida real, por supuesto.

Si embargo, rechazó el deseo de la Fox de hacerle pasar como el hijo ilegitimo de Búfalo Bill. Eso hubiera podido provocar investigaciones que hubieran puesto al descubierto toda la verdad.

Y nunca dice ni una palabra acerca de haber sido una gran estrella de cine. Cuenta historias acerca de sus experiencias en películas, pero en ellas siempre es un extra.

¿Por qué está utilizando un seudónimo? No lo sé.

Su tercera esposa lo describió como alto, delgado y moreno. Supongo que a principios de los 1900 podía considerársele como un hombre alto, aunque es más bajo que yo. Su delgado cuerpo contiene músculos de acero. Farrington es más bajo que él pero muy musculoso. Siempre quiere medir su fuerza con Tom, especialmente cuando ha estado (Farrington) bebiendo. Tom acepta. Apoyan un codo sobre la mesa, sujetándose las manos, y luego intentan forzar la mano del otro contra la mesa. Es una larga lucha, pero normalmente gana Tom.

Farrington se echa a reír, pero creo que realmente se siente apenado.

Me he medido con los dos, consiguiendo ganar (o perder) la mitad de las veces. Puedo ganarles a ambos en lanzamiento y en salto. Pero cuando se trata de boxear o de luchar con la pértiga, normalmente salgo perdiendo. No tengo su «instinto asesino». Además, su machismo nunca ha representado demasiado para mí. Aunque quizá sea porque lo he suprimido por un miedo inconsciente a la competición.

En cambio es importante para Farrington. Si lo es para Tom, nunca lo ha dejado entrever.

De todos modos, fue una gran cosa para mí poder estar con los dos. Sigue siéndolo todavía, aunque el constante contacto engendra, sino el desdén, sí la familiaridad.

Tom Rider ha ido arriba y abajo por el Río a lo largo de cientos de miles de kilómetros, y ha sido muerto tres veces.

En una ocasión resucitó cerca de la desembocadura del Río. Por cerca quiero decir que estaba a tan sólo 20.000 kilómetros de distancia. Aquello era la región ártica. La desembocadura del Río está, como sus fuentes, cerca del Polo Norte. Sin embargo, las dos parecen estar diametralmente opuestas, con las aguas brotando de las montañas en un hemisferio y vaciándose en las montañas en otro hemisferio.

Por lo que he oído, hay un mar en torno al Polo Norte, y está vallado por una montaña circular que haría parecer el monte Everest como una verruga. El mar brota en una abertura en la base de las montañas, zigzaguea por todo el hemisferio, rodea finalmente el Polo Sur, y se adentra en el otro hemisferio. Allí se enrosca como una serpiente del antártico hasta el ártico, en un millar o más de vueltas y revueltas, y finalmente se vacía en las montañas polares del norte. (En realidad, es una sola montaña... como el cono de un volcán).

Si dibujara un esbozo del Río, parecería como la Serpiente Midgard de la mitología nórdica, una serpiente de tamaño planetario que se muerde la cola.

Tom dice que las zonas más cercanas a la boca están pobladas principalmente por hombres prehistóricos de las Eras Glaciares, antiguos siberianos, y esquimales. Junto a ellos hay pequeñas cantidades de habitantes de la moderna Alaska, canadienses del norte, y rusos, creo. Y algunos otros de cualquier tiempo y lugar.

Tom, siendo el aventurero que es, decidió viajar hasta la desembocadura. El y otros seis construyeron algunos kayacs y remaron corriente abajo desde la tierra de bruma. Sorprendentemente, la vegetación crecía entre la niebla y en la oscuridad durante todo el camino hasta la desembocadura. Igualmente, las piedras de cilindros se extendían durante más de un millar de kilómetros en las brumas. La expedición celebró su última comida del cilindro en la última piedra y entonces, cargados con su pescado seco y su pan de bellotas y lo que habían reservado de sus cilindros, siguieron remando, con la cada vez más intensa corriente empujándolos hacia su destino.

Los últimos cien kilómetros los recorrieron en una corriente contra la cual era imposible remar. Ni siquiera podían intentar dirigirse a la orilla; las estrechas paredes del cañón caían a pico directamente sobre el agua. Los viajeros se vieron forzados a comer y dormir sentados en sus kayacs.

Parecía como si aquello fuera el fin para todos ellos, lo fue. Se sumergieron en una enorme cueva cuyo techo paredes estaban tan lejos que la antorcha de Tom no conseguía alcanzarlas. Luego, con un horrible rugir, el Río penetró en un túnel. Allí el techo era tan bajo que la cabeza de Tom golpeó violentamente contra él. Eso es todo lo que recuerda. Indudablemente, el kayac fue despedazado contra el mismo techo.

Tom se despertó al día siguiente en algún lugar cerca de la región del Polo Sur.