El rostro de Jack se inclinaba sobre ella. Incorpóreo, flotaba libremente como un globo. Su rizado pelo rojizo, su amplio y agraciado rostro, sus brillantes ojos azules, su poderosa mandíbula, sus gruesos labios sonrientes...
¡Jack! murmuró, y entonces el rostro se disolvió y transformó en otro, unido a un cuerpo.
El rostro era amplio y agraciado, los pómulos altos, lo ojos negros, el pelo liso y negro también.
¡Piscator!
Te oí gritar. Se inclinó sobre ella y tomó sus manos¿Puedes levantarte?
Creo que si dijo ella temblorosamente. Lo consiguió sin demasiada dificultad gracias a su ayuda. Se dio cuenta de que los truenos y los relámpagos habían cesado. Tampoco llovía, aunque el agua seguía goteando de los aleros. La puerta estaba abierta, mostrando únicamente oscuridad. Las nubes aún no habían desaparecido. No, podía distinguirse ya silueta de una colina emergiendo de pronto. Más allá, el cielo parecía rasgarse y mostraba el telón de fondo de una enorme nebulosa constelada por miles de estrellas gigantes.
Fue consciente también de que estaba desnuda. Bajó los ojos y vio que sus pechos estaban enrojecidos, como si los hubiera expuesto demasiado cerca de un fuego. La rojez fue disipándose lentamente mientras miraba.
Creí que te habías quemado ligeramente dijo Piscator. Tus pechos y tu zona púbica estaban como hinchados y enrojecidos. Pero no había señal alguna de fuego.
El fuego venia del interior, de dentro de mí dijo ella. La goma de los sueños. Él alzó las cejas.
Oh dijo.
Ella se echó a reír.
Él la acompañó hasta su camastro, y ella se tendió con un suspiro de alivio. El ardor dentro de su vagina había disminuido también. Piscator se movió de un lado para otro en la cabaña, cubriéndola con toallas, trayéndole un vaso de agua de lluvia del barril de bambú colocado fuera de la entrada. Jill bebió el agua, sujetando el tazón con una mano, apoyándose en el codo del otro brazo.
Gracias dijo No hubiera debido masticar esa goma. Estaba deprimida, y cuando me siento así me produce extraños efectos. Todo parecía tan real, tan horrible. Nunca he sospechado de su realidad, aunque era algo claramente imposible.
Los de la Segunda Oportunidad utilizan la goma de los sueños en su terapia dijo él, pero siempre bajo supervisión. Parece dar resultados beneficiosos. Pero nosotros sólo la usamos en los estadios iniciales de la educación con algunas personas.
¿Nosotros?
Al Ahl alHagg, los seguidores de lo Real. Lo que vosotros, los occidentales, llamáis sufíes.
Lo suponía.
No es extraño, puesto que ya hablamos de ello. Ella jadeó y dijo:
¿Cuándo?
Esta mañana.
Debe haber sido la goma murmuró ella. He terminado con ella. Nunca más. Se sentó bruscamente en el camastro y dijo:
No le dirás nada a Firebrass de esto, ¿verdad? El ya no sonreía.
En este momento estás sufriendo algunos trastornos psíquicos graves. Ocasionar quemaduras, estigmas, en tu propio cuerpo, únicamente por medios mentales... bien...
No usaré la goma nunca más. No estoy haciendo una promesa vacía, ¿sabes? No soy una adicta. Soy mentalmente estable.
Estás profundamente trastornada dijo él. Sé honesta conmigo, Jill. Puedo llamarte Jill, ¿me lo permites? ¿Has sufrido ataques similares a éste? De ser así, ¿cuántos, y cuán serios han sido? Es decir, ¿cuánto tiempo duraron? ¿Cuánto tiempo necesitaste para recuperarte de ellos?
No he sufrido ningún ataque recientemente, como dices murmuró ella.
Muy bien. No diré nada a nadie. Es decir, si no vuelve a producirse algo así. ¿Serás sincera conmigo y me lo dirás si vuelves a sufrir alguno? No pretenderás poner en peligro la nave sólo porque desees desesperadamente formar parte de su tripulación.
No, nunca haría algo así dijo ella. Pero le costó pronunciar aquellas palabras.
Entonces dejaremos las cosas así, por el momento.
Ella se inclinó hacia adelante de nuevo, apoyándose sobre un codo, ignorando el hecho de que las toallas se deslizaban hacia un lado dejando sus pechos desnudos.
Vamos, Piscator. Sé sincero tú también. Si recibes un rango inferior al mío, como es probable, si Firebrass concede los puestos de acuerdo con la experiencia, ¿no te sentirás agraviado por servir bajo mis órdenes?
En absoluto dijo él, sonriendo.
Ella se echó hacia atrás y volvió a cubrirse con las toallas.
Procedes de una cultura que mantenía a las mujeres en una posición muy inferior. Sus mujeres se hallaban prácticamente al nivel de las bestias de carga. Ellas...
Eso fue en el pasado, el lejano y muerto pasado dijo él. Y nunca fui, ni lo soy, un machista típico, nipón o no. No deberías estereotipar. Al fin y al cabo, eso es lo que más odias, contra lo que has luchado durante toda tu vida, ¿no? El estereotipar.
Tienes razón dijo ella. Pero es un reflejo condicionado.
Creo haberlo dicho ya antes. Pero la repetición es útil en la educación. Deberías aprender a pensar de forma distinta.
¿Y cómo debo hacerlo? El vaciló, luego dijo:
Lo sabrás cuando lo intentes. Y a quién acudir.
Jill se dio cuenta de que Piscator estaba esperando que le pidiera que le aceptara como discípula suya. Pero no pensaba hacer nada de eso. Simplemente, no creía en ninguna religión organizada. Aunque el sufismo no era una religión, sus miembros eran religiosos. No había ningún sufí ateo.
Ella era atea. Pese a haber resucitado, no creía en la existencia de un Creador. Como mínimo, no creía en la existencia de un Creador que estuviera personalmente interesado en ella o en ninguna otra criatura en particular. La gente que creía en un Dios que consideraba a los seres humanos como hijos Suyos ¿por qué siempre tenía que ser él... por qué Dios tenía que tener sexo, y además masculino?, la gente que creía en Él estaba engañada. Aquellos que creían en Dios podían ser inteligentes, pero sus mentes estaban sumidas en la ignorancia. Las ruedas de la parte de su cerebro correspondiente a la religión habían sido puestas en punto muerto, y giraban libres. O el circuito de la religión había sido desconectado del circuito principal de la inteligencia.
Aquella era una mala analogía. La gente utilizaba su inteligencia para justificar el fenómeno no inteligente y basado en las emociones llamado religión. Y a menudo lo hacia de forma brillante. Pero, en lo que a ella se refería, de una forma totalmente inútil.
Ahora será mejor que duermas dijo Piscator. Estupendo. Si me necesitas, llámame sin ningún reparo.
Tú no eres médico dijo ella. ¿Por qué debería...?
Tienes posibilidades. Y aunque a veces actúas estúpidamente, no eres estúpida. Aunque te engañes a ti misma de tanto en tanto, y sigas haciéndolo. Buenas noches.
Buenas noches.
El hizo una rápida inclinación de cabeza y salió, cerrando la puerta a sus espaldas. Ella fue a llamarle, pero se contuvo. Había deseado preguntarle qué estaba haciendo cerca de la cabaña cuando la había oído. Era demasiado tarde. Y no tenía importancia. Sin embargo... ¿qué estaba haciendo por aquí? ¿Había intentado seducirla? Ni pensar en violación, por supuesto. Ella era más fuerte que él, y aunque él probablemente dominaba las artes marciales, ella también. Además, la posición de Piscator como futuro oficial de la aeronave se vería seriamente comprometida si ella lo acusaba de algo así.
No, él no pretendía ni seducirla ni violarla. Además, no daba la impresión de ese tipo de hombre. Por otra parte, por muy encantadoramente que actuaran, ¿no buscaban en el fondo todos lo mismo? Pero no, había algo en él... odiaba utilizar la palabra imprecisa y completamente acientífica de vibraciones, pero era la más adecuada. No radiaba esa longitud de ondas calificada como «malas vibraciones».
Fue entonces cuando se dio cuenta de que él no le había pedido que le describiera su experiencia. Si se había sentido curioso, había sabido dominarse. Quizá había creído que era a ella a quien correspondía decidir si quería compartir los detalles con él. Era un hombre muy sensitivo, muy perceptivo.
¿Qué significaba aquel horrible ataque de Jack? ¿Que ella tenía miedo de él, de los hombres en general? ¿O del sexo masculino? ¿O del propio sexo cuando se presentaba
en forma masculina? No podía creerlo. Pero la ¿ilusión? ¿alucinación? ¿visitación? había revelado ciertos sentimientos de odio y destrucción. No sólo hacia los hombres en general y hacia Jack en particular. Lo había incendiado a él, pero al mismo tiempo se había incendiado y violado a sí misma... en un cierto modo. Lo cual no tenía sentido. Seguro que ella no deseaba subconscientemente ser violada. Sólo una mujer mentalmente enferma desearía eso.
¿Se odiaba a si misma? La respuesta era: sí, a veces. ¿Pero quién no?
Un rato más tarde, se hundió en un inquieto sueño. En un determinado momento, soñó con Cyrano de Bergerac. Estaban luchando con espadas. La girante punta del arma de él la deslumbraba, y entonces la espada de ella saltó de su mano, y él hundió profundamente su arma en el ombligo de ella. Bajó la mirada sorprendida, mientras el arma penetraba y luego era retirada, pero de su ombligo no brotó ni una gota de sangre. En vez de ello, se hinchó y se hinchó, y al cabo de un tiempo el tumor expulsó un pequeño puñal.