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Chapter 312 - Día 299

Después de un desayuno que consistió en platos de marisco, estábamos listos para la con- quista de la mazmorra.

Localizada en la ciudad laberinto [Dur Gah Varia], estaba la mazmorra de la [Era de los

Dioses] hecha por el [Dios de las Algas], [Fosa de la Sacerdotisa de las Algas].

En el centro de un cruce de varios canales marinos, había lo que se denomina un agujero azul, la entrada a la mazmorra..

Debido a la presión de agua, la conquista de las profundidades y los arrecifes es muy di- fícil, pero los monstruos no son agresivos y no atacan a menos que los incites a hacerlo. Incluso los hijos de los tritones se sumergen en el arrecife sin peligro alguno. Así, en la mazmorra se pueden encontrar conquistadores armados y locales desarmados visitando el lugar para conseguir algas, que son los productos autóctonos más codiciados entre los turistas.

Además, no hay necesidad de adentrarse en el peligroso mar, gracias al desarrollo de la infraestructura de la ciudad, uno puede conseguir las algas de los marineros sin correr peligro desde tierra firme.

Se puede decir que los marineros están bajo la protección de una gran bendición, la cual alimentan con su [Fe] transformada en un terrible mecanismo de defensa que, por alguna desconocida razón, funciona. De hecho, eso es todo con lo que cuentan, la bendición de un [Semidiós] que se convirtió en un [Dios] en algún momento. Impresionante pero cierto.

Pero nuestro objetivo actual no consistía en conquistar la [Fosa de la Sacerdotisa de las Algas]. A ver, claro que la voy a conquistar, pero creo que es mejor que lo haga solo. Por eso, hoy nos acercamos al puerto.

Había un gran número de embarcaciones atracadas en el puerto, desde pequeños botes hasta grandes galeones de diferentes formas y materiales. Seres de diversas razas y espe- cies descargaban de ellos una amplia variedad de productos marinos. Parecía un bazar interminable.

La gente iba y venía por el puerto sin parar. A lo lejos, el pacífico océano que no podía pa- rar de contemplar parecía no terminar nunca. Y pensar que un mundo impensable estaba escondido al otro lado de ese gran azul. Tan solo pensarlo me excitaba.

A cierta distancia de ese puerto, un barco echó anclas. En la proa, resaltaba el tallado de una hermosa mujer sentada sobre un dragón de mar y armada con una lanza. La estruc- tura de la popa parecía más la de un barco de pasajeros. Con más de cien metros de largo, un ancho de doscientos metros y una altura de más de ciento cincuenta metros. Como una pequeña montaña en el mar, su tamaño era temible.

Ese barco era el objetivo de hoy, la mazmorra de la [Era de los Dioses] del [Dios de los

Barcos], [Embarcación Ambrasm Pontus].

A pesar de que el interior del barco es una mazmorra, tiene la capacidad de viajar por el océano. Esta mazmorra viaja por el mundo apareciendo en diferentes partes, lo que la hace diferente las mazmorras naturales y las subterráneas. Es una nueva clase de mazmo- rra para mí, una mazmorra itinerante.

Hay otras mazmorras de esa clase, por lo que sé, hay una en ubicada en una isla que flota en el cielo y una en la espalda de una de una enorme tortuga en el fondo del océano.

Tuvimos suerte, pues [Embarcación Ambrasm Pontus] ancló temporalmente aquí en [Dur

Gha Varia], y debido a nuestros futuros planes, nos iba a venir bien conquistarla.

Solo había tres modos de retar esta mazmorra:

1. Por el cielo.

2. Entrando por debajo del agua.

3. Nadando hasta el barco y trepando por el ancla.

Esta vez optamos por el tercer modo, por lo que nos montamos en un bote para acercar- nos a ella.

En el camino, atrapé de entre las rocas un inusual pez plateado. Inmediatamente lo rebané con mi mano de plata y todos disfrutamos de sashimi fresco. Hasta lo probamos con una salsa roja de condimento que vendían en el mercado del puerto.

Lentamente, disfrutando del sabor, llegamos hasta el barco. Envié a Vengador y sus com- pañeros a escalar el ancla. Me pregunto qué nos deparará ahora la mazmorra.