El corto pero beneficioso fin de semana de vacaciones terminó. Temprano en la mañana montamos en un vagón del [Milpiés Esqueleto] y fuimos en dirección a la ciudad laberin- to Aquarium.
Arribamos a la ciudad laberinto Aquarium a salvo, completando el viaje sin ningún in- cidente. De inmediato fuimos a las [Cataratas Fúnebres Hirvientes], donde está localiza- do el recién creado cuarto secreto [Puertas Fúnebres]. Conecté ese cuarto a su locación hermana en la mazmorra de la ciudad laberinto [The Gambling] que está localizada en la frontera entre el Imperio Demoníaco de Atarakua y el Reino de las Bestias, la [Casa de Apuestas Fúnebre].
En este momento, en el grupo estábamos Kanami-chan, Vengador, Pelirroja, Opushii, Auro, Argento y yo.
Entre mis hijos, Oniwaka se ausentó, yéndose con Minokichi-kun a conquistar una maz- morra de la [Era de los Dioses] aunque Oniwaka es débil, ya que está bajo la protección de Minokichi-kun y su principal preocupación es la propia defensa, casi no participa en las peleas.
Y Nicola fue la única entre mis hijos que se quedó con su madre en la base del [Gran Bos- que Kuuderun], ya que es relativamente pequeña a causa de su lento crecimiento.
En el futuro, planeo recorrer el mundo con Herrera-san y las hermanas, quienes siempre están en la base del Gran Bosque.
Hoy, pasé algún tiempo aquí, con el fin de satisfacer la curiosidad de Pelirroja, quien vio por primera vez el casino. Estaba bastante impresionada de saber de la existencia de un sitio así. Apenas consiguió unas fichas, fue a reventar las máquinas de juego.
Eso despertó el interés de Auro, quien jalaba de Argento por todos lados. Esa escena me ocasionó un repentino golpe de emociones.
Además, a mi lado, Kanami-chan llevaba a Opushii, quien ha madurado lo suficiente para caminar sola. Ella dormía mientras Pelirroja jugaba en el casino, y yo solo podía verlas encantado...
Mientras me sentía feliz por esa dulce compañía, entró repentinamente en el casino el repartidor demoníaco tramposo y me llamó. Era el mismo demonio repartidor con el que jugué al blackjack en el [Gems Lucked] para conseguir fondos para la guerra la última vez que estuve aquí. Todos alrededor de él parecían disfrutar del juego alegremente y hablaban con él encantados.
Estábamos en el 5to piso... No entendía por qué había aparecido repentinamente allí después de haber sido despedido. Pensé que todo había quedado claro cuando perdió contra mí. Y ahora estaba aquí, llamándome.
Parecía haber sufrido bastante, llevaba pesadas ojeras. Quizá habría venido a disipar el estrés acumulado. O al menos eso creí.
De todas formas, llegué a la conclusión de que ahora me interesaba para la nueva [Casa de Apuestas Funeraria] y, después de unas cuantas preguntas y respuestas, fui capaz de contratarlo satisfactoriamente.
Habiendo resuelto nuestras diferencias, le di los pendientes, una pequeña charla acerca de obedecer órdenes y lo envié a la base en el Gran Bosque.
La expansión avanza sin problemas, cada día se hacen grandes ajustes, resultando en un aumento de los niveles. Es por eso que necesito un repartidor tan talentoso como él.
Después de la inesperada reunión, ya a la hora de cenar, Pelirroja y compañía habían ju- gado lo suficiente aparentemente, por lo que dejamos [The Gambling] y nos dirigimos a nuestro verdadero destino: el Reino de las Bestias.
El Imperio Demoníaco de Atarakura aún rebosaba de mazmorras de la [Era de los Dio- ses], pero todas ellasestaban bajo la única supervisión del [Escuadrón Secreto Índigo], así que me pareció mejor salir de la demarcación del Imperio.
Así, nos dirigimos al Reino de las Bestias dentro del [Milpiés Esqueleto], en dirección a la frontera entre los países. Al otro lado de la frontera, como era de esperar, había tanto una barrera como una bien marcada línea de seguridad, custodiada por una unidad militar que cuidaba la aduana.
Viéndolo de lejos, estaba claro que para pasar por la aduana los viajeros y mercantes de- bían presentar un pasaporte, junto con los documentos relacionados con su destino, ade- más de pagar obviamente un peaje.
Desafortunadamente, nosotros no teníamos esos documentos. Se me ocurrió que quizás, pagando un poco más, podríamos pasar, pero no estaba seguro de que fuese a funcionar.
Ya que no había otra, tendríamos que despistarlos. Fuimos a los bosques cercanos, usé [Invocación Superior: Dragón] para crear [Dragones Tormenta]. Deseé que viniese Tat- sushirou, pero él ya estaba en el punto de mira, así que le hice regresar al Reino.
Además, esta vez elegí una clase de dragón superior en su habilidad de vuelo. La razón de ello fue que decidí que debíamos cruzar volando a alta velocidad ya que, a esa altitud y aceleración, no seríamos detectados por los guardias fronterizos. Y solo hay una clase de dragón superior a Tatsushirou en cuanto a velocidad, habilidad de vuelo y aceleración.
Cruzamos la frontera con dos [Dragones Tormenta] sin que los guardias se dieran cuenta, tomamos caminos separados y entramos de manera segura al Reino de las Bestias, disfru- tando del corto paseo por los aires.
Gracias a eso, fuimos capaces de ver en qué parte del territorio del Reino de las Bestias se localizaba una mazmorra de la [Era de los Dioses]. Hallamos una de clase [Divina], las [Grandes Estepas Amaratia].
Las [Grandes Estepas Amaratia] fueron creadas por el [Dios de las Estepas], que era muy adorado en esta área debido al gran número de hombres bestia que habitaban en ella. Esto influía en la mazmorra formada naturalmente, la cual era una vasta estepa, haciéndola una estructura bastante simple.
Bueno, realmente no sé hasta qué punto era simple, pero la distancia entre la [Zona Fron- teriza] y su delimitación en sí era increíblemente amplia.
Viéndolo desde el aire, el espacio se veía algo distorsionado. Se decía que para llegar a la mazmorra debías pasar unos cuantos días en el camino. De todas maneras no me impor- taba si era cierto o no.
Pensando en la conquista, miré al interior y noté que un hombre bestia acababa de entrar en las [Grandes Estepas Amaratia]. Mirándolo fijamente, resultó que era un hombre bestia con la cabeza de un león, y estaba muy ocupado peleando.
Llevaba su espléndida y dorada melena suelta, y el sol brillaba sobre su musculoso cuerpo de tres metros. Su presencia irradiaba una terrible presión.
Del equipamiento que usaba, sus enormes pantalones de piel estaban reforzados con in- crustaciones de metal mágico y cubría sus manos con gruesos guanteletes rojos y negros que emitían una tenue luz. Parecía tener equipo mágico de la más alta calidad. También llevaba una bolsa del color de su melena alrededor de su cintura. No vestía nada de la cintura para arriba.
Bueno, considerando que estaba cubierto de pelo, difícilmente se podía decir que iba des- nudo, pero de hecho era un hombre bestia medio desnudo que peleaba sin armas, ni si- quiera una lanza o una espada.
Aparte de los guanteletes, no llevaba excesivo equipamiento, lo que evidenciaba su prefe- rencia por la facilidad de movimiento y su aparente especialización en el cuerpo a cuerpo. Esa fue mi conclusión al observarlo.
Este notorio hombre león dejó de atacar enemigos, dándoles espacio a sus compañeros y miró al cielo. Nos miró directamente a nosotros, en lo alto del cielo. Nuestras miradas se encontraron. Era obvio que podía vernos. Su cara formó una sonrisa, y sus ojos de color oro decían que me veía como una presa. Aturdido por tal espíritu de pelea, desperté mis instintos.
Propio del rey de las bestias, sus ojos parecían decir Te cazaré. La verdadera identidad de ese hombre-león era el [Rey de las Bestias]: Lionel. Un representante de la raza más fuerte entre los hombres bestia, [Rey Dorado de las Bestias Glorioso Rey León (Subespecie)], que comandaba las fuerzas del Reino de las Bestias.
Su sobrecogedora fuerza podía derrotar a cualquier ejército, convirtiéndolo en uno de los líderes más temibles de este mundo.
Sus camaradas eran los [Generales Caninos], diez hombres bestia de fuerza y rango equi- valentes a los Seis Generales Jefe del Imperio Demoníaco de Atarakura, con las habilida- des de las bestias y unos cuerpos muy resistentes.
Nuestro encuentro con los [Generales Caninos] y el [Rey de las Bestias] duró solo un instante. Él nos siguió una distancia considerable, y eso nos hizo entender que contra este enemigo se aplicaba la supervivencia del más apto: matar o morir.
Sin ninguna palabra, nos quedó claro que este era un lugar donde el fuerte devora al débil. Esa sería nuestra relación con Lionel. En otras palabras, éramos su presa.
Aah... Solo puedo decir que espero con ansias el momento en el que pueda comerme al
[Rey de las Bestias].