Había una distancia considerable entre la ciudad laberinto [Rosa Gloriosa] y la ciudad laberinto [The Gambling]. Además, había un montón de lugares intransitables para los vagones ordinarios, de modo que recurrir a desvíos podía tomar semanas.
Por suerte, dado que nuestro [Ciempiés Esqueleto] no es obstaculizado por el terreno, pudo moverse a una velocidad increíble, incluso sin seguir las carreteras existentes. Por lo tanto, incluso si alguien nos hubiera perseguido, seguro que habríamos podido supe- rarlos fácilmente.
Y es que tenía la sensación de que estábamos siendo observados desde el momento en que salimos de [Rosa Gloriosa]. Pero no pude detectar a nadie a pesar de mis mejores es- fuerzos. Probablemente sería obra de alguien que, como Kugime-chan, poseía una raza o unas habilidades de alto nivel que se especializaban en la vigilancia. Por muy enorme que fuera mi radio de detección, sin duda perdía ante expertos como ellos. Como tal, no pude encontrar quién nos estaba mirando.
Podría, por supuesto, enviar mis clones en un intento de encontrar al culpable, pero si cometía un error no podría hacerme el tonto, además de ese modo revelaría una de mis habilidades. Después de todo, los clones solo son eficaces porque nadie sabe sobre ellos. Si estuvieran expuestos, me resultaría mucho más difícil reunir información.
Dado que no había forma de detectar a nuestros perseguidores, decidí dejar de pensar demasiado en ello y concentrarme en aumentar nuestra velocidad. Si nos estaban vigi- lando, debíamos movernos a una velocidad a la que no pudieran mantenernos el ritmo. Era una conclusión simple.
El [Ciempiés Esqueleto] cruzaba caminos con árboles caídos sin problemas. Seguiría moviéndose por la ruta más directa a su máxima velocidad. Andaba tranquilamente a través de extensos bosques, sobrevolaba extensas estepas, escalaba montañas rocosas, literalmente saltaba de un acantilado empinado a otro; cabalgaba como el viento por caminos que solo nosotros podíamos transitar.
En el camino, vimos unos bandidos atracando un vagón. Ayudamos a los asaltados usando ataques a distancia, enterrando a los villanos en el polvo. También vimos a va- rios monstruos desconocidos para nosotros, los cuales rápidamente cacé. Y hubo algu- nas situaciones más sin importancia.
Cuando las estrellas aparecieron en el cielo, habíamos viajado una buena distancia y el [Ciempiés Esqueleto] seguía avanzando. Perdimos de vista a nuestros vigilantes por la tarde, aunque seguramente seguían a nuestras espaldas.
Continuando así, mañana podríamos viajar sin miedo. Pensando, me quedé dormido en el ciempiés esqueleto. Él no necesitaba descansar.