Debido al entrenamiento de ayer, Kugime-chan acabó muerta de cansancio y parecía un zombi. Pero al final progresó de forma espléndida. Pedí a Minokichi-kun que le atacara con su hacha de batalla. No solo reaccionó mucho más rápido que antes, también consi- guió evitar todos los ataques y salir ilesa. Cabreado, Minokichi-kun empezó a atacar en serio. Pero ella leía sus intenciones completamente, así que no consiguió impactar un solo golpe. Claro está que si Minokichi-kun hubiera luchado con todas sus habilidades y con intención de matar, el resultado habría sido bastante diferente.
Pero como resultado del entrenamiento infernal de ayer, Kugime-chan, quien ahora te- nía una sonrisa en su rostro, había reforzado sus defensas significativamente. Como su nivel ofensivo no mejoró, a menos que le pida que ataque, podrá defenderse a sí misma en la mazmorra.
Aún se siente insegura, pero si todavía tiene dudas sobre si participar o no en la con- quista de la mazmorra, será un problema. Sin embargo, cuando le preguntamos, pareció dar un giro de 180 grados y se mantuvo bastante decidida. Me sentí muy aliviado de que hubiera cambiado de mentalidad. Era una buena señal.
Por favor, no quiero entrenar más con ustedes dos rogó fervientemente. Minokichi-kun, que estaba cerca, se rió con el comentario. Como sea, es un inconveniente menos.
Ahora que se resolvió el problema de Kugime, pasemos al siguiente.
Tiene que ver con Irofu-chan. Al igual que en Kugime, ya me di por vencido persuadién- dola de manera sutil y decidí usar la fuerza en su lugar. Hoy iba a enfrentarme a ella en los campos de entrenamiento. Pero Irofu-chan no se encontraba en su estado habitual. Mientras me miraba con una expresión vulgar, babeaba, tenía una mirada llena de deseo, y sus ojos reflejaban la locura.
Es algo bueno, ya que ella irradiaba locura por el poder de [Protección Divina del Dios de la Corrosión], que manifiesta de forma física. Convertía la nieve alrededor de ella en algún tipo de sustancia extraña de color púrpura.
Algún tipo de líquido púrpura en descomposición goteaba de la punta de la lanza que tenía en la mano derecha hasta el suelo, y liberaba algún tipo de gas púrpura negruzco en el momento que tocaba la nieve. El gas se movía como si tuviera voluntad propia, formando una ilusión del [Dios de la Corrosión] detrás de Irofu-chan, con un libro en una mano y un cepillo en la otra.
La razón por la que estaba en este estado anormal se debía a que, con el fin de motivar a Irofu-chan, aposté que si ganaba iba a hacer cualquier cosa que ella me dijera. Por supues- to, siempre y cuando esté dentro de mis capacidades.
Para persuadir rápidamente a la perezosa y no comprometida Irofu-chan, tuve que usar esto como cebo. Francamente, me parecía un poco impaciente. Esta era la primera vez que la veía así, y parece ser considerablemente peligrosa. Podía sentir el peligro simple- mente estando frente a ella.
Lo que era aún peor era la aparición del [Dios de la Corrosión] detrás de ella. No sé si te- nía voluntad propia, pero lo que sí sé es que había empezado a dispersar el gas púrpura negruzco, y cualquier cosa que tocaba dicho gas se pudría sin excepción alguna. Incluso la nieve y el suelo en sí comenzaron a corroerse. Era fácil imaginar organismos vivientes pudriéndose vivos por tocar el gas.
Tomando en consideración solo las capacidades de combate, yo era superior. Sin embar- go, en ese momento estaba abrumado mentalmente. Empecé a lamentar luchar contra ella, y solo pensar en lo que podía llegar a desear si ganaba era un tormento.
Al final gané yo. Pero la batalla estuvo igualada. Aun superándola en combate, su persis- tencia fue abrumadora. Incluso después de romperle los brazos y las piernas, comenzó a arrastrarse hacia mí como una oruga. Incluso yo me asusté ante esa visión.
Incluso traté de generarle una conmoción cerebral, pero aun así no dejó de pelear. Era como un zombi.
Al final, no resulté herido, pero el shock mental que recibí fue tan devastador que muy bien podría terminar traumatizado. El día de hoy juré no volver a apostar con Irofu-chan nunca más.
A pesar de que hubo algunos giros inesperados en el proceso, al final conseguí conven- cer a las 2 chicas demonios. Puede que haya recurrido a la fuerza, pero ha funcionado.
Por lo tanto, en pocos días, después de tratar con algunos problemas de menor impor- tancia, dejaremos la capital.
Así que vamos a empezar inmediatamente los preparativos para nuestra partida.