En el piso 41 me encontré con un mundo de agua dulce bajo mis pies. En pocas palabras, todo lo que había bajo de mí era un lago transparente.
Había varios lotos gigantes completamente estables que parecían ser puntos de apoyo. Me figuré que habría que ir de un loto a otro en este piso. El agua estaba calmada y no había ni una pizca de viento.
Las escaleras por donde bajé del piso superior terminaban en la hoja de loto más grande de todas. Yo diría que tenía unos 50 metros de diámetro. No se hundiría ni con docenas de personas de pie en ella. Enfrente, había un camino de hojas de diferentes tamaños, con diámetros desde varios metros hasta varias decenas de metros.
En un punto el camino se dividía a izquierda y derecha, examiné la posibilidad de volar en línea recta, pero tampoco pude alzar el vuelo en este piso. Las bifurcaciones se fueron multiplicando gradualmente a medida que avanzaba, por lo se me hizo un poco comple- jo. Pese a que los caminos no tenían paredes, eran como los corredores de un laberinto.
Eso sí, ya que casi no había obstrucciones, la vista era favorable. Era capaz de predecir una ruta aproximada trazando un mapa de la zona. Los monstruos estaban todos en la parte superior de una hoja de loto, así que por muy duros que fueran no podían em- boscarme. Fui avanzando por el piso mientras mataba monstruos y recogía cosas. Salí ganando en todos los sentidos.
Aun así, el laberinto era enorme. Tenía rutas complicadas, y aunque podía ver dónde quería ir, a veces no podía llegar hasta allí. Aunque viera un cofre, no siempre podía alcanzarlo. Si hubiera tenido más tiempo tal vez habría sido capaz de llegar a ellos, pero ya había tardado demasiado en los otros pisos.
El mayor reto en esta planta era que una vez caías de los pétalos al lago, de algún modo volvías de inmediato a la primera flor de loto cerca de las escaleras. Al igual que el piso anterior donde había un bucle en el techo y el suelo, deduje que esta planta te regresaba al principio en el momento en que caías al agua.
Había monstruos que me empujaban al agua sin piedad, y hojas que se hundían tem- poralmente una vez abres su cofre del tesoro. Por ello, tuve que volver al inicio varias veces. Si soy honesto, empecé a acumular mucho estrés.
Avanzando con cautela mientras recogía los cofres y los cadáveres de los monstruos que me parecían más fuertes, llegué a la parte más profunda del piso 45 por la noche. Había una hoja de loto tan grande como la de las escaleras del principio.
El camino de pétalos de loto en el que viajaba desapareció tan pronto como entré en esa hoja, dejando pequeñas ondulaciones en el agua que luego desaparecieron. Al mismo tiempo, se mostró el jefe del piso 45. Dos mujeres hermosas eran lo único que quedaba en pie en la gran superficie del lago. Su nombre era Géminis Corintas Religiosas.
Su largo cabello azul brillante les llegaba hasta la cintura, reflejando la luz. Me mira- ban con sus ojos azules que llevaban a su presa a la locura tengo que mencionar que no sucedió en mí. Sus intenciones asesinas quedaban ocultas por sus bellos rostros de muñeca. Llevaban hermosos vestidos de noche de color rojo mercurio, decorados con una gema en forma de calavera, incrustada en medio de una flor de loto. Sus guantes de vestir de color rojo les cubrían hasta la mitad de sus brazos, y sus velos eran casi transparentes.
Medían aproximadamente 160 centímetros de alto, y eran de construcción esbelta y de- licada. Sus finas curvas femeninas y su comportamiento indiferente despedían un fuerte atractivo sexual. Puede que tuvieran una magia de [Encanto] natural innata, como las dríadas.
Aparentaban ser frágiles, parecía que podías lastimarlas con solo mirarlas. Las gemelas eran de la raza [Ninfa de Río], un hada de agua con dos personalidades. Las ninfas viven cerca de grandes cúmulos de agua como los lagos y, en esencia, son una raza tranquila. Aun así, en todo hay excepciones, y Géminis era una de ellas, pues adoraba atormentar a otros. Era un monstruo peligroso que mataría a cualquier tonto que se dejara llevar por su cara bonita y su [Encanto].
Sus guantes parecían estar teñidos de la sangre de los animales que mataban. Tenían un desdén muy profundo, hipnotizaban a cualquier persona que intentaba ligar con ellas y hacían hervir cualquier líquido que entrase en contacto con sus cuerpos. Con su magia, podían llegar a calentar hasta 500°C.
Así que quien se quedaba embelesado por su belleza, solía terminar muerto en el mo- mento en que las tocaba, ya su sangre empezaba a hervir con el simple contacto.
Por cierto, si decapitaba a una de ellas mientras que la otra estaba todavía con vida, la primera reviviría de inmediato. Era necesario matarlas al mismo tiempo para terminar con Géminis. Además, al ser hadas de agua, podían absorber magia del agua que había cerca y restaurar algo su salud.
Al estar rodeado de agua, lo cual se convertiría en un arma para ellas, su campo de ba- talla era un lugar perfecto.
Jefe de mazmorra [Géminis Corintas Religiosas] eliminado con éxito
Yatendouji puede desde ahora progresar hasta el siguiente piso sin batallar de nuevo contra [Géminis Corintas Religiosas].
Yatendouji ha sido recompensado con el cofre del tesoro [Dama
Religiosa Corinta] como bonus por derrotarlo por primera vez.
Yatendouji ha recibido la habilidad especial adicional [Torrente de Agua Caliente] como bonus por el logro [Victoria En Solitario].
Un tsunami de agua caliente se acercó por todos los lados a la hoja de loto donde se ha- llaba Géminis. Las gemelas cooperaron y manipularon el agua, creando varias cabezas de dragones. Hicieron flotar a varios cientos de ellas en el aire, y apuntaron hacia el agua. La hoja de loto se incendió después de entrar en contacto con su furia implacable, tiñendo el lago de rojo.
Tenían una variedad bastante amplia de ataques, y era difícil defenderse de ellos debi- do al agua. La posibilidad de recibir daño por una salpicadura de agua hirviendo aun evitando un golpe directo era alta. Casi no tenía sentido defenderse o contraatacar. La abundancia de agua convertía aquello en una situación crítica.
Lo peor fue cuando una de ellas se paró frente a mí y la otra detrás. Tuve que luchar intentando matarlas a ambas al mismo tiempo. Géminis giraba de forma inteligente, dando vueltas por la superficie del lago mientras me atacaban a distancia. Honestamen- te, llegaron a hartarme.
Al final, usé una de las habilidades de mi lanza carmesí combinada con mi puntería. La hechicé con un potenciador de artillería que aumentó el daño, y las maté a las dos a la vez perforando sus corazones.
Tomé el cofre del tesoro y los cuerpos, y bajé por las escaleras que aparecieron en el centro de la hoja de loto. El suelo 46 era una mezcla de todos los pisos anteriores en un espacio ilusorio.