Fue el segundo día de las rebajas inaugurales. Parece que los visitantes que llegaron en el día de apertura de la tienda corrieron la voz aún más, ya que tuvimos un buen número de clientes esta mañana. Sin embargo, la clase social de los visitantes parecía inclinarse hacia un lado. Para ser más específico, si bien no eran los típicos comerciantes adinera- dos más ricos que un noble pobre, había mucha gente con posiciones bastante altas en el capital real, como aristocráticos con insignias militares y funcionarios de la ciudad.
Aunque hubo nobles que visitaron la tienda acompañados de varios criados, también hubo quien mandó a sus empleados, como mayordomos y criadas, para comprar cosas y observar la tienda. Aunque la proporción de estos dos tipos fue más o menos del cin- cuenta por ciento, pero personalmente, estoy más agradecido por el primero.
Cuando los segundos llegaban por ejecutar el recado de sus amos, con frecuencia com- praban objetos para su propio uso también. Los sirvientes tienen un sueldo muy alto para ser plebeyos, y hay una serie de cosas que son capaces de elegir y comprar ellos mismos.
Sin embargo, en el caso de los primeros, los asistentes se convertían en portadores de equipaje mientras los nobles compraban caprichosamente gran cantidad de artículos. O eso, o los artículos que compraban eran demasiado caros para los ingresos de un plebe- yo. Me hace gracia cuando se producen situaciones como esta.
Contrariamente a mis expectativas previas a la apertura de la tienda, estoy muy satisfe- cho de que los productos caros se venden mejor de lo que esperaba.
Por cierto, creo que Principesa y la Primera Reina son la causa del crecimiento en el negocio. Es eso o puede que haya sido por la información que los sirvientes de la Pri- mera Reina se llevaron consigo. No puedo negar la posibilidad de que se haya difundido a través de una red de información, lo que probablemente será la red de los creyentes ocultos de la [Religión de los Cinco Grandes Dioses].
Al observar a nuestros clientes, no todos los nobles y sus sirvientes lo eran, pero sí que fui capaz de identificar que unos cuantos llevaban accesorios con patrones bordados indicando que creían en la [Religión de los Cinco Grandes Dioses].
Además, dado que ya me he acostumbrado a recibir clientes, creo que puedo darme cuenta de cuando alguien me mira por detrás sin decir nada.
Bueno, dicho esto, puesto que es bastante probable que no andemos escasos de clientes en un futuro próximo, el peso que notaba en mi espalda ha aligerado un poco. La tienda tan solo acaba de abrir, pero no me habría hecho ni pizca de gracia si no hubiéramos tenido clientela.
Sin embargo, aunque ese no sea el caso, todavía no estoy tranquilo del todo. Entiendo que la mayoría de los clientes han venido por curiosidad, lo que es inútil si dejan de venir. Por ese motivo, no creo que vuelvan si no continuamos mejorando a diario los productos y servicios que las otras tiendas no ofrecen.
También, dado que la tecnología comunicativa está aún muy subdesarrollada en este mundo, el boca-oreja es muy importante para dar publicidad. Es difícil hacer un lavado de imagen una vez se ha difundido un falso rumor sobre ti, por eso tenemos que esfor- zarnos en crear una buena primera impresión.
Yo siempre recibo a los clientes con la más básica de las técnicas: una sonrisa. Sin em- bargo, hay un pequeño problema con eso. Aunque el resto de los miembros de mi grupo no tienen nada en contra, mi sonrisa pareció impactar un poco a los clientes que vinie- ron ayer por primera vez, hasta el punto de hacerles perder el equilibrio. Obviamente, esto excluye la gente que ya me conocía previamente, como Principesa, nuestra gloriosa primera clienta. Según esta gente que digo, parece que pensaron instintivamente que les iba a comer. Yo solo intentaba ser amable... Su reacción me ha herido los sentimientos.
Dejando eso a un lado, se trata de un problema que debo solucionar. Fui a hablar con Kanami- chan para que me diera consejo sobre cómo causar una buena impresión, pero ya que ella es la única persona que se ha acostumbrado completamente a estar junto a mí, no hubo manera de encontrar un remedio. Solo estuvimos de acuerdo en que debía ser más considerado y probar varias cosas para mejorar.
La solución más rápida que encontré fue usar mi habilidad para infligir estados negati- vos al tratar con clientes, [Vulnerabilidad a la Intimidación1]. Su efecto es hacerme débil ante los ataques intimidantes que recibo de un enemigo. En otras palabras, me hace más asustadizo.
La habilidad me pareció inútil a primera vista, pero cuando la probé, descubrí que uno de sus efectos secundarios era debilitar el aura intimidante que desprendo inherente- mente. Cuando me di cuenta de ello, probé la habilidad y examiné el área a mi alrededor. El miedo que nuestros clientes tenían debido a mi intimidación se desvaneció, y la pro- babilidad de que alguno de ellos se asustara también bajó notablemente.
En mi caso, [Vulnerabilidad a la Intimidación] se ha convertido en una habilidad efecti- va para tratar con clientes. Sinceramente, no sé de qué más podría servirme. Con esto, su ansiedad desapareció por el momento, y continuamos trabajando.
Un viejo mayordomo vino a hacer un recado para un noble, y yo llamé su atención por vender los artículos de calidad que él quería a un precio inferior de lo que esperaba. Aparte de las muchas demandas específicas que hizo, cuando llegó la hora de soltar el dinero, el cuarto hijo de un noble dijo Te pagaré cuando tenga más autoridad, de mo-
1 La tradujimos como [Intimidación Débil] pero, vista su utilidad, es mejor así.
mento me lo llevo fiado. Luego lo llevé a la trastienda y le eduqué sobre las normas de
la sociedad.
Con otro grupo de hijas de nobles, ya que iban vestidas con ropas y accesorios bonitos, usamos la palabrería para convencerlas de comprar los vestidos que Kanami-chan había diseñado con el resto de los sastres.
Como esperaba, tampoco tardamos en recibir los típicos clientes problemáticos, pero
fuimos capaces de lidiar con la mayoría de ellos pacíficamente.
Sin embargo, todavía había una persona molesta. El que requirió más atención hoy fue un noble con una sonrisa gentil, un cuerpo muy atlético y un cuidado bigote retorcido característicos. Ostentaba el título de Marqués, y era una de las pocas personas influ- yentes que estuvo de parte de Principesa y no apoyó a la [Facción Nobiliaria] durante el golpe de estado.
En este momento, la influencia que él tiene ha aumentado gracias a sus logros, y seguro que va a convertirse en alguien bastante importante para Principesa en un futuro. Me referiré a él como Marqués de ahora en adelante, ya que su nombre real es demasiado largo.
Ya había coincidido con el Marqués varias veces cuando estuve cumpliendo las solicitu- des de la princesa, suele ir siempre con tres jóvenes lacayos.
Sus lacayos eran dos [Caballeros] y una [Asistente]. A pesar de que ninguno de los tres tendría más de 20 años, puesto que el Marqués los había entrenado y educado desde la infancia, tenían un nivel bastante alto para su edad.
Equipados con armaduras de acero y espadas largas, los dos jóvenes caballeros se limi- taban a esperar en silencio detrás de él con una dura expresión en sus rostros. Ambos tenían una buena constitución y sus cuerpos musculosos parecían estar bien entrena- dos. Su capacidad de lucha estaría ligeramente por debajo de la de Oxidado. Para ser soldados privados, eran excelentes.
Delante de los dos caballeros estaba la asistente, a un lado del Marqués, con la mirada atenta y una apariencia tan tenaz que se hacía difícil mirarla a la cara. Tenía el aspecto de una mujer con quien era difícil relacionarse, pese a hacer bien su trabajo. Aunque ella lo escondía lo mejor que sabía, su cuerpo se movía de forma extraña, por lo que imaginé que tendría varios dispositivos peligrosos ocultos en su ropa. Probablemente perdería si luchaba contra los otros dos jóvenes, pero podría llegar a vencerlos usando tácticas ile- gítimas. No tengo ninguna prueba concreta de esto pero es lo que me dice mi intuición.
De todos modos, los guardas del Marqués tienen pinta de ser fuertes. Asesinarlos con éxito debería de ser más difícil de lo común.
El Marqués, junto con sus excelentes lacayos, preguntó sobre el origen de los artículos de lujo que estaban en exhibición en la pared. Estos eran una parte de los objetos má- gicos que había recogido del antiguo Ministro. Después de eso, se puso a mirar la ropa hecha una a una por los duendes.
Le agradezco que comprase generosamente todo lo que le gustaba, sin tener en cuenta su precio. Como resultado, el equipaje que los caballeros tenían que llevar siguió au- mentando a medida que pasaba el tiempo.
Al rato, habían acumulado tantas cosas que no podían ver delante de sí mismos, pero llevaron el equipaje a pesar de eso. Para dar una idea de todo lo que compró, incluso los dos caballeros comenzaron a temblar ligeramente, debido al peso creciente en sus brazos. Puedo decir que el Marqués es un cliente espléndido.
La asistente no paró de suspirar en todo el rato, pero yo fingí no notarlo intencional- mente. Ya que ella es la encargada de gestionar el dinero del Marqués, seguro que sus preocupaciones nunca cesarán.
Por cierto, cuando vi que no podían llevar más cosas encima, les hice el favor de portar- los hasta su residencia. A modo de servicio extra por su gran volumen de compra, decidí hacerlo sin coste adicional.
En comparación con el malestar que sentían antes, el estado de ánimo de los caballeros mejoró, ya que se libraron de llevar tal gran cantidad de paquetes. En cuanto a la asis- tente, ella soltó un suspiro de alivio al pensar en los gastos que se ahorraron dado que renuncié a hacerles pagar los gastos de envío.
Como fuera, el Marqués es muy buen conversador. Puede que sea maleducado que yo lo diga, pero contrariamente a su apariencia, es bastante sabio. Mezclaba algunos frag- mentos de su vasto conocimiento en nuestra conversación, pero era fácil de entender, así que atrajo el interés de los demás. Nuestras interacciones no eran como las de un vendedor y un cliente, sino más bien como las de amigos socializando, lo cual era mucho más interesante.
Aun así, no puedo bajar la guardia en torno al Marqués, ya que su intención es ponerme de su lado. Él ya no emanaba una atmósfera de desprecio porque habíamos eliminado al Nieto y sus aliados. Pero estaba haciendo todo lo posible para ganarse mi confianza por Principesa, o más bien, por el Reino.
Algunos podrían llamarlo espíritu de lucha, o tal vez celos, pero lidiar con él directa- mente me agota. No es que me desagrade, de hecho él es bastante agradable, por lo que no puedo molestarme. Es solo que me cuesta gestionarlo, y por eso lo encuentro pro- blemático. Cada vez que estaba a punto de decir algo descortés, aparecía un destello de serpiente en sus ojos. Para asegurarse de que nuestra oferta no se rompía, debía pensar cuidadosamente antes de hablar.
Sin embargo, dado que fue entrenado para controlar a los nobles, el Marqués era supe- rior en una guerra verbal, como era de esperar de alguien que evitó sin problemas los peligros del reciente golpe de estado y sobrevivió. Por desgracia, mi experiencia fue diferente.
A pesar de que estoy agotado mentalmente por el final del golpe, me las arreglé para superarlo de alguna manera. Supongo que es inevitable que me sintiera aliviado cuando terminamos.
Después de eso, me dio unos cuantos contactos antes de terminar el día. A partir de hoy, una vez más comprendí que servir a los clientes no se ajusta a mi personalidad, después de todo. Estas idas y venidas está bien cuando se firma un contrato, pero en este caso, me produjo demasiada fatiga mental. Por el contrario, también es verdad que en repetidas ocasiones estar expuesto a miradas excesivamente entusiastas pesa en mis hombros. Todavía podría aguantarlo si fuera algo temporal, pero es poco probable que me acostumbre a ello si sigue.
Ya que tengo otro trabajo que tengo del que ocuparme, decidí que iba a encargarle esto a quien se le de bien a partir de mañana. Uno por uno, asignaré la gestión de cada área.