Continuaba lloviendo, y ahora el camino estaba inundado y fangoso. También parecía que el número de gente dentro de la posada había crecido desde ayer.
El subdirector de una sucursal de Trient comenzó a discutir asuntos de hacer repara- ciones en la posada debido a las inundaciones de la zona. Salió de su habitación con el grupo de aventureros que eran sus escoltas.
En pocas palabras, era un hombre regordete, calvo, de mediana edad, que no hacía nin- gún esfuerzo para parecer modesto. Es más, fue uno de los hombres que se unieron al grupo con los que estaba jugando. Resultó ser todo un ludópata y terminó usando la mayoría de sus bienes como garantía después de haber perdido todo su oro.
Sin embargo, desconozco qué hacía un subdirector dando vueltas en un lugar como este, jugándose la mayoría de sus posesiones. Lo que puedo decir es que, aparte de su pro- blema con el juego, poseía capacidades de un nivel indiscutible de talento. Fue rápido y eficiente en manejar el asunto de la reparación de la posada.
En cuanto a la pérdida de la mayor parte de sus posesiones, fue más o menos razonable al respecto. Por lo menos, no me trató descaradamente como si fuera un villano.
Puesto que hacer cualquier cosa bajo la lluvia sería lento y supondría el riesgo de per- judicar el carruaje, así como la posibilidad de lastimar a los caballos esqueléticos, decidí aprovechar la situación para obtener un poco de información sobre los últimos aconte- cimientos.
En resumen, descubrí que la princesa del Reino Sternbild había sido curada con el elixir que el Heredero del Imperio Kirika le había traído, según me dijo el subdirector.
Es el primer caso de la Enfermedad de Chrysindo que ha conseguido curarse y, al parecer, el Reino Sternbild reservó unas gotas de elixir para analizarlas e intentar repro- ducirlo.
Bueno, no discutiré cómo se las arreglaron para recuperar el elixir sin conquistar a los elfos, pero prefiero no presionar el asunto. Por lo menos, parece que no habrá ningún otro intento de atacar a los elfos de nuevo. Debido a las importantes pérdidas sufridas durante la guerra, la idea de volver a intentar someter a los elfos se había vuelto muy impopular; según me dijo un grupo de nobles que regresaban de la guerra, quienes lide- raban la oposición.
Parecía que no iba a tener que volver a defender a los elfos por el momento. Más allá de la charla y varios paseos alrededor de la posada, el día pasó sin mucho más a destacar.