Empezó a llover bastante fuerte hoy. La lluvia y el viento empezaron a hacernos el viaje muy difícil, y decidí que lo mejor era parar en algún lugar. Por suerte, al cabo de poco de desfilar con dificultades bajo la lluvia, vi una posada a 30 metros de la carretera. Nos de- tuvimos y entramos dejando los carros afuera. Aprecié el miedo en los ojos de un grupo de vendedores ambulantes que había entrado antes que nosotros y un grupo de aventu- reros de apariencia normal cuando me vieron entrar. Tenían pinta de querer matarme, así que saqué dos barriles de sake para compartirlo con todo el mundo que estaba allí.
Eso calmó la situación momentáneamente. Vendí los materiales que había ganado des- de que empezamos nuestro viaje: las conchas de tortuga serpiente y algunos efectos personales que habíamos saqueado de los cadáveres de los aventureros en la montaña. También hice pequeños trueques.
Al principio, los humanos estaban muy asustados de mí, pero cuando Herrera-san entró, poco a poco se calmaron y se abrieron. Más tarde, entraron un humano y un animal en la estación de descanso y fueron sorprendidos por mi existencia, pero al final no ataca- ron porque el ambiente les hizo juzgar que no era peligroso. Me los podría haber comido en caso de que hubieran decidido pelear conmigo. Es casi una pena que no lo hicieran. Alrededor del mediodía, las hermanas prepararon el almuerzo con ayuda de algunos de los otros humanos de nuestro convoy. Nos invitaron a jugar después de haber terminado de comer, y yo decidí participar porque tenía tiempo. Ganar un poco de oro adicional nunca está mal.
Jugamos a algo similar al blackjack. Después de una breve descripción de las reglas, decidí que iba a jugar con el dinero que había obtenido en la montaña. Los resultados terminaron en victoria total por mi parte. Esto fue, en parte, debido a mi [Regla Dorada] y mi [Suerte]. Los comerciantes continuaron jugando hasta que los dejé literalmente desnudos. Después, de entre todas mis ganancias, les devolví algunos artículos y la ropa, puesto que solo me interesaban algunas cosas de las que había ganado.
No les devolví el dinero ni los suministros, pero no me sentía bien al ver hombres des- nudos de pie ante mí. También tuve una especie de sentimiento de culpabilidad, ya que usar mis habilidades en un juego era un poco como hacer trampa.
Pasamos la mayor parte del día en la posada porque la lluvia no parecía que fuera a aflo- jar. Probablemente habría sido capaz de seguir adelante con los caballos esqueléticos, puesto que los carros tenían techo, pero pensé que era mejor esperar hasta que la lluvia apaciguara ya que no había ninguna prisa.
Practiqué algunas [artes] de combate y estilos de lucha con Dhammi-chan y Pelirroja en una esquina de la posada para matar el tiempo. Pese a que parecían haber encontrado sus propios estilos de lucha únicos, sus ataques eran un poco simples, y tendían a con- fiar demasiado en sus competencias naturales. Creo que necesitan entrenar más.
Por el momento, decidí dar una clase sobre la necesidad de aprender a perfeccionar sus competencias. Después de eso, practiqué con algunas de mis propias competencias, como [Vendaval Demoníaco] y [Ardor Demoníaco].
Gracias al conocimiento de mi vida anterior, me acuerdo de todas las artes marciales que me habían enseñado, y con la habilidad [Dominio de las artes Marciales], pensé que no debería ser demasiado difícil.
Algunos aventureros se acercaron a ver mi práctica con Dhammi-chan y Pelirroja con intención de unirse a la clase. Entre ellos había varios con [Profesión Boxeador], [Pro- fesión Espadachín] y/o [Profesión Guerrero]. Saqué algunas lanzas y espadas de madera de mi inventario y se los entregué al nuevo grupo.
Aun haciendo mi mejor esfuerzo para mantenerme al mínimo, y a pesar de tener a toda una multitud en contra, supongo que era demasiado fuerte para ellos. Después de varios minutos, la mayoría de ellos había caído al suelo inconsciente. Fue un buen ejercicio, pero un poco demasiado corto. Después, todo el mundo se fue a lo suyo.
Me pregunto por qué...