Hoy, tanto Kumajirou como Kurosaburou evolucionaron.
La raza en que Kumajirou se convirtió se llama «oniguma», en vez de oso erguido. Se ha vuelto mucho más grande que un oso erguido común. Su pelo se volvió gris, sus garras se volvieron incluso más largas y más afiladas, negras como la obsidiana, y su cuerpo había crecido a lo ancho.
Kurosaburou había crecido más o menos hasta el tamaño de un caballo y ahora incluso es capaz de llevarme a cuestas. Tiene dos cabezas por las cuales respira fuego y truenos. Decidí llamar a la raza de Kurosaburou «orthrus», en vez de lobo negro.
Al parecer, los animales suben dos rangos por cada evolución comparado con nosotros. Kumajirou y Kurosaburou están ahora al nivel de un ogro, igual que Ogakichi-kun y yo.
Decidimos que íbamos a preparar un ataque contra el ejército humano, siendo solo 13 miembros y 6 esqueletos negros caballeros. El motivo de esa decisión fue específicamen- te subir niveles.
El aumento de nuestros niveles se ha convertido más o menos en el motivo de luchar en el conflicto. Cuanto más subas de nivel, más experiencia necesitas para volver a subir. De hecho, en grupos grandes, la cantidad de experiencia que recibes es poca y, puesto que te encuentras entre demasiados luchadores, la calidad de esa experiencia disminuye notablemente. Por eso decidí mezclar nuestros miembros más fuertes con los más débi- les. El simple hecho de escoltar a los débiles comportaría el riesgo de verse rodeados por enemigos o tenerlos que proteger constantemente.
Así que decidí que cinco goblins nos acompañaran. Y con nosotros también vendrían las nuevas incorporaciones, Oxidado que tendría el papel de instructor de los goblins, Hidalga-san quien me había jurado su espada y su vida a mí en vez de al Reino, etc. Lo organicé de modo que la mayoría fueran luchadores fuertes, para asegurarme de no tener que preocuparme por ellos.
El objetivo del ejército humano eran los elfos, así que no tuve que enfatizar demasiado que íbamos a defenderlos en caso de ser asaltados.
Sobre las 11am, monté sobre Kumajirou junto con mis compañeros por el bosque hacia el campamento humano. Nuestro grupo tenía una buena variedad de clases combativas, desde francotiradores y magos hasta luchadores cuerpo a cuerpo. Estimamos que los humanos formaban un ejército de unos 600 miembros más o menos. Por ahora deben estar bajos de ánimo debido a nuestros esfuerzos, puede que algunos incluso estallen en pánico cuando iniciemos nuestra ofensiva.
Una hora después, llegamos a su campamento. Me molestó su despliegue de poder mi- litar, al ser de día ni siquiera podía invocar a esqueletos negros caballeros para igualar las posibilidades. Tras una corta búsqueda, nos posicionamos en una colina desde don- de podíamos observar la posición entera del enemigo. Desde allí, me di cuenta de que debíamos tener cuidado con un caballero maduro vestido con una cota escamada que brillaba con una luz blanca divina, armado con una lanza corta negra de metal con el filo granate, y un espléndido bigote blanco que auguraba que sería un oponente difícil. Según Oxidado e Hidalga, ese hombre era famoso a lo largo de las filas.
Al parecer, era del Imperio. En sus tiempos mozos, labró su fama como aventurero y consiguió ganar grandes batallas. Su lanza corta era un artículo de clase [Antiguo] re- forzado con muchos encantamientos, que consiguió en una mazmorra llamada [Era de los Dioses]. Seguro que su lanza tiene la capacidad de propinar una cantidad enorme de daño, puesto que su punta granate tiene una [Maldición] que forma llamas oscuras. Su cota escamada estaba protegida con la [Bendición de Noroikoku], que producía el velo blanco que envolvía su armadura. Parecía ser un artículo mágico forjado con las esca- mas de uno de los dragones que había matado. Al escuchar eso, me salió una sonrisita. Esta batalla acaba de ponerse interesante.
Teniendo en cuenta el escenario y el personaje mismo, pude apreciar que el método más práctico de atacar iba a ser darles en su punto más débil. Y ese punto era el mismo hombre mayor. Con toda su equipación, iba a ser una batalla bastante ardua. Sin embar- go, si conseguíamos derrotarlo, nuestras posibilidades de ganar serían casi del cien por cien. Los otros soldados labrarían su propia derrota por una inherente bajada de moral. Después de eso, solo sería cuestión de eliminar por completo el poder militar enemigo.
Saqué de mi inventario un arma hecha para ser usada contra presas poderosas y fuertes, la [Lanza Carmesí]. Era una gran arma a distancia de tamaño similar a una catapulta.
Fijé el blanco con [Profesión Cazador] y me aseguré de no poder ser detectado con
[Profesión Asesino], que incrementa la probabilidad de asesinar. Al activar [Profesión
Arquero] a la par que mis habilidades [Lanzar] y [Acertar], las cuales incrementan drásticamente la probabilidad de dar en el blanco y la potencia, por no mencionar la velocidad del mismo disparo, con todos esos factores, apreté el gatillo de mi [Shuyari] y disparé el proyectil.
Con seguridad en mi objetivo, vi la trayectoria de mi [Lanza Carmesí] mientras volaba, es más preciso compararlo con un cometa rojo que con una simple bala. Cruzó los 200 metros que había entre Añejo y yo en un abrir y cerrar de ojos. Con un gran golpe sordo, perforó el cuerpo protegido por la cota escamada sin detenerse, saliendo por el otro lado y dejando un agujero sustancial en el torso de ese supuesto guerrero poderoso. Si bien no podía estar seguro a esa distancia de que le había atravesado por completo, tenía la total confianza de que había dado en el blanco y, por ello, debía de haberlo atravesado de lado a lado. Ni siquiera yo habría salido ileso de un ataque de tal naturaleza. Un ataque que no podía ser percibido, con un poder tan grande que podía perforar escamas de dra- gón, a una velocidad mayor que la de una bala. La última expresión que Añejo hizo con la cara mostraba que entendía lo que había ocurrido, puesto que su mirada se encontró con la mía en un instante. Quizás ese hombre merecía mi respeto después de todo, hmpf, ahora desearía que no fuera necesario matarlo desde un principio. El hecho que quienes lo rodeaban habían salido indemnes demostraba que su armadura y su equipación no eran moco de pavo.
Con la primera tarea completada, iniciamos nuestro ataque sorpresa a la vieja usanza. Es la misma ley de la naturaleza, nosotros somos los más fuertes y debemos consumir a los débiles. Pensando en ello, sonreí de nuevo y mi instinto asesino creció.
Usando la reacción del enemigo a lo ocurrido, proseguimos la emboscada. Puesto que nada inhibía la velocidad de mi [Lanza Carmesí], el disparo iba a quedar tal agujero en el suelo en su trayectoria que me iba a ser imposible recuperar el proyectil. El compor- tamiento de los enemigos en lo que nos acercábamos mostraba que ni siquiera compren- dían lo que había ocurrido. Nos los encontramos mirando embobados el cuerpo lleno de escamas y sangre en el suelo. Probablemente pensaban que estaban alucinando, de- bieron de sentir un profundo mal presagio de muerte al ver a esa figura tan famosa caer de repente enfrente de ellos con un golpe sordo. Decidí preparar un segundo disparo de [Lanza Carmesí], tardando solo un pequeño instante para disparar de nuevo a un grupo de enemigos que tenía delante. En ese momento, el sonido impactante del golpe resonó a través de todo el campo. Casi 100 soldados murieron de golpe por la onda expansiva generada por el impacto, todos los que estaban en un radio de 100 metros quedaron se- veramente lastimados o murieron por el desmoronamiento del suelo debajo de sus pies. Casi todos los soldados en un radio de 100 metros iban a morir de un instante a otro. Sin embargo, como la experiencia que nos dieran esos oponentes debilitados iba a ser menor, me cuidé de no disparar más de una vez, puesto que el propósito principal de esta incursión con menos de 20 luchadores era obtener experiencia.
Cargamos contra ellos burlándonos de la apariencia de esos patéticos humanos que teníamos enfrente, para aprovechar la ventaja de su confusión por el doble ataque sor- presa que cortó la cabeza del mejor y mató a casi cien de sus hermanos de armas. Podría decirse que ese ataque sorpresa fue más o menos exitoso. Matar a la muchedumbre confundida y asustada fue una tarea simple. Acortamos la distancia a una velocidad cegadora entrando en la pelea con nuestras monturas.
El primer humano cayó víctima del oso erguido de Ogakichi-kun, que le dio una vuelta en el aire como si fuera una muñeca, cortándolo por la mitad desde la cabeza para abajo con su hacha encantada y [Profesión Luchador Pesado]. Combinado con su escudo de torre gigante que le cubre prácticamente el cuerpo entero, Ogakichi-kun para cualquier golpe antes de que le toque, mientras que corta varios cuerpos a la vez con sus potentes hachazos. Las llamas de su hacha, aun con el número creciente de bajas, incineraban cualquier cosa cercana mientras dañaban gravemente a los que tenían la suerte de estar fuera de su alcance. Aparecieron unos cuantos caballeros y usaron algunas maniobras complejas sobre Ogakichi-kun, pero no tuvieron ningún efecto en él y fueron incinera- dos en una fracción de segundo con un solo balanceo de su hacha. Como de costumbre, nuestro sorprendente nivel de fuerza destructiva, nuestro poder sobrecogedor y nuestra magnífica defensa, resultaron en una aniquilación total. Incluyendo la [Bendición del Semidiós del Fuego] de Ogakichi-kun, la cantidad y el calor de sus llamas era insupera- ble, apostaría que incluso un dragón quedaría reducido a cenizas por sus llamas divinas. Acarreando con su escudo de torre como si no pesara nada, los humanos indefensos a su camino se estampaban derramando sangre y su armadura destrozada en metralla, dañando a los que en un principio no habían recibido el golpe. Ahora mismo, con su actuación, Ogakichi-kun parecía la personificación del miedo mismo para las fuerzas enemigas. Un demonio asesino de amigos y rivales por igual en un frenesí de fuego y muerte.
Mientras esto sucedía, Dhammi-chan usó sus [Ojos Embrujados] sobre el ejército huma- no que tenía delante. Hizo que lucharan los unos contra los otros por su cariño.
Hmpf... Casi parece que quiera ponerme celoso o algo, tendré que... luego le mostraré quién manda más...
Dejando esos pensamientos a un lado, las víctimas manipuladas por Dhammi-chan con- tinuaban luchando entre ellos, usando su magia y artículos especiales para causar mu- cha agitación. También usó sus propias habilidades de dhampiro para hacer trizas a sus víctimas en una ducha de sangre y vísceras. Sus movimientos eran tan majestuosos y seductores que me dieron ganas de Su apariencia seguía siendo hermosa, se mostró impasible ante los hombres e incluso ante las mujeres mientras los destripaba con una sonrisa en la boca. Sus víctimas casi parecían felices por ello un lavado de cerebro es algo terrible.
El sonido de una gran explosión me hizo volver a la realidad. El origen de la misma fue Asue-chan cuando su enorme pico golpeó el suelo. De casi dos docenas de oponentes, solo uno evitó caer al suelo y ser machacado en un baño de sangre. Una gran parte del mismo ataque sucedía cuando el suelo colapsaba con su golpe, el cual se doblaba a voluntad, debido a su raza de aprendiz de señora de la tierra. Normalmente, si te cogía su ataque, solo por el tamaño de ella, no tenías escapatoria, ni siquiera Ogakichi-kun o yo mismo. Pero su poder se encontraba plenamente en la manipulación de la tierra. Era capaz de crear montañas gigantes para aplastar y triturar a sus oponentes. Paraba cual- quier ofensiva o defensiva con sus ataques. Los oponentes estallaban manchándolo todo de sangre y agonizaban en una muerte aberrante. Solo entonces, Asue-chan empezaba a reír y, con su alegre voz, hacía muchos sonidos de excitación, para el pesar de sus oponentes.
La magia de Supesei-chan se llevaba por delante a todos sus enemigos desde una dis- tancia significativa. Cualquier cosa que se le acercaba quedaba hecha polvo instantá- neamente. La zona a su alrededor se convirtió en un torbellino de sangre, armaduras desmontadas y armas rotas. A todos los que eran atrapados por su vórtice les esperaba una muerte lenta y dolorosa en la que iban a ser desgarrados poco a poco. La única expresión de ella era una pequeña sonrisa amarga. A decir verdad, el número de bajas causadas por ella casi podía compararse con las de Ogakichi-kun.
La gran espada sangrienta de Burasato-san desmenuzaba a cualquier oponente que se encontrara en un radio de 30 pasos de ella. Absorbía cada gota de sangre derramada con su propio cuerpo y se volvía de un rojo todavía más oscuro. Su velocidad también pare- cía incrementar en lo que desprendía un siniestro brillo rojizo. En poco tiempo parecía el mismo Dios de la Muerte, con lo deprisa que cortaba en dos a cualquier oponente que se le pusiera delante.
Probablemente gracias al constante entrenamiento diario destinado a fortalecer el poder de lucha individual y colectivo, hoy convertimos la batalla en una masacre unilateral. Yo mismo participé usando solamente mi alabarda reforzada [Nagi], en agradecimiento a Herrera-san. Más tarde debería pensar en una manera adecuada de... darle las gracias por todo su esfuerzo.
Pasados solo unos 20 minutos desde el comienzo de la batalla, ya habíamos terminado. El primer disparo de [Lanza Carmesí], que cortó la cabeza de nuestro oponente antes de iniciar el verdadero ataque, nos aseguró la victoria. Nuestros oponentes no tenían escapatoria ante nuestro descomunal potencial de lucha. No creo que hubiera ni un solo superviviente en todo el campamento enemigo. Bueno, cumplimos con el propósito de nuestra incursión, ya que todo el mundo recibió montones de experiencia. Reunimos todos los bienes útiles que encontramos, y con la ayuda de Asue-chan incluso consegui- mos excavar los proyectiles de [Lanza Carmesí] incrustados en la tierra. Después de eso, nos tomó un rato consumir los restos de los humanos. Puesto que había tantos, pudimos repartirlos entre todos.
Gracias a mis habilidades [Digestión Mejorada], [Vampirofília] y [Metamorfosis], incre-
menté la eficiencia con la que absorbía materiales.
Habilidad [Viento Cortante] aprendida Habilidad [Viento Tormentoso] aprendida Habilidad [Impedir Regeneración] aprendida Habilidad [Impedir Reconocimiento] aprendida Habilidad [Gancho] aprendida
Habilidad [Corte Profundo] aprendida Habilidad [Linaje de Soldado] aprendida Habilidad [Linaje de Caballero] aprendida
Habilidad [Profesión Espadachín Doble] aprendida Habilidad [Profesión Maestro de la Lanza] aprendida Habilidad [Profesión Maestro del Hacha] aprendida Habilidad [Instinto de Supervivencia] aprendida Habilidad [Familicidio] aprendida
Habilidad [Fuerza Física Mejorada] aprendida Habilidad [Ojo de Halcón] aprendida Habilidad [Profesión Berserker] aprendida Habilidad [Cobardía] aprendida
Habilidad [Profesión Luchador] aprendida Habilidad [Dominio de las artes Marciales] aprendida Habilidad [Corte Aéreo] aprendida
Habilidad [100 Flores 1000 Lanzas] aprendida
Habilidad [Avalancha] aprendida Habilidad [Hachazo Severo] aprendida Habilidad [Creación de Trampas] aprendida
Y, finalmente, el plato principal del día, el mismísimo Añejo. Aunque podría haberme
quedado con su lanza corta y su armadura, decidí comérmelo todo. Hora de comer. ¡Itadakimasu30!
Habilidad [Grand-Croix31] aprendida
Habilidad [Profesión Maestro de la Espada] aprendida Habilidad [Profesión Asesino de Dragones] rendida Habilidad [Escamas de Dragón] aprendida
Habilidad [Herida Maldita] aprendida
Con este satisfactorio día de caza, volvimos todos a la base con sonrisas de oreja a oreja.
30 Se dice en Japón antes de comer, su significado es ¡Vamos a comer! pero se usa como en occi-
dente usamos ¡Que aproveche!.
31 Es el rango militar más alto, procede de la voz francesa Gran Cruz y se simboliza con una me- dalla dorada en forma de cruz.