En la Segunda Fundación había pasado una semana, y el Primer Orador sonreía de nuevo al estudiante.
Debe usted traerme interesantes resultados, pues de lo contrario no estaría tan enojado.
El estudiante puso una mano sobre el montón de hojas de cálculo que había traído consigo y preguntó:
¿Está seguro de que el problema es real?
Las premisas son ciertas. No he deformado nada.
Entonces debo aceptar los resultados, y no quiero hacerlo.
Naturalmente. Pero ¿qué tiene que ver aquí lo que usted quiera? Bien, explíqueme lo que tanto le preocupa. No. No, deje a un lado sus derivaciones; ya las someteré a análisis más tarde. Ahora, hábleme. Permítame juzgar su criterio.
Está bien, Orador Está muy claro que ha tenido lugar un gran cambio general en la psicología básica de la Primera Fundación. Mientras conocían la existencia de un Plan Seldon, aunque ninguno de sus detalles, estaban confiados, pero indecisos. Sabían que tendrían éxito, pero ignoraban cuándo o cómo. Había, por consiguiente, un
ambiente de continua tensión que era lo que Seldon deseaba. En otras palabras, se podía contar con que la Primera Fundación trabajaría a pleno rendimiento.
Una metáfora dudosa observó el
Primer Orador, pero le comprendo.
Sin embargo, ahora, Orador, conocen la existencia de una Segunda Fundación con bastante detalle, y no solamente como una antigua y vaga afirmación de Seldon. Tienen cierta intuición sobre su función como guardiana del Plan. Saben que existe un órgano que vigila todos sus pasos y no les permitirá caer. Y esto les hace abandonar su enérgico avance y se dejan llevar como en un palanquín. Otra metáfora; lo
siento.
No importa, continúe.
Y este abandono del esfuerzo, esta inercia creciente, esta caída en la blandura y en una cultura decadente y hedonista, significan el fracaso del Plan. Deben propulsarse a sí mismos.
¿Eso es todo?
No, hay más. La reacción de la mayoría es la antedicha. Pero existe una gran probabilidad de una reacción minoritaria. El conocimiento de nuestra tutela y nuestro control no dejará siempre complacencia, sino hostilidad en algunos casos. Esto se deduce del Teorema de Korillov
Sí, sí. Conozco ese teorema.
Lo siento, Orador. Es difícil evitar las matemáticas. En cualquier caso, el efecto es que no sólo se diluye el esfuerzo de la Fundación, sino que parte de ella se dirige contra nosotros, velozmente contra nosotros.
¿Y eso es todo?
Queda otro factor cuya probabilidad es moderadamente baja
Muy bien. ¿Cuál es?
Mientras las energías de la Primera Fundación iban dirigidas sólo hacia el Imperio, mientras sus únicos enemigos eran los débiles y anticuados remanentes del pasado, se preocupaban solamente de las ciencias físicas. Al entrar nosotros a formar parte de su medio ambiente es
posible que se les imponga un cambio de actitud. Pueden tratar de convertirse en psicólogos
Este cambio dijo fríamente el
Primer Orador ya ha tenido lugar.
Los labios del estudiante se comprimieron en una delgada línea.
Entonces todo ha terminado. Se trata de la incompatibilidad básica con el Plan. Orador, ¿me hubiera enterado de esto si hubiese vivido fuera?
El Primer Orador habló con gravedad:
Se siente humillado, mi joven amigo, porque, creyendo que comprendía tan bien tantas cosas, descubre de
improviso que otras muchas, muy evidentes, le eran desconocidas. Después de pensar que era uno de los Señores de la Galaxia descubre que se encuentra cerca de la destrucción. Naturalmente, sentirá resentimiento hacia la torre de marfil, en la que vivía, hacía la reclusión en que fue educado, hacia las teorías que le enseñaron. Yo también sentí lo mismo; es normal. Pero era necesario que en sus años de formación no tuviera contacto directo con la Galaxia; que permaneciera aquí, donde se le imparte todo el conocimiento y su mente es cuidadosamente educada. Podríamos haberle enseñado antes este, este fracaso parcial del Plan, evitándole así
esta sacudida, pero antes no hubiera comprendido bien el significado, y en cambio ahora, sí. ¿De modo que no encuentra ninguna solución para el problema?
El estudiante meneó la cabeza y exclamó con desaliento:
¡Ninguna!
Bueno, no es sorprendente. Escúcheme, amigo mío. Existe un plan de acción y se está llevando a cabo desde hace más de una década. No es un plan corriente, y nos hemos visto forzados a recurrir a él contra nuestra voluntad. Implica probabilidades remotas, peligrosas suposiciones Incluso nos hemos visto obligados a tratar a veces
con reacciones individuales, porque era el único camino, y usted sabe que la psicoestadística, por su propia naturaleza, no tiene significado cuando se aplica a cifras menores que las planetarias.
¿Y estamos teniendo éxito?
murmuró el estudiante.
Todavía es pronto para decirlo. Hasta ahora hemos mantenido estable la situación, pero por primera vez en la historia del Plan Seldon, es posible que los actos inesperados de un solo individuo lo destruyan. Hemos ajustado un reducido número de individuos a una determinada actividad mental; tenemos nuestros agentes pero sus caminos están planeados de antemano. No se
atreven a improvisar. Esto debería ser obvio para usted. Y no le ocultaré lo peor: si somos descubiertos, aquí, en este mundo, no sólo será destruido el Plan, sino también nosotros mismos, nuestros cuerpos físicos. De modo que, como ve, la solución no es muy buena.
Pero lo poco que me ha descrito no parece una solución, sino más bien un intento desesperado.
No. Digamos que es un intento inteligente.
¿Cuándo será la crisis, Orador?
¿Cuándo sabremos si hemos vencido o no?
Dentro de este año, sin duda.
El estudiante consideró estas palabras
y asintió con la cabeza. Estrechó la mano del Orador.
En fin, es mejor saberlo. Dio media vuelta y se fue.
El Primer Orador miró silenciosamente hacia fuera, mientras la ventana adquiría transparencia. Miraba más allá de las gigantescas estructuras, hacia las tranquilas y numerosas estrellas.
Un año pasaría deprisa. ¿Viviría alguno de ellos, alguno de los herederos de Seldon, cuando tocara a su fin?