_Subaru: Por ahora, dejémosle la labor de lidiar con Ira al equipo de Priscilla. Reinhard ya le ha dado su sello de aprobación a la Protección Divina de Liliana.
_Reinhard: Puede que una Protección Divina poco conocida no suene muy reconfortante, pero también es cierto que, si se trata de la canción de Liliana-sama, pienso que podría ser una contramedida efectiva para lo que hemos escuchado sobre Ira.
Al oír las observaciones de Subaru y Reinhard, las miradas de los miembros de la mesa redonda se dirigieron hacia Liliana.
Ella estaba jugando con una de sus coletas, poniéndosela debajo de la nariz, haciendo como si fuera un bigote.
_Liliana: Y~eeh… déjenmelo a mí. Una vez que yo, Liliana recibe una petición, siempre la cumplo hasta el final. Que no les quepa duda, todo lo que hago es cantar. ¡Y sólo donde se desee que yo cante! ¡Y sólo cuando se desee que yo cante! ¡Sólo puede ser algo de lo que alegrarse! ¡Y si de paso recibo algunas propinas, lo celebraré con las manos bien arriba!
_Subaru: No habrá propinas, así que deja de hablar como una cerda capitalista.
_Liliana: ¡Oink~!
La emocionada actitud de Liliana había decaído y entonces Priscilla dejó salir una breve risa burlona. Con sus ojos, brillantes como rojas llamas, giró la mirada para inspeccionar a Subaru y a Reinhard.
_Priscilla: Me preguntaba qué estarían cuchicheando dos hombres como ustedes, pero parece que sólo están desperdiciando su tiempo en consultas innecesarias. Yo misma he confirmado el auténtico valor de esta cantante. Aniquilaremos a esa estúpida fanática.
_Subaru: Aunque lo dijeras, era necesario asegurarnos…
_Priscilla: Tonterías. —Soy yo quien está jugándose la vida por la canción de la cantante. ¿Por qué insistiría yo en hacer esto si no estuviera segura de ello? Yo no haría semejante imprudencia.
_Subaru: …
Esas palabras dejaron a Subaru sin mucho con lo que responder. Ciertamente, fue la propia Priscilla quien había sugerido y creído que sería viable usar a Liliana para enfrentarse a Ira.
A diferencia de su actitud y manera de hablar, su prudencia y astucia eran excepcionales y ya bien conocidas.
_Al: Princesa-san, no molestes mucho al colega. Mejor quedémonos calladitos los dos.
_Priscilla: ¿Dijiste algo, Al? No pude escucharte entre tantas quejas estúpidas, gusano. Has envejecido bien como hombre, pero sigues actuando como una señorita. Deja de rebajarte tanto en mi presencia.
_Al: …No es eso.
Desviando la mirada mientras se quejaba, Al apoyó la barbilla en su brazo derecho y se quedó únicamente como espectador. Resoplando por la nariz al ver la reacción de su seguidor, Priscilla se reclinó en su asiento y lo dejó en paz.
Finalmente, parecía que la conversación podría proseguir al siguiente tema.
_Subaru: Entonces, el asalto contra Ira será dejado en manos del equipo de Priscilla. En cuanto a los demás… es turno de Lujuria. Y en cuanto a quién se encargará de ella, me gustaría nominar a Wilhelm-san.
_Julius: ¿Nominar a Wilhelm-sama? ¿Puedo preguntar la razón que tienes para ello?
_Wilhelm: Se lo he solicitado humildemente a Subaru-dono, Julius-dono.
Respondió Wilhelm con la mano levantada a Julius.
El anciano espadachín centró su mirada y la dirigió ligeramente hacia el piso de arriba.
_Wilhelm: Como todos saben, mi líder, Crusch-sama, todavía está sufriendo bajo los efectos del cruel poder de Lujuria del Culto de la Bruja. Como sirviente de Crusch-sama que soy, debo luchar por ella. Además, éste también es mi deseo, que va más allá de mi sentido del deber.
_Anastasia: En la medi'a de lo posible, buscas capturar a esa Arzobispa der Peca'o con vida pa' interrogarla sobre er mal que aqueja a tu líder. Ese es tu objetivo, ¿no es así, Wilhelm-san?
_Wilhelm: En efecto. Siendo así, ¿les sería posible confiarme a mí la subyugación de Lujuria?
Esos ojos azules con una fuerte voluntad despedían una fuerte aura de espadachín sobre toda la habitación.
Viendo la profunda determinación y lealtad en los ojos de Wilhelm, nadie podía atreverse a cuestionarlo.
Nadie… excepto alguien de su propia sangre.
_Reinhard: Honestamente, yo me opongo.
_Wilhelm: …Reinhard.
Mientras todos se encontraban abrumados por aquella aura de espadachín, la única expresión que no había cambiado era la de Reinhard. Mirando fijamente a Wilhelm con su expresión seria de siempre,
_Reinhard: En estos momentos, ha perdido la compostura, honorable abuelo. Por supuesto, es comprensible sentir hostilidad hacia la Arzobispa que le hizo daño a Crusch-sama. Sin embargo, me parece que no será capaz de cumplir su objetivo con esa mentalidad.
_Wilhelm: Perder la calma me impedirá lograr mi objetivo… ¿Es eso lo que quieres decirme?
_Reinhard: Por el bien de Crusch-sama, no podemos permitirnos fracasar en capturar a Lujuria. Por lo tanto, seré yo quien lleve a cabo esa tarea. Al menos, podré enfrentarla con la cabeza fría.
Reinhard tenía razón, al menos en términos de asegurar el éxito tanto como fuera posible. No cabía duda de que Wilhelm estaba siendo un tanto agresivo y estaba perdiendo la compostura.
Pero, ante lo que dijo Reinhard, Wilhelm relajó los labios. No con gentileza, sino con la sonrisa de una bestia alterada.
_Wilhelm: —Lo natural aquí es perder la calma, Reinhard.
_Reinhard: Pero, honorable abuelo…
_Wilhelm: ¿Quién crees que soy? ¿Quién crees que es tu abuelo? Soy Wilhelm, el Demonio de la Espada. Aunque mi único propósito ha sido blandir la espada, soy medio tonto, por lo que no pude evitar enamorarme de una mujer. Pero, precisamente por ser medio, nunca dejo a medias lo que debo hacer.
Una feroz sonrisa cubría la normalmente gentil y clara expresión de Wilhelm. Ahora daba la impresión de ser un demonio cuya vida ardía en llamas, una vida que siempre conoció la sangre y el acero, y unas llamas que siempre reflejaban el filo de poderosas espadas.
Y aunque el demonio se viera así, sus ojos seguían mostrando una delicada calidez.
_Wilhelm: Cuando decido blandir la espada, mi corazón se exalta. No importa si no estoy en calma, en el campo de batalla para mí todo es lo mismo. Es así como he vivido hasta esta edad. Esta vez no es diferente, no tengo intención alguna de perecer sin mostrarle mi gratitud a mi líder. Tus innecesarias preocupaciones no son requeridas.
_Reinhard: Ese razonamiento, no es más que un idealismo…
_Wilhelm: Un idealismo mantenido hasta el final se convierte en convicción. Aunque tardé catorce años, incluso lo que algunos llamarían una espada desafilada completó la venganza contra el enemigo que mató a mi esposa.
Reinhard no pudo decir nada cuando escuchó la convicción de Wilhelm acerca de haber vengado completamente la muerte de su abuela en la batalla contra la Ballena Blanca.
Pero, aun así, Reinhard bajó la mirada, poco convencido. Ante la obstinada postura de su nieto, Wilhelm prosiguió.
_Wilhelm: Además… el campo de batalla que te necesita no es éste. El lugar en el que eres necesario es otro.
_Reinhard: El lugar en el que soy necesario…
_Wilhelm: —Subaru-dono. Te pido que lleves contigo a mi nieto, que te acompañe en tu lucha. Con tal de rescatar a Emilia-sama, será necesario luchar contra Codicia. Reinhard se convertirá en tu espada.
Habiendo sido mencionado de repente, Subaru abrió los ojos por completo. Y casi como si el asentimiento con la cabeza de Wilhelm se lo estuviera indicando, la mirada de Reinhard también se dirigió hacia él.
Ante esa escena, Subaru se rascó la cabeza con un gesto que denotaba que no quedaba más remedio.
_Subaru: La verdad es que quería esperar a decirlo hasta que la discusión respecto a Lujuria terminara pero… Así es. Francamente, tu poder es algo que quiero pedir prestado para mi lucha contra Codicia. Definitivamente pienso que voy a necesitar de tu fuerza contra ese enervante desgraciado.
Regulus de la Codicia apareció en su mente.
Según su incompleto conocimiento sobre las habilidades de los Arzobispos del Pecado, el poder que Regulus poseía era el más peligroso de todos.
Aunque no podía asegurarlo, en la situación actual, no se le ocurría una palabra para llamarlo que no sonara tan estúpida como Invencible. Naturalmente, no quería pensar en él como una existencia sencillamente Invencible. Quería creer que tenía alguna clase de debilidad o límite, pero…
_Subaru: Para superar la defensa Invencible de Regulus, vamos a necesitar una capacidad de ataque igual de fuerte. Comparando capacidades ofensivas y defensivas con los demás Arzobispos, las de él son las mejores. Así que necesitaré el poder de Reinhard para cuando le ataquemos.
_Reinhard: Un oponente intocable… Ciertamente, si nos referimos a un monstruo de esa magnitud, yo sería la elección correcta. Pero…
Incluso después de haber escuchado sobre el absurdo poder de Regulus, las dudas de Reinhard no habían desaparecido.