Coloqué mi pesado pie en el acelerador del Volkswagen, esperando que mi ruta no se interceptara con la de un aburrido policía que no tenía nada mejor que hacer que darme un jalón de orejas. Estaba de camino a casa, después de haber dejado a Patch con gran renuencia. No había querido irme, pero el pensamiento de mi mamá sola con Hank, un títere bajo su influencia, era insoportable. Incluso aunque sabía que no tenía lógica, me dije a mí misma que mi presencia podría protegerla. La alternativa era ceder a Hank e iba a morir antes de llegar hasta eso.
Después de, deshonorablemente, intentar y fallar en convencerme para que me quedara hasta una hora normal, Patch me había llevado a recuperar el Volkswagen. No sé lo que decir sobre el auto que se las arregló para mantenerse intacto en el distrito industrial durante tantas horas. Al menos, había esperado que el reproductor de CD hubiera sido arrancado.
En la casa, corrí por los escalones del porche y me quedé en silencio. Cuando encendí la luz de la cocina, sofoqué un grito.
Hank Millar estaba inclinado contra el mostrador, un vaso de agua colgando negligentemente entre sus dedos.
—Hola, Nora.
Instantáneamente, levanté un escudo, ocultando toda evidencia de mi alarma. Estreché mis ojos, esperando que el gesto pareciera enfadado.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Él sacudió la cabeza hacia la puerta de enfrente.
—Tu madre tuvo que correr a la oficina. Alguna emergencia que Hugo le dio de último momento.
—Son las cinco de la mañana.
—Ya conoces a Hugo.
No, pero te conozco a ti, quería decir. Estuve brevemente entretenida con la idea de que Hank hubiera engañado a mi mamá para irse, así él podría acorralarme sola. Pero ¿cómo podía él saber cuándo estaría yendo a casa? Aun así, no descarté la idea.
—Pensé que sólo sería educado levantarse y comenzar mi día también —dijo él—. ¿Qué dirían sobre mí, si me quedo en la cama mientras tu madre trabaja?
Él no se molestaba en ocultar que había dormido aquí. Por lo que yo sabía, esta era la primera vez. Una cosa era manipular la mente de mi mamá, pero dormir en su cama...
—Pensé que tenías planes para dormir en casa de tu amiga Vee. ¿La fiesta se terminó tan temprano? —preguntó Hank—. O debería decir, tan tarde.
Mi pulso saltó con ira, y tuve que morder las furiosas palabras que volaban en mi lengua.
—Decidí dormir en mi propia cama. —Toma eso.
Una sonrisa condescendiente se cernió en su boca.
—De acuerdo.
—¿No me crees? —lo reté.
—No necesitas darme excusas a mí, Nora. Sé que hay muchas razones por las que una chica se sentiría impulsada a mentir sobre dormir en la casa de su amiga. —Él se rió entre dientes, pero no fue un sonido cálido—. Dime, ¿Quién es el chico afortunado? —Una rubia ceja se arqueó, y él elevó el vaso hasta sus labios, agarrando el reverso de su bebida.
Mi pulso estaba fuera de lugar, pero puse cada gota de convicción en aparentar calma. Él estaba apuñalando la oscuridad. No había manera de que supiera que había estado con Patch. La única manera en que Hank iba a confirmar dónde estuve la pasada noche era si lo dejaba.
Le di una intensa mirada.
—De hecho, estuve viendo una película con Vee. Tal vez Marcie tiene un historial de verse a escondidas con chicos, pero creo que es seguro decir que yo no soy Marcie. —Muy sarcástico. Si iba a salir de esto, tendría que retroceder un poco.
La expresión de superioridad de Hank no se desvaneció.
—Oh, ¿de verdad?
—Sí, de verdad.
—Llamé a la madre de Vee para comprobarte y ella me dio noticias impactantes. Tú no pusiste un pie dentro de su casa en toda la noche.
—¿Tú me comprobaste?
—Me temo que tu madre es muy indulgente contigo, Nora. Veo a través de tus mentiras y tomaré el asunto en mis propias manos. Me alegro de que pudiéramos encontrarnos, así pudimos tener esta pequeña charla privada.
—Lo que yo hago, no asunto tuyo.
—De momento, es cierto. Pero si me caso con tu madre, todas las viejas reglas saldrán por la ventana. Seremos una familia. —Hizo un guiño, pero el efecto fuebmás amenazante que juguetón—. Timoneo un barco fuerte, Nora.
Bueno, intenta nivelarlo.
—Estás en lo cierto. No estaba en casa de Vee. Mentí a mi mamá, así podía irme en un largo e ininterrumpido viaje por la ciudad para aclarar mi mente. Algo extraño ha estado ocurriendo últimamente. —Me toqué la cabeza—. Mi amnesia está comenzando a aclararse. Los pasados meses no se sienten tan vagos. Permanezco viendo un rostro en particular una y otra vez. El de mi secuestrador. No tengo suficientes detalles para identificarlo todavía, pero es sólo cuestión de tiempo.
Él mantuvo su rostro perfectamente inexpresivo, pero creo que vi la furia hincharse en sus ojos.
Eso es lo que pienso, abominable imbécil.
—El problema es, que en mi camino de vuelta aquí, mi auto ―pedazo-de- chatarra se descompuso. No quería meterme en problemas por conducir alrededor tan tarde, así que llamé a Vee y le pedí que me cubriera. He pasado las últimas horas tratando de que mi auto encendiera.
Él no se inmutó.
—¿Por qué no le echo un vistazo, entonces? Si no puedo averiguar qué está mal con él, entonces no debería estar en el negocio de los autos.
—No te molestes. Lo llevaré a nuestro mecánico. —En caso de que no lo hubiera captado, añadí—: Necesito estar lista para la escuela y tengo que estudiar algo. Preferiría paz y silencio.
Su sonrisa era apretada en las esquinas.
—Si no lo supiera mejor, pensaría que estabas intentando deshacerte de mí.
Hice un gesto hacia la puerta de enfrente.
—Llamaré a mamá y le dejaré saber que te fuiste.
—Y, ¿tu auto?
Vaya, vaya, él estaba siendo obstinado.
—¿Mecánico, recuerdas?
—No tiene sentido —dijo él, apartándome fácilmente—. No necesitas hacer que tu madre pague un mecánico cuando puedo solucionar el problema. ¿El auto está en la cochera, presumo?
Antes de que pudiera detenerlo, salió por la puerta de enfrente. Lo seguí hacia los escalones del porche con mi corazón en mi garganta. Posicionándose en la parte frontal del Volkswagen, rodó sus mangas y extendió su mano expertamente dentro del capó. El capó se abrió y él lo levantó.
Me paré a su lado, esperando que Patch hubiera hecho un trabajo convincente.
Había sido su idea tener un plan de respaldo, sólo en caso de que la historia de Vee no funcionara. Desde que parecía que Hank había anulado el truco-mental de Patch sobre la Sra. Sky, no podía estar más agradecida por su precaución.
—Justo aquí —dijo Hank, señalando una pequeña fisura en una de las muchas mangueras enrolladas alrededor del motor—. Problema solucionado. Aguantará por unos pocos días más, pero necesitará arreglarse más temprano que tarde. Llévalo al concesionario más tarde y haré que mis hombres lo arreglen.
Cuando no dije nada, añadió:
—Tengo que impresionar a la hija de la mujer con la que pretendo casarme. — Lo dijo suavemente, pero hubo un siniestro tono debajo—. Oh, y, ¿Nora? — gritó después de que me fuera—. Estoy feliz de mantener este incidente entre nosotros, pero por amor a tu madre, no toleraré más mentiras, independientemente de tus intenciones. Si me engañas una vez...
Sin una palabra caminé dentro, forzándome a no apresurarme o dar un vistazo atrás. No es que lo necesitara. Podía sentir el perceptivo ceño fruncido de Hank siguiéndome todo el camino a través de la puerta.
Una semana pasó sin una palabra de Patch. No sabía si él había encontrado a Dabria, o si estaba cerca de descubrir la motivación de Hank para rondar a mi familia. Más de una vez tuve que detenerme de conducir hasta Delphic y hacer uso del ―ensayo y error‖ para encontrar mi camino de vuelta a su estudio de granito. Acordé esperar a que se pusiera en contacto conmigo, pero estaba comenzando a patearme el trasero a mí misma por hacer eso. Le había hecho hacer a Patch la promesa de no dejarme en segundo plano mientras iba tras Hank, pero su promesa estaba empezando a verse terriblemente frágil. Incluso si él se hubiera tropezado con nada más que callejones sin salida, quería llamarlo porque él me extrañaba de la forma en que yo lo extrañaba a él. ¿Estaría molesto como para tomar la llamada? Scott tampoco había reaparecido y, de acuerdo a su petición, no lo había buscado. Pero si uno o ambos no aparecían pronto, todos los acuerdos terminarían.
La única distracción de Patch era la escuela, pero ni siquiera estaba haciendo un buen trabajo. Siempre me había considerado una estudiante de primer nivel, aunque estaba comenzando a preguntarme por qué me molestaba. En comparación con la inmediata necesidad de lidiar con Hank, ir a la universidad se sentía como una preocupación secundaria.
—Felicidades —dijo Cheri Deerborn mientras entrábamos en la segunda hora de inglés, juntas.
No podía imaginarme porque ella estaba sonriendo tan abiertamente.
—¿Por qué?
—Las nominaciones del Baile de Bienvenida fueron posteadas esta mañana.
Estás arriba para princesa.
Sólo la miré.
—Princesa —repitió ella, estirando cada sílaba individualmente.
—¿Estás segura?
—Tu nombre está en la lista. No puede ser un error de impresión.
—¿Quién me nominaría?
Ella me miró de manera extraña.
—Cualquiera puede nominarte, pero ellos deben tener al menos a otras cincuenta personas firmando la forma de nominación. Como una petición. Entre más firmas, mejor.
—Voy a matar a Vee —murmuré, mientras la única explicación lógica se presentaba por sí sola. Tomaría el consejo de Patch y no le gritaría por mentirme, pero esto era inexcusable. ¿Realeza del Baile de Bienvenida? Ni siquiera Patch podría protegerme de eso ahora.
Sentada en mi escritorio, saqué mi teléfono móvil de debajo del escritorio dado que nuestro profesor, el Sr. Sarraf, no tenía una política estricta sobre celulares.
¿NOMINADA BAILE DE BIENVENIDA? Envié a Vee.
Afortunadamente, la campana no había sonado todavía, y ella me dio una rápida respuesta.
ACABO DE ESCUCHARLO. UMM... ¿FELICIDADES?
STAS MUERTA. Lancé.
¿PRDONA?¿PIENSAS QUE YO HICE ESTO?
—Mejor guarda eso —dijo una voz animada—. Sarraf está mirando hacia ti.
Marcie Millar se dejó caer en el escritorio contiguo. Sabía que teníamos inglés juntas, pero ella siempre se había sentado en la última fila con Jon Gala y Addyson Hales. No era un secreto que el Sr. Sarraf estaba prácticamente ciego, y que ellos podían hacer cualquier cosa ahí atrás, como encender un cigarrillo.
—Si te mira más, le dará una hemorragia cerebral —dijo Marcie.
—Brillante —dije—. ¿Cómo se te ocurrió esto?
Perdiéndose mi sarcasmo, ella se sentó con la espalda recta, con auto- satisfacción.
—Vi que te apuntaste en el Baile de Bienvenida —dijo ella.
No dije nada. La cadencia de su voz no parecía burlarse, pero once años de historia entre nosotros implicaban todo de manera diferente.
—¿Quién crees que ganará para príncipe? —continuó—. Mi apuesta es Cameron Ferria. Esperemos que haya lavado en seco los robos reales desde el año pasado. Averigüé de buena fuente que Kara Darling dejó marcas de sudor dentro de su capa. ¿Qué pasará si tienes que usar su vieja capa? —Ella arrugó la nariz—. Si ella hizo eso con la capa, odiaría ver lo que le hizo a la tiara.
Mi mente viajó involuntariamente al único Baile de Bienvenida al que había asistido. Vee y yo habíamos ido como estudiantes de primer año. Habíamos estado recién entrando en preparatoria y sólo parecía apropiado ver qué estaba sucediendo ahí. A la mitad del mismo, el club de apoyo marchó enfrente del campo y anunció a la realeza, comenzando con los novatos y terminando con el rey y la reina veteranos. Cada miembro de la realeza tenía una capa en los colores de la escuela colgada sobre sus hombros y una corona o tiara descansando en su cabeza. Entonces ellos daban una vuelta de victoria alrededor en los carritos de golf. Clase alta, lo sé. Marcie ganó como novata y apagó cualquier deseo que tuviera de asistir a otra coronación.
—Yo te nominé. —Marcie retiró el cabello de sus hombros, dándome la completa potencia de su sonrisa—. Estaba manteniéndolo en secreto, pero la anonimidad no es cosa mía.
Sus palabras me lanzaron fuera de mi reflexión.
—¿Tú hiciste qué?
Ella intentó poner un rostro simpático.
—Sé que estás teniendo un periodo difícil. Quiero decir, primero toda esa cosa de la amnesia y... —Ella dejó caer su voz a un susurro—... Sé sobre las alucinaciones. Mi padre me lo dijo. Él también dijo que fuera extra genial contigo. Sólo que no estaba segura de cómo. Pensé y pensé. Y entonces vi el anuncio sobre las nominaciones para la realeza de este año. Obviamente todos querían nominarme, pero les dije a mis amigos que debíamos nominarte en mi lugar. Puede que haya mencionado las alucinaciones y tal vez exageré en su severidad. Tienes que jugar sucio para ganar. Las buenas noticias son que tenemos más de doscientas firmas, ¡más que cualquier otro nominado!
Mi mente daba vueltas, tambaleándose entre la incredulidad y el disgusto.
—¿Me hiciste tu proyecto de caridad?
—¡Sí! —chilló ella, juntando sus manos delicadamente.
Hice una inclinación hacia el pasillo, sujetándola con mi mirada dura y severa.
—Ve a la oficina y retráctate. No quiero mi nombre en esa boleta.
En lugar de parecer herida, Marcie puso sus manos en sus caderas.
—Eso arruinaría todo. Ya imprimieron las boletas. Eché un vistazo a la pila en la oficina esta mañana. ¿Quieres ser una desperdiciadora de papel? Piensa en los árboles que han sacrificado sus vidas por esos montones de papel. Y algo más, olvida el papel. ¿Qué hay de mí? Me salí de mi camino para hacer algo genial y tú no puedes, simplemente, rechazar eso.
Estiré mi cuello hacia atrás, frunciendo el ceño a las marcas de agua del techo.
¿Por qué a mí?