No había dormido en unas treinta y seis horas, excepto por un momento muy breve el jueves en la noche cuando Patch me había encontrado en sueños.
El quedarme despierta toda la noche no había sido un problema; cada vez que sentía mis ojos cerrarse, la explosión se me venía a la mente, haciendo que me despertara al instante. Incapaz de dormirme, pasaba la noche pensando en Patch.
Cuando Rixon me dijo que Patch era The Black Hand, él me había plantado una semilla de duda en mi interior que había sido tragada y florecida con la peor clase de traición a la confianza, pero no me había ahogado completamente.
No aún. Había una parte de mí que quería llorar y sacudir la cabeza negando la idea de que Patch pudiera haber matado a mi padre. Mordí mi labio con fuerza, concentrándome en el dolor en vez de recordar todas las veces en las que él había trazado mi boca con su dedo o besado la curva de mi oreja. No podía pensar en esas cosas.
No me había molestado en arrastrarme fuera de la cama a las siete para la escuela de verano. Había dejado una serie de mensajes telefónicos para el detective Basso durante toda la mañana y durante la tarde, una llamada por hora. Él no había devuelto ninguna de ellas. Me dije que estaba llamando para saber sobre Scott pero en el fondo, sospechaba que sólo quería saber que la policía estaba cerca. Por mucho que odiara al detective Basso, me sentí un poco más segura creyendo que él estaba a sólo una llamada de distancia. Porque una pequeña parte de mí estaba empezando a creer que la noche anterior no había sido sobre destruir evidencia.
¿Y si alguien había tratado de matarme?
En medio de todos los pensamientos que había hecho la noche anterior, vagaba por los fragmentos de información que tenía, tratando de que algo encajara. El único fragmento que tenía claro era el de la sociedad de sangre de Nefilim. Patch había dicho que el sucesor de Chauncey quería vengar su muerte. Patch juró que nadie podía relacionarme con la muerte de Chauncey pero estaba empezando a temer lo contrario. Si el sucesor sabía de mí, tal vez la noche anterior había sido su primer intento de vengarse.
Parecía improbable que nadie me hubiera seguido al apartamento de Patch a tan altas horas de la noche anterior pero si había una cosa que sabía sobre los Nefilim, era que ellos eran muy buenos haciendo lo improbable.
Mi celular sonó en mi bolsillo y lo saqué antes de el primer timbrazo tuviera tiempo a terminar.
–¿Hola?
–Vamos al Solsticio de Verano –dijo Vee–. Comeremos un poco de algodón de azúcar, subirnos a algunos juegos, quizás seamos hipnotizadas y hacer cosas que hagan que las Girls Gone Wild parezcan domesticadas.
Mi corazón, el cual se me había subido a la garganta, se deslizó de vuelta a su lugar. No era el detective Basso entonces.
–Hey.
–¿Qué dices? ¿Estás de humor para algo de acción? ¿De humor para Delphic?
Honestamente, no lo estaba. Había planeado volver a llamar al detective Basso en el intervalo de sesenta minutos hasta que él atendiera a alguna de mis llamadas.
–Llamando a tierra.
–No me siento bien –dije
–¿No te sientes bien cómo? ¿Dolor de estómago? ¿Dolor de cabeza? ¿Calambres? ¿Intoxicación por comida? El Delphic es la cura para todas esas cosas.
–Creo que paso, gracias de todos modos.
–¿Es por Scott? Porque él está en la cárcel. Él no puede ir por ti. Ven, diviértete. Rixon y yo no nos besaremos enfrente de ti si eso es lo que te molesta.
–Me voy a poner mis pijamas y a ver una película.
–¿Estás diciendo que una película es más divertida que yo?
–Esta noche lo es.
–¡Huh! Esta película. Sabes que no dejaré de insistirte hasta que vengas.
–Lo sé.
–Entonces hazlo fácil y sólo di que sí.
Dejé escapar un suspiro. Podía quedarme en casa toda la noche y esperar a que el detective Basso se moviera para contestar mis llamadas o podía tomarme un pequeño respiro y comenzar de nuevo. Además, él tenía mi número del celular y me podía localizar en cualquier parte.
–Está bien –le dije a Vee –. Dame unos diez minutos.
En mi habitación, extraje un par de vaqueros ajustados, me puse una playera con diseños y una chaqueta y completé mi apariencia con unas bailarinas de gamuza. Arreglé mi pelo en una coleta baja haciendo que cayera sobre mi hombro derecho. Al no haber dormido por más de un día entero, mis ojos estaban rodeados por unas ligeras ojeras. Me puse máscara, sombra de ojos plateada y brillo labial, esperando verme más animada de lo que me sentía. Le dejé una nota insulsa en la encimera de la cocina a mi mamá, diciéndole que me había ido a la celebración del solsticio de verano en el Delphic. Se suponía que ella no regresaría sino hasta mañana en la mañana pero ella me sorprendía más a menudo que por no regresar a casa temprano. Si ella llegaba a casa esta noche, probablemente iba a ser un momento en el que ella deseara no haber ido a su viaje. Había ensayado lo que le iba a decir. Lo que fuera que hiciera, no podía romper el contacto ocular con ella mientras le decía que sabía acerca de su romance con Hank. Y no podía dejar que dijera una palabra después de que le contara que me estaba mudando. Como había practicado, planeaba salirme en este punto. Quería transmitirle el mensaje de que era demasiado tarde para hablar –si ella hubiese querido decirme la verdad, tuvo dieciséis años para hacerlo. Ahora era demasiado tarde.
Cerré la puerta con llave y troté por el camino para encontrarme con Vee.
Una hora más tarde, Vee estacionaba el Neon en un espacio para estacionar entre dos camiones gigantes que ocupaban nuestro espacio en ambos lados. Cerramos las ventanas y nos impulsamos de espaldas para evitar rayar la pintura al abrir las puertas. Cruzamos el estacionamiento y pagamos nuestras entradas. El parque estaba más lleno de lo usual por causa del solsticio de verano –el día más largo del año. De inmediato reconocí algunas caras de la escuela. Pero en su mayoría, sentía que estaba parada en un mar de desconocidos. La mayoría estaba vistiendo máscaras de mariposas en tonos de las joyas que cubría la mitad de sus caras. Uno de los vendedores debió de estar vendiéndolas con descuentos.
–¿Con qué deberíamos de empezar? –preguntó Vee. –¿El arcade? ¿La casa de la diversión? ¿Las ventas de comida? Personalmente, pienso que deberíamos de empezar con la comida. Así comeremos menos.
–¿Tu lógica?
–Si vamos a las ventas de último, habremos aumentado nuestro apetito.
Siempre como más cuando he trabajado con mi apetito.
No me importaba dónde empezáramos. Yo sólo estaba aquí para distraerme por unas horas. Revisé mi celular pero no tenía ninguna llamada perdida. ¿Qué tanto le tomaba al detective Basso devolver una llamada? ¿Le había pasado algo? Tenía un nubarrón negro colgando en el fondo de mi mente y no me gustaba cómo me hacía sentirme incómoda.
–Te ves pálida –dijo Vee.
–Te lo dije: no me siento bien.
–Eso es porque no has comido lo suficiente. Siéntate, iré por algo de algodón de azúcar y hot dogs. Sólo piensa en toda esa salsa y mostaza. No sé tú pero ya puedo sentir mi cabeza aclararse y mi pulso calmarse.
–No tengo hambre, Vee.
–Por supuesto que tienes hambre. Todos tienen hambre. Por eso es que tenemos todos estos puestos –antes de que pudiera detenerla, ella se adentró en la multitud.
Estaba paseándome, esperando a Vee, cuando mi celular sonó. Detective Basso fue el nombre que apareció en la pantalla.
–Por fin –respiré, abriendo el celular.
–Nora, ¿dónde estás? –él dijo en el momento en el que contesté. El estaba hablando rápido y podía decir que estaba molesto –Scott escapó. Se largó. Tenemos a la patrulla entera buscándolo pero quiero que te quedes fuera de su camino. Voy a recogerte hasta que esto termine. Estoy en camino a tu casa ahora mismo.
Mi garganta se cerró, dificultando el poder articular palabras.
–¿Qué? ¿Cómo pudo escapar?
El detective Basso dudó antes de responder.
–Él dobló las barras de su celda.
Por supuesto que lo había hecho. Él era un Nefilim. Hace dos meses había visto a Chauncey destrozar mi celular con un mero apretón de su mano. No parecía ser demasiado surrealista para imaginarlo. Scott usando su fuerza Nefilim para escaparse de la cárcel.
–No estoy en casa –dije–. Estoy en el parque de diversiones Delphic.
Sin haber querido hacerlo, ubiqué mis ojos en la multitud, buscando a Scott. Pero no había manera de que él supiera que yo estaba aquí. Después de escaparse de la cárcel, él probablemente habría ido directamente a mi casa, esperando encontrarme aquí. Me sentí increíblemente agradecida con Vee por sacarme de casa esta noche. Scott probablemente estaba en mi casa en este mismo momento...
El celular se deslizó un poco en mi mano. La nota. En la encimera. La que le había dejado a mi madre diciéndole que había ido al Delphic.
–Creo que él sabe dónde estoy –le dije al detective Basso, sintiendo los primeros lengüetazos de pánico–. ¿Qué tan pronto puedes venir?
–¿Delphic? Treinta minutos. Ve a Seguridad. Hagas lo que hagas, mantén tu teléfono contigo. Si ves a Scott, llama de inmediato.
–No tienen seguridad en el Delphic –dije con la boca reseca. Era sabido que el parque no empleaba seguridad, lo cual era una de las muchas razones por las que a mamá no le gustaba que viniera aquí.
–Entonces sal de allí –ladró–. Conduce de vuelta a Coldwater y encuéntrame en la estación. ¿Puedes hacer eso?
Sí, podía hacer eso. Vee me podía llevar a dar una vuelta. Estaba caminando ya en dirección donde ella se había ido, con los ojos puestos en la multitud, buscándola.
Detective Basso exhaló.
–Vas a estar bien. Sólo... apúrate en regresar. Enviaré al resto de la patrulla para ir tras Scott. Lo encontraremos. –la ansiedad en su voz no me consoló.
Colgué. Scott estaba fuera. La policía estaba tras él y todo eso iba a terminar bien... siempre y cuando yo lograra salir. Esbocé un plan rápido.
Primero, tenía que encontrar a Vee. También tenía que salir al aire libre. Si Scott viniera caminando por el sendero en este momento, me iba a ver.
Estaba trotando a través de los puestos de comidas cuando alguien le dio un codazo a mis costillas por atrás. Algo en la fuerza del codazo me dijo que esto había sido más que un accidente. Me giré y antes de poder hacerlo completamente, mi cerebro se erizó al momento que registraba una cara conocida. Lo primero que vi fue un flashazo de un aro plateado en su oreja. La segunda cosa que advertí fue lo golpeada que estaba su cara. Su nariz estaba rota –torcida y el morete de un color rojo oscuro. El morete se extendía hasta debajo de ambos ojos, volviéndose de color violeta oscuro.
Lo próximo que supe fue que Scott me tenía sujeta por el codo y me arrastraba por la pasarela.
–Quítame las manos de encima –dije, luchando contra él. Pero Scott era más fuerte y fortaleció su agarre.
–Claro, Nora, después de que me digas dónde está.
–¿Dónde está qué? –dije, mi voz fue pasivo-agresiva.
Él se rió sin humor.
Mantuve mi expresión lo más neutra que pude pero mis pensamientos estaban disparados. Si le decía que el anillo estaba en mi casa, él se iría del parque. Él probablemente me llevaría con él. Cuando la policía llegara, no nos iba a encontrar a ninguno de los dos. No era como si pudiera llamar al detective Basso y decirle que nos dirigíamos a mi casa. No con Scott parado enfrente de mí. No, tenía que mantenerlo aquí, en el parque.
–¿Se lo diste al novio de Vee? ¿Creíste que él podía protegerlo de mí? Sé que él no es normal." Los ojos de Scott estaban desconcertantemente aterrorizados–. Sé que él puede hacer cosas que otras personas no pueden.
–¿Cómo tú?
Scott me miró.
–Él no es como yo. Él no es lo mismo. Eso es todo lo que puedo decir. No te voy a lastimar, Nora. Todo lo que necesito es el anillo. Dámelo y nunca volverás a verme.
Él estaba mintiendo. Él podía lastimarme. Él estaba lo suficientemente desesperado como para escaparse de la cárcel. Nada era demasiado extremo en este punto –él obtendría el anillo de vuelta, costara lo que costara. La adrenalina latió a través de mis piernas y no podía pensar claramente. En alguna parte en el fondo de mi mente, mi instinto de supervivencia me dijo que necesitaba tomar el control de la situación. Necesitaba encontrar un camino de separarme de Scott. Siguiendo ciegamente mis instintos dije: "Tengo el anillo."
–Yo sé que lo tienes –dijo impacientemente–. ¿Dónde?
–Está aquí. Lo traje conmigo.
Él me consideró por un momento, entonces tiró de mi bolso de mano fuera de mi brazo y lo abrió, buscándolo.
Sacudí la cabeza.
–Lo tiré.
Él me lanzó mi bolso de vuelta y lo atrapé, apretándolo contra mi pecho.
–¿Dónde? –demandó.
–En un bote de basura cerca de la entrada –dije automáticamente–. Dentro de uno de los que hay en el baño de damas.
–Muéstrame.
Mientras caminábamos por la pasarela, ordené quedarme calmada el tiempo suficiente para pensar en mi siguiente movimiento. ¿Podría correr? No, Scott me atraparía. ¿Me podía esconder en uno de los baños de señoras?" No, definitivamente no. Scott no era tímido y no tendría problema alguno en entrar si eso significaba obtener lo que él quería. Yo seguía con mi celular, sin embargo. En el baño de damas podía llamar al detective Basso.
–En éste –dije, señalando a uno de los bloques de hormigón. La entrada al servicio de damas estaba en línea recta, por un pasillo inclinado de cemento con el baño de hombres a la vuelta.
Scott me sujetó por los hombros y me sacudió.
–No me mientas. Ellos me matarán si lo pierdo. Si me estás mintiendo, te...–se detuvo pero sabía que era lo que estaba por decir. Si me estás mintiendo, te mataré.
–Está en el baño –asentí, más para convencerme de que podía hacer eso que para asegurarle–. Iré por él. Y entonces me dejarás en paz, ¿no?
En vez de responderme, Scott extendió una mano, llamándome la atención.
–Tu celular.
Mi corazón tartamudeó. Viendo que no me quedaba de otra, saqué mi celular y se lo di. Mi mano tembló ligeramente pero reafirmé mi agarre en él, negándome a darle a saber que tenía un plan o simplemente que él me lo había hecho trizas.
–Tienes un minuto. No hagas nada estúpido.
Dentro del baño, hice un inventario rápido. Cinco lavabos contra la pared y cinco cubículos en el lado opuesto. Dos chicas universitarias estaban por los lavabos con una capa de burbujas cubriéndoles las manos. Había una pequeña ventana en la pared más ventana y estaba abierta. Sin perder más tiempo, puse mi pie en el último lavabo y me impulsé para pararme. La ventana estaba a la altura de mis codos ahora y mientras no hubiera una pantalla que me obstruyera la salida, iba a ser una lucha para atravesarla. Podía sentir los ojos de todas en mi pero los ignoré y me impulsé en la cornisa, apenas dándomencuenta del popó de pájaro o de las telarañas.
Cuando me empujé por el cristal abierto, se cayó al suelo afuera con un repiqueteo. Contuve el aliento, pensando que Scott lo había escuchado pero las multitudes en los alrededores habían amortiguado el ruido. Aplastando minestómago contra el marco de la ventana, levanté mi pierna izquierda, encogiéndola contra mi cuerpo hasta que fui capaz de rodarla a través de la ventana. Serpenteé en el resto del camino, mi pierna derecha fue la última en deslizarse. Me sujeté en el marco con los dedos y me solté, estando ya en el pasillo exterior. Me quedé de cuclillas por un momento, medio esperando que Scott rodeara la construcción.
Entonces corrí hacia el pasillo principal del parque y me deslicé dentro de la corriente de la multitud.