Era la noche del domingo antes del comienzo de las vacaciones de primavera y el cine estaba lleno. Me metí en la fila de entrada, mirando continuamente alrededor en busca de indicios de si había sido seguida.
No había nada alarmante hasta el momento y la presión de los cuerpos me ofrecía buena cobertura. Me dije a mí misma que Patch se haría cargo de Dabria y que no tenía nada de qué preocuparme. Pero no hacía daño estar alerta.
Por supuesto, en el fondo, sabía que Dabria no era la mayor preocupación. Tarde o temprano Patch iba a averiguar que yo no estaba en el Delphic. Basándome en la experiencia pasada, no me hice ninguna ilusión de ser capaz de ocultarme por un largo tiempo. Él me iba a encontrar. Y entonces me vería forzada a confrontarlo con la pregunta que tanto me asustaba.
Específicamente, me asustaba más su respuesta. Porque había una sombra de duda en el fondo de mi mente,susurrándome que Dabria había dicho la verdad acerca de lo que Patch necesitaba hacer para conseguir un cuerpo humano.
Me acerqué a la taquilla. Las películas de las nueve y treinta acababan de empezar.
- Una entrada para El Sacrificio. - Dije sin pensar.
Inmediatamente encontré el título extrañamente irónico. Sin esperar a reflexionar más sobre eso, escarbé en mis bolsillos y empujé un fajo de monedas por debajo de la ventana, rogando para que fuera suficiente.
- Cielos. - Dijo la cajera mirando las monedas resbalarse por debajo de la ventana. La reconocí de la escuela. Ella era una estudiante de último grado y estaba casi segura de que su nombre era Kaylie o Kylie - Muchas gracias. - Dijo - Como si no hubiera una fila esperando.
Todo el mundo detrás de mí murmuró una exclamación colectiva.
- He limpiado mi hucha. - Dije intentando ser sarcástica.
- No bromeo. ¿Está todo? - Preguntó expulsando un prolongado suspiro mientras agrupaba las monedas en cuartos, diez centavos, cinco centavos y peniques.
- Por supuesto.
- Como sea. No recibo el pago suficiente para esto. - Ella arrojó el dinero en la pequeña caja metálica y deslizó mi entrada por debajo de la ventana - Existen esas cosas llamadas tarjetas de crédito...
Cogí la entrada.
- ¿Has visto pasar a Vee Sky esta noche?
- ¿Bee quién?
- Vee Sky. Ella es una estudiante de segundo año. Estaba con Elliot Saunders.
Los ojos de Kaylie o Kylie se abrieron exorbitadamentes.
- ¿Te parece que tengo una noche tranquila? ¿Te parece que sólo he estado sentada aquí, memorizando cada cara que pasa?
- No importa. - Solté un respiro dirigiéndome hacia las puertas que me llevaban dentro.
El cine de Coldwater tiene dos pantallas a ambos lados de un puesto de películas. Tan pronto como el chico de las entradas le arrancó la mitad a la mía, me dirigí hacia la puerta de la sala de cine número dos y me adentré en la oscuridad. La película había empezado.
La sala de cine estaba casi llena, excepto por unos cuantos asientos aislados. Caminé por el pasillo buscando a Vee. Al fondo me di la vuelta y caminé por el frente. Era difícil reconocer las caras en la oscuridad, pero estaba bastante segura de que Vee no estaba aquí.
Salí de la sala y caminé hacia la función de al lado. No estaba tan concurrida. Hice otra caminata, pero de nuevo, no vi a Vee. Tomando asiento cerca de la parte trasera, traté de ordenar mi mente.
Esta noche, todo parecía un oscuro cuento de hadas en el cual me había perdido y no podía encontrar mi camino de regreso. Un cuento de hadas con ángeles caídos, humanos híbridos y asesinatos como sacrificio. Pasé el dedo pulgar por encima de mi marca de nacimiento. Especialmente no quería pensar en la posibilidad de que era descendiente de un Nephilim.
Saqué el móvil de emergencias y comprobé las llamadas perdidas. Ninguna.
Lo estaba metiendo en el bolsillo cuando una caja de cartón con palomitas de maíz se materializó a mi lado.
- ¿Tienes hambre? - Preguntó una voz justo por encima de mi hombro.
La voz era tranquila y no precisamente feliz. Traté de mantener la calma para respirar.
- Levántate y sal del cine. - Dijo Patch - Estoy justo detrás de ti. No me moví.
- Sal de aquí. - Él repitió - Necesitamos hablar.
- ¿Acerca de que necesitas sacrificarme para conseguir un cuerpo humano? - Pregunté con un tono ligero mientras mis entrañas tenían la sensación de pesadez.
- Podría ser lindo si pensaras que es verdad.
- ¡Creo que es verdad!
En cierto modo. Pero el mismo pensamiento seguía regresando... Si Patch quería matarme, ¿por qué no lo había hecho?
- ¡Shh! - Dijo un chico a mi lado.
- Sal de aquí o te cargaré hacia fuera. - Dijo Patch.
Me enloquecí.
- ¿Perdón?
- ¡Shh! - El chico a mi lado susurró de nuevo.
- La culpa es de él. - Le dije señalando a Patch.
El chico estiró el cuello hacia atrás.
- Escucha. - Dijo enfrentándose a mí de nuevo - Si no te calmas, llamaré a seguridad.
- Bien, ve y busca a seguridad. Diles que se lo lleven de aquí. - Dije una vez más señalando a Patch - Diles que él quiere matarme.
- Yo quiero matarte. - Susurró la novia del chico inclinándose a su alrededor para confrontarme.
- ¿Quién quiere matarte? - El chico preguntó todavía mirando por encima de su hombro, pero su expresión era indescifrable.
- No hay nadie allí. - La novia me dijo.
- Estás haciéndoles creer que no pueden verte, ¿cierto? - Le dije a Patch impresionada por su poder aún cuando despreciaba su uso.
Patch sonrió, pero apretaba las esquinas de su boca.
- ¡Oh, cielos! - Dijo la novia alzando las manos al aire. Ella miró a su novio con furia y le dijo - ¡Haz algo!
- Necesito que pares de hablar. - El chico me dijo. Hizo un gesto hacia la pantalla - Mira la película. Oye... toma mi refresco.
Entrando en el pasillo, sentí a Patch moviéndose detrás de mí, inquietantemente cerca y sin tocarme. Permaneció así hasta que salimos de la sala de cine.
En el otro lado de la puerta, Patch enganchó mi brazo y me guió a través del vestíbulo hasta el baño de mujeres.
- ¿Qué te pasa con los baños de las chicas? - Dije.
Me condujo por la puerta, la aseguró y se recostó en ella. Sus ojos estaban sobre los míos. Me mostraban cada señal de querer sacudirme a muerte.
Estaba apoyada en el lavabo, las palmas de mis manos escavaban en el borde.
- Estás enfadado porque no fui a Delphic. - Levanté un hombro completamente inestable
- ¿Por qué Delphic, Patch? Es domingo por la noche. Delphic cerrará pronto. ¿Tienes alguna razón en especial para que me quieras conducir a un oscuro y abandonado parque de atracciones? - Caminó hacia mí hasta que quedó tan cerca que pude ver sus ojos negros por debajo de la gorra de béisbol - Dabria me dijo que tienes que sacrificarme para obtener un cuerpo humano. - Dije.
Patch estaba en silencio.
- ¿Y crees que lo haría?
Tragué saliva.
- Entonces. ¿es verdad?
Nuestros ojos se encontraron.
- Tiene que ser un sacrificio intencional. Simplemente matarte no hará nada.
- ¿Eres la única persona que puede hacerme esto?
- No, pero probablemente soy la única persona que conoce el resultado final, y el único que lo intentaría. Esa es la razón por la que vine a la escuela. Tenía que acercarme a ti. Te necesitaba. Por eso entré en tu vida.
- Dabria me dijo que te enamoraste de una chica. - Me odiaba a mí misma por experimentar esos dolores irracionales por los celos. No se suponía que hablaríamos de mí. Se suponía que sería un interrogatorio - ¿Qué sucedió?
Quería desesperadamente que Patch me diera alguna pista de sus pensamientos, pero sus ojos negros eran fríos, las emociones se escondían en su mirada.
- Ella envejeció y murió.
- Eso debió haber sido difícil para ti. - Dije.
Él esperó unos cuantos segundos antes de responder. Su tono era tan bajo que me estremecí.
- Quieres que me confiese, lo haré. Te diré todo. Quién soy y qué he hecho. Hasta el último detalle. Lo desenterraré todo, pero tienes que preguntarlo, tienes que quererlo.
Puedes ver quién fui o puedes ver quién soy ahora. No soy bueno. - Dijo penetrándome con esos ojos que absorbían la luz, pero no reflejaban nada - Pero fui peor.
Ignoré el rollo en mi estómago y dije:
- Cuéntame.
- La primera vez que la vi yo todavía era un ángel. Fue un momento de posesiva lujuria.
Me volví loco. No sabía nada de ella, excepto que haría lo que fuera para acercarme a ella. La miré durante un momento y luego pensé que, si bajaba a la tierra y poseía un cuerpo humano, sería expulsado del cielo y me convertiría en humano. La cosa es que no sabía nada acerca del Jeshvan. Bajé a la tierra en una noche de agosto, pero no pude poseer el cuerpo. En mi camino de regreso al cielo, un grupo de ángeles vengadores me detuvieron y arrancaron mis alas. Me echaron del cielo. Inmediatamente supe que algo andaba mal. Cuando miraba a los humanos, todo lo que podía sentir era un deseo insaciable de estar dentro de sus cuerpos. Me quitaron todos mis poderes y me convertí en esta débil y patética cosa. No era un humano. Era un caído. Me di cuenta de que renuncié a todo, así como así. Todo este tiempo me he odiado a mí mismo por eso. Creí que lo había dado todo por nada. - Sus ojos se centraron especialmente en mí haciéndome sentir trasparente – Pero, si no hubiera caído, no te habría conocido.
Mis contradictorias emociones pesaban demasiado en mi pecho, pensé que podrían ahogarme. Conteniendo las lágrimas, me obligué a continuar.
- Dabria dijo que mi marca de nacimiento significa que estoy relacionada con Chauncey. ¿Eso es verdad?
- ¿Quieres que te conteste?
No sabía lo que quería. Mi mundo entero se sentía como una broma, y yo era la última en verle la gracia. No era Nora Grey, la chica común. Era la descendiente de alguien que ni siquiera era humano. Y mi corazón se estaba haciendo pedazos por otro no-humano. Un ángel oscuro.
- ¿De qué parte de mi familia? - Dije al fin.
- De tu padre.
- ¿Dónde esta Chauncey ahora?
Aún si estábamos relacionados, me gustaba la idea de que estuviera lejos. Muy lejos. Lo suficiente como para que la relación entre nosotros no se sintiera real.
Sus botas quedaron al mismo nivel de mis zapatillas.
- No voy a matarte, Nora. No mato a las personas que son importantes para mí. Y tú encabezas la lista.
Mi corazón dio un tirón nervioso. Mis manos estaban presionadas contra su estómago, que estaba tan duro que incluso su piel no cedía. Yo estaba manteniendo un inútil escudo de protección entre nosotros, ya que ni siquiera una alambrada eléctrica me haría sentir segura de él.
- Estás allanando mi espacio. - Dije avanzando hacia atrás.
Patch dio escasamente una sonrisa.
- ¿Allanando? Esto no es el SAT*, Nora.
Me metí algunos cabellos sueltos detrás de mi oreja y di un paso considerable hacia un lado, bordeando el fregadero.
- Me estás apretujando, necesito espacio.
Lo que necesitaba eran límites. Necesitaba fuerza de voluntad, necesitaba estar enjaulada, ya que una vez más estaba probando que no podía estar confiada con la presencia de Patch. Debería haber estado huyendo por la puerta, y sin embargo... no lo estaba haciendo. Traté de convencerme de que me quedaba porque necesitaba respuestas, pero esa era solo una parte. Estaba la otra parte en la que no quería pensar. La parte emocional. La parte que era una lucha sin sentido.
- ¿Estás escondiendo algo mas de mí? - Quise saber.
- Estoy escondiendo muchas cosas de ti.
Mis entrañas cayeron en picado.
- ¿Como cuáles?
- Como la manera en la que me siento estando aquí encerrado contigo. - Patch apoyó la mano contra el espejo, con su peso inclinado sobre mí - No tienes ni idea de lo que me haces.
Sacudí mi cabeza.
- No lo creo. Esto no es una buena idea. Esto no es correcto.
- Hay muchas clases para definir correcto. Y todavía estamos en la zona segura.
Estaba bastante segura de que el sentido de auto-conservación de mi cerebro estaba gritando, ¡Corre por tu vida! Desafortunadamente, la sangre rugía en mis oídos y no estaba escuchando bien. Obviamente tampoco estaba pensando correctamente -
Definitivamente correcto. Normalmente correcto. - Patch continuó - Totalmente correcto. Tal vez correcto.
Tal vez no es correcto ahora.
Tomé un poco de aire. Por el rabillo del ojo me di fijé en una alarma de incendios en la pared. Estaba a unos diez o quince metros de distancia. Si era rápida, podría cruzar la habitación y presionarla antes de que Patch me detuviera. Seguridad vendría corriendo.
Estaría a salvo. Y eso es lo que quería... ¿cierto?
- No es una buena idea. - Dijo Patch con una suave sacudida de su cabeza.
Me eché a correr hacia la alarma. Mis dedos se cerraron en la palanca y la bajé para que sonara. Solo que la palanca nunca se movió. Mientras lo intentaba, no pude conseguir que se moviera. Y entonces me di cuenta de la familiar presencia de Patch en mi cabeza, y supe que era un juego mental.
Me di la vuelta para enfrentarlo.
- Sal de mi cabeza.
Me puse furiosa y empujé con fuerza su pecho. Patch dio un paso atrás, estabilizandose.
- ¿Por qué has hecho eso? - Preguntó.
- Por toda esta noche.
Por volverme loca por él cuando sabía que estaba mal. Él era el peor de los malos. Era tan malo que se sentía bien, y eso me hacía sentir completamente fuera de control. Podría haber tenido la tentación de pegarle en su cuadrada mandíbula, si él no me hubiera tomado por los hombros e inmovilizado contra la pared. Apenas quedaba espacio entre nosotros, solo una delgada frontera de aire, pero Patch consiguió eliminarla.
- Seamos honestos, Nora. Tú me deseas. - Sus ojos eran demasiado profundos - Y yo te deseo.
Él se inclinó hacia mí y puso su boca sobre la mía. Una gran cantidad de él estaba sobre mí, en realidad. Nuestros cuerpos se tocaron en lugares estratégicos, y eso me llevó toda la fuerza de voluntad para separarme. Me eché hacia atrás.
- No he terminado. ¿Qué sucedió con Dabria?
- Todo solucionado.
- ¿Qué significa eso exactamente?
- Ella no iba a mantener sus alas después de que conspirara para matarte. En el momento en que ella tratara de regresar al cielo, los ángeles vengadores se las arrancarían. Ella tenía que verlo venir tarde o temprano. Yo solo acabo de acelerar las cosas.
- ¿Así que tú... se las arrancaste?
- Estaban deterioradas; las plumas estaban rotas y delgadas. Si se quedaba en la tierra mucho más tiempo sería una señal para cada ángel caído y vería que ella había caído. Si no lo hacía yo, alguno de ellos lo haría.
Esquivé otro de sus adelantos.
- ¿Ella hará alguna otra aparición no deseada en mi vida?
- Es difícil de decir. - Tan rápido como un rayo, Patch agarró el borde de mi suéter y me atrajo hacia él. Sus nudillos rozaron la piel de mi ombligo. Calor y hielo se dispararon a través de mí al mismo tiempo - Podrías hacerte cargo de ella, Ángel. - Dijo - Te he visto en acción y mi apuesta es por ti. Tú no me necesitas para eso.
- ¿Para qué te necesito?
Él se echó a reír. No de manera abrupta, pero sí con un bajo deseo determinado. Sus ojos habían perdido su borde y se centraron totalmente en mí. Su sonrisa era mañosa... pero suave. Algo justo detrás de mi obligo bailaba, y luego se enroscaba y descendía.
- La puerta está cerrada. - Dijo - Y tenemos asuntos pendientes.
Mi cuerpo parecía haber arrasado con la parte lógica de mi cerebro. Sofocándolo, de hecho. Pasé mis manos por su pecho y enlacé mis brazos alrededor de su cuello. Patch me levantó de las caderas y yo envolví mis piernas alrededor de su cintura. Mi pulso latía duramente, pero no me importó ni un poquito. Apreté mi boca en la de él, absorbiendo el éxtasis de su boca sobre la mía, sus manos en mí me hacían sentir al borde de salirse de mi piel...
El móvil en mi bolsillo sonó. Me aparté de Patch, respirando con dificultad, y el móvil sonó por segunda vez.
- Buzón de voz. - Dijo Patch.
En lo profundo de mi conciencia sabía que contestar al teléfono era importante. No podía recordar por qué; besar a Patch había hecho que cada preocupación que albergaba se evaporara. Yo misma me desenrede de él, dándole la espalda para que él no pudiera ver cuánto me había alterado y lo que diez segundos de besarlo me había hecho.
Internamente estaba gritando de alegría.
- ¿Hola? - Contesté resistiendo las ganas de limpiar mi boca manchada por el brillo labial.
- ¡Nena! - Dijo Vee. Teníamos mala cobertura, el crujir de la interferencia hacía que su voz se cortara - ¿Dónde estás?
- ¿Dónde estás tú? ¿Sigues con Elliot y Jules? - Aplasté una mano sobre mi oreja libre para escuchar mejor.
- Estoy en la escuela. Entramos ilegalmente. - Dijo con una voz que era de una perfecta persona desobediente - Queremos jugar al escondite, pero no tenemos suficiente gente para formar dos equipos. Así que... ¿conoces a una cuarta persona que podría venir a jugar con nosotros?
Una voz incoherente se escuchó en el fondo.
- Elliot quiere que te diga que si no vienes a ser su compañera... espera... ¿qué? - Dijo Vee en el fondo.
La voz de Elliot vino.
- ¿Nora? Ven a jugar con nosotros. De lo contrario, hay un árbol en el área común con el nombre de Vee en él.
Hielo puro fluyó a través de mí.
- ¿Hola? - Dije con voz ronca - ¿Elliot? ¿Vee? ¿Estáis ahí? Pero la conexión estaba muerta.