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Chapter 6 - Capítulo 2 parte 2: Demonio (2)

—El nuevo Demian definitivamente es extraño.

La chica de cabello negro dijo eso abstraída, recostada sobre la cama en su habitación.

¿Por qué rayos estaba pensando así? ¿Había algo mal con ella? ¿Era un exagerado juicio temprano? ¿Podría ser que estaba demasiado preocupada? Amy giraba de un lado para el otro, no podía evitar sentirse confundida.

Si ella definiera la relación que tenía con su hermano anteriormente, sería una relación bastante cercana. Desde niños eran bastante apegados, casi como amigos.

Demian siempre fue un chico gentil y sociable. Capaz de hacer amigos por donde sea que fuera y tener un tema de conversación, aun cuando conoció a una persona recientemente. Por el contrario, Amy de pequeña tenía muchas dificultades a la hora de comunicarse con otros que no fueran sus padres o su hermano mayor. Cada vez que salían, no se despegaba ni un milímetro de ellos.

Esto era algo que a Catherine y Edward les preocupaba. Era por esto que intentaron tantas veces que ella logrará comunicarse con niños de su edad, sin éxito.

Cuando los niños se acercaban, su primera reacción era ocultarse tras la espalda de Demian. Era su forma de sentirse segura, hablar con otros niños le aterraba.

Frases como "¿A que le tiene miedo?" o "Que chica tan rara" era algo que se repetía.

En casa, en cambio, Amy tenía toda la libertad para hablar y hacer de lo que sea. No tenía motivo para sentirse asustada.

Debido a esto, pasó la mayor parte de su niñez jugando con Demian en el patio trasero.

"Así debe ser jugar con amigos", era lo que pensaba.

Ella estaba agradecida con él. Nunca mostró molestia o que se sentía incómodo porque ella se le pegara tanto. Incluso frente a otros niños él jamás la trató como una carga. Lo llegó a considerar alguien preciado, que estaría para ella cuando lo necesite.

Pero poco a poco la situación comenzó a cambiar. Ya que Demian destacaba en la escuela, sus padres tendían a elogiar sus logros con frecuencia. Sus notas eran generalmente buenas, excelente en deportes y muy participativo en las actividades escolares.

Por el contrario, Amy al no desenvolverse socialmente tenía una nula presencia y un desempeño menos que regular en deportes. Aun así, sus notas siempre fueron perfectas.

Sus padres también la felicitaron. Era definitivamente destacable. Pero sin percatarse sus padres no demostraban el mismo fervor que al hablar de Demian con los demás.

Catherine y Edward no eran malos padres. Trataban a sus hijos con el mismo cariño y amor. Amy lo sabía.

Demian era alguien que lograba con facilidad lo que ella no. Una emoción complicada, algo oscuro, se arremolinaba en su mente ¿Era acaso envidia? ¿Celos? No era capaz de ponerlo en palabras. Aun cuando dependía de Demian como protector, el sentimiento de inferioridad por su propia incapacidad siguió creciendo en su corazón a medida que pasaba el tiempo. Llegó un momento que incluso creyó que odiaba a su hermano. El ser consciente de ello sólo la hizo sentir asqueada de sí misma. Era egoísta. No podía permitirse pensar así. No podía odiar a su preciosa persona.

Ella escondió tales emociones muy dentro de sí. Fingió que todo estaba bien. Vivió con la idea de que tarde o temprano su hermano la abandonaría si llegara a enterarse de sus malos sentimientos.

Pero aquel día...

Hubo una ocasión que sus padres los habían llevado de paseo a un parque temático recientemente inaugurado. Se había vuelto rápidamente un sitio muy concurrido debido a la gran cantidad de atracciones y bellos espacios verdes con un gran ambiente familiar.

Mientras estaban en una de las zonas de juegos, como había sucedido muchas veces, un grupo de niños se les acercó. Demian habló con ellos sin ninguna timidez. De vez en cuando algunos del grupo miraron con curiosidad a la niña oculta en su espalda con los ojos cerrados.

La conversación llegó a un punto en el cual todos querían ir en grupo a ver una de las atracciones más famosas.

Demian miró hacia su espalda por un instante, antes de rechazar su oferta.

Frente al rechazo los niños se mantuvieron insistentes.

—¡Deja a tu hermana y ven con nosotros!

Uno de los niños dijo eso. Pronto, los demás alzaron la voz en apoyo a esa idea.

Amy, que había oído todo, reaccionó desesperada. Cruzó sus brazos alrededor de la cintura de su hermano y se aferró con fuerza. Ella pensó que el abandono era lo único que podía pasar como resultado a su egoísmo. Ella, que era una molestia. Se convenció a si misma de que él se iría lejos sin oponer resistencia. No obstante, lo siguiente que escuchó, rompió con esa cadena de negatividad.

—Como ya dije, no pienso ir.

—Pero puedes dejar a tu hermana a cargo de tus padres y venir con nosotros.

—Mi hermanita es lo importante para mí. Mientras ella me necesite, la apoyaré siempre que pueda.

La chica abrió los ojos con asombro. Fue incapaz de ver otra cosa que el rostro de su hermano con aquella sonrisa tan confiable.

Los chicos finalmente se rindieron y se fueron. Pasó un tiempo que todo estuvo en silencio.

—Amy, si continúas abrazándome así de fuerte creo que me quedare sin aire.

—¡Ah! ¡L-Lo siento!

Demian jadeo esas palabras. Amy suavizó su agarre en disculpa, sin soltarlo.

—No tienes que preocuparte.

Amy vio su propio reflejo en los ojos del chico; Amables y cálidos. Se mantuvo ensimismada con aquellos ojos. Fue la primera vez que lo miró a los ojos así en mucho tiempo.

El viento movió el cabello de ambos. Se sintió como una suave caricia en sus rostros.

—¿C-Cómo… haces para… no tener miedo… hermano?

Amy tartamudeó y con pausa logró hacer esa pregunta. Sus labios temblaron de nerviosismo.

El chico, de igual color de cabello y ojos frente a ella, en primeras instancias no supo cómo responder.

La cara pensativa de Demian la mantuvo expectante.

Al poco tiempo el chico la miró nuevamente a los ojos.

—Supongo que no pienso en ello, creo.

—¿No piensas en ello?

Amy preguntó desconcertada. Ella se hacía la idea que su hermano tenía algún tipo de truco. Fue una respuesta inesperada en varios sentidos. El chico continuó.

—Si, no es que no tenga miedo. Sino más bien decido no centrarme en mi propio miedo.

—No entiendo.

—El miedo es algo que se encuentra en todas las personas. Cosas como el miedo al rechazo o el miedo a lo que no conocemos, es normal. Escucha, tener miedo no es malo. Incluso papá y mamá sienten miedo. Y yo también.

—¿Pero a que le tendrías miedo? Siempre has logrado hacer lo que quieres sin problemas. ¿Por qué algo te asustaría?

Amy no parecía creer que eso fuera posible.

—Quizás es cierto que he logrado hacer mucho, pero no significa que no sienta miedo. De hecho, siempre siento miedo. Y a un montón de cosas. La oscuridad aún me asusta, por ejemplo.

El chico sonrió como si se riera de sí mismo.

—Y yo también me asusto al hablar con otros niños. No puedo decirte como no tener miedo, pero sí como hago para superarlo.

—¿Superarlo? ¿Cómo haces eso?

—Supongo que lo único que queda es avanzar. Si el miedo quiere hacerme retroceder, entonces pensaré en cualquier cosa que me ayudará a ir hacia adelante. Mientras sea algo sumamente importante para ti, eso te dará lo que necesitas para seguir. Creo que eso hace que las personas sean más fuertes. Un símbolo de fortaleza.

Demian dijo eso con convicción. Un breve silencio cayó.

—Y en este caso, mi símbolo de fortaleza eres tú, Amy. Quizás no recuerdes, pero hace mucho tiempo, la cara sonriente que ponías cada vez que lograba hacer algo, tan deslumbrante, me hacía sentir que todo el esfuerzo valía la pena.

Amy escuchó atentamente. Las palabras de su hermano mayor le dieron una fuerte impresión.

—Creo que te subestime. Te debo una disculpa, hermano.

—¿Uh? ¿Por qué?

—Por lo egoísta que soy, y por lo siguiente que te voy a pedir.

La chica se detuvo un momento. Respiró y habló con resolución.

—¿Podrías seguir conmigo? ¿Apoyarme a pesar de lo egoísta y cobarde que soy? ¿Ayudarme a superar mi miedo?

—Puedes ser egoísta todo lo que quieras. Y ya te lo dije, no te preocupes. Si hace falta, me pondré a tu espalda y te daré el empujón que necesitas.

Ese recuerdo la hizo sentir melancólica. Amy se sentó en su cama e intentó ordenar su cabello con sus manos, mientras suspiraba.

Gracias a él logró salir de esa oscuridad. Amy supo así lo que es verdaderamente querer y admirar una persona.

Los años pasaron y, si bien Demian y Amy ya no eran tan apegados como antes; después de todo ya sería vergonzoso a su edad, aún mantenían esa cercana relación. Hasta hace una semana, podían conversar perfectamente de lo que sea, sin secretos.

Todo cambió hace una semana. Demian ya no era el mismo.

La escuela celebraba uno de los mayores eventos deportivos, conocido como el "Enfrentamiento Inter escolar". Una serie de encuentros entre diferentes escuelas representantes de todos los distritos del nivel Subterra.

Amy no pudo verlo por sí misma, pero aparentemente Demian, quien participaba como miembro del equipo de representante de la escuela, se desmayó inesperadamente en medio de un partido de softbol.

Ella, quien era parte del comité organizador, no se enteró hasta un poco después de que ocurriera. Para cuando fue a la enfermería, la escena que encontró fue peor de lo que pensó.

Personal de una ambulancia trasladaba por el pasillo a Demian y otra persona en unas camillas. Una gran cantidad de personas, entre ellos profesores y alumnos estaban alrededor. Había una gran confusión en el ambiente.

Sus padres estaban ahí, con una expresión terriblemente confusa y asustada.

Y eso fue sólo el comienzo.

Demian perdió todos sus recuerdos, al punto de que ni siquiera la reconoció.

En el hospital Nightingale, el médico les dijo a sus padres que actuarán considerando a Demian una versión distinta de él.

Hizo la promesa que nunca más pensaría mal de su hermano. Llamarlo extraño contradijo su mayor determinación.

—¡No, no, no! ¡Es verdad que él es extraño! ¿Qué rayos pensaba ese doctor? ¿Una versión distinta de él? ¡Pero si es claramente una persona completamente diferente!

Amy se paró enojada con un salto. Al mirar su estado tan agitado, se calmó un poco y volvió a recostarse en la cama. Sin embargo, eso no aplaco su ansiedad.

¿Qué pasaba con esa manera de hablar de Demian? Era tan formal y distante. Su mirada denotaba inteligencia, pero era fría y calculadora. El solo pensarlo la ponía sumamente nerviosa. Ella Intentó acercarse por medio de devolverle su SmartEye, pero apenas se lo entregó, se escapó por el pánico. ¿Por qué actuaba tan miedosa de nuevo?

—¡Ahh, no sé qué hacer!

La chica divagaba sin rumbo mientras giraba de manera alocada, encerrada en su habitación.

***

En el patio trasero de la casa, Demian se encontraba de pie bajo el sol. Ya era medio día.

El joven de cabello negro se mantenía con los ojos cerrados y una postura tranquila. Respiración profunda y rostro impasible.

Los minutos pasaban. Demian no realizó ni el menor movimiento. El sonido de las hojas de los árboles al mecerse por el viento acompaño a la agradable atmósfera.

Sin abrir los ojos, comenzó a moverse. Sus pies se deslizaron suavemente, sus brazos y manos siguieron el movimiento con un patrón de misteriosa armonía. Similar a una especie de danza, pero con un sentimiento más profundo, en una coordinación perfecta con el espacio alrededor.

Los movimientos con mayor fuerza y cada vez más veloces. La respiración plenamente sincronizada. Su cuerpo giraba con ferocidad, pero con una gracia finamente ligada, en un incesante flujo.

El significado real de aquella danza, una secuencia de movimientos ofensivos y defensivos de combate, eran enmascarados bellamente por la sutileza con la que fueron ejecutados. Casi como un ritual.

Pasó bastante tiempo hasta que Demian se detuvo. Retornó a la postura inicial de tranquilidad y exactamente en el mismo lugar. Exhaló y, finalmente abrió los ojos.

Había logrado a acostumbrarse a su cuerpo lo suficiente. Terminado su estado de concentración absoluta, Demian apretó los puños y pensó en los resultados de su entrenamiento.

Habían pasado más de dos semanas. Lo primordial fue mejorar su coordinación mente y cuerpo, además de la resistencia física. Después de todo, cualquier error sería absolutamente fatal.

El tiempo apremiaba. Ya no podía esperar más.

Demian se giró hacía la puerta trasera de la casa.

La puerta se encontraba entreabierta. Hasta ahí no había nada extraño, ya que él mismo la había dejado así. Aun así, se mantuvo mirando aquella puerta directamente.

Demian habló con un suspiro hacia la puerta.

—¿Tienes algún asunto que quieras hablarme, señorita espía?

—¡Hiii!

Demian dijo eso, y un grito de sobresalto se escuchó. El sonido se originó desde detrás de la puerta.

Pronto, los ojos ámbar de una chica nerviosa asomaron.

Una chica de cabello negro con cola de caballo y flequillo que cubría su frente, Era Amy, quien estuvo escondida detrás de la puerta.

—E-eh… Vaya… ¿C-Cómo supiste que te estaba observando?

Amy abrió la puerta lentamente y pregunto. Se veía nerviosa y con una expresión perpleja.

Demian la miró con cierto desdén. Desde hace días, la chica se dedicó a espiar cada vez que él entrenaba.

El patio trasero era bastante amplio en concordancia al tamaño de la casa. Debido a ello, dependiendo de la ventana, era posible ver cierta parte de este. Pero existía un ángulo muerto, únicamente visible desde la puerta trasera. Demian se posicionó en este ángulo muerto a propósito. Por supuesto, que la puerta se abriera de repente sería sospechoso. Amy seguramente no querría que él se percate de ello. Fue por esto qué dejó la puerta entreabierta. En pocas palabras, fue una carnada.

—El viento producía un tenue vaivén en la puerta, pero esta de repente dejo de moverse. Que se detuviera sin más no era lógico, por lo que significaba que alguien la estaba afirmando por detrás. Y ya que eres la única aparte de mi en casa…

Desde luego, Demian solo mencionó la última parte de la información necesaria. No había motivos ni circunstancias para extenderse en una larga explicación al respecto.

—O-Oh, sí que eres observador ¿Eh?

La chica no pudo librarse de los nervios en su voz.

Demian se acercó a Amy. Se detuvo frente a ella y se cruzó de brazos. La distancia era la suficientemente cerca como para que cualquiera de los dos fuera capaz de tocar al otro si estiraban las manos.

—Termina con los rodeos. Si tienes intención de decir algo, solo dilo.

La chica retrocedió medio paso. El tono frío de Demian la puso aún más inquieta.

—No-No es nada importante. Solo me llamó la atención lo que hacías. ¿Desde cuándo sabes artes marciales?

Era una pregunta que él esperaba. Después de todo el original Demian Derricks no debería tener ningún conocimiento mayor en combate.

—Estaba imitando los movimientos de un video que veía por el SmartEye. Aún estoy aprendiendo.

Demian sabía que ella no creería algo así de sencillo. Que ella lo creyera o no, en realidad no lo afectaba.

Amy puso sus manos en su espalda y siguió con la conversación.

—¡Eso es… sorprendente! ¡Parecías un profesional!

Demian entrecerró los ojos. El tono sorpresivo de la chica fue, sin duda, forzado. Que moviera sus manos a su espalda fue un movimiento condicionado al tomar una postura aparentemente casual. Su mirada evitaba hacer contacto visual. Desde antes había percibido un leve miedo en los ojos de ella. Pero había algo más. Evidentemente ocultaba algo.

Demian camino hacia Amy. Se frenó a su lado y colocó una mano sobre su hombro.

Amy no se movió, pero se mostró bastante intranquila.

Demian corto la distancia y habló directamente al oído de Amy.

—Si tu deseo es satisfacer tu curiosidad está perfectamente bien. No me importa si solo quieres aliviar tu pesar debido a remembranzas personales. Pero te daré una advertencia por tu propia seguridad… No…te metas… en mis asuntos…

De principio a fin, la voz de Demian en el oído de Amy fue sin emoción alguna; pero traía consigo una sensación increíblemente helada. Una intención asesina que la presionó con gran fuerza en el pecho.

Amy se congeló. Sus ojos se mantuvieron al frente con un notorio miedo.

Demian siguió como si nada y entró a la casa.

Amy no se movió por mucho, mucho tiempo.

Para cuando llegó el atardecer, Catherine y Edward ya habían regresado a casa.

La gran mayoría de las veces, sino fue casi el ciento por ciento de las veces, coincidía que Catherine y Edward llegaban cerca de la hora de la cena, por lo que ya era de rutina que todos conversaran en la mesa sobre los asuntos transcurridos durante el día.

Al principio de todo el incidente con Demian, las conversaciones familiares fueron, más bien, pausadas. Sin embargo, después de dos semanas, Catherine y Edward se dirigían a él con mucha más comodidad.

—¿Y qué tal estuvo tu día, Demian?

—…Igual que siempre.

—¿Qué hiciste?

—...Lo mismo de siempre.

—Continúas entrenando.

—…Si.

A pesar de las pocas palabras que decía, ellos estaban bastante contentos. Convencidos de que las acciones de Demian, su entrenamiento, era una conexión con sus recuerdos perdidos. Veían ello como una esperanza.

Demian siempre hablaba con una voz y expresión seria. Ya que él nunca se mostraba reticente a responder, sus padres creían positivamente que poco a poco se harían más cercanos.

—Has estado muy dedicado a eso. Ten cuidado con excederte demasiado.

Edward intentaba actuar serio al respecto diciendo cosas como esa.

Todo este desarrollo opacó por un tiempo el hecho que Amy se encontraba misteriosamente callada.

—¿Qué pasa, hija? Apenas has tocado la comida.

Catherine fue la primera en percatarse. Le hablo a Amy con un tono típico de madre preocupada.

—No es nada.

—¿Te sientes mal? ¿Te duele el estómago?

Edward se une a la conversación pensando que quizás Amy se enfermó.

—No, no es eso. Es...

Por un milisegundo, Amy se giró levemente hacia Demian, sentado a su derecha. Vio unos ojos ámbar que la observaban fijamente.

Amy fue absorbida por aquellos ojos. Ojos profundos y misteriosos. No estaba maravillada por ellos como antes. Al contrario, fue algo más. Una fuerza sorprendentemente oscura que acechaba en ellos la atrapó. Trato de zafarse desesperada, pero le fue imposible. Quiso gritar, lo intentó con todo lo que pudo, pero su voz jamás surgió. Vio con absoluto terror como era arrastrada hacia un abismo sin fondo, la muerte.

Ella apartó la mirada. Su corazón latía con rapidez. Miró a sus padres frente a ella. Sus expresiones reflejaban no haber notado nada de lo que pasó. No parecía haber pasado más de dos segundos en realidad, pero para ella se sintió como una cruel pesadilla que duró toda una eternidad.

A su lado, Demian comía tranquilamente su plato. ¿Fue su imaginación jugándole una mala pasada? ¿Una ilusión? Tuvo que serlo. ¿Qué más podría ser? Ella no quería saber la respuesta.

—No tengo hambre, eso es todo. Comí algo durante la tarde.

Finalmente, solo respondió con eso.

—Cielos, no tenias por que ocultarnos algo así. No nos molesta si comes un bocadillo de vez en cuando, pero no te malacostumbres. Tienes que cuidar tu alimentación.

—Si, no se preocupen. Lo sé.

La cena terminó poco después. Esta fue la primera ocasión que Amy se retiró a su habitación antes que todos.

***

Demian se encontraba en su habitación. Acostado sobre la cama con las manos detrás de su cabeza. Aunque ya todo estaba a oscuras, sus ropas no correspondían a la que alguien usaría para dormir. Estaba vestido con una camiseta azul marino y unos pantalones deportivos gris oscuros.

El joven estaba concentrado en un reloj digital por el SmartEye. Ya eran las 00:30 horas.

— Ya es hora.

Durante estas dos semanas, Demian estudió con rigurosidad los hábitos de cada miembro de la casa, por supuesto esto incluyo los hábitos nocturnos. Asegurarse de que su salida fuera indetectable era preciso si deseaba moverse con libertad. Según su análisis, ninguno de los Derricks estaría despierto más allá de media noche en días de semana.

Se levantó de la cama y se dirigió hacia el closet. Hecho principalmente de madera, compuesto por tres pares de altas puertas dobles y cuatro cajones. Abrió las puertas del centro, desde antes tenía preparado una mochila y una chaqueta que usaría al salir.

La mochila era de un diseño simple gris con tonalidades oscuras. De bastante buena calidad, con materiales muy resistentes. La chaqueta era de color negro, hecha de tela y cuero.

Se puso rápidamente la chaqueta y la mochila, y salió de la habitación.

Un silencio reinaba por la casa. Su habitación era la más cercana a las escaleras, por lo que no tenía que preocuparse por cruzar frente a las otras habitaciones. Un riesgo menos.

Demian bajó por las escaleras con cautela. Ya en el primer piso, se acercó a la puerta principal de la casa. Puso su mano sobre un pequeño lector similar a la de la puerta de seguridad exterior. Al mismo tiempo enfocó sus pensamientos en el SmartEye, Indicándole a la casa que abriera la puerta exterior también. La casa inteligente respondió al comando y se escuchó el leve sonido de la cerradura desbloquearse.

Después de cruzar el antejardín y salir por la puerta externa, esta se cerró suavemente. Demian miró hacia la casa por un momento. Luego se puso la capucha incluida en la chaqueta y se alejó.

Lo primero era dirigirse hacia el tren supersónico. A pie se tardaría unos treinta minutos en llegar a la estación más cercana. Demian caminó hasta el desvío que conecta con la avenida del sector.

Contrario al sereno ambiente que predominaba en el barrio residencial, el nivel de actividad en la avenida era el mismo que el experimentado durante el día, algo característico en todo Cardinal y que le dio el nombre de "La ciudad de la eterna vigilia". La mayoría de las empresas y servicios de la metrópolis operaban 24/7, por lo que la masiva cantidad de personas en las calles no era para nada extraño. De hecho, fue por esto qué incluso servicios de transporte como el tren supersónico, continuaban funcionando con normalidad por toda la noche.

Las personas en la acera se movían en una misma dirección, hacía la estación de tren. Demian siguió por la avenida. Varios minutos después pudo divisar una enorme estación que se elevaba unos cuatro pisos del suelo. Un cartel iluminado señalaba "Estación Leibniz".

Al pie de la estación, se hallaban unas largas escaleras mecánicas. Demian subió hasta ver un reluciente piso azul. En efecto, se trataba del piso de cerámico que cubre todo el interior. Un espacio bastante amplio, adecuado al gran volumen de personas que diariamente utilizaban el transporte.

A medida que recorrió la estación, cuantiosas tiendas podían verse con ofertas en una variedad increíble de productos. Casi parecía más un centro comercial que una estación en sí. Demian ni siquiera dio vistazo a alguna de ellas, en cambio, se desplazó sin pausa a través de todo, cruzando directamente a una zona libre. Aquí, una gran boletería con personal daba atención a los clientes de forma expedita. No se veían aglomeraciones. Del lado opuesto, unas barreras de media altura de vidrio permitían el acceso al andén. Las personas pasaban en orden unas tarjetas grises metalizadas por unos discos dispuestos ante cada una de las barreras, la luz roja que irradiaban cambiaba a una luz verde y las barreras se retraían.

Al igual que los demás, Demian se acercó y puso la tarjeta que había sacado de su propia billetera encima uno de estos discos. La barrera frente a él se abrió y pasó. Seguido por bajar por una de las escaleras, llegó al andén.

El andén tenía una extensión que superaba los 500 metros y era lo suficientemente ancho para permitir que grandes grupos de personas no impidieran el paso. Al borde del andén se situaba una mampara metálica con puertas de cristal. Esta evitaba que las personas se acercaran a las vías magnéticas.

Unos monitores colgantes estaban distribuidos a lo largo de todo el andén. Demian guio su mirada hacia uno de estos monitores. Mostraba un resumen de las noticias más relevantes que acontecieron durante el día. Un indicador de tiempo en descuento ocupaba la parte superior de la pantalla. 24 segundos. 23, 22, 21…

Exactamente a los cero segundos, el tren llegó. Era de un blanco metálico reluciente e igual de extenso que el andén. Una línea tenue de luz violeta recorría por todo el largo del tren en la parte superior e inferior. Su forma iniciaba en punta al igual que los modelos del tren bala anteriormente existentes.

El tren se detuvo. Las puertas del tren coincidieron perfectamente con las puertas de la mampara. Al segundo, las puertas se abrieron en sincronía y varias personas bajaron del tren. Poco después, las personas de fuera comenzaron a entrar. Demian ingresó de los últimos.

El tren tenía dispuestos dos largas hileras de tres asientos por lado. El piso era de un alfombrado rojo tinto, los sillones de cuero ocre y las ventanillas redondeadas en los vértices. Por dentro, era más similar a un avión.

Demian se sentó en uno de los sillones del lado de la ventanilla, cerca del centro del vagón. Los dos asientos a su lado estaban desocupados.

Pasado unos minutos, el tren nuevamente comenzó a avanzar. Demian vio por la ventanilla como en poco tiempo alcanzó la velocidad máxima. Ningún síntoma en especial fue perceptible desde el interior, aun con la vertiginosa aceleración que presentó el tren. Además, este era sorprendentemente silencioso. Desde fuera, el sonido del tren era como un silbido. La tecnología utilizada en el diseño de las vías y el tren mitigaba por completo la explosión sónica que este generaba.

Mientras el tren seguía en movimiento, Demian se centró en sus propios pensamientos. El SmartEye se activó. De la nada, el espacio dentro del tren fue iluminado por miles de orbes de luz que aparecieron en el aire. Los orbes volaron velozmente sobre su cabeza, como estrellas fugaces que describían brillantes trazos de luz en el cielo, y comenzaron a fusionarse en el centro de su visión. Las luces en un instante dieron forma a una gran imagen. No estaba confinada a una representación en dos dimensiones, ya que poseía profundidad y volumen. Los límites de esta se desvanecían al igual que una bruma ingrávida.

La imagen correspondía a un GPS avanzado, un mapa tridimensional a escala desde un punto de vista isométrico. El mapa además mostraba cada uno de los elementos de la ciudad. Las calles aledañas, la totalidad de edificaciones, información de tráfico e incluso el mismo tren supersónico en movimiento en tiempo real, estaban perfectamente representados en el mapa.

Demian manipuló el mapa con su mente. La imagen se adelantó por la ruta de las vías del tren, hasta una gigantesca estructura cilíndrica. A diferencia de todo lo demás en el mapa, esta estructura era incolora.

Cerró los ojos y el mapa se disipó instantáneamente. Los minutos pararon. Para cuando abrió los ojos, se escuchó una voz femenina robotizada anunciar "Elevador Riemann próximo a combinación".

Demian miró por la ventanilla. El tren se acercaba a una majestuosa estructura que llegaba a los cielos. La fachada de esta utilizaba una tecnología de camuflaje, por lo que parecía una figura extremadamente transparente. Era casi imposible distinguirla a primera vista.

Tal como había señalado la voz anteriormente, se trataba de un "Elevador". Una enorme columna con un diámetro comparable al de un estadio olímpico. Cumplía dos funciones en específico; actuaba como un gigantesco pilar de soporte en la integridad estructural de Cardinal, y conectaba los niveles Subterra, Zero y Superior, lo que ha permitido ascender o descender a los usuarios entre estos.

El tren ingresó al Elevador por un sitio iluminado de luces blancas, pasado unos segundos el tren comenzó a desacelerar.

"Elevador Riemann, estación interna". El tren se detuvo frente a unas mamparas idénticas a las de la otra estación. A través de estas se veía a una gran cantidad de personas que esperaban el tren. El piso era completamente de un lustroso color magnesia, con muchos bellos murales formato de mosaico con representaciones de paisajes montañosos.

Después de bajar, Demian continuó hacia un montón de escaleras mecánicas. Un piso más arriba, un portal se extendía varios metros más adelante. Una línea oscura delimitaba los sentidos en que se movilizaban las personas. El portal conducía hacia unas puertas automáticas. Un letrero sobre estas indicaba "Cámaras de ascensión". Tras estas puertas, el camino se abría en forma de "T" describiendo una curva de gran amplitud, como si algo estuviera siendo rodeado.

—El núcleo del Elevador ¿Eh?

Una serie de ventanales de bastante grosor estaban colocados. A través de estos, se veía una gran formación de anillos de color blanco grisáceo. Una torre compuesta de enormes anillos, uno sobre otro, que rotaban a diferentes velocidades y se intercalaban en sentidos de giro. Había relativos pequeños espacios entre estos con luces fluctuantes índigo. Este era el núcleo del elevador Riemann y constituía dos tercios de su volumen total.

Cámaras estaban distribuidas por todo el lugar. La seguridad era mucho más robusta que en cualquier estación. Se podía ver a guardias vestidos de peculiares trajes blindados de blanco. Los cascos tenían una visera de vidrio que cubría sus rostros, lo que hacía difícil notar sus expresiones. Todos portaban un arma en una funda en su cintura.

Demian siguió por la derecha entre toda la gente. A pocos metros más adelante, llegó a unas barreras con el mismo sistema usado para ingresar al andén del tren. La única diferencia estaba en que en vez de los discos con luz roja/verde, se encontraban unos pequeños monitores. Un mensaje salía en pantalla, "Seleccione destino", con dos opciones debajo. Evidentemente, eran "Nivel Zero" o "Nivel Superior". Demian seleccionó el nivel Zero en la pantalla táctil y luego acercó la tarjeta. Cuando cruzó las barreras, una ventana flotante se abrió ante sus ojos.

Cámara asignada: C7

La información era entregada a través del SmartEye.

Las "Cámaras de ascensión" eran capsulas que permitían un desplazamiento vertical casi instantáneo entre niveles. Cada capsula era capaz de transportar a veinte personas a la vez a través de unos conductos de un material parecido al cristal oscuro.

Así, las cámaras de ascensión fueron clasificadas alfabéticamente en quince secciones alrededor del núcleo, con diez cámaras en cada sección. El "C7" que indicó el SmartEye, por lo tanto, significaba se le asignó la séptima cámara de la sección C.

Demian caminó por la planta circular. Pasó rápidamente por la sección A y B, hasta llegar a la C. La letra homónima a la sección estaba tallada en el muro, al igual que las otras secciones.

Había cinco enormes conductos cristalinos por lado. Luz azul purpureo traslucía desde interior de estos. Un área circular, levantada a la altura de un escalón con bordes zafiro, delimitaba la separación de pocos metros. La sombra de una gran esfera, del diámetro completo del conducto y achatada en la parte superior e inferior, destacaba a contraluz mientras levitaba a escasos centímetros del suelo. El número de cada cámara estaba señalado por un letrero retroiluminado.

Demian se acercó al penúltimo conducto del lado derecho, la cámara de ascensión C7. Alineada a la esfera levitante, estaba una puerta circular. Esta se dividió por la mitad y se abrió de lado a lado. Una brisa circulante trajo el sonido de un suave silbido. Al interior de la de la cámara, eran cinco asientos de rojo ordenados en cuatro filas. Demian entró y tomo uno de los asientos de más adelante. Varias personas fueron ingresando rápidamente hasta que todos los asientos quedaron ocupados, la puerta de la cámara se cerró y unos arneses salieron del respaldo del asiento.

[Cámara sellada, iniciando ascensión.]

Una voz de la cual era difícil identificar si pertenecía a un hombre o mujer. Se escuchaba personas conversar de fondo. Los rostros de las personas incluso parecían impacientes. Una sensación de flotación apareció de repente. Pasaron menos de cinco segundos y la puerta nuevamente se abrió.

[Ascensión finalizada, bienvenidos al nivel Zero]

Demian bajó. El paisaje a su vista no tenía mucha diferencia con el interior del elevador en el nivel Subterra. Después de pasar por el pasillo de secciones y el núcleo, llegó hasta la estación interna del nivel Zero. Los murales ahora eran de variadas antiguas ciudades mediterráneas. Continuó por volver a tomar el tren sónico. Para cuando Demian bajó del tren, ya era la última estación, "Estación Diderot".

—Finalmente, el distrito Ípsilon.

Demian murmuró eso. El distrito Ípsilon, estaba ubicado en la parte noroeste exterior del nivel Zero, dirección contraria al distrito Sigma, que se encuentra al sureste exterior del nivel Subterra. La distancia era considerable. Aun así, Demian no tardó más de tres cuartos de hora en llegar, por lo que le quedaba tiempo.

Afuera de la estación, la gente se desplazaba en todas direcciones. En todas, excepto en una. El norte.

Demian caminó en aquella dirección. Las calles que uno supondría que deberían estar muy transitadas, increíblemente estaban prácticamente vacías de actividad. El cambio era tan contrastante que podría fácilmente confundir a cualquiera que no conociese sobre el sector.

Continuó en línea recta por varios minutos, Demian llegó a un cruce, en donde la cantidad de alumbrado disminuía de manera notable.

En la acera de al frente, un pequeño grupo de coches negros estaban estacionados en fila. A primera vista parecían estar vacíos. Sin luz o señales de vida.

Caminó hacia el primer coche en la peculiar formación, Demian puso la mano en la manilla de la puerta trasera. El sonido al tirar de esta reveló que el coche estaba sin seguro. Demian entró y se sentó.

— Esta no es la hora ni el lugar para que un joven como tu este por aquí.

La voz de un hombre maduro.

La voz provenía claramente del asiento del conductor. Debido a la falta de luz, era difícil notar por completo su rostro. En el espejo retrovisor, Demian pudo notar levemente los rasgos toscos del hombre.

Demian estiró su mano hacia adelante, resaltando varios billetes enrollados con un pequeño elástico sostenido entre dos de sus dedos. Mantuvo su mirada fija en el espejo retrovisor. Sabía que el hombre le sostenía la mirada también. El hombre agarró el dinero.

—¿Dónde?

El hombre dijo eso con un tono de voz totalmente distinto. Parecía como si sus palabras anteriores se hubieran desvanecido.

—Llévame a La Asociación.

—Entendido.

El conductor encendió el motor del coche y aceleró.

Recorriendo las oscuras calles del sector, Demian se mantuvo callado mientras observaba por fuera de la ventana. La luz de la luna brillaba en el cielo.

Después de varios kilómetros, el coche se detuvo.

—Solo hasta aquí puedo acercarte, joven.

—Bien. Espera aquí y te pagaré el doble cuando regrese.

Demian bajó del coche.

El paisaje sombrío anterior seguía presente, pero desde ese punto en adelante, miles de edificaciones se levantaban. Por la escasa separación entre estos, casi parecían una estructura homogénea. A algunos kilómetros a la distancia, vio una enorme torre oscura que sobresalía cientos de metros. El camino hacia más adelante era, en efecto, un laberinto formado por callejones y pasadizos confusos.

Demian ingresó entre los edificios, se desplazó por los distintos callejones con total seguridad. Confiarse en el aspecto solitario y deshabitado del área era un juicio erróneo. Siguió así por el laberinto por varios minutos. Pronto, llegó a un pasadizo transversal. Una fría brisa arrastró consigo miles de voces susurrantes e incompresibles. Demian caminó en dirección a aquellas voces, una tenue luz iluminaba en el fondo. El sonido de sus pasos resonó por el pasadizo en un misterioso eco. Cuando llegó al final de este, el ambiente cambió súbitamente.

Alejado del escenario claustrofóbico, Demian llegó a un amplio pasaje. Figuras se desplazaban en ambas direcciones sin pausa. Un conjunto de faroles en las paredes alumbraba débilmente el lugar, las sombras de los caminantes se alargaban indefinidamente entre la oscuridad aún presente.

Demian ajustó su capucha y se encaminó entre las figuras sombrías. La arquitectura de las edificaciones aledañas tenía un aire de antigüedad, las cuales describían una especie de perímetro, como si se tratase de las murallas de un castillo.

Aparte de las figuras caminantes, Demian vio varios grupos de individuos, algunos apoyados en las paredes, otros conversaban en medio de los callejones y algunos estaban tranquilamente sentados en el piso. Un naranja fúlgido destacó en quienes fumaban sus cigarrillos.

Un pasadizo en el perímetro estaba llamativamente desprovisto de actividad. Demian entró por el pasadizo hacia una zona un poco más espaciosa. Incluso cuando no estaba necesariamente aislada, el abrupto silencio daba la particular sensación de ser un lugar recóndito en el laberinto.

La luz era aún más débil que la luz en el pasaje. Demian avanzó casi en la oscuridad, pocos metros más adelante solo logró distinguir una silueta sentada en una silla, pegado al muro, con la cabeza inclinada hacia abajo. Por su contextura, apenas distinguible, Demian juzgó que se trataba de un hombre adulto y luego lo pasó de largo.

—¿Tienes algún asunto o necesidad que involucre acercarte?

Demian se detuvo en el acto. La voz sonó a sus espaldas.

—Solo algunas personas de las facciones están autorizadas a entrar. ¡Identifícate! ¡¿A cuál facción perteneces?!

—¿Por qué debería responderle a un mero perro guardián?

Demian dijo eso y se volteó. Vio al hombre de pie. La escasa luz que se filtraba reveló su atuendo, similar a una túnica de un profundo color negro. Su brazo estaba levantado, y de la larga manga, sobresalía el metal reluciente de un cañón. No había duda de que era un arma.

—Parece que no sabes con quienes te has metido.

Después de que el hombre dijo eso, más cañones de metal salieron de las sombras. Cinco individuos con túnicas negras habían rodeado a Demian y le apuntaban directamente.

—Su voz suena bastante joven. Debe ser un novicio de una de las facciones menores.

—Este chico no conoce el miedo.

—Dudo que sus superiores no le hablaran sobre la máxima regla.

—Tienes razón. La máxima regla no es algo que puedan olvidar. Tal negligencia les costaría una eliminación justificada. Este niñato lejos de un novicio, más bien, es un imbécil que busca que lo maten. Jefe, no debería ser indulgente. Un castigo debería caer tanto en él como en su facción.

Una a una, las voces de las túnicas negras que rodeaban a Demian se sumaron. La última en especial, una voz femenina, parecía bastante hostil.

El hombre frente a Demian, quien la mujer se dirigió como líder continuó.

—Ciertamente. Tienes una única oportunidad, muchacho. Ya que eres joven te daré el placer de conservar tu vida si eres cooperativo. Tu nombre y la facción que perteneces. Si me dices eso, te dejare ir. Aun así, es mejor que te prepares. Tus superiores seguramente querrán darte un "agradecimiento" de nuestra parte.

El tono amenazante del líder indicó que no estaba jugando.

Demian por primera vez cambió su expresión, una pequeña sonrisa ligeramente siniestra se dibujó en su rostro.

—Entonces te daré el placer de saber con quién hablas. Pertenezco a las sombras que ocultan lo que la luz no debe revelar. Todo ya fue decidido y no hay escape. Los señalados conocerán el don de la muerte, pues la oscuridad los vigila, y no hay luz capaz de protegerlos.

Un silencio absoluto.

—¿Qué cosas dice este chico? Jefe, ya perdió su única oportunidad, déjeme encargarme de… ¿Eh, Jefe? ¿Qué sucede?

La mujer no terminó su frase y en cambio le habló al líder con sorpresa. Los otros miembros que rodeaban a Demian también se mostraron extrañados. La punta del cañón que sostenía el líder estaba temblorosa. Y no solo el arma. Todo su cuerpo exudaba un miedo incontrolable.

—¡Jefe!

Los cinco alzaron la voz al unisonó. El hombre pasmado frente a Demian logró reaccionar y bajó el brazo rápidamente.

—¡Bajen las armas inmediatamente!

—¡Pero Jefe!

—¡Silencio! No me hagan repetirme. Retírense, esta es la única excepción a la máxima regla.

Aun cuando parecían no entender y querían protestar, tal como ordenó, los cinco bajaron sus armas y desaparecieron en las sombras.

El líder inclinó cabeza en señal de arrepentimiento.

—¡Disculpe la descortesía! Le ruego que perdone mi horrible atrevimiento. Respondo al nombre de Grey. Permítame guiarlo personalmente a la Torre Negra.

La actitud del hombre había cambiado 180 grados. Demian le respondió fríamente.

—Que sea rápido. No me hagas perder el tiempo.

—Por favor, sígame.

Grey pasó con nerviosismo al lado de Demian y él lo siguió por detrás.

Pronto, se encontraron contra un gran edificio, un rascacielos. A diferencia de cualquier otra estructura, era completamente negra. La entrada estaba compuesta por un pórtico y una serie de escaleras que llevaban hasta unas enormes puertas dobles de madera maciza. Las puertas se abrieron automáticamente apenas pusieron un pie frente a estas.

Grey guio a Demian dentro a través de un portal iluminado con elegantes candelabros colgantes. El piso era de cerámico gris oscuro. Un símbolo azabache de una torre rodeada por arcos en capas y haces como flechas saliendo del centro se veía colocado al fondo en lo alto de la pared. Debajo de este, alguien estaba sentada tras un mostrador. Al igual que Grey, usaba una túnica negra. Sus manos estaban ocupadas con varios documentos que aparentemente revisaba.

—Hola Grey, traes un cliente bastante singular.

—Veo que estas enterada, Liz.

La persona detrás del mostrador inició la conversación sin apartar la mirada de los documentos. Su voz era la de una mujer mayor. Demian en tanto, esperó un paso atrás de Grey.

—Vas al Altió ¿No es así? Ya le informé al director con anticipación.

—Eficiente como siempre por lo que veo.

—No estaría aquí si no lo fuera.

—Bien. Si es así, llevare al cliente donde el director.

La mujer observó como Grey pasó seguido por Demian por el costado hacia el ascensor.

—La excepción a la máxima regla, ¿Eh?

La mujer suspiró suavemente esas palabras. Tal directiva tenía un connotación inimaginable.

Demian subió al ascensor junto con Grey. Dentro, había un tablero con números del cero al nueve, algo que no coincidía con la cantidad de pisos de un rascacielos. Grey tecleó los números 8, 3, 0, 9, 2 y 0 como un código y el ascensor comenzó a subir.

El silencio incomodo reinó. Grey miró ligeramente a su lado, a Demian que permanecía con los ojos cerrados y los brazos cruzados. No sabía si el joven de cabello negro ignoraba la atmosfera o simplemente no le afectaba tal cosa.

Luego de bajar del ascensor, atravesaron un pequeño corredor que conectaba a un gran salón.

El salón era bastante amplio. El piso y las paredes estaban cubiertas por un hermoso tapiz de diseño europeo con tonalidades marrones. Un candelabro colgaba del techo. Muebles con diversas antigüedades se encontraban repartidos por el salón. Ya sea estatuillas, monedas arcaicas, joyas o pinturas. Una escalera al fondo izquierdo llevaba a un segundo piso.

Un hombre de unos treinta años estaba de pie en medio del salón, la capucha de su túnica estaba abajo y las manos en su espalda. A pesar de que su barba se unía con su cabello recortado su aspecto daba la impresión de estar bien cuidado.

—Traje al respetable cliente según lo previsto, señor.

Grey dijo eso con una reverencia al hombre.

—¿La información es correcta, Grey?

—Sí. Dijo las palabras exactas, no hay error.

—…Buen trabajo.

Grey se enderezó y se hizo a un lado.

—Sea bienvenido, estimado cliente. Soy Ben, el director de La Torre Negra, la facción líder de La Asociación.

Ben habló cortésmente con su mano colocada en su pecho en señal de respeto. Demian, en cambio, tenía una expresión indiferente.

—Tu maestro.

—¿Perdón?

—No finjas ignorancia. Sé que existe alguien de mayor rango. Llévame con él, tú no me eres de utilidad.

El expresión de Ben se volvió más seria.

—¡Grey, mantente a la espera!

—¡Como ordene!

Grey aceptó la orden y nuevamente hizo una reverencia.

—Acompáñeme, por favor.

Demian y Ben subieron por las escaleras al fondo del salón.

En el segundo piso, por un pasillo llegaron hasta unas puertas dobles de madera pintada de negro. El pomo de estas puertas era de color dorado.

Ben golpeó la puerta con el dorso de su mano suavemente.

—¿Qué sucede?

Una voz de un anciano se escuchó a través de la puerta.

—Soy yo maestro, Ben. Ha llegado… un cliente especial… y es necesario que usted lo atienda.

—¿Un cliente especial? Los clientes de esa categoría se comunicarían con anticipación.

—Lo sé, maestro. Se trata de la excepción a la máxima regla.

—…No me digas.

—Sí.

—Que pase.

Ben abrió la puerta y dejó que Demian entrara.

La habitación presente era bastante espaciosa. Las paredes estaban repletas de cuadros famosos en el mundo, no era discernible si eran reales o replicas. Al centro de esta, dos sofás color tostado estaban colocados frente a frente, separados por una pequeña mesa de baja altura, sobre una gran alfombra negra que cubría gran parte del piso de madera.

Un escritorio tenía por el frente el mismo símbolo que el del portal principal. Un anciano que anteriormente debió estar sentado en la silla ergonómica elegante a sus espaldas se encontraba de pie, con una expresión complicada.

El anciano tenía arrugas muy marcadas, barba y cabello largo de color ceniza. Su atuendo correspondía a la misma túnica negra, pero con unas bandas doradas.

—Bienvenido. Me presento, mi nombre es Isadore Ainsworth. Por favor tome asiento.

El anciano se acercó a Demian presentándose a sí mismo con mucha cortesía, invitándolo a sentarse en uno de los sofás.

Demian en silencio caminó, se sentó y puso la mochila que traía a sus pies.

El que Demian no contestase su saludo podría considerarse una absoluto insulto, pero tanto Isadore como Ben se lo tomaron como algo natural.

—¿El estimado cliente desea una taza de té mientras discutimos?

—Bien.

Ben entonces trajo dos tazas y una tetera de porcelana negra sobre una bandeja de plata. Sirvió el té en las dos tazas sobre la mesa de centro.

El anciano se sentó frente a Demian lentamente. Ben se quedó de pie detrás con los brazos cruzados en su espalda.

—¿Es mucha molestia la presencia de mi servidor en nuestra conversación?

—No.

—Pues bien… ¿Qué necesita de este anciano que pueda ofrecerle?

El anciano parecía manejar el nerviosismo en su expresión, aun así, Demian pudo notar por el movimiento en sus manos que estaba igual de asustado que Ben.

Demian tomó un sorbo del té y lo dejó sobre la mesa.

—Vine por dos motivos en cuestión. Lo primero, se trata de lo que pasó hace 15 años, 2 meses y 3 días. Estoy seguro de que se sabe de lo que habló.

Demian miró y dijo directamente sus intenciones al anciano.

—Ya veo… así que han pasado quince años desde ello.

El anciano cerró los ojos. Había un sentimiento de pesar en su voz.

—Ahórrate los diálogos. No me interesa tu perdida ni la de tu acompañante ahí de pie.

La cara de Isadore y de Ben mostraron sorpresa, un pequeño atisbo de ira se pudo ver en el rostro de ambos, pero desapareció al instante.

—Así que sabes sobre lo que pasó. ¿Eres compañero de ese tipo?

—¿Quieres confirmarlo? Parece que deseas revivir una masacre.

—¡N-No! ¡P-perdóneme por preguntar algo indebido!

—¡Cállate! No tientes tu suerte si valoras la vida de todos en La Torre Negra. Se te pidió resguardar algo de valor, tráemelo.

—¡E-Enseguida!

El anciano se levantó del sofá con dificultad. Ben mostró preocupación en su rostro pero Isadore le señaló con un gesto que no se preocupase.

Isadore entonces se acercó a un cuadro cerca del escritorio, que representaba una escena trágica de naufragio de una fragata francesa, una famosa pintura llamada "La balsa de la Medusa". Deslizó a un lado el cuadro, se vio un pequeño hueco escondido en la pared. Colocó su pulgar izquierdo en aquel hueco. Un zumbido y sangre salió de la punta de su dedo. Tras esa acción se escuchó un leve sonido mecánico.

Se reveló una puerta redonda de metal reluciente que había estado oculta tras el muro.

Demian no pareció sorprendido ni manifestó ningún cambio en su expresión en todo este desarrollo. Se limitó a tomar el té con calma. Ben se mantuvo de pie en su lugar en silencio.

El anciano caminó a aquella puerta. Había un círculo con cinco hendiduras pequeñas al centro de esta. Acerco su mano derecha y coloco un dedo en cada una de estas hendiduras simultáneamente. Se trataba de un lector de huellas digital.

Giró hacia derecha el circulo central en la puerta y esta se abrió con un fuerte sonido.

Dentro de esta bodega, se encontraban cientos de compartimientos sellados ordenados en columnas.

El anciano ignoró por completo las columnas cercanas y avanzó hasta uno de los compartimientos de una columna en la profundidad de la bodega. Abrió el compartimiento y extrajo una especie de caja plomiza rectangular.

El anciano la llevó hasta Demian.

—Aquí tiene estimado cliente, esto es lo que se me pidió resguardar. Tal como se me indicó, mantuve el objeto en cuestión en mi bodega personal y nunca salió de ahí hasta ahora.

Demian recibió la caja. Estaba hecha de un material ligero, pero fuertemente fortificada. Era claro que era extremadamente difícil romperla.

Diez círculos espaciados concéntricos incrustados en una de las caras más grandes de la caja resaltaban por su tonalidad oscura, en que el mayor superficie era del tamaño de una mano adulta extendida. Cada circulo era un dial y unos extraños símbolos estaban tallados en ellos.

Demian puso las yemas de los dedos en el círculo mayor. Con lentitud empezó a girar el círculo. El sonido como de un engranaje se escuchó. Uno a uno, los círculos empezaron al girar proporcionalmente.

Al ver el extraño mecanismo, Ben soltó una pregunta al aire.

—¿Qué clase de cerradura es esa?

—Es una cerradura cifrada de diez capas. Si hablamos de cerraduras no digitales, hace varios años se fabricó un tipo de cerradura compuesta por diez diales. Su extrema dificultad en desbloquearse, incluso para el dueño del mismo, radicó en una pobre comercialización a comparación de las cerraduras digitales con escáner biométrico, por lo que fue descontinuada. Esta parece ser una versión más pequeña y con unos símbolos diferentes al modelo original. Esos símbolos… pertenecen a la lengua escandinava antigua.

Isadore explicó con calma mientras miraba como Demian desbloqueaba la cerradura pacientemente. De repente, sus dedos de detuvieron. La alineación horizontal de los símbolos formó un mensaje.

ᛞᛁᚹᛖᚱᚷᛖᚾᚲᛖ ᛁᚾ ᛞᛖᛋᚷᚱᚨᚲᛖ

—Divergencia en la desgracia…

Isadore leyó el mensaje en un murmuro casi a nivel inaudible.

Demian al instante presionó el círculo central. La cerradura de círculos se hundió y desapareció, la caja se abrió dividiendo la tapa por la mitad. Lo primero que entró en la vista de Demian, fue unas dagas gemelas.

Las dagas estaban con sus vainas y encajadas en un tahalí doble de cuero negro. Demian tomó una de las dagas y la sacó lentamente de su vaina. La hoja de acero relució con intensidad. Ese brillo era idéntico al que él tenía impreso en su memoria, su filo se mantenía a pesar del tiempo.

—Es una bella hoja de acero de damasco.

—Sí, la empuñadura también es de alta calidad.

Ben no pudo evitar decir eso al ver la daga, Isadore añadió también su propia apreciación.

¿Debió sentir "algo especial" al ver ambas dagas otra vez? Demian se preguntó abstraído, haciendo caso omiso a los comentarios de los dos frente a él.

Sus ojos se cerraron por unos segundos. Aquellas dagas eran de los pocos elementos que conservó de su niñez. ¿Quizás sentir algo de nostalgia podría haber sido lo normal? o ¿Quizás debió aflorar alguna emoción negativa? Lo único seguro para él, era que su propósito estaba de unido a la sangre que corrió por esas hojas relucientes.

Demian abrió los ojos. Metió la daga en su vaina y enganchó el tahalí a su cinturón. Las armas quedaron ocultas bajo el faldón de su chaqueta.

Además de las dagas y el tahalí, la caja estaba repleta de fajos de billetes de azul profundo cuidadosamente ordenados. Si se prestaba la suficiente atención, notarias de inmediato que cada uno de estos "billetes" reflejaban sutilmente un bello conjunto de patrones tecnológico de líneas irregulares. Por uno de los lados había un trozo de tela rojo.

—Bien. Respecto al segundo motivo por el que vine…

Demian dijo eso, agarró el trozo de tela de la caja y lo dejó sobre la mesa, cerca de Isadore.

Isadore se inclinó hacia adelante y tomó el trozo de tela. Al instante se dio cuenta que algo pequeño estaba envuelto. Movió una capa de la tela y destapó tres monedas de oro. Las monedas tenían acuñado un caduceo, un símbolo de un cetro rodeado por dos serpientes en forma ascendente. Al ver el símbolo, el anciano abrió los ojos debido a la sorpresa y el aire escapo de sus pulmones. Aquel símbolo no era igual a el caduceo comúnmente conocido, ya que este en vez de tener un par de alas celestiales adornándolo, tenía unas alas de hueso de aspecto terrorífico sobrepuestas con una luna menguante.

—¡Tres sellos de La Cumbre!

—Correcto.

Isadore gritó eso y se levantó del asiento de la impresión. Ben vio incrédulo las monedas. Demian asintió secamente.

—¡¿Po-Por qué me entrega estos tres sellos?! ¡Uno sólo de estos sellos ya es invaluable! Esto es una entrada segura a La Cumbre.

—¡Ja! ¡Eres muy ingenuo si crees que te las estoy entregando! Te deje tomarlas para hacer negocios sin escrúpulos.

—¿Dice que está vendiéndome los sellos?

—Incorrecto.

—¿Entonces?

—Mi interés esta en hacer un trato de beneficio mutuo. Estas enterado de la fecha de realización de La Cumbre ¿No es así?

—¡S-Sí! Según nuestras fuentes La Cumbre se realizará en los próximos nueve días.

—Correcto. Ahora, la cosa es la siguiente. Puedo ofrecerte dos de esos sellos, pero sólo bajo las siguientes condiciones.

—L-Lo escucho.

Isadore tragó saliva.

—Primero: De los dos personas que envíes, uno de ellos tiene que ser ese tal Grey que espera afuera.

Demian fue levantando un dedo de su mano dominante según nombraba cada condición.

—Segundo: Los sellos los tendré en mi poder, por lo que tu gente ingresará conmigo. A su vez, estarán bajo mi mando y me acompañarán en todo momento en lo que perdure La Cumbre. Tercero: No habrá otra limitación de mi parte a tu gente, siempre en cuanto no obstaculice mis objetivos. Cuatro: Ninguna de estas condiciones es transable.

—Antes de aceptar, me veo con la obligación de preguntar… ¿Qué es lo que busca conseguir en La Cumbre?

—Una IA avanzada Bottom-Up.

—…Ya veo. Un objetivo difícil, aunque...

El anciano dijo eso y suspiró con cansancio. Luego estiró su mano y le devolvió a Demian la tela con las monedas de oro.

—Acepto la totalidad de tus condiciones.

—Trato hecho. Me contactaré con ustedes a su debido tiempo. Espero no me decepcionen.

Demian volvió a envolver las monedas con la tela. Cerró la caja con los fajos de billetes aun dentro y la metió ambas cosas en su mochila. Tanto Isadore Como él se pusieron de pie.

—Supongo que es todo. Una última cosa. ¿Su nombre? ¿Es posible saber cómo debemos llamarle?

—Innecesario. Llámenme como deseen.

—¡Sí!

Isadore dijo eso y miró hacia Ben que se había desplazado también hacía la puerta.

—Dile a Grey que escolte al estimado cliente fuera del territorio de La Torre Negra.

—A la orden, Maestro. Por favor, sígame.

Ben respondió afirmativamente sin dudar.

—Espero que nuestro trato resulte satisfactorio para ambos, estimado cliente.

Isadore hizo una leve reverencia y dijo palabras de despedida.

Demian no dijo nada y salió, seguido por Ben.

El anciano caminó hacia la silla en su escritorio y se desplomó sobre esta con un largo suspiro de alivio. La tensión del ambiente lo había cansado más de la cuenta.

—Aun cuando pensé que estaba preparado psicológicamente, parece que es imposible acostumbrarse. Él tiene exactamente la misma presencia que ese tipo.

Poco después, alguien golpeó la puerta nuevamente.

—Soy Ben.

—Entra.

—Con su permiso.

Ben se detuvo sus pies frente escritorio del anciano. Se mantuvo fuertemente erguido, con las manos a los costados.

—Reporto. Despedí al cliente con el mayor de los respetos y le di a Grey su orden directa, Maestro. Ahora mismo deberían estar ya abajo.

—Bien hecho.

Un silencio lúgubre se apoderó de la atmosfera.

—¿Cómo te sientes, Ben?

—Es un horrible sentimiento de impotencia, Maestro.

—Puedes abandonar las formalidades por ahora.

—"Pertenezco a las sombras que ocultan lo que la luz no debe revelar. Todo ya fue decidido y no hay escape. Los señalados conocerán el don de la muerte, pues la oscuridad los vigila, y no hay luz capaz de protegerlos". …Esas son las palabras que dijo ese tipo en aquel entonces. Cuando recibí el aviso de la excepción a la máxima regla, mi cuerpo se heló por completo.

—También recalcó que sólo alguien igual a él conoce esas palabras. Tal como nos ordenó, no hablamos con nadie de lo que pasó y sólo Grey, tú y yo, los únicos sobrevivientes, sabemos de ello. Imagino que te sientes decepcionado de este anciano. Debo pedirte disculpas en nombre de tu padre, Ben.

—Sé que la muerte de mi padre es una poderosa carga en su mente todos estos años. No debe sentirse culpable. Si alguien debe sentirse mal consigo mismo, soy yo por ni siquiera poder manejar la situación, haciendo que caiga tanto peso sobre sus hombros a pesar de su edad.

—Supongo que ambos cargamos con nuestras propias culpas.

—Se que hace lo que es mejor para La Torre Negra. Ya con evitar que suceda una nueva tragedia está haciendo bastante, Abuelo.

—Sí.

—¿Deberíamos dar un aviso de advertencia a toda La Asociación? Muchas de las facciones menores tienen miembros de bajo rango dedicados a la caza oportunista. Bastaría con advertir no acercarse un joven con esas características.

—Tienes razón. Espero que ningún desafortunado intente enfrentarse a ese monstruo.

***

Demian regresaba usando la misma ruta que uso anteriormente para llegar a La Torre Negra.

Se movió entre estos callejones a altas horas de la noche. Estar solo, era sin duda, peligroso. Sin considerar que la escasez de luz hacía sencillo perderse sin conocer la zona, el desplazarse sin compañía te convertía en un blanco fácil. Ciertos acechadores verían demasiado tentadora una presa solitaria.

Demian miró de reojo hacia su espalda. Dos siluetas caminaban detrás de él. El ritmo de sus pasos era similar al de Demian, manteniendo la distancia.

—Así que mis observadores por fin se muestran.

Demian murmuró eso para si mismo.

Sus seguidores se mantuvieron a la espera, si intentar alcanzarlo. Demian se desvió por otro callejón. Los dos que lo seguían se vieron alarmados. Debido al ambiente silencioso predominante, Demian logró escuchar su conversación.

—¡¿Q-Qué haremos?! E-Está tomando un camino diferente al planificado.

—Ya informé a Loyd a través del SmartEye, ¡Tranquilízate! Esto no afecta el plan.

Uno de ellos habló bastante nervioso. El otro apuntó a mantener la calma con firmeza.

De su conversación, Demian pudo confirmar que había mínimo un tercer miembro con ellos, si es que no había más, que debió haber estado posicionado más adelante en su ruta original.

Demian continuó adelante por el mismo callejón. Había otros callejones por los cuales podría intentar perderlos, pero paso de ellos. Algo que desconcertó a los dos tipos que lo seguían.

—¡H-Hey! ¿E-Este no es un callejón sin salida? ¿P-Por qué no giro por alguna de las salidas anteriores?

—¿Quién sabe? Pero sigue siendo bueno para nosotros. Debe ser un novicio si se encerró a sí mismo. Loyd estará encantado cuando llegue.

Los pasos de Demian se frenaron. El callejón terminó contra el muro un edificio. Se dio vuelta y dejo escapar un suspiro de aburrimiento.

Los dos hombres se detuvieron a cinco metros de Demian. La altura de ambos era similar. Sorprendentemente, uno de ellos era menor que Demian. Quizás unos dos o tres años. Era un adolescente de apariencia normal pero descuidada. El hombre a su lado tenía una sonrisa confiada. Debía estar a finales de los veinte. Su cabello era largo, amarrado en un moño detrás de su cabeza.

—Parece que tu suerte se acabó chico. No tienes escape.

El hombre del moño le habló Demian sin ocultar sus malas intenciones.

—S-Sí. E-Es mejor que entregues todas tus pertenecías amablemente.

El adolescente descuidado intentó imitar el tono de voz de su compañero. Era claro que no tenía confianza en sus palabras.

—¿Desde cuándo me están siguiendo?

Demian preguntó sin mostrarse preocupado.

—¿Oh? Parece que eres valiente. Veremos si podrás seguir así.

Al hombre del moño pareció disgustarle la cara inexpresiva de Demian. Con su mano derecha sacó de entre sus ropas una pistola gris. Su longitud era de unos veinte centímetros. Era un arma de fuego del tamaño preciso para esconder fácilmente.

—Es mejor si hacemos las cosas por las buenas, no me obligues a disparar.

Matt apuntó hacia Demian con el arma con un gesto casual. Parecía que su verdadera intención no era disparar, sino simplemente, atemorizarlo.

—¡E-Espera Matt! ¡N-No es necesario dispararle!

El joven descuidado alzó la voz en un intento de convencer a Matt de que baje el arma.

—¡Cállate, Cam! Tienes que aprender cómo se hacen las cosas aquí.

—Matt tiene razón, Cam.

De improviso una voz gruesa se unió a la conversación. Por el callejón, un hombre se acercó. Su cuerpo era robusto y era notoriamente más alto que Matt y Cam. Una abundante barba cubría su rostro. Aparentemente era el mayor de los tres.

—Al fin llegas, Loyd. Tu primo menor no esta acostumbrado para nada a este tipo de negocios. No paraba de hablar inseguridades.

—Es por eso por lo que lo vino nosotros. Mi tío que pertenece a los altos mandos de la facción Kragn me pidió que lo instruyera como yo quisiera. Parece que espera muchas cosas de mí. Esta tarea podría asegurarme un puesto más sólido dentro de la facción.

—Si, pero es aburrido si son objetivos tan sencillos.

—Bueno, el inútil de Cam necesita un objetivo fácil para empezar. Al principio quería de que limitara a observar desde atrás, pero creo que incluso él puede ayudarnos en algo como esto.

Cam bajo la mirada sin protestar aun cuando escuchó a Loyd y Matt referirse a él con un tono despreciativo.

—Tú, el recién llegado. Ya que eres el líder, respóndeme. ¿Desde cuándo me están siguiendo?

Demian interrumpió con una voz cortante. Todos los presentes se giraron abruptamente hacia él.

—¿Te atreves a hablarme así, renacuajo?

Loyd miro a Demian con una expresión altiva.

—Vaya. Parece que el líder tampoco tiene las neuronas suficientes para responder correctamente una pregunta.

Al oír las palabras de Demian. Loyd, a pesar de sentirse enojado, comenzó a reírse.

—¡Ja, ja, ja, ja! Esta es definitivamente la primera vez que veo a alguien con tantas ganas de morir. ¡Ja, ja, ja, ja!

—Definitivamente es risible, Loyd. Antes de que llegaras me hizo la misma pregunta con esa cara tan tranquila que tiene. Este chico no conoce el miedo.

—Bueno, bueno. Te aseguro que ahora lo va a conocer.

Loyd dejo de reírse. En su mano derecha sostenía un arma cuya forma se asemejaba a una pistola, pero era de más de treinta centímetros de longitud. Parecía estar hecha de una aleación peculiar. Su color era plateado oscuro con un rojo carmesí y la empuñadura era de fibra carbono.

No se necesitaba ser un experto para saber que esa no era un arma normal.

—Un Abladen.

Demian dijo eso al ver el arma.

—¿Oh? Me sorprendes. Así que sabes que es.

Un Abladen era un arma basada en la tecnología del cañón de riel. Se diferencia de las armas convencionales al emplear un campo magnético para disparar los proyectiles metálicos, sin necesidad de pólvora. Era parte de la nueva gamma de armas electromagnéticas.

—Increíble ¿No? Es un arma elegante. Su potencia es superior a cualquier arma normal. No deja casquillos ni tampoco hace ese exagerado ruido al apretar el gatillo. Es un arma perfecta en todos los ámbitos.

Loyd movió el arma en el aire de un lado para el otro mientras alardeaba.

Demian no respondió.

—¡Bien! Parece que por fin comprendiste la situación en la que te encuentras.

Loyd debió interpretar el silencio de Demian como señal de sumisión. Con una postura relajada, se apoyó en la pared a su izquierda y, aun con el arma en la mano, se cruzó de brazos. Hizo un gesto con su cabeza hacia Matt, parecía decir "es tu turno".

—Ok, no alarguemos esto.

Matt asintió y dijo eso. Comenzó a acercarse. Su pistola apuntó a Demian en todo momento.

—¡Oye Cam, no te quedes ahí parado y ven!

—¡S-Si!

Matt le gritó a Cam para que se acercara con él. Cam se sobresaltó antes de caminar rápidamente y pararse detrás de Matt. Ambos se detuvieron a 1 metro de Demian.

—¡Tú, chico! ¡Sácate esa mochila de la espalda y lánzala hacia mí! ¡Luego pon las manos arriba detrás de tu cabeza!

El tono autoritario de Matt hacia Demian no coincidía con la conducta relajada que tenía. Loyd, apoyado en la pared varios pasos más atrás, observo lo que sucedía con la misma disposición. En ningún momento vieron a Demian como una amenaza.

Demian escuchó la orden de Matt y obedientemente le lanzó la mochila a sus pies.

—Bueno, Cam. Acércate a él y...

Matt desvió la mirada hacia Cam a su espalda por una fracción de segundo, pero por alguna razón no pudo terminar su frase.

—Idiota.

Matt escuchó una voz fría y sombría. Para cuando vio hacia el frente, ya era demasiado tarde. Una cuchilla estaba clavada en la mitad de su pecho. Un fatídico e intenso dolor lo azotó de golpe.

—¡Matt!

Loyd y Cam alzaron la voz al unisonó.

Demian había lanzado su daga. No desperdició ese milisegundo en que su enemigo le quitó la vista. Cerró la distancia en un instante y clavó su otra daga en el cuello de Matt. Al mismo tiempo robó la pistola de su mano y con giro realizó un disparó.

El movimiento fue tan rápido que Loyd apenas si estaba levantando el brazo para apuntar con el Abladen. El estruendo del disparo resonó, la bala rozó el torso de Cam y llegó con precisión al lado interno del antebrazo de Loyd.

—¡Ahhhhhhh!

Loyd soltó un gritó de dolor. El Abladen cayó al piso. Su mano ya no podía cerrarse.

Demian guardo la pistola en su bolsillo, extrajo la daga del cuello de Matt y la sangre brotó. Su cuerpo cayó y ni siquiera un alarido salió de su boca. Estaba muerto.

Demian continuó la carga adelante. Cam aterrorizado trató de golpearlo, lo esquivó con facilidad y en vez de usar la daga, propinó un puñetazo con su mano libre debajo sus costillas. La fuerza del golpe y el dolor causaron que Cam escupiera. Demian agarró la cabeza de Cam y la estrelló contra el muro. Cam cayó.

Loyd había agarrado el Abladen con su mano sana y trató nuevamente de apuntar, pero Demian ya estaba demasiado cerca. Demian saltó, su pie pivotó en el muro y con su otra pierna pateó la cabeza de Loyd.

Loyd quedó aturdido y comenzó a lanzar una serie de golpes al aire, aun con uno de sus brazos herido. Demian esquivó cada golpe con fluidez. Loyd ni siquiera logró rosarlo.

—¡Suficiente de juegos!

Demian dijo eso y con la daga sostenida hacia abajo cortó el musculo de cada brazo de Loyd.

—¡Ahhhhhhh!

El brazo de Loyd quedó colgando y el Abladen cayó nuevamente. Intentó dar una patada pero Demian se deslizó a sus espaldas e hirió sus muslos con un corte horizontal.

Demian pateó la espalda de Loyd y este se vino al suelo.

—¡D-Detente!

Demian miró a la dirección de la voz. Cam se había puesto de pie y caminaba hacia Demian. Sostenía con sus manos juntas la daga que antes estuvo en el pecho de Matt. Su cuerpo tiritaba debido al miedo.

—Veo que apenas sigues consciente a pesar ese golpe en tu cabeza.

Demian caminó hacia Cam lentamente.

—¡D-Detente! Oh sino, ¡Te lastimare!

—Inténtalo…

Cam sintió que su sangre se congeló. Se mordió el labio con fuerza, hasta el punto de sentir el sabor a hierro en su boca, y empujó la daga hacia adelante. Pero Demian agarró las muñecas de Cam con una sola mano y lo detuvo en seco. Se escuchó el aire cortarse y la daga de Demian apuñalo la sien de Cam.

—Felicidades por intentarlo.

Sacó la daga. Cam se desplomó sin vida y un charco sangriento se formó. Demian puso las dagas gemelas en el tahalí.

—Ahora sólo quedas tú, Loyd.

—¡Mal-Maldito!

Loyd yacía en el suelo incapacitado. Su voz sonó igual a los lamentos de una bestia. Demian se paró frente a Loyd y recogió el Abladen. Pateó a Loyd y lo volteó boca arriba. Con su mano lo cogió del cuello y lo dejó sentado contra la pared.

—Si los otros eran idiotas, tú debes ser el idiota entre los idiotas ¿No crees?

Loyd tosió tratando de recuperar el aliento. Demian se apoyó de pie en la pared.

—Una presa convenientemente solitaria que entró y salió del territorio de La Torre Negra, ¿En serio crees que existe algo tan conveniente?

—¿Qué?

—Sabía que estaba siendo seguido desde un principio. Es curioso como nunca sospecharon nada, cuando fue bastante obvio. Eres como todos los comunes, incapaces de ver más allá de sus narices. Tu plan original era emboscarme en una intersección en la ruta hacia la salida sur. Me desvíe a propósito a este callejón sin salida y vinieron sin siquiera cuestionar la situación. Cualquier ventaja numérica es inútil en estos callejones si todos vienen del mismo lado. Si te quedas atrás de tus compañeros, tu vista se ve bloqueada y no podrás disparar libremente ya que estarían en tu línea de tiro, es algo básico. Además de tornar la ventaja hacia mi, permitiéndome enfrentarlos prácticamente uno a uno. Antes pude haberte matado con el primer disparo si eso hubiese querido. El resultado fue un tiro certero a los músculos de tu antebrazo que controlan los movimientos de tu mano. Debiste percatarte que no fue una casualidad. Aun así, quisiste tomar el arma de nuevo... Con respecto al Abladen, no tiene sentido que alguien de tu calaña posea uno. Anteriormente, mencionaste un alto mando de la facción Kragn con quien compartes relación sanguínea, y el cual te tiene bastante favor. Este Abladen te debió ser entregado por él, pero sigue siendo extraño. Ni siquiera los de la facción líder de La Torre Negra disponen de un Abladen. No es algo sencillo de conseguir ni costear. Para que tu facción tenga un arma así y pueda darse el lujo de entregárselo a alguien como tú… Ya veo. Así que se trata de eso. Interesante.

Loyd se había quedado atónito. El joven que tenía delante no era para nada normal.

—Bueno, es mejor terminar esto ya.

Demian dijo eso y presionó la punta el cañón del Abladen contra la frente de Loyd.

—¿Quién… diablos.. eres?

—Morirás sin saberlo. ¡Ah! Déjame agradecerte por el Abladen, y por ofrecerme tres maniquíes de carne, incluyéndote. Fueron perfectos para probar los resultados de mi entrenamiento. Adiós.

El rostro de Loyd se retorció en cara a la muerte. Lo último que vio fue su propio reflejo en los ojos ámbar de Demian. Vacíos y sin emoción, carentes de humanidad. La cruel desesperanza reflejada en los ojos de un oscuro demonio. Demian apretó el gatillo y todo se oscureció.

El sonido de miles de débiles chirridos, un silbido cortante para luego pasar al instante a un estruendo.

La cabeza de Loyd reventó en mil pedazos en un mar carmesí. La potencia del Abladen fue tal que incluso la bala destrozó parte del muro. El cuerpo descabezado continuó expulsando sangre.

El Abladen, tal como sugería el significado de su nombre "descarga", produjo el sonido de la electricidad usada para generar un poderoso campo magnético concentrado dentro del cañón. El ruido generado por el impacto de la bala fue mayor al sonido del disparo, irónicamente.

Aunque era poco probable que todo el escándalo se haya escuchado hasta tan lejos, debido a la propia escala y arquitectura del laberinto, aun existía la posibilidad de que gente de la facción de esos tipos o de otras facciones vinieran a investigar. Tenía pocos minutos de margen. Demian fue a recoger la mochila.

—¡Tsk! Ahora tengo que ver como limpio esto.

Chasqueó la lengua. Su ropa y parte de la mochila estaba teñida de rojo.