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Chapter 3 - Capítulo 2

Lunes.

Maldito lunes.

Regresar a la rutina le da cotidianidad a las cosas, siempre pasa lo mismo, es mi razón #1 para odiar los lunes.

Es lo típico: alistarme para el trabajo, ir a la cafetería a desayunar con May, entrar a la empresa y estar horas frente al computador editando algunos archivos, ordenando trabajos y citas de mi jefe. Hoy no sería la excepción, lo supe en cuanto, de un momento a otro, estaba entrando al ascensor de la empresa para la que trabajo, luego de escuchar los chismes que May tenía para mí.

— No puedo creer lo perra que se ha vuelto la chica que se encarga del maquillaje, literalmente hace unos meses atrás era un ángel, pero me enteré que dejo de ser amiga de la chica de los medios audiovisuales y que ahora habla con medio mundo, aunque su actitud falsa me causa irritación, en serio ¿tiene que usar ese tono de voz cuando está con alguien? La de audiovisuales ahora se la pasa en quién sabe dónde, y no hay duda de que uno de estos días se va del trabajo o le jala las greñas a la de maquillaje— comenta mi amiga haciendo señas con sus manos como si tuviera a Ji Eun (la chica de maquillaje) frente a ella. Sus movimientos están llenos de tanto odio, que termina pegándose con la pared del ascensor—. Auch.

Sin poder evitarlo, dejó salir una fuerte carcajada, tanta que tengo que cerrar las piernas con esfuerzo para no orinarme en mis pantalones.

— Me encanto— digo cuando logro recuperarme del dolor en mi estómago debido a la risa.

May no hace más que lanzarme una mirada fulminante, seguidamente levanta su dedo del medio hacia mi dirección.

— Púdrete, tienes suerte de no tener que hablar con ella, es más falsa que el amor de mi ex-novio— las puertas se abren, por lo que ambas salimos de la caja de metal.

— Amiga, supéralo, eso fue hace seis meses.

— El muy hijo de su puta madre, me dejó a mí por una anciana, hablo en serio, ella ha de tener como mínimo cincuenta años.

— Si... Al menos ahora es la carga pesada de alguien más. Vendrán mejores.

— Tus palabras de apoyo me llegan al corazón— expresa con sarcasmo mientras rueda los ojos.

— Así me amas, bebé.

— Si, si, como digas.

Dejamos de hablar en el momento en el que yo giro a la derecha para ir a mi oficina, y May gira a la izquierda para ir a la suya.

Pasó por la oficina de mi jefe y dejó en su escritorio el café, antes de que me haga ir por él más tarde.

Si bien, mi oficina no es la mejor de todas, tiene espacios reducidos y un gran archivero que hace que se vea aún más pequeño, pero también cuenta con una gran vista de la cuidad y con eso encuentro algo de consuelo... Eso y que puedo ver desde una perfecta panorámica al chico de las fotos.

Kim TaeHyung, fotógrafo, editor, un papasote y un total biscocho sabroso para cualquiera que tenga ojos, técnicamente mi amor platónico desde hace dos años. Me gusta ver la forma en la que se concentra en hacer su trabajo, se ve que es dedicado en lo que ama, y lo sé porque unas pocas veces he hecho algunos trabajos con él. A veces me pregunto en qué se inspira para tomar fotos, pues sus fotografías a comparación de las otras que he visto, tienen algo llamativo que siempre me transmite alguna clase de sentimientos.

Desde mi ángulo puedo observar detalladamente como levanta su camisa y la pasa por su rostro, supongo yo, que estará secándose el sudor que el sol ha causado, por lo que me permito ver su abdomen. Una plana y tierna pancita de bebé me deja con la boca abierta.

Decido dejar mis pensamientos de lado antes de que mis bragas se mojen y me digo a mi misma que empiece a trabajar.

Las horas pasan en mi pequeño espacio que no me doy cuenta de que se hizo de noche, reviso mi celular encontrándome con varias llamadas perdidas de May. Creo que deje mi celular en silencio luego de que regrese de la hora del almuerzo. Un último mensaje llama mi atención.

May 🤩:

Brie, perdón pero me cansé de esperarte y ya me estaba congelando, cogí un taxi de camino a casa, te veo mañana 😘. 🏌️✔️

Yo:

Vale, tranquila, pero cuando yo me vaya sin esperarte, no te quejes. ✅

Ok no.✅

No recibo respuesta de su parte, aunque si aparece que fue entregado, por lo que no me preocupo.

— ¡Hey!, Stevens, aún no te vayas— la voz dura de mi jefe hace que deje de caminar hacia la salida, junto a él viene TaeHyung y me obligó a mí misma a no establecer contacto visual con él.

— ¿Qué pasó, señor Kim?— dirijo mi mirada hacia Kim NamJoon, mi jefe.

— Se presentó un proyecto a última hora, es algo complicado de hacer y yo ya tengo mucho por hacer, así que te dejo a cargo a ti y a TaeHyung del proyecto, necesitaré a la fábrica de ideas para este trabajo y confío en que ustedes dos lo harán bien— termina de decir con voz firme, pero suave.

— Sí, señor. No hay problema, no lo defraudaremos— responde TaeHyung y me mira esperando a mi respuesta.

— Claro, por mi está bien— sonrió levemente.

— Bien, eso es todo chico, ya se pueden ir.

Dicho eso se da la vuelta y se retira hasta desaparecer de mi campo de vista.

— Bueno, supongo que te veré mañana en tu oficina para comenzar— sonríe con su sonrisa cuadrada.

Mantenme antes de que la diabetes lo haga.

— Sip, nos vemos— antes de que dé un paso, su mano coge la mía y por primera vez en el día le miro los ojos.

Mala idea ¡Mala idea! Son hermosos.

— Hey... ¿Quieres que te lleve a tu casa? Hace rato vi a tu amiga irse y...

— ¡No!— me doy cuenta de mi tono elevado de voz, por lo que me aclaro la garganta— digo... No quiero que te molestes, puedo irme sola y coger una taxi.

— Vamos, ellos cobran, en cambio yo lo hago gratis— sonríe y señala el ascensor con su cabeza.

Mierda... ¿Una buena dosis de ti va dentro de la oferta?

— C-claro— sintiendo mis mejillas arder, hago el mayor esfuerzo por controlar mis hormonas.

Su mano se aleja de la mía y, acto seguido, la lleva a mi espalda guiándome al ascensor. Presiona el botón que lleva al estacionamiento, durante la bajada puedo sentir su mirada sobre mí, para mi suerte logro ver su reflejo en el metal borroso de la puerta comprobando mis sospechas.

Sin saber cómo, un cosquilleo recorre mi estómago bajando por la parte baja de mi abdomen hasta llegar a mi zona V.

Le echaré la culpa a Andrés por esto.

Llegamos al sótano principal y nos dirigimos a su auto, TaeHyung siendo caballeroso abre a puerta del copiloto y susurro un "gracias", del que dudo que haya escuchado.

Durante el camino a casa, la tensión en el aire aumenta y sin saber que decir, cierro mis ojos quedando dormida en el asiento.

Lo último que logró sentir son unos dedos recorrer mi rostro y mis labios en suaves y delicadas caricias, acto que hace que me duerma con mayor prontitud.