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Bastet

🇦🇷DeniseWithAnS
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Synopsis
"Soy el tipo de persona que no acepta un halago... Pero si cree cada insulto" ♡Novela original. ♡Se prohíben copias parciales o totales de este escrito. ♡Actualizaciones lentas. ♡Contiene escenas relacionadas con las auto-lesiones. Si no toleras este tipo de contenido, se recomienda no leer. ♡La hermosa portada que estoy usando fue hecha por "@SpecialHxrry".
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Chapter 1 - Bloqueo Creativo

"Puedes correr cuanto quieras, mas no por ello librarte de tus problemas y/u obligaciones. ¿Qué ganas haciendo semejante estupidez? Nada, completamente nada productivo. Lo único que consigues es perder el valioso, y tal vez poco, tiempo que tienes en tu vida. Porque, creo que, todos sabemos que aunque corras, aunque recorras cada camino que se cruce delante de ti intentando salir y aislarte del mundo de las obligaciones que es ésta vida, tarde o temprano te verás obligado a hacerle frente a las susodichas. Y más vale que estés preparado para cuando ese momento llegue, porque si no es así no harás más que desmoronarte, derrumbarte al descubrir que no eres capaz de nada. Verás que tus amigos, familia, y conocidos avanzan en su vida, consiguiendo cumplir sus metas y sueños mientras tú te quedas ahí, sentado/tirado en una obscura y sucia esquina maldiciendo tu existencia y tus constantes fracasos. Mas es muy bajo el porcentaje de personas que, por voluntad propia, logran salir de éste agujero negro que va absorbiendo tus ganas de vivir. Puede que alguien de tu entorno, o tal vez fuera de él, te ayude a salir, te diga que todo va a estar mejor y que no debes preocuparte, que lo único que debes hacer es mantener tu cabeza en alto y seguir caminando. Pero, ¿Qué pasa si esa persona llega demasiado tarde? ¿Qué pasa si nunca llega? Pues, lo más probable es que ya hayas agarrado toda tu fuerza voluntad, todas tus ganas de seguir viviendo en éste mundo, y las hayas botado en al vertedero, ese lugar de donde nunca más podrán volver a salir. Quizás hayas agarrado a tu pseudo 'amiga' y hayas comenzado a dibujar marcas en tu cuerpo, intentando librar tu frustración y tristeza... pero ¿de qué sirve eso? ¿eso te ayudará a salir de aquel poso en el que tú mismo te has metido? ¡NO! Completamente y rotundamente no."

Bastet soltó su bolígrafo con evidente frustración, han pasado cuarenta minutos, cuatro interminables minutos en las que intentó terminar de escribir aquel texto. Se encontraba en su salón de clases, en la mitad de la hora de Prácticas del Lenguaje. A su profesora, una vieja amargada con más arrugas que años, se le ocurrió la maravillosa idea de hacerles escribir un texto que contenga 400 palabras como mínimo, sobre cualquier tema que ellos quieran.

En cualquier otro momento de su vida, a Bastet no le hubiera importado, es más, hubiera estado feliz y entusiasmada ya que le apasionaba el arte de escribir y crear historias. Pero justo en ese momento la muchacha se encontraba atravesando un fuerte bloqueo que no la dejaba siquiera respirar en paz. Sus ideas eran simples como las de un niño de preescolar y, por sobre todo, clichés. Tal era su frustración que sentía que en cualquier momento rompería en llanto y se arrancaría varios mechones de su corto cabello en un intento en vano de calmar su ansiedad. Con 20 minutos restantes y los constantes 'tik tak' que producía el reloj de la pared taladrando su cabeza, la morocha no hacía más que poner nerviosa. Miraba de un lado a otro del salón, ojeaba el texto de su compañero de banco, revisaba su celular en busca de alguna notificación, miraba su texto a medio escribir y repetía todo el proceso de nuevo. La extraña forma de actuar de la chica llamó la atención de varios de sus conocidos, ya que no era nada normal ver a la aplicada y alegre Bastet estar tan dispersa e inquieta.

[...] El tiempo se había agotado, y con un simple "entreguen ya sus textos" de parte de la profesora, todos los alumnos se levantaron de sus asientos y colocaron sus hojas en el escritorio de la nombrada anteriormente. Todos, menos una. Una chica de negros cabellos se encontraba mirando su hoja con pequeñas lágrimas resbalándose por sus frías mejillas, el ceño fruncido levemente y las manos en la cabeza, apretando con fuerza su cabello. Nada. No había podido escribir nada más. Se sentía horrible consigo misma, fue la única que no logró cumplir con la orden de su instructora ¡Hasta los más idiotas de la clase lo habían logrado! ¿¡Cómo podía ser eso posible!? Con rabia secó bruscamente sus lágrimas con el puño de su camisa, se levantó y colocó su texto encima de la torre de hojas. Margarita, la profesora, miró con desdén la hoja y luego a la chica que estaba parada frente a ella; le hizo un movimiento con su mano, indicando que se retirara. Bastet obedeció sin rechistar y se dirigió nuevamente a su asiento, dispuesta a guardar todos sus útiles en su mochila. Si bien tenía clases después de esa materia, no tenía planeado seguir allí, no en el estado en el que se encontraba.

Cuando todo estuvo listo, se llevo la mochila al hombro y saludo a la profesora con un movimiento de cabeza y una forzada sonrisa. Les avisó a los preceptores encargados de su división de que se retiraría y una vez hecho eso, salió del edificio. Primero se quedó parada en frente del portón, con la mirada perdida en ningún punto en específico, tratando de decidir a dónde ir. Luego de varios segundos, optó por ir al sitió más calmado que conocía en aquella ciudad, la Biblioteca. Buscó entre sus pertenencias su tarjeta para el metro, ya que no quedaba relativamente cerca de donde ella vivía. << ¡La encontré! >> Celebró en su mente, y se encaminó a la estación.

[...] Luego de un viaje que no merecía ser descrito, Bastet pudo llegar a destino, la gran Biblioteca de su ciudad, que en tiempos pasados había sido un Teatro. Cruzó la calle, y soltó un largo suspiro antes de empujar la puerta del edificio, adentrándose en él. El agradable olor del café inundó sus fosas nasales, y fue en ese momento en el que recordó que también había una pequeña cafetería dentro de aquel lugar. No había duda, era el paraíso en la Tierra. 

"Es necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustrada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción".

   -Samuel Johnson (1709-1784) Escritor inglés.