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Chapter 2 - Leyendas

Una sonrisa se posa en mis labios, aquí es donde pertenezco, un lugar repleto de una cantidad increíble de libros, de diversas áreas. Un lugar en el que puedo sumergirme por horas, solo con un par de libros y dos o tres tazas de café caliente.

Saludo con una leve sonrisa a la muchacha que se encuentra al lado izquierdo de la entrada, es una chica muy agradable, aunque desconozco su nombre. Sólo sé que sus compañeros de trabajo se dirigen a ella por su apellido.

-Procicciani..- Susurro su apellido sin darme cuenta, llamando la atención (sólo por breves segundos) de la propietaria del susodicho.

Los colores viajan a mi rostro con una velocidad digna de flash y la vergüenza hace que me dirija lo más rápido que pueda hacia la sección de psicología. No me haría mal aprovechar para realizar las actividades que me quedaron pendientes ¿No? Además puedo aprender más sobre el tema y adelantarme al resto de la clase ¿Verdad?

Sacudo mi cabeza, volviendo al mundo real, y agarro el primer libro que tengo en frente mío. La tapa dura de éste y las tonalidades amarillas del mismo llaman mi atención, y no es de extrañar. Los colores que predominan en ésta sección son el negro, azul y blanco. Así que es normal que me sorprenda.

Rápidamente me doy cuenta de que ese libro está en el área equivocada, ya que habla sobre las leyendas y mitos de Japón. Al principio pienso en devolver el libro a su lugar correspondiente, pero después de ver con detenimiento la tapa, y de leer la contratapa, decido leerlo. La tarea de psicología puede esperar.

Me llevo el libro a la sección de la cafetería y me siento en uno de los muchos sillones marrones individuales, para después comenzar a leerlo. No pasan más de cuatro minutos, en los que ya escogí una leyenda titulada "Teke Teke" para comenzar a leer, cuando un chico de veinte y tantos viene a tomar mi orden. Por ahora sólo me pido una taza de café con leche. El chico asiente y se va. A los dos minutos vuelve, ésta vez con el café en mano, lo deja en la mesita y comienza a limpiar algunas mesas.

Le doy el primer sorbo a mi bebida y me sumerjo en mi lectura, dando otros sorbos de tanto en tanto.

[Lo que va a venir a continuación es la leyenda japonesa "Teke Teke"]

La versión más difundida cuenta que, en vida, aquel espectro era una joven mujer, que esperaba el tren pero cayó en las vías, no tuvo tiempo de escapar de una muerte horrenda en la que su cuerpo, fue partido en dos... Muy probablemente algunos la vieron caer y no la ayudaron, ya que el Teke Teke es un fantasma que arde en ira, buscando afanosamente compartir con cuantos pueda su amargo destino. Así, cuentan que ha empujado a personas que estaban esperando el tren, que ha atacado con sus garras dejando caras y espaldas sanguinolentas, o incluso, según los más extremistas, que es capaz de arrastrarte y lanzarte a las vías del tren o, si te la encuentras solo en alguna oscura noche, puede destrozarte y usar sus garras para dividir tu cuerpo en dos. Pero el asunto va aún más lejos; pues, en cualquiera de los casos en que la víctima muere, la versión extrema de la leyenda afirma que se convierte en otro "teke teke" más...

¿Víctima de una mala broma?

Una teoría dice que el Teke Teke es el fantasma de una colegiala japonesa que vaga por las estaciones de tren en Japón. En vida era una chica asustadiza e impresionable, y eso la hacía blanco frecuente de bromas pesadas. Un día de verano (temporada de cigarras en Japón) esas bromas fueron demasiado lejos, y sus compañeros, viéndola que esperaba el tren con la mirada perdida, se acercaron sigilosamente por atrás y le lanzaron una cigarra en el hombro, haciéndola dar un brinco que la hizo terminar en las vías férreas, donde un veloz Shinkansen (tren de alta velocidad) la partió en dos. Desde ese día, ella pena cerca de las estaciones, buscando acabar con bromistas como los que la precipitaron a su muerte, aunque no duda en acabar con inocentes también...

La historia del escolar asesinado

Esta historia, supuestamente real, es ampliamente conocida entre los escolares japoneses. Trata sobre una víctima del fantasma y es como sigue:

Un estudiante de una escuela solo para hombres salió más tarde de lo debido, cuando de pronto, antes de que abandonara el colegio, escuchó un extraño ruido detrás de él. Inquietado, el muchacho se giró y vio que, observándolo desde una de las ventanas del segundo piso de un edificio lleno de aulas, estaba una hermosa chica de misterioso aspecto. Ella lo veía con los brazos apoyados en el alféizar y la cara entre las manos, él no podía ocultar el asombro que le producían aquellas dulces facciones y aquellos ojos negros, profundos y templados. ¿Qué hacía una chica así en un colegio de hombres? Él no lo sabía, y dejó de importarle cuando ella sonrió coqueta y maliciosamente, pero este no fue más que el principio del fin, porque tras un par de segundos ella saltó por la ventana y cayó al pavimento, sin destrozarse, y revelando que su cuerpo carecía de mitad inferior...

Congelado por el terror, el muchacho la vio arrastrarse con los brazos, haciendo un ruido que era como "tek, tek, tek, tek, tek"... Trató de gritar pero la voz no le salía, trató de salir corriendo pero sus piernas solo podían temblar y temblar... Ahora sabía que se trataba del Teke Teke, pero era demasiado tarde; y ella, que iba dejando una estela de sangre nacida de sus órganos expuestos, saltó violentamente sobre él, sacó una guadaña —así dicen, aunque es más creíble pensar que lo mató sin guadaña— y lo cortó en dos, condenándolo con ello a ser otro "teke teke" más.

Kashima Reiko, la leyenda hermana

Muy semejante a la leyenda del Teke Teke, es la leyenda de Kashima Reiko, una chica que también murió pisada por un tren, aunque no fue dividida en dos sino que simplemente perdió sus dos piernas. Desde entonces, dicen que ronda por los baños en busca de víctimas, que toca la puerta y pregunta al ocupante dónde están sus piernas. Kashima espera que la persona le diga que sus piernas están en la Estación Meishin, y que fue ella misma quien se lo dijo. Si la víctima responde indebidamente, Kashima le arrancará salvajemente sus propias piernas...

Explicación racional

Hay varios hechos que nos permiten entender racionalmente la leyenda. Para empezar, la historia (expuesta anteriormente) del chico que murió a manos de una teke teke o de la Teke Teke, es generalmente contada entre los escolares, y son los mismos maestros quienes la alimentan y agregan detalles como aquello de que el espectro persigue a los niños que andan solos por la noche. Esto hace pensar en la leyenda de, pues los profesores dicen que Hanako (una chica fantasma) pena sobre todo en baños sucios y descuidados. Como se ve, este tipo de leyendas, al menos en gran parte, sobreviven en la tradición oral pues los profesores, aprovechándose de la credulidad de los estudiantes de primaria, las usan para hacer que los alumnos no hagan ciertas cosas.

Desde otro ángulo muy diferente, esta leyenda, al igual que la de Kashima Reiko, constituye una proyección simbólica, a nivel de las tradiciones orales, del miedo a sufrir una muerte particularmente terrible. De allí que, tanto el Teke Teke como Kashima, no se contentan con aterrorizar sino que buscan hacer que otros mueran de la misma manera; aunque estas situaciones, como bien puede intuirse, están vinculadas a una tendencia cultural que ha atravesado diversas épocas y lugares: la tendencia a percibir a los fantasmas como entes malignos.

De todas formas, estas sencillas explicaciones no invalidan la posibilidad de que algunas víctimas de trenes japonesas hayan quedado partidas por la mitad y posteriormente hayan penado. Así que, si el lector va algún día a Japón, será mejor que no ande solo de noche en las estaciones de tren, porque podría ver algún fantasma partido arrastrándose y, si está cerca de las vías del tren, el susto podría ser suficiente para hacerlo caer y convertirse en un teke teke más...

[Aquí termina.]

Un escalofrío recorre mi columna vertebral cuando termino de leer, yo no soy de las que asustan por cualquier nimiedad, pero nunca fui fanática de las leyendas. Sinceramente no sé en qué pensé cuando agarré éste libro. Tal vez sólo me deje llevar por mí, enorme, interés en la cultura japonesa y todo lo que tenga que ver con dicho país.

Agarro la taza para darle otro sorbo sin darme cuenta de que ya me lo terminé sin haberme percatado. Hago un puchero por unos pocos segundos y llamo al mozo que me atendió y le pido otro café.

Cierro el libro y lo apoyo en mis piernas. No quiero seguir leyendo acerca de mitos y leyendas. Al menos no ahora. Mi café llega y comienzo a tomarlo tranquilamente; ésta vez sin leer ningún libro.

Al terminar de tomar la segunda taza de café, chequeo la hora y decido que ya es demasiado tarde, y que debería volver. Me levanto del sillón en el que estaba y me dirijo a la caja del café. Allí, pago lo que pedí y cruzo unas palabras con el chico, parece que es el único empleado en el café en éste momento. Devuelvo el libro a su lugar correspondiente y me retiro de aquel paraíso.

El viaje de vuelta no es digno de describir.