La lluvia hizo de las suyas, el golpeteo de las gotas en la ventana resonaban por toda la casa, los truenos y rayos sumándole el mecer de los arboles con el viento causaron que no pudiera dormir. Me recargue en la cabecera de la cama mientras me abrigaba. Estaba sola en la casa, en medio de la nada. Snake había salido desde hace unas horas para inspeccionar la situación en mi casa y me preocupaba el que no regresara. Las luces de un auto me hicieron levantarme y correr hacia la puerta para saber que noticias traía, sin embargo, unas voces desconocidas me pusieron alerta. Regrese gateando hasta la habitación y me encerré sin hacer ningún ruido.
Los murmullos y golpes en la puerta de la entrada se intensificaron, pero cesaron en cuanto las luces de otro auto aparecieron. Poco después uno de los autos se marcho. Escuche el chirriar de la puerta y los pasos húmedos de alguien que caminaba hasta donde yo estaba.
- Ya se han ido. - Snake al fin había llegado.
Me puse de pie y abrí la puerta asomándome por una rendija asegurándome de que no hubieran más personas.
Una nariz húmeda abrió la puerta de golpe generando que yo retrocediera torpemente.
- Rocky bájate de la cama. - Sentenció Snake pero el peludo animal se restregó en las sabanas.
- Esta bien. - Dije mientras acariciaba a el Golden retriever que amenazaba con tomar mi cama como suya.
- Toma, te traje algo de ropa. - Extendió una bolsa con ropa nueva, la tomé algo sorprendida.
- Puede que ocupes cosas que solo las mujeres usan. No te compre maquillaje. - Asentí agradecida mientras procesaba todo.
- ¿Cómo te fue? - Deje la bolsa sobre la mesita de noche.
- Los vasallos de "The rose" se marcharon en cuanto llegó la policía. Por ahora no se acercarán nuevamente, pero eso no significa que puedas regresar. Ellos te están buscando ahora mismo y volverán en cuanto tengan la oportunidad. Las familias de los Smith y de los Murphy contrataron seguridad para ellos, así que están a salvo. -
- ¿Había alguien más con ellos? - Pregunte ansiosa pero el parecía no entender.
- Un chico alto, delgado, tez blanca, cabello negro y ojos claros. A su lado debieron estar un chico y una joven de cabello castaño. -
- Oh, si. ¿Hablas de los Truswell? Estaban en la casa de los Smith. ¿Cuál es tu relación con el primer joven que mencionaste? - Se sobó el cuello, parecía cansado.
- Es mi novio. - Su mano se detuvo y me miró mientras asentía.
- Creo que debo contactarlos. Todos deben estar preocupados. -
- ¿Sabes sus números de teléfono? - Negué con la cabeza, tenía mala memoria para aprender esas cosas.
- No te preocupes, yo los averiguare. Mientras tanto descansa. - Dio la media vuelta pero yo detuve su chamarra.
- ¿Puedo saber quienes vinieron? - Supongo que leyó mis ojos llenos de desconfianza y temor.
- Mis chicos. Vinieron a informarme unas cosas, ellos te protegerán cuando yo no este por aquí. No tengas miedo, te cuidaremos. - Dio un par de golpes en mi cabeza y continuo con camino.
- Puedes sacar al pasillo a Rocky si te molesta. Si tienes miedo puedes quedarte con el. - Mis mejillas se ruborizaron al saber que Snake descubrió el porque no estaba dormida.
Cerré la puerta y avance con torpeza en la oscuridad hasta toparme con la cama.
- Vamos a dormir Rocky. - Dije mientras me arropaba y lo abrazaba.
A la mitad de la noche me desperté bañada en sudor, mi cuerpo temblaba y mi corazón latía desenfrenado. No veía nada entre la oscuridad, hasta que una lengua lamió mi rostro provocando que me tranquilizara.
- Buen chico. - Lo acaricié mientras volvía a recostarme. En mi mente volvía a repetirse la pesadilla de siempre, junto con la voz que tanto miedo me generaba.
Si fuera cualquier otra noche no podría volverme a dormir pero el calor que emanaba Rocky hizo que volviera a dormir, esta vez sin tener pesadillas.
Los días pasaron desde que dejé la ciudad, mis tíos, los chicos, Louis y sus hermanos ya estaban al tanto de que estaba bien, pero aún así no podía verlos directamente. El único medio de contacto era Snake y sus secuaces.
- ¿Segura que quieres venir? - Snake preguntó mientras se ataba los cordones de sus botas.
- Si, quiero salir a despejarme un poco. - Cerré la cremallera de la chamarra mientras frente a mi el vaho y mi nariz roja hacían una demostración de el frio que hacia.
- Esta bien. - Se dirigió hasta un cajón del cual saco un par de guantes.
Regresó y tomó mis manos mientras me los ponía. Miró mi rostro y negó con la cabeza cuando le sonreí titiriteando de frio.
- No será mi culpa si te enfermas. - Me puso el gorro de la chamarra y ajustó el cordón, dejando solo un pequeño hueco en donde se veían mis ojos, nariz y boca.
- Vamos, vamos. - Lo apresuré dando pequeños saltos fuera de la casa.
- Vamos Rocky. - Snake sacó a su mascota y nos subimos en una camioneta pequeña.
- Iremos por la parte trasera de su casa. Si vemos algo sospechoso nos regresamos. - Asentí efusivamente mientras en los asientos traseros abrazaba a mi amigo peludo.
- Ya vamos a entrar a la ciudad, agáchate. - Me recosté en el asiento mientras me cubría con una manta. Reí al sentir a Rocky tratando de ver mi rostro.
- Shh. Estate quieto. - Susurré y el perro se recostó a un lado mío.
- Me sorprende que te obedezca, no es muy bueno con las demás personas. Parece que le gustas mucho. - Comentó Snake y puso la radio. No pasó mucho para que el auto se detuviera por unos segundos, escuché unas voces fuera y el sonido de unas puertas abriéndose.
- Llegamos. - El auto se detuvo, Snake salió del auto y abrió mi puerta, me cubrió con la manta y me cargó sin problema. Envolví mis brazos en su cuello para no caerme.
- Estaré aquí afuera, tocaré la ventana para que salgas y nos vayamos. Estate atenta. - Me ayudó a incorporarme y abrió una puerta.
- Sasha. - Unos brazos me envolvieron inmediatamente en cuanto di un par de pasos. Mis manos rodearon su cintura con fuerza.
- Estoy bien. - Murmuré con una sonrisa.
- Déjame verte. - La manta que cubría mi cabeza cayó al suelo y unas manos temblorosas levantaron mi rostro. Hice contacto visual con unos hermoso ojos color miel y sonreí tratando de aliviar su preocupación.
- Segura que no estas herida. - Tocó mis brazos y piernas asegurándose de que no mintiera.
- Estoy bien. - Acaricié su cabello aprovechando que se encontraba de cuclillas. Tomé su rostro con mis palmas y lo besé.
- ¿Lo ves? - Sonreí mientras movía mi cuerpo.