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Chapter 191 - ¿Abuelo? Parte I

Caminamos a paso lento por la plazoleta del centro comercial mientras veíamos a nuestro alrededor si había algo fuera de lugar pero todo iba bien, llegamos a el edificio donde sería la reunión, el lugar tenía distintas plantas en donde había spas, salones de belleza, etc., todos eran lugares costosos y elegantes. Tomamos el elevador y pulsamos el botón que llevaba a el ultimo piso, ninguno de los tres dijo una palabra, mis manos sudaban y a mi parecer se podían oír mis latidos con claridad, llegamos y las puertas del elevador se abrieron, frente a nosotros había cerca de 15 hombres uniformados con gafas oscuras esperándonos, ninguno hablo hasta que apareció un hombre alto con algunas canas en su cabello negro, vestía un traje y usaba lentes.

- Buenas tardes, soy el secretario Bassol, por favor síganme.- Al terminar de hablar se giró sin esperar respuesta y caminó hacia otro elevador, nosotros le seguimos en silencio, tomamos el elevador con él, se quitó un guante y puso su huella sobre un escáner, las puertas se cerraron automáticamente y subimos un piso más. - Por aquí.- El secretario bajó y caminó hasta una puerta donde toco dos veces.-

- Pasa.- Dijo la voz de un hombre mayor.

Las puertas se abrieron y el secretario pasó hacia la habitación, mis amigos le siguieron el paso, intenté moverme pero mis pies estaban fijas, Mateo se dio cuenta y regresó por mí.

-Todo estará bien, estamos contigo.- Tomó mi mano y me llevó hacia donde estaba Alex.

- Tomen asiento.- Dijo el hombre que nos había guiado hasta el lugar. -

Me senté entre mis dos amigos para sentirme más segura y cómoda, mi mirada estaba fija en el suelo, estaba demasiado nerviosa como para ver alrededor.

- Trae algo para que beban y coman.- Dijo nuevamente la voz de aquel anciano.

- Si señor.- Respondieron un par de voces que se marcharon casi al instante.

- Déjenme presentarles a la persona con la que estarán hablando.- Escuché un par de pasos acercándose de manera firme, pero ni aún así levante la mirada. - El señor Durand pidió reunirse con ustedes para hablar acerca de la señorita Mía.-

- Joder.- Soltó Alex susurrando con sorpresa, le miré a la cara y se veía anonadado, observe de igual manera a Mateo y aunque él era más discreto estaba sorprendido y no sabía porque, hasta que miré a aquel hombre mayor que venía hacia nosotros, mis manos temblaron y mi respiración se corto por unos segundos, era realmente parecido a mi madre con la única diferencia de que no tenía el mismo color de cabello que nosotras.

- Buenas tardes.- Dijo aquel hombre sentándose con tranquilidad frente a nosotros.

- Buenas tardes.- Respondió Mateo una vez que se había recuperado. - Mi nombre es Mateo Borges, él es mi amigo Alex Murphy... y ella es... mi amiga Sasha.- El secretario fijo su mirada en mi con extrañeza al ver que me había presentado sin decir mi apellido.

- Un placer. Voy a ir directo al grano, quiero saber todo lo que sepan relacionado con la persona a la que ustedes conocen como Mía Aráoz.- Aquel hombre les dio un vistazo rápido a mis amigos, pero sentí como su mirada se fijaba a mí.

- ¿Qué es lo que quiere que le digamos con exactitud?.- Dijo Alex acomodándose en su lugar.

- Quiero que me digan cómo le conocen, donde vivía, a que se dedicaba, si estaba bien... todo lo que puedan.-

- Yo le conocí desde que era pequeño, éramos vecinos y ella era la amiga de mis padres. Siempre fue una mujer trabajadora, a veces vendía postres o bordados, pero al final abrió una biblioteca. Siempre gozó de buena salud, aunque ocasionalmente cuando el clima cambiaba le daba un ligero catarro. Fue una mujer muy querida en el lugar en donde vivíamos, todos le apreciaban, le cuidaban y le respetaban...-

- ¿Ella se casó?.-

- No...- Cerró su puño porque los tres temíamos que preguntará si había tenido algún hijo.

- Ya veo.- El rostro del hombre cambio ligeramente como si estuviera preocupado. - ¿Puedo saber como le conocieron sus padres a ella?.-

Ninguno de mis amigos hablo, la habitación se quedó en silencio y al parecer así se iba a quedar si no hacia algo.

- Yo sé.- Dije suavemente mientras le veía a los ojos, estaba enojada por como mi madre había huido de casa pero quería saber el motivo o la razón por la que ellos le dejaron.

-Sash....- Alex tomó mi mano preocupado de que me dejara llevar por mis emociones, le di un leve apretón.

- La abuela de Alex no hace mucho me contó que llegó muy joven a vivir ahí, tenía entre quince o dieciséis años, estaba viviendo sola en la casa de al lado, cuando ambas se hicieron cercanas le preguntó acerca de su familia, ella simplemente respondió que venía de muy lejos, pero que cuando ella estudiaba vivía en el instituto, justo antes de navidad ella envió regalos con la ilusión de verles pero lo que recibió fue fotos de sus presentes quemados y destrozados con una carta de la cual no sabemos su contenido, no sé que fue lo que hizo que ella huyera pero seguramente no fue algo agradable.- Su rostro se lleno de miles de expresiones, parecía frustrado.

- ¿Tienen la carta?.- Dijo con curiosidad.

- No, no sabemos que hizo con eso, lo más probable era que se deshiciera de esta.- Dijo Alex con sinceridad.

- Tengo entendido de que usted es conocido de la señora Mía... ¿Puedo saber como es que usted esta relacionado con ella y porque le buscaba?.- La voz de Mateo hizo eco en la sala.

- Están listos los aperitivos.- Dijo un chef mientras caminaba junto con más personas con bebidas calientes y algunos postres, una vez que los colocaron en la mesa se marcharon sin más.

- Me parece que cuando les pedí que nos reuniéramos, les dije que el padre de la señora Mía quería hablar con ustedes porque había perdido el contacto con ella desde hace años.- Dijo el secretario mientras el hombre mayor bebía algo de té.

Sentí la garganta seca, y me percaté de que aquellas dos personas me veían de vez en cuando fijamente. Agarré con cuidado la taza y le di un sorbo que me hizo hacer un gesto, el café era demasiado amargo, aunque hace unos meses lo amaba pero lo había dejado de beber porque no me hacia bien.

- ¿Estas bien?.- Dijo aquel hombre que estaba frente a mi.

- Hace tiempo que no bebo café y es demasiado amargo.- Respondí bebiendo algo de agua para quitar el sabor de mi boca.

- Dale té.- Dijo ordenándole a su secretario que de inmediato me sirvió una taza. - Ten come esto, ayudará a que pase el sabor.- Me dio un postre que lucia delicioso, agradecí y le di un pequeño mordisco. - ¿Esta bueno, no?.- Sonreí inconscientemente haciendo que él también lo hiciera y dejara a todos sus hombres sorprendidos. -Bebe algo de té, ayudará a que lo dulce no sea tan soso.- Acercó un poco mi taza y asentí.

- Gracias.- No sé porque pero el que cuidara de mi me hizo sentir más tranquila y cómoda, mi miedo se había ido.