—Faltaste al trabajo y pensé que estabas enfermo, así que te traje esta sopa. Te busqué por toda la casa, pero no te había encontrado. Al ver esta abierta, pensé que estarías aquí.
—No buscaste muy bien, porque estaba en la ducha y en ningún momento te escuché entrar a mi habitación. No te quiero aquí— me agarró la muñeca y me hizo salir del estudio—. Dame las llaves de mi casa y no quiero que sigas viniendo sin avisarme.
—Somos pareja y no lo parecemos. ¿Qué ha pasado durante estas últimas semanas? Antes solías decirme cuando ibas a faltar al trabajo, teníamos más comunicación, nos veíamos más a menudo, e incluso los días en que estábamos libres, siempre nos encontrábamos y salíamos. ¿Qué ha cambiado? Ahora entro a la casa de mi pareja y veo que tiene fotos de una mujer con otro hombre por todas partes. ¿De qué se trata todo esto? No comprendo nada.
—¿Quieres saber? De acuerdo, te llevaré a una parte— me agarró la mano para hacerme caminar con él, agarró una chaqueta y se la puso.
—¿A dónde iremos?
—No importa, solo ven— subimos a su auto y él manejó.
No dejé de mirarlo mientras manejaba. Sus manos se veían temblorosas y su actitud era muy extraña. Se detuvo frente a un restaurante, parecía mucho al de la foto.
—¿Qué hacemos aquí, Kevin?
—Bájate — caminó al frente y lo seguí—. Una mesa para dos, por favor— le pidió al mesero.
Caminamos a una mesa cerca de la vitrina que da hacia la carretera y puso sus manos sobre la mesa.
—¿Dónde está la dueña de este lugar?
—Está en la cocina, señor.
—Quiero que nos atienda ella.
—Me temo que eso no será posible, señor.
—Dígale que hay alguien que se siente muy impaciente en este momento y requiere de su ayuda, lo más probable ella sepa de quién se trata.
—Vengo enseguida, señor— el mesero bajó la cabeza y se fue.
—¿Me puedes decir que está ocurriendo, Kevin? ¿Por qué estamos aquí y por qué estás teniendo esta actitud? — él no dijo una sola palabra, solo se quedó mirando a través de la vitrina hacia la calle. Su mirada estaba perdida.
Minutos después, una mujer se acercó a la mesa. Estaba segura de que era la misma mujer de la foto. En persona lucía mucho más linda y dulce.
—Buenas noches. ¿En qué puedo ayudarlos? — sonrió, y Kevin la miró.
—¿Cuál es el menú especial para esta noche? — fue directamente a la pregunta y ni siquiera la saludó.
—Esa pregunta pudo fácilmente responderla mi empleado.
—Quiero que la responda usted. Como dueña de este establecimiento, debe también atender a sus clientes. Mi novia y yo tenemos mucha hambre y queremos comer algo que nos satisfaga, pero que a su vez, no vaya a hacernos daño. ¿Lo comprende?
—Tenemos dos platos en el menú especial de hoy; especial perfecto para parejas enamoradas, que estoy segura que les va a gustar. Tengo las costillas asadas y pechuga a la plancha, acompañadas de una salsa de guayaba y mango. Es muy dulce, pero ¿A quién no le gusta las cosas dulces?— acarició sus labios con el bolígrafo que tenía y Kevin sonrió.
—Tiene toda la razón— me agarró la mano y la llevó a sus labios—. ¿Quién podría resistirse a las cosas dulces? — me ruboricé ante su comentario y miré a la mujer. ¿Cuál es realmente su relación con esta mujer?
—Lastima que hay veces que lo dulce empalaga— se inclinó sobre la mesa—, y es ahí donde debes buscar algo mejor— le dio un beso en la mejilla, y Kevin se quedó en silencio.
—¿Qué tipo de mujerzuela es usted? ¿No se da cuenta de que él es mi pareja? — me levanté de la silla, y ella retomó su postura—. Esto es una falta de respeto.
—Existen reemplazos que no aceptan su lugar— sonrió—. Eres muy linda e inocente.
Miré a Kevin y él solo la estaba mirando a ella.
—¿Así que de esto se trata todo, Kevin?
—Se me ha quitado el hambre. Este lugar no me gusta. El servicio es pésimo, sin contar el menú que hay. Aparte del incidente que me contaron que hubo hace unas semanas. Gracias por su tiempo, pero me temo que a este lugar no vuelvo— Kevin se levantó de la silla, y caminó ligeramente hacia la puerta.
—Que vayan bien— la mujer me sonrió, y le di la espalda sin despedirme.
No puedo creer que todo eso haya ocurrido ahí y que Kevin no hizo nada para ponerla en su sitio. Definitivamente ocurrió o ocurre algo entre ellos.
—¿Qué soy para ti, Kevin?— pregunté, y se detuvo.
—Ven a mi casa mañana en la noche, voy a necesitar tu ayuda.
—No puedes responder, ¿Verdad?
—Puedo, pero no quiero. Vámonos ya— siguió caminando, y una lágrima se deslizó por mi mejilla. Si todo iba tan bien, ¿Por qué ocurre esto?