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Chapter 109 - 54: Enfrentamiento

—¿Qué demonios te has creído? — traté de de abofetearlo, pero me sujetó fuertemente la mano.

—Lo mismo te pregunto a ti. No estamos en tu lugar, estamos en el mío, así que bájale a tus arranques de histeria— me encaró—. Te siento muy débil. ¿Te está alimentando bien? Tal parece que estás falta de vitaminas o quizá de una buena barra de proteínas, para que se te quite ese mal humor que te traes. 

—No te preocupes, voy a asegurarme de obtener esa barra que tanto mencionas esta noche. 

—Oh— me soltó, y caminó hacia su escritorio—, no has cambiado ni un poco. Retomando el tema que realmente importa, quiero que me respondas qué le diste a ese pobre hombre. 

—No tengo que responderte nada. Eres tú el doctor, así que averígualo por tu cuenta. 

—Me temo entonces que deberé hacer un informe detallado de la condición del paciente y que cierren el restaurante hasta que se logre resolver el problema— se colocó los guantes y me le quedé viendo. 

—Que forma tan patética de vengarte— solté de la rabia. 

—Estás muy pálida— sonrió y se acercó—. ¿Acaso también te sientes enferma? ¿Necesitas un chequeo, Srta. Emily? 

—¿Qué tipo de juego estás jugando? No estoy aquí para jugar. Si quieres vengarte de mí haciendo que cierren mi restaurante, adelante. Solo quiero advertirte una cosa; no creas que me quedaré con los brazos cruzados. 

—Uy, creo que es esa boquita la que necesita un chequeo con urgencia. No te aconsejo que me amenaces, pequeña. No creo que sea el lugar indicado para hacerlo. ¿Qué pasaría si existiera una cámara grabando todo lo que aquí has dicho? No deberías creerte más de lo que en realidad eres. En esos momentos sólo eres una mujer que por negligencia en su negocio, un cliente resultó envenenado.

—Ni siquiera tienes pruebas para confirmar o descartar cualquier cosa que haya sucedido allí; además, si estuviera alguna cámara grabando, también podrías salir perjudicado, así que no creo que seas tan idiota. 

—Cuéntame, Emily. ¿Qué versión crees que creería la esposa de ese señor? ¿La de alguien que ha envenenado a su esposo o la del doctor que le salvó la vida? — sonrió y llevó su dedo a mis labios—. No seas tan necia y mejor mantén esa bella boquita cerrada, porque cada vez que la abres, más te hundes. No olvides que dependes de mi para salir de esta, así que trata de ser más inteligente. En vez de buscar una manera de sacarme del medio, deberías optar por mantenerme de buen humor y contento— le mordí el dedo y rio—. Yo que pensé que habías dejado ese papel de perra, pero veo que no— me sujetó fuertemente el mentón y llevé mis manos a su pecho, mientras presionaba firmemente su bata—. ¿Has pensado en cómo pagarme por haberte ayudado? Los favores como este, no se hacen de gratis— me encaró y nos quedamos viendo. 

—No te pedí que lo hicieras.

—Mi querida Emily es muy malagradecida, ¿Qué debería hacer con ella? — su otra mano se aferró a mi seno izquierdo y lo apretó por encima de la camisa. Gemí involuntariamente al sentir su brusquedad y Kevin rio—. Aún no has cambiado esas costumbres. ¿Desde cuándo andas tan expuesta?— apretó mi pezón entre sus dedos y todo mi ser se estremeció como hace mucho no lo hacía—. No pensé que estarías sin sostén, pero no me quejo— quitó su mano de mi mentón y fue descendiendo por mi pecho, hasta culminar justo en el cierre de mi pantalón—. ¿No harás nada para evitar que te toque? Tal parece que me has extrañado, porque no has estado negándote. ¿Tanto deseas que continúe? — quería decirle que no, pero mi cuerpo estaba muy caliente, tanto que no podría rechazarlo ahora—.Voy a tomar eso como un si— bajó el cierre de mi pantalón y su mano se deslizó hasta acariciar esa área que más sensible se encontraba—. Ya veo. Los síntomas de tu enfermedad se han acumulado aquí— insertó su dedo y apreté su bata más fuerte. Siempre que me toca de esta manera, no puedo evitar sentirme flotando. Mi cuerpo pierde la fuerza y de mi interior brotan esos fluidos, que con su intenso y brusco movimiento con sus dedos provoca.

Kevin se detuvo y lo miré al ver que su expresión cambió. Se quitó los guantes y los tiró a la basura, luego sonrió. 

—Disculpa, pero no quiero contagiarme con alguna enfermedad— se limpió las manos con antibacterial y volvió a mirarme. 

—¿Qué dijiste?— pregunté furiosa apretando mis puños. 

—Fue un placer haber conversado con usted, Srta. Emily. Tengo pacientes que están esperando por mí para ser atendidos. No quiero sonar descortés, pero necesito que se retire de mi oficina y que por aquí no se vuelva a aparecer. Permítame llamar a la enfermera para que la dirija a la salida— se acercó a su escritorio y sujetó el teléfono. 

—No hace falta tanta amabilidad de tu parte. Anda con cuidado, Kevin— me arreglé el pantalón  y salí de su oficina. 

Hubiera querido matarlo, pero este no es el lugar adecuado para eso. ¿Cómo se atreve a burlarse de mí de esa manera? ¡Maldito bastardo! ¡A mí nadie me humilla así! ¡Me las pagará!