Han pasado 8 meses y medio, desde que nos mudamos a nuestro nuevo hogar. Dejamos todo atrás para comenzar una nueva vida los tres; la bebé que estamos esperando, mi amada Suzy y yo. Desde que dejé ir a Noah, he podido sentirme libre, feliz, satisfecho con esta nueva vida. Llegar a la casa y ver a mi Suzy recibirme con los brazos abiertos, se volvió algo magnífico; era todo lo que siempre había deseado, y al fin podía experimentar. Conseguí un trabajo en una factoría y ella dejó el que tenía para cuidarse mejor, ya que faltaba muy poco para que nuestra hija esté con nosotros. Hemos tenido que costear todo privado, ya que no tenemos un buen plan médico, pero no nos quejamos porque a pesar de eso, a nuestra bebé ni a ella le ha faltado nada y tampoco permitiré que eso suceda. Al abrir la puerta de la casa, ella salió a recibirme como de costumbre, estaba con el delantal puesto y el pelo recogido.
—Bienvenido a casa, Caden— al verla no pude evitar abrazarla.
—¿Cómo estás? ¿Cómo está nuestra bebé?— acaricié su barriga, y volví a abrazarla.
—Ambas bien, hoy ha estado más despierta que de costumbre. El baño está listo para que te bañes, mientras termino de preparar la comida.
—He tenido un día de perros, un buen baño me vendría bien. Ya regreso, mi amor— ella se fue a la cocina y yo subí a la habitación.
Hoy fue muy pesado el trabajo, estaba loco por llegar a la casa. Me di un buen baño y bajé a la cocina para hacerle compañía a Suzy. La radio estaba encendida, pero no había ninguna canción puesta, era solo el sonido estático de la radio, no sé cómo puede escuchar eso y tararear a la vez. Apagué la radio y ella me miró.
—¿Por qué la apagas, amor?
—¿No te molesta?
—No, es relajante.
—Yo tengo algo más relajante— la abracé por la espalda y besé su hombro—. Te amo, Suzy.
—Y yo a ti, Caden— sonrió, y continuó cortando la carne—. ¿Quieres? Aún no la he preparado, pero quiero que la pruebes.
—Claro— abrí la boca, y ella llevó el pedazo a mis labios.
—Estoy alimentando a un niño— sonrió, antes de meterlo en mi boca.
—¿Cuánto queda?
—Hay suficiente para cuatro días, cielo.
—Eso es un alivio— cogí un pedazo de carne y lo llevé a sus labios, para así acariciar cada parte de ellos. La sangre recorría sus labios y bajaban a su mentón, a lo que la giré hacia mí para poder lamerla—. Es mucho más deliciosa cuando la pruebo de ti, hermosa— metí el pedazo en su boca y la besé.
—Esa mirada me gusta, Caden— luego de masticarla y tragarla, lamió sus labios y esbozó una sonrisa, no pude evitar morder mis labios ante ese gesto tan sensual—. Será mejor que continúe con la comida, no quiero que sea más tarde, debes tener mucha hambre, cielo— se giró a continuar y me quedé detrás de ella abrazándola, sin interferir en lo que estaba haciendo. Ellas son todo lo que quiero y no quiero soltarlas nunca.
Al terminar de cocinar, nos sentamos en la mesa y ella no dejaba de mirarme mientras comíamos.
—¿Te fue bien el trabajo? ¿Ya esa estúpida no te está molestando? — preguntó, refiriéndose a una empleada que no dejaba de buscarme problemas.
—No, de hecho, no volvió a trabajar.
—Que bueno, eso es una buena noticia— llevó el tenedor a su boca y sonrió.
—Creo saber la razón, porque puedo ver cómo tus ojos brillan al llevar el tenedor a tu boca. Ahora puedo entender el sabor exquisito de la carne— sonreí, y ella continuaba sonriendo.
—Es un manjar, ¿Cierto?
—Lo es— le hice un guiño, y continuamos comiendo.
Al terminar, lavé los platos y subimos a la habitación; encendimos el televisor con una película y nos acostamos en la cama, estuvimos abrazados hasta que se durmió. Me quedé observándola y lucía muy serena, al llevar mi mano a su mejilla para acariciarla se despertó.
—¿Te pasa algo, linda? — le pregunté, a lo que se quejó y se levantó de la cama—. ¿Te sucede algo? — se tocó la barriga, y vi como de sus piernas bajó un líquido transparente.
—Caden, hay que ir al hospital— dijo agitada y me levanté corriendo de la cama.
—Yo te llevaré— no entendía lo que estaba ocurriendo y tuve miedo de que fuera algo malo con la niña.
Me vestí adecuadamente y le di un abrigo para que se cubriera y así salir al hospital. Al llegar se la llevaron y me quedé en la sala de emergencia nervioso. El tiempo parecía eterno, y aún no me daban razón de ella. No sé cuánto tiempo pasó exactamente, pero me acerqué a una enfermera y salió otra mujer buscándome. Me hizo pasar a un cuarto y me hicieron poner una bata azul, y aún sin entender lo qué estaba ocurriendo, me la puse. Me llevaron a un cuarto donde vi a Suzy con las piernas abiertas. Estaba sudorosa y fatigada, y al verme me llamó.
—Caden— me llamó entre quejidos.
—¿Te están haciendo algo malo? — pregunté, mirándola a ella y obviamente al hombre que estaba a sus piernas.
—No, es Emi.
—¿Emily? — pregunté, y asintió con su cabeza—. Eso no puede ser, aún falta para que venga.
—No, planea venir hoy, Caden.
—¡Joder!— solté, y me paré al lado de ella. No pensaba que sería tan pronto, pensé que aún faltaba algo de tiempo.