Anna agradeció que al entrar en la casa no hubiera ninguno de sus padres a la vista, sabía que se le notaba en la cara el momento de felicidad que estaba viviendo, pero no quería preguntas incómodas de con quien o que había estado haciendo, quería guardarse para ella todos esos sentimientos, todas esas emociones que la llenaban y la hacían sentir viva.
Se dirigió a su habitación y se sentó frente a su cómoda, podía sentirse aun abrazada por Ryo, que sensación más extraña, parecía como si él había marcado su piel... dejando una extraña sinestesia, que hacía que sus células vibraran ante un contacto inexistente... sentía su calor, su presión y hasta el sentimiento de ese abrazo que ya había pasado, casi tan real como si estuviera pasando en ese mismo instante.
Solo había otra ocasión donde se había sentido así, y había sido aquella noche loca y absurda, había dado por hecho que en aquella ocasión, era por todas las sensaciones nuevas que había tenido, por aquella experiencia única, pero no se le había pasado por la cabeza que era el poder de Ryo, el que hacía que su piel tuviera memoria para guardar durante horas lo que vivía a su lado, eso hacía que su memoria pudiera recordar con todo lujo de detalles lo que había vivido tanto en el pasado como ahora.
Estuvo durante más de una hora mirando al vacío, solo centrada en su corazón y en las sensaciones que su cuerpo estaba viviendo, solo la sacó de la ensoñación el sonido de su teléfono.
" He llegado a casa, gracias por esta noche maravillosa, ya te echo de menos. Buenas noches."
Increíble aquel hombre tenía la capacidad de hacer saltar todos sus nervios y ponerla a vibrar con solo un mensaje de texto, pero desde cuando ella se había convertido en una adolescente, desde cuando un mensaje la podía poner tan nerviosa y a la vez tan feliz.
Le costó un poco saber como responderle, pero finalmente se decidió.
"Buenas noches, nos vemos pronto, que descanses bien"
Cuando por fin pudo regresar un poco a sus sentidos, se preparó para ir a la cama, lo que normalmente hacía en menos de diez minutos, le estaba tomando un tiempo exageradamente largo, pero no tenía prisa, no quería salir de la ensoñación. Cuando se acostó pensó que no se dormiría, y empezó a dar vueltas sin encontrar posición, recordando a Ryo cada momento, y obligándose a pensar en otra cosa sin conseguirlo, finalmente se rindió a sus emociones.
Recordó la noche de hace 5 años, se vio a si misma besando a Ryo, sintiendo la calidez de sus labios y sus brazos, recordó como había planeado cada movimiento, para llegar a él, su idea primera no había sido tener sexo con él, solo quería besarlo, sentirlo y después marcharse, pero a medida que pensaba más en su plan, de alguna manera la pasión que la situación había despertado, y por eso finalmente había pensado en darle su virginidad como regalo a ese amor que no podía ser, no se arrepentía, había perdido la virginidad con el chico del que estaba enamorada y él había sido muy gentil, la había hecho disfrutar de la experiencia, dándole un recuerdo inolvidable, pero después de eso había un vacío total en su vida amorosa, en cinco años no había habido nadie que se acercará remotamente a hacerle sentir la necesidad de querer besar a alguien, ya mucho menos de llegar mas lejos, ese poder solo lo tenia Ryo, y con lo que había pasado esa noche, quedaba más claro aun. No sabía porque su cuerpo y su corazón solo respondía a él. Ya hacía tiempo que había renunciado a la posibilidad de casarse por amor, y sin amor no pensaba hacerlo por mucho que sus padre dijeran lo que quisieran, a veces se sentía como un unicornio, un ser mitológico que no encaja en ningún sitio de la normalidad del resto del mundo, y ahora con Ryo de nuevo en su vida, se sentía miedosa de que fuese un sueño, de que por la mañana todo hubiera desaparecido.
Finalmente Morfeo la acogió entre sus brazos, y la acunó como si fuera un bebé, y la llevo a todas aquellos bellos recuerdos, la llevo a los brazos de Ryo donde se sentía segura y cálida, y donde ella podría liberar todo el amor que siempre guardo en su interior.