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Chapter 86 - Capítulo 86: ¿Tú eres mi madre? (1)

- Está bien. Llegaré en una hora.

- Te espero.

Miguel colgó la llamada y apoyo su mano contra su frente mientras suspiraba pesadamente, esta situación había logrado estresarlo profundamente hasta el punto de causarle un leve dolor de cabeza, las cosas se pintaban complicadas durante los próximos días, pero la verdad era que ya tenía un plan para solucionar las cosas, solo necesitaba que los puntos clave se alinearán y solo le bastaría tres movimientos para arreglar las cosas. Se apoyó en el mesón y cerró sus ojos por un momento, tenía otra vez dolor de cabeza, ese habitual pinchazo agudo en una parte de su cerebro que le ocurría desde hace siete años, un dolor que le entrecortaba la respiración y lo obligaba a sentarse un momento hasta que su respiración se normalizaba, a pesar de que estuvo sentado por bastante tiempo el dolor no cesó, sus ojos lágrimeaban y su mirada se nubló, con algo de dificultad se dirigió a su habitación y rebuscó entre los cajones hasta encontrar sus pastillas, tomo con mano temblorosa la jarra en la mesita de noche y se sirvió un vaso de agua con el que tomo dos pastillas de un bocado. Se recostó un momento en la cama y cerró los ojos mientras sentía que el dolor disminuía gradualmente, su respiración se normalizó y él volvió a abrir los ojos lentamente, suspiró pesadamente mientras enterraba su cabeza en la almohada para evitar la luminosidad del cuarto.

- ¿Otra vez? - preguntó Lorena parada en el umbral de la puerta con Leidy en sus brazos.

- Estoy bien, no pasa nada - respondió Miguel sin levantar la cabeza.

- Deberías ver a un médico, cada vez son más frecuentes y me preocupa - Lorena frunció el ceño con preocupación.

- No es necesario... yo estoy bien... - respondió Miguel con una voz rasposa.

- Te guste o no irás a ver a un médico neurólogo - ordenó Lorena dándose la vuelta y se dirigía a su habitación a recostar a la pequeña y prestarle un oso de peluche que su madre le había regalado, la niña lo recibió felizmente y empezó a jugar con él.

- Lorena... - llamó a su hermana solo para darse cuenta de que ella ya se había ido.

Suspiro con resignación y cerró los ojos para descansar un rato, no se dio cuenta de en qué momento se durmió, pero lo despertó una suave y encantadora voz:

- Miguel... Despierta...

Abrió lentamente los ojos, pero sin llegar a abrirlos por completo, allí estaba ella, esos ojos esmeralda en los que deseaba perderse para siempre, se quejó de sueño y se giró para darle la espalda a ella, aguantando sus ganas de sonreír.

- Despierta, por favor - reclamó Marta moviéndolo con más fuerza.

- Mmm...

Miguel se tapó el rostro con la almohada mientras gruñía suavemente, no parecía querer despertar y eso desespero a Marta hasta el punto que se arrodilló al borde de la cama y lo movió con más fuerza.

De repente él la tomó de la cintura y la obligó a acostarse mientras se ponía sobre ella...

- ¡Ah!

Marta no pudo reaccionar a tiempo, cuando se dio cuenta ya estaba bajo su cuerpo bien esculpido, su rostro enrojeció hasta la punta de las orejas, mientras sin querer sus manos se aferraban a los hombros de su camisa.

- ¿Qué... Qué estás haciendo? - preguntó ella con nerviosismo mientras sentía la controlada respiración de él en su rostro.

Miguel simplemente sonrió con provocación y acercó su rostro un poco más al de ella, hasta el punto en que sus narices se tocaban.

- De-detente... - pidió Marta mientras sentía un cosquilleo en su estómago.

- ¿Crees que haberme despertado pasará sin castigo alguno?

Marta no tuvo tiempo de responder, él había roto la corta distancia que los separaba cuando tomo sus labios entre los suyos, en un suave y cariñoso beso que ella no rechazó, su mente la abandonó completamente mientras su cuerpo reaccionaba favorablemente a la íntima caricia, sus labios se separaron un poco para dejar que él explorará su cavidad bucal con su cálida lengua, y después empezó a jugar con ella, la timidez que había sentido al principio se desvaneció cuando sus manos se apretaron alrededor de su cuello, obligándolo a acercarse más a ella, y casi se incendia su mente cuando no pudo evitar jadear y suspirar mientras él la abrazó fuertemente.

Con el poco autocontrol que le quedaba, Miguel se separó de ella y la miró a los ojos que estaban borrosos por el deseo que había despertado en ella, al ver su reacción él sonrió con satisfacción y se recostó junto a ella mientras la abrazaba con cariño.

- Descarado - susurró Marta mientras se apoyaba en su pecho.

- ¿Yo? - preguntó inocentemente mientras acariciaba su espalda con la punta de sus dedos, sintiendo como ella se estremecía ante su caricia.

Marta dejo de hablar y se hundió más en su pecho mientras suspiraba casi inaudiblemente.

- ¿Te gusta? - él ubicó su mano en su espalda baja y la introdujo por su camisa de seda, mientras continuaba acariciando su piel clara y suave.

- No te detengas... - respondió inesperadamente Marta mientras apretaba su seductor cuerpo contra él y levantando su cabeza para darle un tierno beso en los labios que hizo que él sonriera ampliamente.

Ella sabía en lo que se metía, no era tan inocente, se sintió culpable de haber despertado su instinto sexual pero no sé arrepentía, al contrario, estaba feliz porque ahora sabía que de verdad era el único hombre al que amaba, ya que solo él tenía esa capacidad de despertar en ella esas apremiantes sensaciones de placer, ambos lo sabían y lo demostraban sin decir palabra alguna, desde la primera vez que se tocaron de esa forma sus cuerpos se habían grabado y durante su separación se habían anhelado tan profundamente que era difícil creer como lo habían soportado durante tanto tiempo.