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Ya había oscurecido, Marta estaba recostada en un sofá, mirando la televisión, estaba viendo un partido de tenis, siempre le había gustado este deporte, recordaba que en la preparatoria era muy buena jugadora, ella no solo había sido una deportista sobresaliente, también llevaba un registro de notas altas, además había sido la belleza de la preparatoria durante todos los años de estudio.
- La jugadora del equipo B pone demasiada tensión en su brazo izquierdo - dijo repentinamente Miguel saliendo de la cocina con un tazón de sopa en las manos.
Marta se giró para mirarle con sorpresa, después de un momento se giró otra vez hacia la pantalla, mientras preguntaba:
- ¿Acaso sabes sobre este deporte?
- Algunas cosas - respondió Miguel pasándole el tazón de sopa a ella.
- Gracias... - respondió ella tímidamente.
Miguel simplemente sonrió y se giró para desaparecer en la cocina nuevamente.
Marta tomó la cuchara y probó la sopa, estaba deliciosa y no tardó mucho en acabar con el contenido del plato, se lamió los bordes de los labios con alegría, una amplia sonrisa adornaba su rostro.
Miguel rió al ver esto, se acercó nuevamente a ella para pasarle un plato de arroz con carne, lentejas y ensalada con zanahoria y tomate.
- ¿Cómo no engordas cuando comes tanto? - preguntó él sonriendo maliciosamente.
- ¡Oye! Mide tus palabras, estoy herida pero no invalida para golpearte - dijo ella mirándolo severamente.
Miguel se rió mientras despeinaba su cabello castaño, lo que le ganó una palmada en su brazo de parte de ella, él le sonrió y se sentó junto a ella, mientras también empezaba a comer.
Marta lo ignoró y continuó comiendo sin levantar su mirada del plato, estaba ocupada disfrutando cada pizca de comida que metía en su boca, no se daba cuenta que de vez en cuando él la miraba sin ocultar sus crecientes sentimientos.
Después de cenar, Marta se ofreció a ayudar a limpiar la cocina, pero Miguel la rechazo con un rotundo No.
- Pero ¿por qué?
- Primero, porque estás herida. Y segundo, ¡porque yo lo digo!
- No es justo, me estás tratando como a una niña pequeña.
- Si, disfrútalo mientras dure.
- No me haces gracia. Oye, ¿qué le pasó a mí motocicleta?
- Le llame a tu hermana hace dos horas para que fuera a buscarla.
- ¿Le llamaste a mi hermana?
- Si.
- Por favor, dime qué le dijiste que estoy bien.
- Se lo dije, no sonaba convencida.
- Siento que me espera un largo interrogatorio - dijo Marta mientras suspiraba con resignación.
Miguel sonrió y se levantó para dirigirse a la cocina, cuando llegó a la puerta escuchó la voz de Marta:
- ¿Puedo levantarme?
- No.
- Eres peor que mi hermano - dijo ella entre dientes, haciendo que Miguel riera mientras continuaba su camino.
Media hora después, él regresó a la sala de estar, la alzó en brazos y la llevó a la habitación de invitados, le dio un conjunto de ropa cómoda para dormir, lo que hizo que ella lo mirara con su mirada cuestionadora.
- No te sorprendas tanto. Mi madre suele venir a quedarse aquí, sin mencionar que mi hermana está durmiendo en esta casa.
- ¿Ella duerme aquí?
- Tranquila, está noche duerme en casa de mi madre, dijo que le quedaba más cerca.
Marta suspiró de alivio, no le gustaba desplazar a nadie de su casa, se sintió más tranquila al saber que Johana Botero no dormiría esa noche allí.
- Te dejaré descansar. Trata de no moverte mucho en la noche. Descansa.
Miguel le acarició la cabeza, mientras caminaba hacia la puerta oyó que ella decía:
- Buenas noches. Gracias por todo.
Miguel salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de él, dejando a Marta sola con sus confusos pensamientos y sus emociones mezcladas.
Miguel suspiro al llegar a su habitación, se le estaba complicando darle espacio a Marta, lo único que quería era estrecharla entre sus brazos, saborear sus cálidos labios y sentir su suave piel, pero estaba consciente de que ella necesitaba tiempo para ordenar sus ideas y emociones, ella daría el primer paso cuando estuviera lista, Miguel estaba dispuesto a esperarla todo el tiempo que necesitara, pero se le estaba haciendo difícil controlarse, era la primera vez que casi no podía controlar sus emociones en presencia de una mujer, pero si quería tenerla tendría que tener paciencia.