Observe a los caballeros salir a entrenar, sonreí. Quería verlos más de cerca, así que baje sin hacer mucho ruido y salí hacia la torre donde metían a los que cometían fechorías, carcel o calabozo, como prefieran llamarle. Pues casi nadie iba ahí y tenía una vista amplia y cómoda. Entre y me quedé en una de las puertas del costado sentada en el suelo, veía como levantaban y apuntaban con sus espadas. Yo quería hacer eso igual, tener una espada entre mis manos y vencer a cualquiera que se interponga en mi camino. Pero las princesas no pueden ser caballeros.... eso veremos. Escuché pasos y me alarme, maldición nunca viene nadie y,¿¡ ahora sí?!, fui a una de las celdas del fondo en silencio y me metí ahí.
—Escuchame bien, harás lo mismo que la última vez, pero esta ocasión sin errores Mikael. No puedo dejar que sepan la verdad.
Estoy segura de que ese era mi padre y uno de sus hombres,pero... ¿de que verdad estaba hablando?. ¿Y por que nadie puede saberla?.
Me aleje un poco adentrandome un poco más a la celda y sentí algo bajo mi zapatilla pero no me moví hasta escucharlos irse. Me agache y observé el collar de oro. Me agradó así que lo puse en mi bolsillo para examinarlo mejor en mi cuarto... por ahora tengo que salir de aquí sin que me vean, y descubrir que esconde papá.