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Chapter 135 - Capítulo 135.- El papel de la mujer II

Lady Sylvanie se levantó con modestia e hizo una reverencia en agradecimiento a la entusiasta ovación de su público, a la cual ahora Darcy se sumó, ante por el éxito de la actuación, Sayre se levantó también, la tomó de la mano y volvió a presentarla ante todos los asistentes. Darcy notó que en esta segunda ronda, el entusiasmo de las damas pareció un poco más contenido, y el aplauso más frío, mientras miraban con molestia las continuas muestras de admiración por parte de los caballeros. Darcy se rió para sus adentros y aplaudió con más energía.

—¡Espléndida, encantadora, querida! —Lord Sayre se inclinó ante su hermanastra—. Ahora, ¿a quién debo concederle el privilegio de tu compañía para la cena? ¿Quién será el afortunado? —Sayre no prestó atención a la dama, por si ella quería expresar alguna preferencia, sino que miró alrededor del salón con la actitud de alguien que finalmente ha encontrado que tiene la facultad de entregar un codiciado premio. Su mirada pasó rápidamente por todos sus antiguos compañeros de estudios hasta detenerse en Darcy—. ¡Darcy, serás tú! Ven y reclama tu dama, porque la cena está lista y tú vendrás detrás de mí.

Levantándose de inmediato, Darcy avanzó hacia Sayre. Una rápida mirada a lady Sylvanie mostró que la dama no lamentaba la elección de su hermano, pero Darcy tampoco podía decir que manifestara ningún placer en particular.

—Milady. —Darcy hizo una reverencia formal y le ofreció su brazo. La actitud de la dama, aunque totalmente correcta, le produjo una punzada de decepción, y la frialdad con la que aceptó su brazo le causó una cierta desazón. Después de una mirada como la que le había lanzado hacía un rato, esperaba ver más entusiasmo.

Darcy condujo a lady Sylvanie al lugar acordado detrás de Sayre y su esposa, y los siguieron al comedor, mientras aprovechaba el trayecto para continuar su examen de la dama. Notaba su mano liviana sobre el brazo y la tela azul grisácea de su vestido flotaba ligeramente mientras caminaban, marcando las agradables curvas de su figura y la blancura de sus hombros. El cabello, hermosamente recogido, brillaba con un resplandor de ébano a la luz de las velas del corredor, y un fragante aroma a hierbas dulces y lluvia fresca llegó hasta su nariz. No, decidió Darcy, no se sentía en absoluto molesto con la decisión de Sayre. De hecho, aquélla era exactamente la oportunidad que necesitaba para conocer más a lady Sylvanie, sin tener que acercársele de una forma más específica, lo cual sólo daría pie una infame ola de especulaciones. Con estos pensamientos en mente, se relajó un poco, mientras crecía su interés por la mujer que tenía al lado.

Cuando todos se sentaron a la mesa, se notó la ausencia de la señorita Avery y Trenholme. La explicación del hermano de la dama, según la cual «la señorita Avery no se sentía lo suficientemente bien para bajar a cenar», fue aceptada sin más comentarios. Sayre, por el contrario, no pudo ofrecer ninguna información acerca de su hermano y envió a uno de los criados a preguntar si el señor Trenholme los acompañaría, antes de hacerles señas a los demás para que comenzaran a servir la cena.

Cuando sirvieron el primer plato, Darcy se dedicó a la delicada tarea de entretener a su acompañante.

Se sentía intrigado por la dama, pero no estaba tan seguro de que ella tuviese interés en que él la conociera más. La conducta de lady Sylvanie hacia Darcy había sido totalmente contradictoria. A veces lo ignoraba y al minuto siguiente lo subyugaba con sus ojos de pitonisa. Pero el caballero tendría que comenzar…

—Milady…

—¡Milady! —Desde el otro lado, la voz de Manning compitió con la de Darcy por la atención de la dama. Mientras lady Sylvanie vacilaba entre los dos, Darcy miró brevemente a los ojos de su antiguo compañero, pero no encontró en ellos la rivalidad que esperaba. En lugar de eso, vio a un hombre que luchaba contra una emoción desconocida. Lady Sylvanie se giró a mirar a Darcy, enarcando una ceja para rogarle su comprensión. Darcy volvió a mirar a Manning y luego asintió con la cabeza en señal de que retiraba su solicitud.

—Milady —comenzó a decir otra vez Manning, en voz baja y contenida—, por favor permítame que le muestre mi agradecimiento una vez más. Su amabilidad con mi hermana ha sido de gran ayuda. La he dejado durmiendo tranquilamente, ¡algo que no pensé que fuese posible después de esta tarde! —Manning le lanzó una mirada a su otra hermana e hizo una mueca de disgusto. Luego se dirigió nuevamente a lady Sylvanie—. Usted le ofreció un consuelo mucho mayor del que le brindó mi hermana. Ella sólo estuvo cinco minutos con Bella, antes de comenzar a acosarla a preguntas… con la intención de que le contara todo el horroroso asunto. ¡Estúpida mujer! —Hizo una pausa y luego concluyó con voz suave—: Estoy en deuda con usted, señora.

—Lord Manning. —Darcy alcanzó a oír la melodiosa respuesta de la dama con claridad, a pesar de que ella le estaba dando la espalda—. ¿Cómo podría haberme negado a brindarle un poco de consuelo a su pobre hermana? Su angustia despertó mi compasión enseguida y el único agradecimiento que puedo desear es saber que mis esfuerzos resultaron de alguna utilidad.

—Nunca lo olvidaré —insistió Manning—, como tampoco olvidaré el papel que desempeñaste tú, Darcy. ¡Dios, qué asunto tan horrible! —Manning suspiró y guardó silencio. Luego tomó el tenedor y se concentró en su comida.

Con una sonrisa fugaz, teñida de un poco de rubor, lady Sylvanie se percató de la evidente expresión de aprobación que vio en los ojos de Darcy, pero enseguida volvió a adoptar su impasible compostura. Eso fue suficiente, sin embargo, para mostrarle al caballero que su acompañante tenía un corazón bondadoso, así como un alma de artista, sintiéndose complacido con sus descubrimientos.

—No tuvimos el placer de disfrutar de su compañía esta tarde —comenzó a decir Darcy—. Espero que ya se encuentre mejor, milady. ¿O acaso está ocultando su malestar? —preguntó, al recordar su mirada de dolor antes de empezar la canción.

—Usted se está acordando de mi canción, señor Darcy. —Lady Sylvanie posó fugazmente los ojos en Darcy, pero la fuerza de su mirada parecía momentáneamente oscurecida—. ¡Qué capacidad de percepción! ¡Esa es una cualidad muy poco común en un hombre! Sí, ya estoy recuperada de la imprudencia que cometí anoche y le agradezco su interés. Lo que usted vio hace un rato ha sido debido, simplemente al triste contenido de la canción.

—¿Se conmueve usted fácilmente con el sufrimiento? —preguntó Darcy.

—¿Conmoverme fácilmente con el sufrimiento? —repitió ella, sorprendida—. No entiendo a qué se refiere, señor Darcy.

Darcy señaló a Manning al otro lado.

—La magnitud de sus atenciones con la señorita Avery, que la hicieron ganarse la gratitud de Manning, demuestra que es usted muy intuitiva en lo que se refiere a esa condición del corazón humano. —Lady Sylvanie comenzó a negar con la cabeza, para rechazar el cumplido de Darcy, pero éste no lo permitió, insistiendo en el tema—. Aún más, si una canción puede evocar en usted el dolor de alguien más… Y no puede negármelo, porque la he visto.

—Veo que sería inútil tratar de negarlo, porque usted no va a cambiar de opinión, señor. —Lady Sylvanie pareció sentirse un poco incómoda y sus pálidas mejillas se ruborizaron—. Pero parece que, sin saberlo, unimos nuestras manos en la misma causa, señor Darcy. La señorita Avery me dijo que usted la rescató y me contó que fue muy tierno al tratar de calmar su histeria. —Levantó la copa y lo miró de manera inquisitiva por encima del borde—. Tal vez yo no sea la única que se «conmueve fácilmente con el sufrimiento».

—Tal vez. —Darcy le devolvió la sonrisa y decidió intentar una táctica diferente—. Su música… Le confieso que no es lo que estaba acostumbrado a oír salones como el del castillo de Norwycke.

—Le ruego que me perdone si no le ha gustado —respondió ella.

—No me ha entendido, señora —la contradijo Darcy enseguida, sin saber muy bien si ella estaba bromeando o realmente se había ofendido—. Su música ha resultado ser todo lo que su hermano dijo y más. Me ha gustado muchísimo. Me refiero a que jamás había visto a una dama tocar un arpa como ésa o cantar de esa manera. Por lo general el arpa se usa para exhibir la maestría en la interpretación del instrumento y se presentan arreglos más formales. ¿O también estoy equivocado en eso?

—Usted puede afirmar eso con mayor autoridad que yo —aceptó ella y sus ojos se dirigieron momentáneamente a Sayre—. Yo no he tenido el privilegio de asistir a muchos recitales de salón. —Darcy siguió la mirada de la dama, sin saber qué responder. ¿Por qué razón Sayre había mantenido a su hermanastra prácticamente escondida del mundo? ¿Acaso era la manera de despreciar a la viuda de su padre, tal como le había revelado lady Felicia? Y si estaba en lo cierto, ¿por qué estaba siendo presentada en sociedad ahora, a una edad en que estaba peligrosamente cerca de ser catalogada como «solterona»?