Su Xiaomo se dio cuenta cuando regresó a casa que ya no podía acostumbrarse a este lugar. Donde sea que viera, lo encontraba inferior al lugar de He Jiayu.
Dios... ¿Qué le pasaba? Su Xiaomo negó con la cabeza y luego llamó al servicio de limpieza, que envió a alguien para que limpiara su casa.
Regresó a su habitación y comenzó a dibujar en su wacom. Estaba tan absorta en su trabajo que cuando se dio cuenta de lo hambrienta que estaba, eran más de las ocho de la noche.
—He Jiayu, ¿qué cenaremos esta noche...? —gritó involuntariamente.
Nadie le respondió en la silenciosa habitación. Solo entonces recordó que estaba de vuelta en su casa. He Jiayu... ya no estaba cerca.
Suspiró y ordenó algo de comida para llevar. El repartidor llegó poco después.