... ¿Dejarlos en paz? ¿¡Qué paz!? ¡Esto era extorsión pura!
El mánager sonrió torpemente.
—Sr. An, ¿cuál cree que es una cantidad apropiada?
Wu Hanxiao detestaba el tono de zalamero de su mánager y dijo indignado:
—¡No me importa quién sea! ¡No le pagaré!
El gerente estaba maldiciendo internamente y había decidido que dejaría de representar a este tipo apenas esto terminara.
An Yibei dijo sin dudarlo:
—100.000 suena justo.
—¿100.000? —la agradable voz de Wu Hanxiao se volvió estridente—. ¡Bien podrías ir a robar un banco!
An Yibei lo miró.
—¿Tienes algún problema con eso? Entonces llamemos a la policía.
—Por favor, no... —el mánager lo detuvo—. Le pagaremos. Es solo que la cantidad es...
Miró el Cherry desgastado con vergüenza y luego se le ocurrió una idea.
—¿Qué tal si te compramos un auto nuevo?
Ese era un plan inteligente. Un auto nuevo como ese no les costaría más de 50.000.