Puede que Qi Yanxi pareciera estar exasperado, pero resultó ser un fotógrafo bastante atento.
—¡Sheng Yize! —aunque no podía dejar de descargar su sarcasmo después de cada sesión de fotos—. ¡Te ves tan mal! ¡Xiaxia debe haber estado ciega para aceptar casarse contigo!
Sheng Yize siempre lo ignoraba. Un día, después de otra sesión de fotos, sacó su teléfono y le sonrió a Qi Yanxi de la forma más amigable.
—Ven, tomémonos una foto juntos.
Qi Yanxi le sonrió de oreja a oreja a la cámara por hábito. Luego Sheng Yize subió la foto a una aplicación. An Xiaxia se le acercó y vio que era para calificar cuán guapo se era. Aquí vamos. La foto recibió un puntaje. Sheng Yize a la izquierda: 100 puntos. Qi Yanxi a la derecha: 95 puntos.
—Dios, me veo pésimo —Sheng Yize suspiró.
La cara de Qi Yanxi casi se puso verde y a An Xiaxia le costó contener la sonrisa de su cara.